HAZ UNA LISTA
Pon música suave, algo que te haga sentir relajado y en paz. Ahora, busca papel y lápiz y deja vagar la mente. Vuelve al pasado y piensa en todas las cosas por las cuales estás enojado contigo mismo. Escríbelas. Escríbelas todas. Quizá descubras que jamás te has perdonado por haberte mojado los pantalones a los 10 años, lo cual te hizo sentir muy avergonzado ante tus compañeros de clase. Ha pasado muchísimo tiempo para llevar todavía esa carga!
A veces es más fácil perdonar a otros que perdonarnos a nosotros mismos. Con frecuencia somos duros con nosotros mismos, y nos exigimos la perfección. Cualquier error que cometamos resulta severamente castigado. Es hora de abandonar esta vieja actitud.
Los errores son una manera de aprender. Si fuéramos perfectos, no tendríamos nada que aprender. No necesitaríamos vivir en este planeta. Tratando de ser «perfectos» no conseguiremos el amor y la aprobación de nuestros padres; sólo nos sentiremos «mal» y pensaremos que no valemos lo suficiente. Levanta el ánimo y deja de maltratarte de esa manera.
Perdónate. No seas tan riguroso contigo mismo. Concédete espacio para ser espontáneo y libre. No hay necesidad de sentir vergüenza ni culpa.
Recuerda lo maravilloso que te parecía correr libremente cuando eras niño.
Vete afuera, a una playa, un parque o aunque sea a un terreno sin edificar, y permítete correr. No hacer jogging. Corre como un desaforado, da saltos mortales, deslízate ¡y ríete mientras lo haces! Lleva contigo a tu niño interior, y divertíos juntos un poco. Y si alguien lo ve, ¿qué? ¡Rinde homenaje a tu libertad!
Ahora revisa la lista de la página siguiente, la misma que aparece al principio del capítulo, y fíjate en la afirmación correspondiente a cada creencia negativa.
Si tu creencia es: Tu afirmación es :
Jamás los perdonaré. Este es un momento nuevo, y yo soy libre de ceder.
No merecen ser perdonados. Los perdono aunque no se lo merezcan.
Lo que me hicieron era imperdonable. Estoy dispuesto a superar mis propias limitaciones
Me han arruinado la vida. Asumo la responsabilidad de mi propia vida. Soy libre.
Lo hicieron a propósito. Estaban haciendo lo mejor que podían con el conocimiento, la comprensión y la conciencia que tenían en aquel momento.
Yo era tan pequeño, y me hicieron tanto daño. Ahora soy adulto y cuido afectuosamente a mi niño interior.
Primero tendrán que disculparse. Mi crecimiento espiritual no depende de los demás.
Mi resentimiento es una medida de seguridad. Me libero de mi prisión, soy libre y estoy a salvo.
Sólo los débiles perdonan. El fuerte es el que perdona.
Yo tengo razón y ellos se equivocan. Nadie tiene razón ni se equivoca. Voy más allá de mi juicio.
Todo es culpa de mis padres. Mis padres me trataron como los habían tratado a ellos. Los perdono, y a mis abuelos también.
Yo no tengo que perdonar a nadie. Me niego a ponerme límites. Estoy siempre dispuesto a dar un paso más
.