Capítulo 13

Cómo salvar una vida

—¡Bill! —gritó Carrie y lo rodeó con sus brazos para sujetarlo mientras caía, pero Ziggy lo agarró antes y se lo echó al hombro.

—Max, sube y conduce.

¿Cómo había logrado decir todo eso sin gritar? Era lo que le apetecía hacer, tirarse al suelo y llorar ante la injusticia de lo que acababa de pasar, pero logró meter el cuerpo de Bill en el asiento trasero, junto al de Nathan, y Carrie se sentó a su lado. Esa macabra cosa gris iba sentada al lado de Max.

Carrie corrió las cortinas y le gritó:

—¿Por qué lo has hecho? ¡Respóndeme!

Ni siquiera giró la cabeza.

—Matar a todos los humanos.

La transmisión chirrió cuando Max pisó el acelerador a fondo y Carrie cayó hacia atrás, casi aplastando a Nathan.

—Bill, ¿puedes oírme? —Ziggy le dio una palmada en la cara. No estaba pasando. No podía estar pasando—. Bill, vamos, ¡despierta!

Si hubiera prestado más atención en los boy scouts, sabría primeros auxilios. Sin embargo, ¡ni siquiera podía decir si Bill tenía pulso!

—Carrie, ¿qué hago?

Tardó mucho tiempo en decir algo, o eso parecía mientras la sangre de Bill bombeaba más y más despacio por el agujero de su pecho y ella lo miraba como en estado de shock.

—Haz presión sobre la herida. No demasiada. Si es el corazón…

—Si es el corazón, ¿qué? —Ziggy intentó que el pánico no se apoderara de su voz, intentó evitar gritarle por haber sido tan estúpida. Pero eso no ayudaría y Bill estaba abriendo los ojos, moviendo la cabeza—. Bill, ¿puedes oírme?

Abrió la boca como si fuera a hablar, pero en lugar de voz de su boca salió un borbotón de sangre.

—Oh, Dios —en esa ocasión a Ziggy ya no le importó cómo sonara su voz, y tampoco le importaron las lágrimas de sus ojos, con tal de que Bill no las viera.

—Cállate… Me pondré bien —logró decir Bill atragantándose con su propia sangre—. Creo. Estoy encima de… —alargó la mano como para tocar algo que tenía delante, pero ahí no había nada.

—Te pondrás bien, ¿de acuerdo? ¿Puedo moverlo? Está encima de algo.

—No —Carrie sacudió la cabeza—. No está encima de nada. La hemorragia interna está haciendo presión en…

—¡Cierra la boca! —gritó Ziggy y se dio cuenta de que estaba sonando igual que Nate la noche que él murió en el despacho de Cyrus. Eso hizo que lo recorriera un horrible escalofrío y cerró los ojos.

Cuando volvió a abrirlos, había gotas de sudor en la piel de Bill, pero si no lo mirabas a los ojos, podías pensar que era el hijo de puta más estoico que había en toda la faz de la Tierra.

—No me emociona demasiado… la idea de morir.

—Cierra la boca, tú no vas a morir —le dijo Ziggy.

Bill logró encontrar su mano y la agarró.

—Siento… que no…

—No vas a morir —repitió Ziggy, pero en esa ocasión no pudo ser tan vehemente porque estaba empezando a creer que Bill podía tener un problema muy grave—. Descansa, ¿vale?

—No nos queda mucho para llegar —le recordó Carrie, pero según pasaban los segundos y parecía que se encontraban con todos los semáforos en rojo, Ziggy empezó a perder la esperanza.

—¿Bill? —preguntó en voz baja mientras le tocaba la cara.

Bill no respondió.

Y ahí terminó todo. Se había ido. Le tomó el pulso, y Carrie también lo hizo poniéndole la mano en el cuello durante un rato antes de bajarla. Nada. Bill se había ido.

Una sensación que Ziggy detestaba formó un gigantesco puño en su pecho que intentaba extraer de él su voz y sus lágrimas. Intentó tragar saliva e ignorarlo, como había hecho cuando alguno de los novios de su madre le había pegado, cuando se había encontrado durmiendo en alguna puerta en mitad de la noche, solo. Cuando le habían arrebatado alguien o algo que amaba. Debería haber sido más fácil cada vez. Pero no. En ese momento no lo fue.

«Te lo dije, estúpido». Ahí estaba la voz de Jacob, rasgada y débil, aunque con la misma seductora calidez de siempre.

—No estoy escuchándote —susurró Ziggy.

«Te dije que nadie se preocuparía de ti tanto como yo. Míralo. Mortal. Muerto. Qué estúpido has sido». Oyó un sonido, casi como si Jacob intentara reírse, pero no tuviera la fuerza suficiente. Era absurdo, ya que el lazo de sangre era un vínculo mental.

«No importa. Mi corazón está abierto para ti, como siempre. Eres mi Iniciado».

El momento de silencio que siguió o fue una pausa que Jacob había elegido hacer para darle dramatismo o se debió a que había perdido el conocimiento. Eso le dio a Ziggy algo de tiempo para reaccionar.

«Vuelve a casa. Vuelve a casa conmigo, hijo».

«¡Yo no soy tu hijo!». Le respondió, bombardeando a su Creador con imágenes de todas las perversidades y de los abusos a los que lo había sometido. Imágenes de dolor y de humillación. «¡Esas cosas asquerosas y enfermizas no se le hacen a alguien a quien quieres!».

El cuerpo de Bill se sacudió, sólo un poco. Fue el espasmo propio de los cuerpos muertos.

¿Qué se hacía por alguien a quien uno ama? Si era todo lo contrario a lo que Jacob había hecho, entonces la idea que Ziggy estaba empezando a tener no servía para nada. Pero ¿y si fuera algo parecido a lo que Jacob le había hecho a él? Jacob le había salvado la vida, después de que todos pensaran que estaba muerto. Eso era algo, ¿no? ¿Acaso no contaba?

—Ziggy, lo siento mucho —le dijo Carrie.

—No. Se pondrá bien. Se pondrá bien —Ziggy sintió las lágrimas que se le habían escapado en contra de su voluntad.

Pero Bill no estaba bien, no se pondría bien, a menos que hiciera algo en ese momento. Y aun así, ya podría ser demasiado tarde.

Se inclinó hacia él y le susurró unas palabras al oído rezando porque las oyera. Dicen que el oído es lo último que queda y Ziggy lo sabía de primera mano.

—Por favor, perdóname. Tengo que hacer esto.

Esperar una señal, una indicación para que actuara o no, fue lo más difícil que Ziggy había hecho en su vida. Pero Bill no respondió.

—Ya casi hemos llegado a casa, Ziggy —le dijo Carrie como si supiera en qué estaba pensando.

Le quedaban dos opciones: dejar que Bill muriera o no. Y no sabía si después podría vivir enfrentándose a cualquiera de las dos.

«Supongo que podría matarlo si no le gusta o no funciona», pensó. ¿Y si no le importaba ser un vampiro, pero no le hacía gracia eso de estar unido a él por el lazo de sangre para siempre? ¿Entonces qué?

«No tienes tiempo para pensar en un futuro corazón roto». Y entonces comprendió que no importaba. Si hubiera podido evitar que ese cuchillo le atravesara el corazón a Bill, lo habría hecho, tanto si tenían o no una relación en el futuro. No podía volver atrás y evitar que lo apuñalaran, pero sí que podía ayudarlo ahora, y sólo tenía que pensar en eso.

De modo que mientras la furgoneta se detenía, se subió una manga, se escupió en la muñeca para limpiarse la sangre que le había caído en ella y se mordió.

Ya había probado la sangre de Bill. Con eso bastaría. ¿Cuántas veces les había advertido Jacob que no se alimentaran de los humanos del granero, que esperaran a tener humanos limpios que nunca hubieran probado la sangre de vampiro? Eso tenía que significar algo o no se habría tomado tantas molestias en recordárselo. De modo que sostuvo su muñeca sangrante sobre la boca de Bill y presionó.

Pasaron unos segundos. Nada.

—Es demasiado tarde —susurró Carrie agarrándolo delicadamente de los hombros.

Ziggy la ignoró.

—Vamos, vamos —esperaba que Bill volviera a la vida de algún modo; tosiendo y escupiendo, por ejemplo, como las víctimas de ahogamientos en las películas. Esperaba ver algo que le dijera que había funcionado para no tener que esperar más.

Empezó a ponerse límites de tiempo. Dos segundos más. Si Bill no revivía en dos segundos, se daría por vencido. Pero entonces esos dos segundos pasaron y vio que no podía darse por vencido. Cuatro, seis… siguió alargando el momento.

Cuando pasó un minuto, supo que Carrie tenía razón. Había esperado demasiado, había sido un egoísta y ahora Bill estaba muerto.

Muerto de verdad. Ya no había vuelta atrás.

Se había ido.

—No puedo creer que esto haya pasado —Ziggy no había tenido intención de hablar, pero claro, tampoco había tenido intención de llorar y eso no había evitado que se le saltaran las lágrimas. Probablemente nada podría evitarlo.

¡Pero si acababan de conocerse! Tampoco podía decirse que ese tipo fuera su novio. ¡Qué estupidez!

Una estupidez, sí, pero aun así no podía dejar de llorar.

—Esto no puede… —dijo y la voz se le rasgó al agacharse para besar la frente de Bill. Pero entonces lo agarró de la cabeza y lo colocó sobre su regazo, acurrucándose contra él para seguir llorando.

«Para», le dijo la voz dentro de su cabeza acompañada de una oleada de dolor tan intenso que lo hizo gritar. Soltó a Bill y se llevó las manos a las sienes a la vez que apretaba los dientes. Era como si estuvieran haciéndole un agujero en la cabeza y metiéndole algo a presión. Algo como… energía. Ahora gritó por una razón totalmente distinta.

—No llores. Estoy bien —ahora la voz estaba fuera de su cabeza—. No sé cómo, pero estoy bien.

Ziggy miró abajo, intentó abrir los ojos contra la presión de su cabeza y vio a Bill, con la boca llena de sangre y el rostro blanco.

—Ha funcionado.

—Dios mío —dijo Carrie antes de agarrar la muñeca de Bill y sonreír—. ¡Ha funcionado!

Pero entonces Bill tosió más sangre y echó la cabeza atrás. La energía que había fluido dentro de la cabeza de Ziggy se detuvo y eso dolió casi tanto como cuando había empezado a entrar.

—No —Ziggy no podía creerlo—. ¡No!

La furgoneta se detuvo y un segundo después oyó la puerta del conductor abrirse. Max abrió las puertas traseras.

—Henry, llévate a Bill —le ordenó Carrie y Ziggy se situó entre los dos.

—Esa cosa ya le ha hecho suficiente daño.

Pero Henry ya estaba agarrándolo y Ziggy le dio una patada.

—¡No vas a tocarlo!

—Está bien —dijo Carrie asintiendo hacia Max—. Hazlo tú. Henry, tú ayúdame con Nathan.

—Tenemos que entrar corriendo. No sé si nos han seguido —advirtió Max levantando a Bill en brazos como si fuera un enorme muñeco de trapo.

Una vez habían subido las escaleras, Henry y Carrie llevaron a Nathan al dormitorio, y Ziggy tendió a Bill en el sofá.

Bill seguía sin moverse y ese extraño agujero en la cabeza de Ziggy, aunque no parecía haberse cerrado, no había mejorado.

Carrie apareció por el pasillo con el botiquín de Nathan y rostro de preocupación.

—¿Lo ha convertido? —Max los miró a todos abriendo y cerrando las manos con desesperación como si quisiera hacer algo.

Ziggy se encogió de hombros.

—Creo que sí. Pero… se ha despertado y después… nada.

Carrie habló en voz baja.

—Odio decir esto, pero creo que es por el cuchillo. Porque está dentro de su corazón.

—¿Qué quieres decir?

Lo tocó en busca de algún signo vital.

—Tiene pulso, pero es débil. Podría… podría echar un vistazo, aunque sería algo desagradable.

—No me importa. Hazlo. Haz lo que sea —con tal de que él no tuviera que mirar. Ya había visto demasiada sangre y no quería verla en alguien a quien… a quien… bueno, a quien conocía bien.

Se dio la vuelta y comenzó a mirar cosas que lo distrajeran hasta que Carrie le puso la mano en el hombro y le dijo:

—Ziggy, lo siento. Pero el cuchillo… es como si no se hubiera convertido del todo. La mitad de sus órganos siguen pareciendo humanos y la otra mitad.

—Tal vez haya sido una suerte —comentó Max, aunque no tendría por qué haberse mostrado tan optimista—. Si hubiera cambiado, el cuchillo habría funcionado como una estaca. El corazón de un vampiro permanece humano. Nos crece otro, pero el que importa, el que nos mata… ése es el corazón donde ahora mismo tiene el cuchillo.

—¿Y por qué dices que es una suerte? —farfulló Ziggy—. ¿Por qué es una suerte que vaya a morir?

—No lo sé. Tal vez así podrías darle un funeral apropiado. Esto podría tener un fin.

—Yo no quiero un fin. Quiero a Bill —se giró hacia Carrie—. Escucha, hay… ¿hay algo que puedas hacer?

—¿Aparte de darle un corazón nuevo? —respondió con abatimiento. Se había dado por vencida.

«No tienen corazón. No tienen corazón», no dejaba de repetirle Jacob. «Vuelve a casa conmigo».

Sin corazón.

—Espera. Oráculo le envió su corazón a Jacob y él se lo puso dentro.

—Sí —respondió Carrie como si ya supiera qué era lo siguiente que iba a decir y no le gustara.

En ese momento él se giró para mirar a Bill.

—Ponle el mío.

Pensó menos en ello que lo que había pensado convertirlo. Se quitó la cazadora, se metió la mano por dentro de la camiseta y sacó la bolsa de plástico que contenía su corazón.

—Ziggy, no funcionará. El Devorador de Almas ya era un vampiro. Ella puede colocarle tu corazón, sacar el suyo, y el cambio se completaría, pero si él muriera en el proceso eso te mataría a ti también —el rostro de Max enrojeció. Y eso era raro en un vampiro.

Carrie estaba callada, también algo raro en ella, y Ziggy se aprovechó para insistir.

—Si le pones mi corazón mientras sigue siendo humano, entonces sería como un transplante. Mientras es humano. Y después dejamos que termine de transformarse y así sería como si hubiera sido su corazón todo el tiempo, ¿o no?

Cuanto más lo describía, más parecía que fuera a funcionar.

Al final, Carrie habló.

—Ziggy, no. Parece interesante, incluso podría intentarlo…, pero yo nunca te pondría en peligro. ¿Qué haría Nathan…?

—Nate y tú me disteis por muerto y me abandonasteis en la fiesta del Año Nuevo Vampiro. Tú me condenaste y me dijiste que todo saldría bien cuando no tenías ni idea de lo que iba a suceder. Me lo debes. No me protegiste y ahora me lo debes.

—¡Y una mierda que te lo debe! —Max enfureció y apretó los puños.

«Deja que me pegue», pensó Ziggy, con su corazón de vampiro latiendo cada vez más deprisa en su pecho. «No me importa. Tengo que hacer lo que tengo que hacer».

Miró a Carrie a los ojos y al ver que se sentía culpable, siguió por ese camino.

—Y también has hecho que maten a Bill. Ha sido tu monstruo el que ha hecho esto. Carrie, tienes que salvarlo. Me lo debes. Y se lo debes a él.

Ella suspiró.

—No soy cirujana, Ziggy. No sé cómo hacer un transplante de corazón. Además, se requiere todo un equipo de gente para hacerlo.

—Sí, pero ellos quieren que sus pacientes vivan. Nosotros sólo necesitamos que… no muera directamente. ¿No puedes hacer ese trabajo a medias? Por favor. Siempre podrás decirle a Nate que yo estaba herido, o algo así.

—Claro, puede decirle: «Nathan, tu hijo está muerto. Estaba herido o algo así. No te fijes en este humano viviseccionado ni en todos estos instrumentos quirúrgicos» —farfulló Max mientras se pasaba por el pelo su mutilada mano—. ¡No puedo creer que te pares a considerar algo así, Carrie!

—Por favor, Carrie, por favor —suplicaba Ziggy.

Ella miró el botiquín y levantó las manos con gesto de impotencia.

—Está bien. Pero tenemos que hacerlo ahora.

Ziggy tragó saliva con dificultad.

—Esto es una locura —Max estalló—. ¡Bill está muerto! ¡Y Nathan casi lo está! ¿Qué coño vas a hacer?

—Voy a intentar salvarle la vida en lugar de quitársela, para variar.