55. Confusión sobre la vida y la muerte

Desde que se supo que Maharaj padecía de cáncer en la garganta, más y más gente comenzó a ir a verlo, llegando a ir incluso personas que en otras circunstancias tal vez no lo habrían hecho. Muchas de ellas parecían en verdad preocupadas. Muchas, también, expresaron su asombro de que, pese a la fatal enfermedad, Maharaj estuviese alegre y parlanchín como de costumbre, aunque se le veía pálido y débil.

Cierta tarde en que la gente en torno suyo parecía triste y afligida, Maharaj comenzó a hablar acerca de la vida y la muerte. “Si tan sólo pudiesen apercibir cuál es en realidad la situación, ustedes también, al igual que yo, dejarían de preocuparse de la vida y la muerte. No existe, de hecho, diferencia alguna entre las dos. ¿Acaso no “estaban muertos” antes de nacer? ¿Qué es la oscuridad si no la ausencia de luz? ¿Qué es la “muerte” si no la ausencia de “vida” y, más importante, acaso la “vida” no es tan sólo la ausencia de la “muerte”? La “vida” comienza como una imagen en la conciencia y a la extinción de esa imagen es a lo que le llamamos “muerte”. El miedo a la muerte es en realidad producto del deseo de vivir, del deseo de perpetuar nuestra identidad con la entidad ilusoria que es el “yo” como algo separado de “tú”. Quienes conocen la realidad saben también de la falsedad de la “vida” y la “muerte”.

Maharaj agregó: “La fuente principal de la confusión es la creencia errónea de que existe una entidad autónoma y objetiva que experimenta los sucesos a los que se denomina “nacimiento” y “muerte” y el intervalo de tiempo al que se le da el nombre de “vida”. En realidad, todos ellos son tan sólo imágenes conceptuales en la conciencia, que tienen tanta sustancia como las imágenes en un sueño o en una pantalla de televisión.

“Intenten comprender —continuó Maharaj— lo que son los fenómenos, todos y cada uno de ellos: sólo apariencias en la conciencia. ¿Quién las percibe? La conciencia misma, por medio del mecanismo del doble concepto de espacio y tiempo, sin los cuales las apariciones no tendrían una forma perceptible y no podrían ser conocidas. La cognición misma tiene lugar gracias a una división de la mente (siendo ésta el contenido de la conciencia) en sujeto y objeto, y a través del proceso de razonamiento y selección basado en la dualidad de los opuestos interdependientes: amor y odio, felicidad y desdicha, pecado y mérito, etcétera.

“Una vez que este proceso se observa en forma justa, es fácil comprender que no puede existir ningún individuo real que nazca, viva o muera. Existe una manifestación, una apariencia en la conciencia, a la que normalmente se le conoce como “nacer”; una ilusión en el espacio. Cuando esta apariencia manifestada llega a su fin después de estar presente el tiempo que había de durar, tiene lugar otra ilusión de carácter temporal que se conoce como “morir”. Este proceso tan simple no puede ser percibido como lo que es en tanto persista la idea de que “alguien” vive la vida y de que “alguien” muere la muerte”.

Maharaj concluyó: “Ese “material” o “químico” que fue concebido en el vientre de la madre y que creció por sí mismo, volviéndose el cuerpo de un bebé, sigue creciendo a su límite máximo, para empezar a deteriorarse y finalmente terminar fundiéndose en el “material” original. El aliento abandona el cuerpo y se mezcla con el aire exterior; la conciencia interna se funde con la Conciencia Impersonal y el proceso de ese “suceso” particular se termina. Lo que somos no “nace”, “vive” ni “muere”.”