Testimonio número 5
Testimonio número 5
«Becado por el Gobierno, al concluir mis estudios, junto con otro pequeño grupo de investigadores, hice un viaje por el extranjero, a fin de incorporar a nuestra tecnología los últimos avances, en aquellos años en que todavía se intentaba hacer compatibles cosas antagónicas como son tecnología, bienestar y felicidad. Introducimos aquí nuevos métodos anticontaminantes y sistemas de preservación del medio ambiente. Personalmente he podido comprobar qué utópicos eran aquellos intentos nuestros, y ya investigo en asuntos de mucha mayor utilidad, dado que hemos entrado en un proceso irreversible.
»Cuando fui llamado a juicio, pulsé en el programa de defensa el 2, negando las acusaciones. Y o no tengo la culpa de que, una vez que hice aquellas modificaciones industriales, nadie se preocupara después de la revisión y puesta al día de nuestras recomendaciones que, según he podido también comprobar, han frenado ciertamente nuestra tecnología en los últimos cinco años.
»Tras mi condena he tenido la certeza de que se trataba de un fallo político que se quería solventar buscando a unos culpables, presuntos o probados: en este caso, el equipo de colaboradores en la investigación y mejora de métodos que yo dirigí en aquella serie de trabajos, así como los empresarios que adoptaron en sus industrias nuestras recomendaciones.
»Al término de mi período de rehabilitación, que he seguido satisfactoriamente, creo decididamente que si el Gobierno ha asegurado la libertad de todos los ciudadanos, también ha de reservar para sí la libertad de equivocarse y de buscar culpables para evitar su caída. Dado su grado de pleno desarrollo, en nuestra sociedad solamente un idealista como los que descubren en los antiguos libros y periódicos los estudiosos de Arqueología Política puede pensar que un Gobierno asentado sobre el poder de las ordenadoras, de las máquinas y de la tecnología puede fracasar. En todo caso, las que fracasan son las máquinas o los hombres que las manejan. Pero nunca el Gobierno».