Por qué quiero ir a Londres[128]
11 de junio de 1929
Por razones de salud me vi obligado a rechazar toda entrevista durante las ultimas semanas, pero ahora quiero recibir a un corresponsal de algún diario inglés, sobre todo en vista de la información falsa que un influyente diario londinense recibió de su corresponsal en Constantinopla y difundió por todo el mundo, y dada su inconcebible negativa a publicar la desmentida formal que le envié apenas dicha información llegó a mis oídos.
No es verdad que haya solicitado a la fracción stalinista que gobierna ahora la Rusia soviética mi retorno a ese país. Nada cambió en mi situación de exiliado, y no debería ser necesario desmentir esa fantasía, producto de una mala imaginación que no tiene el menor escrúpulo en referirse a unos supuestos planes para Oriente y Lejano Oriente. El Cercano Oriente comienza en Turquía, y mi permanencia aquí demuestra que tengo una concepción correcta del derecho de asilo.
Acabo de solicitar al gobierno británico un permiso para ir a Inglaterra. Pero no se debe a que tengo algún motivo de queja por el tratamiento que me han acordado las autoridades turcas. Por el contrario, se mostraron sumamente leales y hospitalarias. Ni soñaría con abandonar Turquía, de no mediar una serie de razones importantes que me obligan a ello.
Mi salud, y sobre todo la de mi esposa, requieren un tratamiento que es imposible de obtener aquí. Además, mi permanencia en Londres me permitiría proseguir mi trabajo científico y supervisar la publicación de mis libros en inglés. Aquí carezco de las fuentes de información necesarias. La menor verificación entraña una gran pérdida de tiempo.
No quiero ocultar que, en este momento, siento un interés especial por ir a Inglaterra, donde se acaba de producir un gran cambio político.
El partido que por segunda vez asume el poder en Gran Bretaña cree que mediante la democracia se pueden superar las dificultades creadas por la propiedad privada. Quiero ver cómo lo hacen.
No pienso que una democracia que se cree capaz de solucionar los problemas más grandes con métodos democráticos pueda ponerse en marcha negando el derecho de asilo —una institución democrática— a un adversario que no tiene la menor intención de inmiscuirse o de intervenir en los asuntos políticos británicos, que sólo desea observar y aprender.
Es del dominio público que el gobierno alemán se negó a darme una visa para Alemania, lo que me impidió recibir la lección democrática que el señor Loebe, presidente del Reichstag, me había prometido. En Alemania el derecho de asilo existe únicamente para los amigos políticos del país, lo que significa que en realidad no existe, aunque se afirme continuamente que es el país más libre del mundo.
El gobierno noruego, al que, digamos de paso, no me he dirigido, se declaró incompetente para asumir la responsabilidad por mi seguridad personal. Basta decir que soy el único individuo particular cuya seguridad depende de sí mismo y de sus amigos. Para llevar el problema a un terreno más humanitario, exijo que se otorgue menos importancia a mi seguridad y más a mi salud.
León Trotsky
[La declaración escrita de Trotsky iba acompañada por una conversación suya con el corresponsal del Daily Express:]
Le pregunté al señor Trotsky cómo conciliaría la concesión de asilo por parte de Gran Bretaña a un hombre exiliado de Rusia con la reanudación de relaciones diplomáticas entre los dos países. Respondió que no veía dónde estaba la dificultad.
«Al contrario, para el gobierno británico, tan firmemente aferrado al principio de no intervención, el derecho de otorgar asilo sigue siendo una cuestión de estricta índole interna. Estoy igualmente seguro de que, al reanudar las relaciones diplomáticas, el gobierno británico ni siquiera soñaría con exigirle al gobierno soviético que modifique su régimen interno».
Agregó riendo que él ni siquiera hubiera soñado con solicitar permiso para ir a Inglaterra si Sir Austen Chamberlain hubiera seguido al frente del ministerio de relaciones exteriores. «Sir Austen —dijo—, por alguna razón, tenía cierta animadversión hacía mi persona, y la manifestó en no pocas ocasiones.
»Sí —agregó, retomando el tema de la reanudación de relaciones—, espero que el nuevo gobierno rectifique el error cometido por su antecesor. Que el desagrado por la Internacional Comunista sea razón suficiente para perjudicar a la industria inglesa, es algo que no puedo entender. Creo, por otra parte, que esta opinión es compartida por los empresarios industriales británicos, que consideraron oportuno enviar una importante delegación a Rusia para estudiar la situación».
El señor Trotsky habló de los trabajos que tiene en preparación, citando en especial uno cuyo tema es la situación mundial a partir de la guerra, en el que hace hincapié en la situación de Estados Unidos respecto a Europa en general y a Inglaterra en particular.
«¿Qué opino —dijo para concluir— sobre las posibilidades del nuevo gobierno socialista y las perspectivas que se le abren? Mi nuevo libro sobre la política mundial tratará precisamente ese tema…
»El gran experimento que se inicia con el gabinete del señor Macdonald[129] me proporcionará nuevos elementos para el estudio y la discusión».