Capítulo 24

En el campamento base protoss, a la sombra del magnífico artefacto xel'naga, el Ejecutor Koronis permaneció tras el ala curvada del gran Arbitro líder. Con una ráfaga de señales telepáticas, intentó seguir la compleja batalla entre las fuerzas enemigas en órbita. Se mantenía en contacto con el Templario Mess'Ta a bordo de la nave insignia, recibiendo actualizaciones tácticas.

Koronis habló a toda la flota a través del canal telepático, sabiendo que ninguno de sus enemigos podría oír o entender la poderosa transmisión mental.

—No mostréis piedad con los enemigos de los Primeros Nacidos. Debéis proteger el gran premio de la raza protoss. Nuestro éxito aquí decidirá si el Qel'Ha regresa a Aiur triunfante, o derrotado.

Mess'Ta respondió.

—Sabemos lo que está en juego, Ejecutor. No fracasaremos. Nuestra decisión nunca desfallecerá.

Koronis terminó la transmisión, sabiendo que no podría haber dejado al Qel'Ha en mejores manos, a menos que él estuviese en órbita. Pero tenía otro trabajo que hacer aquí.

Flanqueado por otros cuatro Judicadores, el Judicador Amdor permanecía bajo el objeto, con sus manos de tres dedos alzadas y extendiendo las garras. Todos se agruparon juntos, cantando mentalmente, percibiendo las vibraciones del Khala mientras intentaban detectar matices del resplandeciente objeto.

Koronis se acercó a ellos, observando. Antes de ser ascendido a Ejecutor había sido un Alto Templario, avezado en muchas habilidades telepáticas. Podía sentir las emanaciones del objeto expuesto, pero no determinar el origen, no podía comprender si era un mensaje o una advertencia.

Amdor se volvió hacia el Ejecutor e indicó las púas plateadas de los cristales que surgían como copos de nieves rotos de los escombros de la avalancha.

—¡Mira los cristales Khaydarin! Estos solos son ya suficientes riquezas para deleite de todo el Cónclave.

—Estos cristales, Judicador, son una marca de los xel'naga. Su presencia confirma que este objeto es mucho más valioso de lo que soñamos en un principio.

Amdor refulgió de satisfacción y placer.

—Debemos explorar, Ejecutor. Vayamos al interior con toda la premura posible.

Sin embargo, Koronis había elaborado otros planes.

—He ordenado a un grupo de Dragones que se prepare.

Amdor le miró frustrado, pero inclinó su grisácea cabeza en señal de respeto. Pese a sus ambiciones personales, el Judicador no podía discutir ante tamaña muestra de sabia precaución.

Koronis se giró y envió una señal al Arbitro más cercano. Las alas de la gran nave se abrieron. Con poderosos movimientos mecánicos que se volvían más melosos a medida que los guerreros cibernéticos se ejercitaban y marchaban, cuatro Dragones bajaron por la rampa de salida.

Encasillados en un cuerpo esférico y propulsados por cuatro patas de araña, los Dragones avanzaron a paso pesado. Eran guerreros protoss veteranos que habían resultado lisiados o mortalmente heridos en combate. En vez de morir al servicio del Khala, habían elegido transplantar lo que quedaba de sus cuerpos a estos exoesqueletos mecánicos.

Los caminantes se aproximaron pesadamente con sus cuerpos acorazados. Los cerebros de los desafortunados voluntarios concentraban sus energías a través del Khala para controlar los movimientos de las extremidades del Dragón. Sus piernas articuladas eran capaces de gatear por terreno escabroso y escalar muros de roca con mayor facilidad de lo que podrían hacerlo los Judicadores.

Durante la larga e infructífera búsqueda del Qel'Ha, estos Dragones habían esperado largo tiempo, temiendo no contribuir jamás a una misión de suma importancia. Su mayor preocupación era que su sacrificio en convertirse en estos caminantes mecánicos vivientes hubiese sido en vano.

Ahora los Dragones tenían un propósito.

Los primeros exploradores protoss para entrar en el expuesto artefacto xel'naga se encaramaron hasta alcanzar la abertura de los túneles. Koronis y Amdor permanecieron juntos y observaron cómo los bravos Dragones penetraban en el misterioso laberinto.