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DOMINGO, DOMINGO SANGRIENTO

 

 

SUNDAY BLOODY SUNDAY

U2

 

Layla se despertó con un horrible dolor de cabeza y el alma enfangada por el arrepentimiento. Su padre estaba sentado al borde de la cama, mirándola con preocupación. Llevaba puesta una camiseta de un concierto de Neil Young, vieja y salpicada de pintura, tenía un aspecto desaliñado y estaba sin afeitar, pero seguía siendo muy guapo.

—¿Estás bien? —preguntó, y un mechón de pelo canoso le cayó sobre los ojos.

Parecía sinceramente preocupado, pero Layla no soportaba mirarle a los ojos, así que agarró un almohadón y se tapó la cabeza con él.

—Vamos, no seas así. Te he traído un regalo. —Él apartó el almohadón y le acercó un vaso de café comprado en su cafetería preferida.

—No me lo merezco. —Se irguió, apoyada en el cabecero de madera, y dio un sorbito.

—Le he puesto un par de chorritos de tequila, ya sabes, y un poco de pelo del perro…

—¡No! —Apartó el vaso, pero su padre se rio y volvió a acercárselo—. Ya sabes que no tienes que bromear con eso. —Agarró la aspirina y el vaso de agua que su padre le había dejado en la mesilla de noche—. Y tampoco tienes que hacer que me sienta mejor. —Se tragó la aspirina y un gran sorbo de agua antes de agarrar de nuevo el café.

—La Wikipedia afirma lo contrario.

Layla comenzó a reírse, pero se arrepintió enseguida al sentir un martilleo en la cabeza.

—Se supone que tienes que echarme un sermón y cubrirme de vergüenza.

—He pensado que podía saltarme esa parte. Eso sueles hacerlo bastante bien tú sola.

Ella cerró los ojos y se dejó caer en los almohadones, deseando poder dar marcha atrás en el tiempo, hasta la semana anterior, y empezar de nuevo. Además de sus muchas meteduras de pata, se había emborrachado con tequila y había besado a un chico al que no tenía por qué besar. ¡En qué desastre se había convertido!

¿Significaba eso que era igual que su madre?

¿La tendencia a la infidelidad sería genética?

Esperaba sinceramente que no.

—Bueno, ¿qué pasó? ¿Intentaste ganar bebiendo a todos tus invitados? ¿Son riesgos laborales de trabajar en una discoteca?

Layla puso los ojos en blanco.

—No tuve ningún invitado.

—¿Quién es Tommy, entonces?

Ella abrió los ojos de par en par. ¿Cómo sabía su nombre? Un instante después, se acordó de golpe.

Había corrido al aseo justo después de aquel beso y al salir Tommy estaba esperándola para avisarla de que había llegado Ira. Después la había llevado fuera, antes de que Ira pudiera verla.

—Tommy es… —Sacudió la cabeza y se encogió de hombros. No tenía ni idea de cómo explicarlo.

—Bueno, te trajo a casa sana y salva, así que no puede ser tan malo.

Se había empeñado en conducir su moto y durante la primera mitad del trayecto Layla se había burlado de él por cómo la manejaba. Después, le había pedido que parara en la cuneta para vomitar. Cuando llegaron a su casa, estuvo tanto tiempo buscando las llaves que Tommy se arriesgó a llamar al timbre.

—Siento que te despertáramos —dijo.

Aquella era solo una de las muchas cosas que lamentaba.

—¿Quién ha dicho que me despertasteis? —Su padre bebió un sorbo de su café—. Estaba en el estudio, trabajando.

Layla se animó. Por lo menos uno de ellos estaba haciendo algo positivo en la vida.

—¿Cuándo podré verlo?

—Pronto. —Su padre asintió con la cabeza y bebió otro trago.

—¿En serio?

Él se encogió de hombros sin convicción y miró por la ventana.

—Cuando esté listo. Una galería importante está interesada. Puede que esto lo cambie todo. Más nos vale que así sea.

Tensó la mandíbula con gesto preocupado y Layla le observó, alarmada. Hacía años que no vendía un cuadro. Y aunque el último lo había vendido a un precio muy alto, el dinero tenía que estar a punto de acabarse.

Layla iba a preguntarle por ese asunto, pero antes de que le diera tiempo su padre sonrió y le revolvió el pelo.

—¡Eh, cuidado con mi cabeza! —Le apartó juguetonamente la mano—. Creo que tengo dentro una banda de heavy metal.

—¿Metallica o Iron Maiden? —Él entornó los ojos como si intentara decidir qué era peor.

—Un popurrí: Metallica, Iron Maiden, Black Sabbath… ¿Me dejo alguna?

Su padre hizo una mueca exagerada.

—¿Sabes qué es lo que te hace falta?

—¿Una máquina del tiempo?

—Sí. —Asintió sagazmente y sus ojos azules se arrugaron por las comisuras—. Pero hasta que la tengas, ¿qué te parece si te llevo a desayunar? Algo grande, grasiento y lleno de grasas trans.

—¿Lo ves? Has pasado de ser demasiado blando conmigo a malcriarme. Esto no tiene fin, papá.

—Lo discutiremos durante el desayuno. Así podrás informarme de cuál es el modo correcto de actuar cuando tu hija llega a casa borracha como una cuba y con un chico que no es su novio. —Clavó los ojos en ella. Eran más penetrantes que sus palabras.

—Parece que lo tienes todo planeado. —Sonrió cansinamente—. Pero lo siento, no puedo desayunar contigo. Tengo que ir a una reunión para que Ira me despida.

 

 

Paró frente a Night for Night, preguntándose por qué Ira no le enviaba la mala noticia por mensajero. Sería el colofón perfecto para aquel lío. Pero al menos no iban a reunirse en Jewel. A su modo de ver, la discoteca entera era como una gigantesca escena de un crimen que esperaba no revisitar jamás.

Cuando entró en el local, decorado al estilo marroquí, ya estaban todos allí. Llegó con cinco minutos de antelación, pero seguramente los demás habían llegado con diez. Un ejemplo más de lo mal equipada que estaba para aquel trabajo.

Se arriesgó a mirar a Aster, tan perfecta y cursi como siempre, con su vestido de tenis corto y blanco y su larga y lustrosa coleta. A Tommy, en cambio, evitó mirarle. Contó rápidamente y, al darse cuenta de que faltaba el Chico Gótico, no pudo evitar pensar que tal vez se hubiera retirado de la competición y que quizás ella tuviera una semana más para compensar el fracaso de la primera.

Pero ¿a quién pretendía engañar? Todo el mundo tenía claro que ella sería la primera eliminada. Seguramente por eso parecían todos tan pagados de sí mismos y tan relajados mientras escribían mensajes en sus teléfonos móviles. Todos menos Tommy, que se había tumbado en un sofá, con los pies apoyados en un escabel, y estaba echando una siesta.

Tenía que encontrar otro modo de llegar a la facultad de Periodismo. Mudarse de estado era más necesario que nunca.

Finalmente, el Chico Gótico llegó unos segundos antes de que el enjambre de asistentes de Ira ocupara su lugar ante los concursantes.

Layla encontró un sillón libre y se hundió en el con aire hosco y perezoso. Ya no le importaba el aspecto que presentaba. Solo confiaba en que se dieran prisa y la despidieran cuanto antes para poder montarse en su moto e irse a dar una vuelta muy larga para despejarse. Estaría bien acercarse a Laguna. Y podía invitar a Mateo a ir con ella. Le gustaría hacer surf allí, y necesitaban pasar tiempo juntos…

—… como era de esperar, el jueves fue el peor día de la semana.

¿Cuándo había empezado a hablar Ira? Layla se obligó a incorporarse.

—Aunque es indudable que el equipo de Night for Night fue el que atrajo más público, sobre todo gracias a Aster Amirpour.

Layla refrenó una mueca desdeñosa. Como era de esperar, Aster la Puta Reina se llevaba todo el mérito. ¿Por qué era tan injusta la vida?

—La cifra de público ha ido aumentando paulatinamente en los tres locales, con un punto culminante anoche, cuando se dio la mayor afluencia hasta el momento. Las tres discotecas han registrado buenas cifras de asistencia, aunque algunas más que otras.

Ira se detuvo un momento para mirarlos sin prisas. El muy sádico se estaba divirtiendo. Seguramente alargaría aquello todo lo que pudiera, como si fuera el presentador de un patético programa de telerrealidad.

—Como quizá ya sepáis, el Vesper es el más pequeño de los tres locales, y Jewel el más grande.

«Bien, ahí lo tienes: estaba perdida desde el principio. Destinada a perder desde el primer momento».

—De modo que el ganador se decide según tantos porcentuales. Es decir, que calculamos el porcentaje comparando el aforo del club con la cifra de afluencia de público. Teniendo eso en cuenta, el ganador de la noche del sábado es…

Ahí estaba, la larga pausa que Layla había estado esperando. Le sorprendió que no sonara un redoble de tambor. Ira era tan histriónico…

—El Vesper.

Intentó no fruncir el ceño cuando el equipo de Vesper prácticamente se puso a saltar, cada uno desde su puesto.

—No os podéis atribuir todo el mérito, dado que la afluencia de público al local depende mucho de la popularidad de las bandas que tocan. Pero, dicho esto, hemos conseguido unas cifras muy decentes y confío en que vayan en aumento a partir de ahora. Night for Night, vosotros sois los segundos. A escasa distancia, pero los segundos.

Había ya ocho personas en la sala que respiraban con más tranquilidad. Layla no estaba entre ellas. Aun así, quizá debiera cerrar los ojos y dar una cabezadita, como había hecho Tommy. Sin duda la despertarían cuando llegara el momento de ponerla de patitas en la calle.

—Jewel ha sido el último. —Layla abrió un ojo el tiempo suficiente para ver que Ira se dirigía a su equipo con expresión severa—. Si no os ponéis las pilas, no tendréis ninguna oportunidad de ganar este concurso.

Layla hizo una mueca. No pudo evitarlo. Su grupo lo formaban cuatro personas, pero ella se atribuía por completo la responsabilidad de su fracaso.

—No sé qué pasó, pero os sugiero que lo averigüéis.

Así que ya estaba: los habían sermoneado públicamente. Y ahora llegaría la decapitación pública.

—El vencedor de esta semana es el Vesper.

Aster casi se levantó de un salto de su sillón.

—Pero…

Ira levantó una ceja.

—¡Pero yo traje a Ryan Hawthorne!

—Ryan no es Madison. Y su presencia no compensa las cifras de público del Vesper.

Ella arrugó el ceño.

—La próxima vez conseguiré a Madison —masculló al volver a hundirse en su asiento.

—Os aconsejo —añadió Ira, lanzando una rápida mirada a Aster— que no os relajéis en exceso. Puedo cambiar las reglas a mi antojo. Tenéis que estar listos para cualquier cosa que os plantee. Ahora, respecto a la eliminatoria…

Layla descruzó las piernas y deslizó las manos por las perneras de sus vaqueros oscuros. Debería haber puesto un poco más de empeño en arreglarse para no tener aquella pinta de perdedora.

—¿Layla Harrison?

Había llegado el momento. Pronto sería la eliminada. Ira haría lo posible por ponerla en ridículo, de eso estaba segura. Aunque de todos modos de eso ya se había encargado ella sola la noche anterior, de múltiples maneras. En cuanto aquello acabara, se largaría y no volvería a ver a aquellas personas.

—¿Cómo te sientes?

Se encogió de hombros, consciente de que todos la miraban.

—Anoche te serviste una cantidad considerable de tequila del mejor.

Layla movió los labios frotándolos entre sí, pero no dijo nada.

—No hay nada de malo en tomar un par de copas, pero no en el club, teniendo menos de veintiún años.

Layla agarró su bolso, lista para marcharse, cuando Tommy se levantó del sofá y dijo:

—Fui yo, no Layla.

Ira le lanzó una mirada astuta mientras ella le miraba con incredulidad.

—Me acerqué a ver qué tal le iba a la competencia. Y no le iba muy bien, la verdad. —Miró un momento a Layla antes de fijar los ojos en Ira—. Supongo que se me fue la mano.

Al verle parado ante Ira, Layla no pudo evitar pensar que aquel chico tenía algo especial. No estaba haciendo aquello por ella. Lo hacía para retar a Ira, para desafiar al jefe a despedirle, convencido de que no lo haría. Aquel momento de tensión fue tan largo que empezaron todos a removerse, inquietos. Todos menos Tommy, que se mantuvo firme, decidido a defender su postura.

—Que no vuelva a pasar —dijo por fin Ira con voz dura, mirándole sin pestañear.

Tommy se limitó a asentir con la cabeza y regresó a su asiento. Ira clavó la mirada en Ash.

—La cifra de asistencia de Night for Night es impresionante, pero no gracias a ti. Trajiste a diez personas, como máximo. Y eso aquí es intolerable.

El Chico Gótico llevaba los ojos tan maquillados que era imposible saber lo que estaba pensando.

—¿Tienes algo que alegar en tu defensa?

—No, señor, solo que… gracias por esta oportunidad.

Se levantó de un salto y se dirigió a la puerta mientras Layla observaba la escena, perpleja. No entendía cómo había logrado sobrevivir otra semana. Si Ira sabía lo del tequila, tenía que saber también que ella había llevado aún a menos personas que Ash.

En fin, qué más daba. Aceptaría aquel golpe de suerte como lo que era: un regalo. Y no volvería a cagarla como la noche anterior.

Unos minutos después, Tommy se dirigió a la puerta y ella corrió a alcanzarle.

—¿A qué ha venido eso? —preguntó.

Él abrió la puerta y Layla tuvo que protegerse los ojos del resplandor del sol. A veces, aquella claridad incesante le parecía una agresión. Resultaba exasperante tener trescientos treinta días de sol y alegría forzosa. Habría dado cualquier cosa por un solo día lluvioso.

—A nada, es solo que te he salvado. Otra vez.

Layla se encogió bajo su mirada penetrante. A pesar de que temía sacarlo a relucir, tenía que decirle que aquel beso había sido un error que no se repetiría.

—Tommy, respecto a… —empezó a decir, pero él la interrumpió.

—Olvídalo. Será nuestro pequeño secreto.

Se quedó parada delante de él sin saber qué hacer. Quería creerle, pero no estaba segura de poder confiar en él.

—En cuanto a lo que ha pasado ahí dentro… —Tommy señaló hacia la discoteca con el pulgar—. Ya te avisaré cuando necesite que me devuelvas el favor.

—¿Perdona? —Layla corrió tras él—. No recuerdo haberte pedido que hicieras nada. Estaba dispuesta a aceptar la responsabilidad de lo que hice.

—Eso salta a la vista. —Meneó la cabeza—. Ni siquiera has intentado defenderte. Por eso te he echado un cable.

Layla temía la respuesta, pero aun así se obligó a preguntar:

—¿Por qué?

Él la miró a los ojos un instante, observándola con atención. Luego dijo.

—Tengo mis motivos. Y gracias a eso ahora tienes otra oportunidad de decidir qué es lo que de verdad quieres en la vida.

Layla le vio sentarse tras el volante de su coche. Sabía que debía darle las gracias, pero le dieron ganas de gritarle de rabia. Finalmente no hizo ninguna de las dos cosas.

Ahora estaba en deuda con él. Genial. Estaba segura de lo que iba a pedirle a cambio.