51. ¿Quién sufre?

Cuando el número de visitantes es pequeño, Maharaj prefiere conversar de una manera informal e íntima, pero cuando su pequeño desván está lleno por completo, pregunta primero si alguien tiene alguna pregunta, y en general añade una condición restrictiva o, más bien, constrictiva en el sentido de que la pregunta no debe referirse a lo que uno debe o no debe hacer en este mundo. En otras palabras, ¡las preguntas deben formularse de tal modo que no supongan la identificación de uno mismo con el cuerpo! Esta restricción, puede suponerse, tiene como propósito no dar cabida a preguntas superficiales y frívolas que sólo constituirían una pérdida de tiempo. Se entiende también que la gente no le hará preguntas en relación a cómo resolver los enredos de sus problemas personales. Maharaj deja siempre muy claro que él no es adivino ni hacedor de milagros.

Cierta mañana alguien preguntó por qué uno tiene que sufrir, por qué existe la infelicidad. Maharaj permaneció inmóvil por unos momentos y después comenzó a hablar suavemente:

“Toda emoción o sentimiento que uno experimenta es un movimiento en la conciencia. Cuando se siente dolor e infelicidad, quiere decir que un suceso no ha satisfecho la necesidad o el deseo que se tiene en ese momento. Pero un suceso que puede ser la causa del dolor de un individuo, puede hacer feliz a otro; y un suceso que ha causado desdicha a una persona determinada en cierto momento, podría hacer feliz a esa misma persona en otro momento, dependiendo de lo que crea que quiere en cada caso. ¿Cuáles son los factores que intervienen en lo que uno concibe como una experiencia de felicidad o infelicidad, placer o dolor? Primero que nada, debe haber conciencia; segundo, debe estar presente el concepto de entidad, de persona, con sus deseos; tercero, debe haber un suceso en el espacio-tiempo.

“Puede tener lugar un suceso y puede incluso estar ahí la persona con sus deseos, pero si no hay conciencia, la persona no será afectada ni por el suceso ni por su efecto. ¡La conciencia es el actor y el factor principal! De hecho, “lo-que-soy” no era ni siquiera conciente de su existencia antes de que apareciera el conocimiento de “yo soy”. En dicho estado original no había posibilidad alguna de necesidades, deseos, esperanzas, anhelos, ambiciones, placeres o penas; todo esto viene con el cuerpo. Incluso después del arribo de la conciencia, lo que se sentía era una presencia conciente sin más: “yo soy” (no “yo soy esto o aquello”). La entidad conceptual sólo aparece una vez que la conciencia se ha identificado con su forma externa. Y esta entidad es tan sólo un concepto. No tiene existencia independiente.

“Junto con la conciencia llega el concepto de espacio-tiempo, sin el cual no se pueden percibir los fenómenos manifestados. Para que la manifestación sea perceptible para los sentidos, debe necesariamente haber volumen, el cual no es posible sin el concepto de espacio; y para prolongarse como un suceso con duración, la manifestación requiere del concepto de tiempo. La felicidad y la infelicidad, así como todos los diferentes opuestos interrelacionados o contrarios, no existen en realidad por sí mismos; no pueden existir porque no son sino objetivaciones conceptuales en el espació-tiempo. Y si en algún momento se superpusieran estos contrarios, se cancelarían uno a otro y restablecerían el equilibrio.

“Lo que somos como Absoluto (atemporalidad, infinitud, incondicionalidad, carencia total de atributos o identidad, ser puro) no puede saber de penas o placeres, pues lo que somos no tiene nada de objetivo y sólo un objeto puede sufrir o tener algún tipo de experiencia. Somos fenómenos manifestados en cuanto a lo que parecemos ser como objetos separados: temporales, finitos y perceptibles para los sentidos. ¡Sólo podemos sufrir a partir de una identificación errónea con los objetos separados! ¿No deberíamos al menos comprender esto?

“Retrocede a tu estado original de totalidad, al estado anterior a que “nacieras”, en el que no había el conocimiento de “yo soy” y, por consiguiente, tampoco necesidad ni deseo de ninguna clase. Todo sufrimiento cesará en cuanto te retires a la pura conciencia de la falsedad de lo falso, dé la transitoriedad de lo efímero. En cuanto te percatas de que lo falso y lo transitorio dependen para su existencia misma del concepto de espacio-tiempo, te encuentras más cerca de tu verdadero ser. Una vez que te das cuenta de que es la entidad conceptual, la cual imaginas ser, la que sufre, despiertas a esa totalidad de tu verdadera naturaleza en la que la santidad y el bienestar se hallan implícitamente contenidos”.

Para concluir, Maharaj se refirió a “la horrible enfermedad que los doctores me han atribuido. La sola mención de la enfermedad —cáncer— normalmente perturbaría a un paciente, pero mi reacción es por completo distinta: ¿Quién está enfermo? Es evidente que lo que “nació” y “morirá” a su tiempo. En su momento, el “material” que es origen de este aparato sicosomático se tornará mortecino debido a su detrimento, y será declarado “muerto”, entonces la conciencia que en ese aparato habita será liberada para unirse a la conciencia inmanente que todo lo abarca. ¿Qué pasará conmigo? Nunca hubo un “mí”, nunca puede haber un “mí”. Yo siempre he estado presente, absolutamente. Y, en verdad, mi ausencia relativa será mipresencia absoluta, y el momento de la “muerte” será el de mayor éxtasis, la última percepción sensorial del aparato sicosomático”.