Pero Campbell no estaba satisfecho con ser sólo Don A. Stuart. En 1930, cuando el rey era Smith, compitió con él. Ahora, en 1936, competía con Weinbaum que era el nuevo rey. Los ladrones de cerebros de Marte fue el primero de los cinco relatos del «ciclo de Penton y Blake». En cada uno, los dos compañeros se enfrentaban a las peligrosas formas de vida de otro planeta.
Me impresionaron, y durante cierto tiempo intenté escribir relatos como los de Penton y Blake. Un primer ejemplo, que constituyó un fracaso completo, fue Ring Around the Sun. Luego escribí Reason, cuyos protagonistas eran Gregory Powell y Michael Donovan. Escribí y publiqué cuatro relatos de lo que en mi fuero interno llamaba «el ciclo de Powell y Donovan», imitando deliberadamente a Penton y a Blake.
Sin embargo, en los relatos de Powell y Donovan ya aparecían mis robots positrónicos y las tres leyes de la robótica, y posteriormente ocupó un lugar en ellos Susan Calvin, Como me pasa a menudo (y supongo que también es el caso de otros escritores) no importaba cómo intentara plasmar mis historias, pues ellas siempre terminaban modelándome a mí.
Hacia fines de 1936, otro relato aparecido en «Amazing Stories» me impresionó. Se titulaba Involución, su autor era Edmond Hamilton y apareció en el número de diciembre. Es el tercer relato de él que no he podido olvidar desde mi adolescencia. Los tres, de algún modo, tenían que ver con el origen o desarrollo de la vida y todos mostraban una visión crítica de la humanidad.
(¡Ah! Antes de presentaros el cuento, diré algo. El número donde apareció contiene la segunda entrega de una serie de John W. Campbell, Jr, Se titulaba Uncertainty, y es demasiado larga para incluirla en esta antología. Hojeando una al azar, leí en ella: «Una lluvia de bombas atómicas alcanzó el metal protegido...» ¡Ah, sí! Los lectores de ciencia-ficción estábamos evadiéndonos. El resto del mundo no se preocupó por las bombas atómicas hasta nueve años más tarde.)