Capítulo 18
El planeta no mostraba un buen aspecto al tiempo que el Qel'Ha se aproximaba, flanqueado por la flota expedicionaria protoss. Pero las apariencias apenas importaban. De hecho, el Ejecutor Koronis sólo estaba interesado en el origen de la señal que había convocado a los protoss aquí. El mensaje xel'naga.
El Judicador Amdor permaneció detrás de él, contemplando encolerizado el paisaje con sus ojos amarillentos. Parecía creer que podía conquistar ese mundo a través de la fuerza de su simple voluntad.
—No quiero errores, Ejecutor. No esta vez —advirtió Amdor austeramente, su mensaje telepático lo bastante descuidado para que los demás en el puente de la nave insignia pudieran oír su tono de amenaza. Eso enojó a Koronis. Era dañino para la moral.
Orgullosos de su posición de poder político y religioso, los Judicadores no entendían a menudo cómo el resto de los Khalai respondían a las corrientes ocultas y a las sutilezas. Pero Koronis no iniciaría un enfrentamiento. Tales asuntos era mejor tratarlos con escudos telepáticos, de modo que ni los estrepitosos argumentos ni los gritos mentales pudieran ser captados por otros a bordo de la nave.
Ese conflicto podía esperar por el momento. Tenía una misión más importante entre manos.
—Mantendremos una flota defensiva en órbita —anunció—. Tres Transportes rastrearán nuestra posición desde un punto elevado mientras el resto desciende para reclamar el objeto xel'naga. No sabemos si encontraremos alguna resistencia. —Dejó vagar la mirada por el puente, sintiendo la excitación y la lealtad tamborilear a través de su tripulación.
»Enviaré primero exploradores para acabar con cualquier resistencia, mientras las lanzaderas les siguen de cerca para transportar a nuestros Fanáticos, Dragones, y suficientes Destructores para mantener la supremacía en tierra. El Judicador Amdor y yo descenderemos en el Arbitro líder; otros Judicadores tomarán veinte Arbitros más y proporcionarán escudos y cobertura de camuflaje a nuestras fuerzas.
Amdor le miró contrariado porque el Ejecutor no le hubiese consultado primero, pero asintió con su pardusca cabeza, estando de acuerdo con su propio papel en aquella importante operación.
Como los halcones, los exploradores se separaron del resto de la flota en el espacio y descendieron como un rayo a través de la atmósfera de Bhekar Ro. A bordo de los cazas de alta velocidad, cañones duales de fotones y baterías de misiles de antimateria se encontraban armados y preparados para la resistencia.
El Ejecutor Koronis esperaba que una postura tan agresiva fuese una precaución innecesaria, ya que estaba seguro de que su flota había llegado primero, antes de que cualquier enemigo pudiera haber respondido a la baliza del artefacto. Salió del puente de mando, seguido enérgicamente por la alta e imponente figura del Judicador Amdor. Marcharon por los corredores de la nave insignia hasta los muelles de atraque. Koronis se encaramó a bordo del Arbitro líder.
Cuando las naves fueron lanzadas, volando tras las estelas de los veloces exploradores, el Ejecutor se sintió incómodo por distanciarse del magnífico transporte Qel'Ha. Parecía una suave vaina en el espacio, una grieta elipsoide con los pétalos semicerrados. El Ejecutor había estado a bordo de la gigantesca nave insignia desde hacía décadas debido a su infructífera búsqueda, y ahora su inminente triunfo, el fin de su cacería del conocimiento, estaba desacerbada por un oscuro sentido de premonición. De algún modo no creía que esta misión fuera tan simple como el Judicador aseguraba que sería.
Transmitió instrucciones de que la flota de descenso debía evitar el contacto con la no muy distante colonia terráquea. No tenía miedo de ningún arma o defensa que los colonos pudieran albergar, pero había aprendido a no buscar los problemas. Koronis evitaba las distracciones y los conflictos, concentrándose en lo que era necesario para cumplir su objetivo.
Rodeados por su manto de invisibilidad, los Arbitros, las naves de salto, los transportes, y los exploradores se precipitaron hacia el áspero valle al pie del artefacto expuesto. Afloramientos de minerales y un campo intacto de chisporroteantes geiseres de vespeno mostraron a Koronis que dispondría de los recursos necesarios para construir todos los Destructores, cañones de fotones, y defensas locales que requeriría.
Después de que los Arbitros, escarabajos con amplios caparazones, hubiesen aterrizado, ninguno de los protoss hizo ademán de desembarcar, proporcionándole al Ejecutor Koronis el honor de ser el primero en pisar el recién conquistado mundo.
Para Koronis el aire olía seco y arenoso, como si hubiera demasiado polvo rocoso suspendido en la atmósfera. Se detuvo, sólo para «sentir» el lugar. El Judicador Amdor se acercó a él, de forma que los dos permanecieron juntos en la base de la ladera donde la inmensa cara expuesta del misterioso artefacto xel'naga abrumaba la falda de la montaña.
—¡Magnífico! —exclamó Amdor, su nudoso tocado en la cabeza resplandeciendo ante la luz difusa—. ¿Puedes sentir el poder? ¿Puedes sentir lo grandiosa que será nuestra victoria cuando regresemos a Aiur? —Cerró sus manos de tres dedos hasta convertirlas en puños.
El Judicador dio un paso hacia delante, levantó sus brazos, y extendió las manos como queriendo abarcarlo todo. Su oscura túnica se enroscó alrededor de su cuerpo como si estuviese viva.
—Reclamo este respetable objeto para los Primeros Nacidos. Es un triunfo para los protoss. Nadie debe dudar de nuestra absoluta posesión sobre él. ¡En taro Adún!
El Ejecutor Koronis frunció su escarpado ceño, pensando en que Amdor era prematuro en su celebración.
—En taro Adún —respondió. Recorrió su banda de ceremonias con los dedos. Sí, adquirir ese sorprendente artefacto era una conquista gloriosa, pero se preguntó qué haría con él la estricta burocracia de los Judicadores. ¿Y cómo desenterrarían algo tan enorme y lo llevarían de vuelta al desolado Aiur?
En ese momento, desde el Arbitro que había comandado, Koronis oyó una desesperada señal transmitida en una banda telepática. Era el Templario Mess'Ta a bordo del Qel'Ha.
—¡Ejecutor Koronis! Hemos detectado una gran flota de leviatanes zerg en órbita. ¡Estaban escondidos en la cara oculta del planeta! Los zerg han llegado primero.
Koronis evaluó de inmediato la amenaza mientras el Judicador Amdor descargaba su ira ante la afrenta de los invasores enemigos.
—¿Cuál es la fuerza de la flota zerg? —preguntó.
—Una Progenie completa, Ejecutor… muchas más criaturas de las que jamás habíamos visto. No es una simple fuerza de exploración, sino una invasión a gran escala.
Koronis permaneció sombrío, y el Judicador Amdor se volvió hacia él, con sus ojos llameantes.
—¡También deben de haber respondido a la señal! Ejecutor, no debemos perder la posesión de este artefacto xel'naga. Los protoss debemos defenderlo.
Koronis respondió a Mess'Ta.
—Ya sabes lo que tienes que hacer, Templario.
—Sí, Ejecutor. Defensas instaladas. Escuadrones de interceptores preparados y apuntando. He dado órdenes de atacar al enemigo.