NOTAS
[1] Parece casi ocioso citar al respecto el clásico ensayo de Walter Benjamin, «The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction», en Walter Benjamin, Selected Writings, vol. 1, Cambridge, Harvard University Press, 1999.
[2] Evidentemente, se trata de un juego de palabras, a partir del vocablo inglés romance, entre patrimonio y matrimonio. Ya me he ocupado anteriormente de esa cuestión en la introducción a la edición de La Sra. Dolloway, de Virginia Woolf (Madrid, Cátedra, 1993, págs. 144 − 45). El término inglés romance no se ajusta exactamente a su traducción española. No lo utilizamos aquí en el sentido del romance medieval, sino tal y como ha sido acuñado por la tradición literaria en Gran Bretaña. Casi desde sus comienzos el romance surge dentro de la narrativa en oposición a la novela, y describe una obra narrativa, centrada fundamentalmente en el tema amoroso, en la que se suspende toda regla de verosimilitud y donde se deja la puerta abierta para la intromisión de lo maravilloso e incluso lo inverosímil. Nathaniel Hawthorne da en La Letra Escarlata (1850) una clásica definición del romance en oposición a la novela.
[3] F. R. Leavis, The Great Tradition (Londres, 1948), Harmondsworth, Penguin Books, 1962.
[4] Earnestness es un término típicamente Victoriano y de difícil traducción, que ya parodiara Oscar Wilde en The Importance of being Eamest. Engloba los conceptos de seriedad, una cierta sinceridad y una aplicación y ardor en el trabajo o en la empresa en la que se esté empeñado en él momento.
[5] Es difícil valorar desde fuera la influencia seminal que el Metodismo y otras variantes de protestantismo popular tuvieron en la definición de una identidad popular, provinciana, fundamentalmente norteña, de clase media y media baja, vertebradora de la sociedad británica. Habría que remontarse hasta la Revolución en el siglo XVII. Ver al respecto toda la obra de Raymond Williams, especialmente Culture and Society, 1780 − 1950, New York, Columbia U. P., 1958.
[6] Ver en la traducción, págs. 51 − 52.
[7] Las «Potteries», en referencia a su actividad principal, la alfarería, es el nombre con el que desde el XIX se viene conociendo a las seis ciudades en torno al Trent donde se instaló la industria manufacturera de la loza y la cerámica. Aunque podríamos traducirlo como las «Ciudades Alfareras», el término ha .adquirido ya la vigencia de un nombre propio y como tal lo utilizamos.
[8] Citado por John Wain en su Introducción a la edición de The Old Wives’ Tale, en Penguin Classics, Harmondsworth, Penguin Books, 1986, pág. 13.
[9] Me refiero al movimiento denominado como los «Angry Young Men», que surgió en la década de los cincuenta, con manifestaciones dramáticas, narrativas y cinematográficas. Se trataba de jóvenes de clase media-baja en su mayoría que irrumpieron en el panorama tradicionalmente elitista de la intelectualidad británica con temas populares y críticos con la férrea estructura de clases de la sociedad británica y la profunda insatisfacción social que acompaña al desmembramiento del Imperio. Vid R. Rabinowitz, The reaction against experiment in the English novel, 1950 − 60, Nueva York, 1967, y J. Russell Taylor, Anger and After, Londres, 1962.
[10] M. Drabble, Arnold Bennett, a biography, Londres, Weidenfield & Nicholson, 1974.
[11] Véanse los diarios donde afirma que su reconocimiento y su fama así como el grueso de su obra corresponden al momento prebélico: Journals of Arnold Bennett, ed. Norman Flower, vol. 1, Londres, Casell, 1932 − 33, pag. 369.
[12] J. Hepburn, The Letters of Arnold Bennett, Introducción, vol. 1, Londres, Oxford University Press, 1966, pag. 20.
[13] Ver André Gide, Correspondance avec Arnold Bennett. Vingt ans d’amitié littéraire (1911 − 1931), París, French & European Publishers, 1964.
[14] Ver, más adelante, el Prefacio de Arnold Bennett.
[15] Ver The Old Wives’ Tale, ed. John Wain, Harmondsworth, Penguin Books, 1986, pág. 34.
[16] Véase Fussell, The Great War and Modem Memory, Londres, Oxford University Press, 1975.
[17] Mujer joven y emancipada de los años veinte, cuya exponente principal fue Daisy Buchanan en El gran Gatsby, de F. S. Fitzgerald.
[18] Fraser, The Modem Writer and His World, Harmondsworth, Penguin Books (1953), 1970, pag. 82.
[19] Citado por Fraser, ibídem, pag. 82. Pound está hablando muy propia y específicamente de Galsworthy y su obra The Man of Property, pero el comentario lo hace extensivo a su generación de edwardianos.
[20] Véase V. Woolf, «Modern Novels», en The Essays of Virginia Woolf, vol. 3, ed. Andrew McNeillie, Londres, The Hogarth Press, 1988, págs. 30 − 37. Esta es la primera formulación del tema que posteriormente reelaborará en su ensayo ya clásico «Modern Fiction», que incluyó en el volumen The Common Reader I.
[21] Véase The Essays of Virginia Woolf, op. cit., pags. 32 y 33.
[22] También en este punto Virginia Woolf utilizó la obra de Arnold Bennett como pantalla contra la que esbozar su teoría de la caracterización narrativa de los personajes, en un primer artículo en el que decididamente habla con Bennett desde su título, «Mr Bennet and Mrs Brown», que luego reelaboró para una conferencia en Cambridge y en forma escrita en «Character in Fiction», publicado en el Criterion, julio 1924. Véase The Critical Essays of Virginia Woolf, vol. 3, págs. 420 − 37.
[23] Antiguo nombre inglés de la calzada romana que va desde el NO de Londres hasta Wroxeter; una de las principales de la Britania romana y posromana.
[24] Respecto, a las Cinco Ciudades, ver Introducción, pág. 15.
[25] En inglés, showroom, sala utilizada para la exhibición de géneros y mercancías en las tiendas que, por lo general, se encontraba situada justo encima de la primera planta.
[26] Los elementos que incluyen Pato (Duck) son Cisne (Swan) en el pueblo real.
[27] Casi ciento cuarenta kilos.
[28] Modificación del caleidoscopio inventada a mediados del siglo XIX.
* Cada uno de los instrumentos musicales de la familia del oboe. [nota de la digitalización]
[29] Un chelín y once peniques.
[30] En inglés puede llevarlo en la primera o en la segunda.
[31] En la época victoriana, bitch (perra) era una de las muchas palabras indecorosas.
[32] Miembros del movimiento obrero basado en la Carta del Pueblo, de gran influencia en los comienzos de la era victoriana.
[33] Fuera de serie.
[34] Moneda de plata de dos chelines, acuñada en 1849.
[35] Cantidad equivalente a una libra y cinco peniques. La guinea se dejó de acuñar en 1813.
[36] Botones.
[37] ¡Más ingleses!
[38] En Francia se denominaba lorettes a las cortesanas en la época en que el cuartel general de sus actividades se hallaba en el barrio próximo a la iglesia de Notre-Dame de Lorette, en París.
[39] Se aplicaba el nombre de grisette a las muchachas obreras, especialmente de París, por extensión del referido a una mujer vestida con la tela así llamada.
[40] ¿No hablaba usted de Rivain, señora?
[41] ¡Entonces, de acuerdo, querido amigo!
[42] Yo lo arreglaré.
[43] Propina.
[44] Notable.
[45] ¡Ahí está! / ¡Nicolás! / ¡Ah, ah, ah!.
[46] Indispuesto.
[47] Peinador.
[48] Aseo, tocador.
[49] ¡Ya estoy harto! ¡Déjame, te lo ruego!
[50] Cura.
[51] De Napoleón.
[52] Fiesta.
[53] Mona.
[54] Mueca.
[55] ¡Sería el colmo!
[56] Víctor Cherbuliez (1829 − 1899), novelista suizo nacionalizado francés.
[57] Véase pág. 536.
[58] United Presbiterian, «Iglesia Presbiteriana Unida».
[59] Hanley, Burslem, Stoke-on-Trent, Longton y Tunstall.
[60] «Los viejos tiempos», literalmente «hace mucho tiempo». Célebre canción tradicional escocesa a la que se adaptó un poema de Robert Burns (1789).
* Nota de la digitalización: El texto corresponde a la edición de la editorial Gredos cuyos datos figuran en esta página. La portada incluida corresponde, por razones estéticas, a la edición RBA.