Aclaraciones necesarias sobre el 1° de agosto[160]
Julio de 1929
Algunos camaradas interpretaron esta carta [¿Qué nos depara el 1.º de agosto?] en el sentido de que la Oposición debería negarse a participar en las manifestaciones del 1.º de agosto. Imposible imaginar una interpretación más falsa y absurda. Es cierto que en la carta no se imparten instrucciones organizativas o tácticas concretas. Pero si tenemos en cuenta que se trata de distintos países, en los que la situación relativa al 1.º de agosto se desarrolla de distintas maneras, resulta natural que no se pueda dar instrucciones uniformes y detalladas para cada grupo nacional de la Oposición sobre qué hacer y cómo proceder. La carta de la redacción de Oposición tomó como punto de partida el manifiesto de la Internacional Comunista del 8 de mayo (que nos llegó con mucha demora), y su objetivo principal fue tratar de lograr la cancelación de las manifestaciones aventureras proyectadas, cuyo carácter estaba fijado de antemano por el manifiesto del 8 de mayo. El contenido de la carta no es de repudio a las manifestaciones en general, sino a un tipo específico de manifestación, que no puede ser más que una caricatura de lo sucedido el 1.º de mayo en Berlín. Las últimas líneas de la carta afirman —como algo que se da por sentado— que la Oposición jamás permitirá que se la separe de la clase obrera en su conjunto ni de su vanguardia en particular. Para cualquier político serio esto significa que si no se cancela la manifestación del 1.º de agosto, si la misma se realiza según los lineamientos —para nosotros incorrectos— señalados por la Internacional Comunista, participaremos y compartiremos la responsabilidad con la vanguardia proletaria. Esas líneas no pueden significar otra cosa. ¿Por qué, entonces, no lo decimos abiertamente? Porque cuando se llama a la cancelación de alguna manifestación en particular, no tiene objeto dedicar largos párrafos a explicar que uno está dispuesto a participar en la misma si se realiza. Las últimas líneas si lo afirman —como algo que se da por sentado—, es decir, como norma general de conducta para los revolucionarios, que en ninguna circunstancia se separan del sector más activo de la clase obrera.
Los grupos nacionales de la Oposición pueden y deben concretar esta carta en manifiestos o resoluciones pertinentes, de acuerdo con una situación que en todos los países aún se está desarrollando pero que adquirirá rasgos fijos y definitivos a medida que se acerca el 1.º de agosto.
A esta altura casi todos los partidos de la Internacional Comunista se han retractado del manifiesto del 8 de mayo y asumieron una posición indefinida. Por eso es muy importante, y nos corresponde más que nunca, salir a la ofensiva, denunciar el aventurerismo criminal del manifiesto del 8 de mayo y tratar de obligar a la dirección oficial a adoptar una posición concreta. Es evidente que podemos y debemos explicarles a los obreros comunistas que compartiremos su suerte en cualquier circunstancia. Pero, después de todo, la tarea de la Oposición no consiste en limitarse solamente en participar en todas las acciones de las masas, aunque sean incorrectas, sino más bien en mostrarles cuál es el camino correcto. Eso es lo que hace la carta de Oposición.