50. Una revelación irreverente
La rutina diaria de Maharaj incluye bhajans y oraciones cuatro veces al día. La primera es a hora muy temprana, a las 5:30. Durante el canto de los bhajans se le ve absorto por completo en los versos que se cantan. Hasta hace muy poco solía incluso cantar y bailar con gran desenfado. En la actualidad, claro está, no es tan fuerte como para poder hacerlo.
En una de las sesiones, un visitante le dijo: “Maharaj, tal vez seas un jñani perfecto, pero cuando te veo cantando bhajans con tal emoción, me siento sumamente feliz de que la devoción aún se aferré a ti con tanta firmeza”. Maharaj respondió al momento: “Todo tiene su sitio en el mundo al igual que en nuestra rutina diaria. Lo importante es comprender cuál es la situación real, tener la perspectiva correcta. La devoción y la reverencia son convenientes en tanto se las reconozca como lo que son, es decir, afectividad, y en esa medida, una atadura. Y cuando se ve algo como lo que es, pierde su fuerza, y si uno se involucra en eso, las cadenas se hacen cada vez más fuertes. Todos los sentimientos y emociones (amor, devoción, etcétera) se basan en la dualidad y en tanto estos sentimientos continúen dominando nuestro punto de vista, la dualidad seguirá teniendo un asidero firme y será inasequible la santidad verdadera, la totalidad, la unicidad. La visión total es tan clara y simple que uno no puede más que reír, y hasta ser en apariencia irreverente, cuando mira la fantástica superestructura de superstición y misterio que se ha erigido sobre y en torno a la sencillez elemental que es la Verdad.
“Comprende cuan simple y directo es esto: Yo —intemporalidad— soy conciencia total en sí que no es conciente de esta conciencia; subjetividad total, sin la más mínima partícula de objetividad. Yo me manifiesto a través de la conciencia, de la dualidad, por medio de las ideas de sujeto y objeto, de los conceptos de espacio y tiempo y de la diversidad de opuestos interdependientes, sin los cuales no sería posible la manifestación y la objetivación. Toda manifestación es mi expresión, un reflejo de mí mismo en el que me manifiesto en cada ser sensible. Este objeto, este ser sensible, parece obrar y, erróneamente, se considera el sujeto. Pero Yo soy la única subjetividad y todo movimiento en el mundo manifestado es mi objetivación en la conciencia, la cual en realidad soy yo.
'Todos los objetos fenoménicos, aspectos de lo que soy, se vuelven perceptibles para los sentidos cuando se extienden en mi manifestación en función del “espacio” y cuando se miden de acuerdo con mi manifestación en función del “tiempo”.
“Así pues, de nueva cuenta la verdad simple y obvia: esto-aquí-ahora, toda manifestación sensorialmente percibida, no es distinta de lo que soy yo en mi unicidad. Y, desde luego, todo objeto sensible puede decir esto.
“Una vez que comprendes con claridad esta condición tan simple, puedes hacer lo que quieras mientras transcurre el tiempo de vida que se te ha asignado. Date gusto, si así lo quieres, con la devoción y la reverencia, canta bhajans, pero entiende lo falso como falso. Comprende que no hay nada religioso o reverenciable en el proceso de la manifestación, el cual ocurre de manera espontánea y en el que tú como entidad individual no estás en modo alguno implicado”.