Testimonio número 1
Testimonio número 1
«Soy un estudiante de un Centro Superior de Estudios Humanos. Si mi familia sigue disponiendo de las fuentes de riqueza que actualmente domina y puede terminar de pagarme los estudios, saldré de dicho Centro con un título que me capacitará para elegir el oficio de mi preferencia. Aún no me he decidido, ya que estoy todavía en los primeros cursos, pero mis preferencias giran en torno a dos grandes tipos de actividades: guarda del parque zoológico o vigilante nocturno. Si me dan una plaza de guarda en el zoo podré conocer de cerca la vida de los animales que han logrado sobrevivir a nuestro avance tecnológico. Incluso pienso hacer unas indagaciones de tipo primitivo, esto es, filosófico, sin ayuda de ordenador alguno, sobre las causas últimas de la desaparición de tantas especies como aquí sucumbieron: caballos, pájaros, perros, gatos, gallinas, etcétera. Si, por el contrario, no puedo obtener esa plaza me dedicaré a trabajar de vigilante nocturno. Así podré tener todo el día libre y recorrer los campos que todavía quedan, aunque ya son pocos, no urbanizados con fines industriales o residenciales. Así me compadeceré en la contemplación de los cauces secos por los que antes de la ruptura del equilibrio biológico corrían las aguas, en aquellos tiempos en que todavía había lluvias.
»Llegué aquí, a la Clínica de Rehabilitación, por haber cometido un grave delito, según la ordenación jurídica de nuestro Gobierno. Resulta que los Servicios de Estadística me denunciaron, ya que en los tres últimos años no he consumido los bienes previstos por las Normas de Bienestar. Apenas he abierto los grifos de bebidas alcohólicas y carbónicas de mi habitación, solamente algo el de leche artificial; no he llegado a alcanzar las cifras medias de consumo de energía eléctrica «per capita», ni de carburantes sólidos, ni de energía nuclear, ni de acero, ni de carbón. En cambio, según me acusaban los Servicios de Estadística, he consumido más oxígeno del previsto por habitante/año, ya que con mi deseo de conocer los campos que aún quedan, a veces corría, y respiraba demasiado de prisa, ya que tengo un defecto orgánico que me causa trastornos circulatorios y me hace jadear cuando realizo un ejercicio físico, por pequeño que sea. Finalmente, durante el juicio, al salir a relucir este problema, surgió una nueva acusación: no haber hecho uso de los avances clínicos y quirúrgicos para evitar un superior consumo de oxígeno.