Testimonio número 4
Testimonio número 4
«Mi caso es parecido al de otro director gerente de fábrica que está también en esta clínica, y vino dado por su proceso. El equipo de investigadores que actuó en su factoría también fue enviado por el Gobierno a mi empresa. Y sufrí las consecuencias de los primeros años de esta era, cuando se creía que quizá sería salvable todavía el equilibrio biológico. En mi fábrica hacemos envases. Envases para todo lo que se pueda imaginar. Como decía un antiguo eslogan de la empresa, de los primeros años del diseño industrial, «empaquetamos desde una excavadora a una perla». Pues bien: el equipo que estudió nuestros sistemas de producción descubrió un fallo de reciclaje[2]: los restos de nuestros envases no podían ser utilizados con otros fines. Hizo unas recomendaciones, que hemos seguido mecánicamente hasta ahora, ya que nada hacía pensar en cambiarlas, dada la situación de economía de mercado y libre competencia que rige el consumo en nuestra sociedad. Pero cuando surgió el otro proceso, el de los automóviles tan resistentes, la Sala de Medio Ambiente de la Corte de Justicia estudió este asunto y me condenó, por seguir produciendo de acuerdo con una técnica industrial ya superada.
»Para ver si consigo dejar de ser director general y logro un puesto de menos responsabilidad y por lo menos me ascienden a jefe de la flota de camiones de reparto, en cuanto salga de la clínica pienso cambiar todos los sistemas de producción, para adoptar aquel que mayor cantidad de residuos indestructibles proporcione a nuestros fabricados».