Puro y transparente como el cristal[450]

Marzo de 1930

En el cuartel general de la Internacional Comunista se produjeron algunos hechos misteriosos. El aparato se ha vuelto tan poderoso que ya no siente el menor reparo en cumplir su «función» secreta a la luz del día. Se publican artículos y documentos que obviamente tienen un sentido muy especial, diríase oculto. En dichos artículos los sacerdotes de la primera categoría hablan un idioma que sólo entienden los sacerdotes de la segunda. Para los de la tercera, el sentido oculto de ese lenguaje resulta incomprensible, y al común de los mortales sólo le queda especular sobre el significado de todo eso.

El número 1 (1930) de la revista Bolchevique —hija dilecta del misticismo y la mistificación burocráticos— contiene tres discursos que Stalin pronunció ante el presidium y los comités de la Comintern en mayo de 1929.

Los editores de la revista subrayaron cuidadosamente que cada discurso «se publica por primera vez». Pero no explican los motivos que los llevaron a enviar a la imprenta estos discursos tan viejos y —¡ay!— tan malos. Corresponden al período en que Lovestone, todavía integrante de la presidencia de la Comintern, competía con Foster[451] por el puesto de sacerdote de primera categoría. La manera en que el discurso describe la competencia no carece de cierta cínica precisión. Veamos la forma tan realista en que Stalin pinta la lucha entre estos dos clanes por el derecho a erigirse en representantes norteamericanos de las ultimas revelaciones del leninismo:

El grupo de Foster, buscando demostrar su lealtad hacia el partido ruso, se declara ‘stalinista’. ¡Muy bien! Nosotros, los partidarios de Lovestone, dejaremos atrás al grupo Foster y exigiremos la expulsión de la Comintern del camarada Bujarin. ¡A ver si los partidarios de Foster son capaces de hacer algo mejor! ¡Ya verán, allá en Moscú, cómo jugamos a la bolsa los norteamericanos! El grupo de Foster, que busca demostrar que es carne y uña con la Internacional Comunista, exige que se aplique la resolución de la misma y se expulse a Pepper. ¡Muy bien! Nosotros, los partidarios de Lovestone, iremos más lejos y expulsaremos a Pepper del partido. ¡A ver si los partidarios de Foster son capaces de hacer algo mejor! ¡Ya verán, allá en Moscú, cómo jugamos a la bolsa los norteamericanos! (Bolchevique, N.º 1, 1930, p. 10).

Para comprender estas líneas en toda su significación hay que recordar que, después de todo, acá no se habla de corredores de bolsa sino de dos fracciones, una de las cuales dirigió al partido norteamericano durante algunos años y participó en la dichosa campaña contra el trotskismo. Posteriormente, se puso a la otra a la cabeza del partido norteamericano para cumplir las tareas del «tercer período».

Uno no puede menos que preguntarse ¿qué fin persigue Stalin al publicar hoy estos discursos, muchos meses después de haberlos pronunciado, colocando así a Foster, que levanta el pendón enhiesto del stalinismo, en el mismo plano con Lovestone, expulsado de la Internacional Comunista? Gran misterio. Un hecho tan inesperado como la publicación de discursos pronunciados en las reuniones más secretas sería totalmente incomprensible si no se supusiera que se está gestando una nueva maniobra de trastienda, y los sacerdotes de la primera categoría consideran oportuno advertírselo a los Sacerdotes de la segunda.

Pero ¿es lícita esa suposición tan irrespetuosa? A partir de ciertas observaciones que hace Stalin en su discurso, parecería que no. El tema general del discurso es —créase o no— la moral revolucionaria. Sí, sí. No es broma. Veamos lo que dice el eximio orador:

«O somos leninistas, y nuestras relaciones mutuas, así como las relaciones de las distintas Secciones y la Internacional Comunista, se construyen sobre la confianza mutua, y son puras y transparentes como el cristal, dejando así a un lado los sucios ardides diplomáticos […] o no somos leninistas, y entonces […]», entonces, claro está, lo permitimos todo: intrigas, mentiras, insinuaciones sucias, viles calumnias, asesinatos y emboscadas.

Sin embargo, Stalin, como leninista que es, según sus propias palabras, es «puro y transparente como el cristal». La veracidad de esto quedó certificada, como todos saben, de una vez y para siempre por el mismo Lenin, cuando lo calificó de desleal. ¿Qué significa, entonces, la publicación inesperada de este viejo discurso? Porque debe tener algún significado, ¿Se trataba solamente de terminar de desacreditar al expulsado Lovestone? Supongamos que sí. Entonces, ¿qué tiene que ver Foster? ¿Por qué el moralista puro y transparente como el cristal cubre de barro al actual dirigente de ese partido? Sigamos leyendo: «Para caracterizar la forma en que se distorsiona y se ensucia la pura moral comunista en el curso de una lucha fraccional, podríamos referirnos a hechos como, por ejemplo, mi conversación con los camaradas Foster y Lovestone […] Me refiero a una conversación que tuvo lugar en la época del Sexto Congreso. Es característico de Foster que, en una carta a sus amigos, se refiera a esta conversación como si fuera algo misterioso, que no habría que mencionar en voz alta… ¿De dónde viene esa mística? ¿Y para qué sirve, queridos camaradas? ¿Qué podría haber de misterioso en mi conversación con los camaradas Foster y Lovestone? Al escuchar a estos camaradas, se podría recibir la impresión de que yo les decía cosas que me avergonzaría de contarles a ustedes. Pero es absurdo, queridos compañeros. ¿Para qué sirve todo este misticismo? ¿Es tan difícil comprender que no tengo nada que ocultar a los camaradas? ¿Es tan difícil comprender que estoy dispuesto siempre y en todo momento a repetir ante los camaradas el contenido de mi conversación con Foster y Lovestone desde el principio hasta el fin?» (p. 11, el subrayado es nuestro).

De manera que acusa a Foster nada más y nada menos que del crimen de «distorsionar» y «ensuciar la pura moral comunista». ¡Pero Foster está a la cabeza del Partido Comunista de Estados Unidos! Foster es miembro de la presidencia de la Comintern. ¿Cómo hemos de interpretarlo?

No exigimos que todos los comunistas, aunque pertenezcan a la raza de los lideres, sean necesariamente «puros y transparentes como el cristal». Sería una norma demasiado elevada, casi sobrehumana. Pero así y todo existen muchas graduaciones entre la «suciedad» y el «cristal». ¿Qué explicación puede encontrar un simple mortal al hecho de que un especulador de la bolsa, Lovestone, haya sido reemplazado por Foster, que ensucia la «pura moral comunista»?

¿Y por qué —acá vamos al meollo de la cuestión— el líder de líderes, puro y transparente como el cristal, juzga necesario desenterrar esta vergüenza oculta tantos meses después del remplazo del especulador Lovestone por el sucio Foster al mando del timón?

Por lo menos estos discursos nos enseñan algo —sobre lo cual, a decir verdad, no abrigábamos ninguna duda—, y es que Foster no obtuvo su victoria a espaldas de Stalin sino todo lo contrario, con ayuda de alguna conversación de trastienda con él. «¿De dónde viene esta mística y para qué sirve, queridos camaradas?». Precisamente: ¿de dónde, para qué? ¿Tan difícil es comprender que Stalin no tiene nada que ocultarles a los camaradas? ¿Tan difícil es entender que Stalin está «dispuesto en todo momento a repetir ante los camaradas absolutamente todo desde el principio hasta el fin»: todo, absolutamente todo?

A pesar de nuestra confusión, no resistimos la tentación de ofrecer una hipótesis: ¿No será todo esto el primer paso hacia el derrocamiento de Foster? De otra manera no se entiende por qué resulta necesario calumniar a un líder recientemente ungido, acusándolo de ensuciar. Y la situación no se aclara con la lectura de la siguiente cita, tomada del discurso de Stalin:

¿Cuál es la solución?, se pregunta, y responde: El camarada Foster sugirió una solución viable. Según su propuesta, es necesario transferir la dirección a la minoría ¡es decir, al grupo de Foster! ¿Se puede aceptar esta solución? No, no se la puede aceptar. La delegación del CElC cometió un error al diferenciarse tajantemente del grupo mayoritario ¡el grupo de Lovestone! y no hacerlo, al mismo tiempo, del grupo minoritario. La propuesta del camarada Foster, con todas sus consecuencias, cae de su propio peso. (p. 12).

Parece que en mayo de 1929 Stalin le negó terminantemente a Foster el derecho a heredar el puesto de Lovestone. Sin embargo, ¿fue tan terminante la negativa? En ese momento se sobreentendía que Foster todavía tenia que dar muestras de «lealtad».

Stalin acusaba a Foster, como al pasar, de haber estado dispuesto, en aras de la lucha fraccional con Lovestone, a utilizar a los «trotskistas enmascarados». Ésa fue la principal acusación en mayo de 1929. En ese momento el objeto del sermón de Stalin no era desacreditar sino intimidar a Foster. Y su éxito fue total. Cuando le exigieron pruebas de su lealtad, Foster respondió con creces. En la lucha contra la Oposición de Izquierda se superó a sí mismo. Consecuencia de ello fue que, después de una conversación con Stalin en Moscú, Foster recibió en sus manos el «aparato» norteamericano y… de minoría pasó a ser mayoría. En medio de esta operación, mientras Foster «ensuciaba la moral comunista» con todo éxito, Stalin se mantuvo en silencio. Pero ahora que la suerte del comunismo oficial de Estados Unidos está totalmente en manos de Foster, Stalin publica su viejo sermón con un agregado misterioso: «Publicado por primera vez».

El asunto se complica aún más con el siguiente ataque totalmente inesperado:

Foster y Bittelman[452] —se indigna el orador— no ven nada de malo en declararse «stalinistas» para demostrar su lealtad hacía el Partido Comunista ruso. Pero esto es realmente indecente, queridos camaradas. ¿Acaso no saben que no hay [!] ni debe haber (!!) «stalinistas»? ¿Cómo se le pueden tolerar semejantes indecencias a una minoría? (p. 9.)

Parece que declararse stalinista constituye una indecencia. ¿Quién lo hubiera dicho? En la misma edición de Bolchevique, otro «cristal» más pequeño pero no menos transparente llamado Kuusinen demuestra, a lo largo de veinte apretadas páginas, que ser stalinista es el primer y en realidad único deber de todo funcionario seriamente preocupado por su futuro. El artículo del héroe sin par de la revolución finlandesa de 1918 no se queda corto ni en el título: Stalin y la bolchevización del partido.

Con su brillantez habitual, el autor demuestra que la Internacional Comunista debe a Stalin todos sus éxitos en China, Gran Bretaña y otros países; sus derrotas, a otras personas. Por su Parte, Stalin ensalza a Kuusinen en su discurso. Pero tenemos que creer que se trata de un mero accidente, ninguna vinculación con el caso. Si en enero de 1930 Kuusinen llena veinte páginas para proclamarse stalinista, eso es asunto suyo. Pero cuando Foster hizo lo propio en mayo de 1929 sólo trataba de elevar el valor de sus acciones en la bolsa, lo que era «realmente indecente, queridos camaradas».

¿Será posible que todo esto no sea más que un lamentable malentendido? Parece que tendremos que llegar a esa conclusión, porque: «Camaradas, la Internacional Comunista, después de todo, no es una bolsa de valores. La Internacional Comunista es el sanctasanctórum de la clase obrera. No deben confundir la Comintern con la bolsa de valores». Éstas son las formulaciones incomparables, puramente stalinistas. Provienen todas del mismo discurso.

No obstante, nos aferramos a la convicción de que todo lo que hay en el mundo tiene una causa, y todo lo que hay en política un propósito. ¿Es lícito suponer que este discurso «se publica por Primera vez» sólo para demostrar nuevamente la incorruptibilidad política de Stalin?

Dicha suposición no es de por sí inverosímil en el contexto del «tercer período» en curso, período que se caracteriza sobre todo por la propaganda monstruosa, archinorteamericana, vergonzosamente indecente, sobre las personalidades que integran la superdirección. Así y todo resulta difícil creer que las reputaciones de dirigentes de segunda fila todavía no depuestos sean arrastradas por el fango sin necesidad aparente, que se las enlode al pasar, por pura casualidad. Si es verdaderamente así, significa que el régimen burocrático ha entrado en un nuevo nivel de degeneración bonapartista, en el que sus más estrechos colaboradores aparecen bajo la misma luz que la «plebe».

Pero creemos que el eje de la cuestión no es solamente ése. Todos los precedentes —que no son pocos nos llevan a la conclusión de que las acciones de Foster están en baja con la fracción de Stalin. ¿Por qué? No lo sabemos. Sólo sabemos que no se debe a razones de principio. Es dudoso que en ese terreno Foster quiera causar dificultades. ¿Qué pasa, entonces? El misterio todavía no se ha filtrado fuera de las dos primeras categorías sacerdotales. ¿Por qué, pues, no se lo preguntamos al autor de los discursos? El odia los misterios. «¿Es tan difícil comprender que no tiene nada que ocultarles a los camaradas? ¿Es tan difícil comprender que está dispuesto siempre y en todo momento, a decirles todo a los camaradas, desde el principio hasta el fin —todo, todo—?» —¿salvo, quizás, cómo y por qué asesinó a Blumkin?— (no vamos a ceder hasta obtener respuesta a esa pregunta).

Pero parece que Foster tendrá que prepararse para un cambio… salvo que este artículo lo salve[453].

Posdata: Pravda del 7 de marzo informa que los discursos de Stalin sobre la cuestión norteamericana fueron publicados en un folleto[454]. La primera edición es de cien mil ejemplares. Teníamos razón. El asunto es mucho más «profundo» de lo que podría pensar un observador. Sin embargo, la clave del misterio no reside en el hecho de darle tamaña difusión a una serie de discursos tan fatuos (que, salvo algunos sofismas cínicos, no dicen nada). ¡Cien mil ejemplares! Entonces, de verdad las masas son el destinatario. Pero ¿qué pensarán éstas de estos comentarios inesperados sobre la meteórica carrera de Foster? ¿Acaso el único objeto de la nueva edición es demostrarle a Foster que el jefe no bromea? ¿O tal vez la difusión apocalíptica es sólo un subproducto de la eficiencia de los funcionarios como en el caso de la colectivización? Cada vez resulta más difícil encontrar el rumbo en medio de los zigzags de la línea general.

Escritos , Tomo I
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
Section0135.xhtml
Section0136.xhtml
Section0137.xhtml
Section0138.xhtml
Section0139.xhtml
Section0140.xhtml
Section0141.xhtml
Section0142.xhtml
Section0143.xhtml
Section0144.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml
notas2.xhtml