* * *


Sonó el teléfono celular.


–Jeff, mi amor, ¿dónde estás?

–En el hospital de Florida. Acaban de terminar la mastectomía. El oncólogo sigue examinando a Rachel.

–¡Ay, Jeff! Espero que no se haya extendido.

–Yo también. Rachel quiere que me quede unos días más. No sé si te parece…

–Por supuesto. Tienes que quedarte.

–Serán pocos días, nada más. Voy a avisarle a Matt. ¿Alguna novedad por ahí?

Estuvo a punto de mencionarle lo de Aspen y contarle que seguía adelante con la investigación. "Ya bastantes preocupaciones tiene", se dijo después.

–No. Todo tranquilo.

–Dale muchos besos a Kemal de mi parte. Y el más grande para ti.

Cuando Jeff colgó, se le acercó una enfermera.

–¿Señor Connors? El doctor Young quiere hablar con usted.

–La operación salió bien -le explicó el médico-, pero la señorita Stevens va a necesitar mucho apoyo emocional. Tal vez se sienta menos mujer. Cuando se despierte, va a tener mucho miedo. Usted tiene que hacerle entender que el miedo es algo lógico, y no hay de qué avergonzarse.

–Entiendo.

–Seguramente el miedo y la depresión se agudizarán cuando comencemos con las sesiones de rayos para detener el avance del cáncer. Eso puede ser muy traumático para ella.

Jeff pensó en todo lo que se avecinaba.

–¿La señorita Stevens tiene alguien que la cuide?

–Me tiene a mí. – Y mientras lo decía se dio cuenta de que él era la única persona en el mundo con quien Rachel podía contar.


El vuelo de Air France a Niza fue muy tranquilo. Dana encendió su computadora portátil para evaluar la información que había reunido hasta ese momento. Eran datos sugestivos, pero nada concluyentes. "Lo que necesito son pruebas", pensó. "Sin pruebas, no puedo hacer una nota. Si pudiera…".




–Lindo vuelo, ¿no?


Se volvió hacia el hombre sentado junto a ella. Era alto y atractivo, y hablaba con acento francés.

–Sí, ya lo creo.

–¿Usted ya conoce Francia?

–No. Ésta es mi primera vez.

Él sonrió.

–Ah, un viaje de placer. Es un país mágico, ya verá. – La miró con expresión sentimental, y se inclinó para hablarle más de cerca. – ¿Tiene algún amigo que la lleve a pasear?

–Me esperan mi marido y mis tres hijos.

–Dommage. – Asintió con la cabeza, se dio vuelta y tomó su ejemplar de France-Soir.

Dana volvió la vista hacia la computadora. Un artículo le llamó la atención. Paul Winthrop, que había muerto en un accidente automovilístico, era fanático de las carreras de autos.


Luego de que el avión aterrizó en el aeropuerto de Niza, se dirigió a la oficina de alquiler de autos.

–Soy Dana Evans. Tengo un…

El empleado levantó la vista.

–¡Ah! Señorita Evans. Su auto está listo. – Le entregó un formulario. – Firme aquí, por favor.

"Qué buen servicio".

–Necesito un mapa del sur de Francia. ¿Por casualidad tendrá…?

–Por supuesto, mademoiselle. – Se fijó detrás del mostrador y eligió un mapa. – Voilá -dijo, y se quedó mirando marcharse a Dana.


En la torre principal de WTN, Elliot Cromwell le preguntaba a Matt: