–Pobre mujer. Era… la persona más amable que conocí en mi
vida.
“Esto ya parece un disco rayado", pensó
Dana.
–¡Murió de una forma tan horrible!
–Sí. Usted trabajó mucho tiempo con ella,
¿verdad?
–Así es.
–¿Alguna vez la vio hacer algo que pudiera haber ofendido a
alguien o que le hubiera ganado enemigos?
Rosalind López la miró con expresión de
sorpresa.
–¿Enemigos? No, señorita. A ella todo el mundo la
quería.
“Decididamente, es un disco rayado", se dijo
Dana.
En el trayecto de regreso a la oficina, pensó: "Supongo que
me equivoqué. Por raro que parezca, todas esas muertes fueron
producto del azar".
Se dirigió al despacho de Matt Baker, y fue recibida por Abbe
Lasmann.
–Hola, Dana.
–¿Puedo hablar con Matt?
–Sí, pase.
Matt Baker levantó la vista cuando la vio
entrar.
–¿Y, Sherlock Holmes? ¿Cómo anda todo?
–Elemental, mi querido Watson. Me equivoqué. No hay ninguna
historia oculta en esa familia.
–¡Dana, querida, tengo que darte una gran
noticia!
–¿Qué noticia?
–¡Que me caso!
Dana se quedó petrificada.
–¿Qué?
–Tal como lo oyes. Fui a Westport (Connecticut), a visitar a
una amiga, y ella me presentó a un hombre
encantador…
–Me alegro por ti, mamá; te felicito.
–Ah, él es tan… tan… -Soltó una risita. – No puedo
describírtelo con palabras, pero es realmente adorable. Te va a
caer muy bien.
–¿Cuánto hace que lo conoces? – le preguntó, con
cautela.
–Lo suficiente, querida. Somos tal para cual. La verdad es
que me considero muy afortunada.
–¿Trabaja?
–Más que mi hija pareces mi madre. Por supuesto que trabaja.
Es vendedor de seguros y le va muy bien. Se llama Peter Tomkins.
Tiene una casa hermosa en Westport. Me encantaría que tú y Kimbal
vinieran a conocerlo. ¿Van a venir?
–Claro.
–Peter se muere por conocerte personalmente. Ya le contó a
todo el mundo que tengo una hija famosa. ¿Seguro que puedes
venir?
–No te preocupes. – Dana no trabajaba los fines de semana,
así que no tendría ningún problema. – Pronto nos tendrás a los dos
ahí.