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-Es todo un lujo esta terraza cubierta y calefactada, ¿no te parece?

-Tú eres de los que se contenta con un chupete, Fredy.

-Mira, los madrileños se echan a la calle. Familias, madres llevando a sus bebés en cochecitos, ancianos que se apoyan en un bastón, adolescentes en pos de la juerga nocturna, bohemios, quinquis, inmigrantes. Y de vez en cuando un ser en el que merece la pena reparar por su peculiaridad.

-Déjate de cuentos chinos. ¿Dispone algo más su señoría?

-¡Hay que rematar la faena, Bea! ¡Se me ponen los vellos como escarpias cada vez que metes la mano en el bolso! ¿Qué es eso? ¿Otro documento? ¡Ay, mi odalisca del Toboso! Gracias, amorcito. Me encenderé un cigarrillo para proceder a la lectura de la última entrega de esta compilación que ha tenido la bondad de prepararme la subinspectora Hernando.

 

***

 

ÚLTIMAS ACTIVIDADES DEL FINANCIERO

Envió dos cartas a Miami, al banco HSBC y a un bufete de abogados.

De su portátil se extraen 252 páginas de correo electrónico enviadas a Estados Unidos, México, Israel y El Líbano.

Nada más llegar al complejo de Alfaz del Pi, se conectó más de una hora a Internet. Navegó a través de un servidor de IBM. Cerró sus tres cuentas bancarias y cuando ya no tenía fondos entró a un casino virtual. Luego grabó un compact disc con una regrabadora que enchufó a su portátil y creó los archivos "queridohijo.doc", "queridahija.doc" y "postmortem.doc". A continuación borró todos los archivos que le quedaban.

 

***

 

-¿Qué averiguasteis de esto?

-Las cartas al bufete y al banco no revelaron nada interesante. Tampoco el correo electrónico. El postmortem.doc viene a decir lo mismo que otro archivo que encontramos en uno de los ordenadores de su casa. Un manual de técnicas extorsivas.

-Álex me habló de ello. ¿Qué pasa con los otros archivos?

-Son una carta de despedida. Bonnín pide perdón a sus hijos. Entona el mea culpa.

-¿Los has traído?

-Forman parte de la documentación a la que ni Álex ni yo tenemos acceso.

-Esto apesta, Bea. Bueno, a mí se me da bien sacar la mierda a relucir. Guárdate esos veinte euros. Pago yo. Faltaría plus, nena, después de todo lo que has hecho por tu viejo amigo Fredy.

 

***

 

-Deberías ponerla en su sitio.

-No se puede implicar más, Gabi. Piensa que Beatriz está en la nómina del Cuerpo. No puede enfrentarse a sus mandos. Las pruebas de la ocultación resultarían inconsistentes si se enredan convenientemente. Tiene mucho que perder y prácticamente nada que ganar.

-¿Y Álex?

-Él no es un policía de carrera, sino un técnico. En cualquier investigación de Asuntos Internos su opinión sería papel mojado. Todos se lavan las manos. Así entran aseados en la iglesia.

-Déjame ver ese papel. Queridohijo.doc. Queridahija.doc.

-Bonnín sabía que la muerte le pisaba los talones. Y se abandonó a ella sin ofrecer resistencia.

-¿Por qué?

-He ahí la gran pregunta. Un tipo extraño ese Bonnín.

-Supongo que aquí falta mucha información.

-Pero esos datos proporcionan pistas que nos servirán para acotar las líneas de investigación. Tengo una corazonada. Que el asesino conservó algunos objetos de valor de las víctimas, por afán fetichista, o por exhibicionismo. Ya sabes, para demostrar de lo que fue capaz. A menos que la omisión de esos objetos en el informe también se deba a los tejemanejes de comisaría.

-A lo mejor es un poli…

-¿Con suficiente autoridad para intoxicar la investigación?

-O alguien con padrinos poderosos.

-Si Álex está en lo cierto, es un individuo joven, temerario y con complejo de superioridad.

-¡Venga, Fredy! La mayoría de los asesinos encajan en esa descripción. El mensaje escrito con el ordenador y la impresora de Bonnín puede ser para despistar.

-¿Para atraer la atención hacia las personas próximas al financiero? No creo, Gabi. Es evidente que el asesino pertenecía al círculo de íntimos de los Bonnín. Que ni siquiera el matrimonio conociera el número de su bungalow hasta que llegó al complejo demuestra que estaba demasiado bien informado para ser un extraño sin acceso directo a la vida privada de las víctimas. El asesino llamó a Bonnín unas horas antes del asesinato para averiguar en qué bungalow se encontraba. Álex habría dado con esa llamada si no le hubieran impedido realizar sus pesquisas.

-¿Y qué me dices de esto?

-Mariano Bonnín se despidió epistolarmente de sus hijos, pidiéndoles perdón. Qué buena gente. Y es probable que días atrás se cruzase con su asesino.

-Igual que en las pelis.

-Hay que profundizar en la psicología de ese hombre. Sólo hay una persona que nos puede ayudar a hacerlo. Valeria.

-¡Ah, no! No quiero que vuelvas a verla. Es demasiado guapa.

-Y tiene dinero…

-¡Te odio!

 

***

 

-Ella pidió un granizado de limón. ¿O era un descafeinado de máquina?

-Seguramente se zampó un chocolate con churros y tú ni te enteraste.

-El caso es que yo me tomé un café doble, solo. Necesitaba mostrarme lúcido e inspirado. Un buen interrogador es mitad actor mitad psicólogo, Bea. Mientras intercambiábamos cumplidos, la sondeé. La niña pija necesitaba confiarse. Bien, así no tendría que emplear el sacacorchos para sonsacarle información válida. Valeria dio un sorbo comedido al granizado-descafeinado de máquina. Supongo que querrás preguntarme un montón de cosas, me dijo. El canal de comunicación estaba abierto. Que optase por tutearme me favorecía.

-Más bien te encantaba. ¡Es un pibón, Fredy! Los automovilistas la pitan, con la lengua fuera, lo he visto con mis propios ojos.

-No sé por qué insistes tanto en ese detalle.

-¡Porque te pierden las faldas!

 

***

 

-Descríbeme a tu padre.

-Mariano era magnífico, alegre, cuando estaba eufórico, o de lo más hermético si tenía depresión.

-¿Mariano?

-Nunca le llamé papá. Era un maniático de la limpieza y los horarios.

-¿Por qué te ruborizas?

-Supongo que me siento culpable por hablar mal de él.

-¿Cómo era su vida de pareja?

-Horrible.

-¿Estaba enamorado de tu madre?

-Sí.

-¿Cómo se portaba con vosotros?

-Pues…

-Sé sincera, por favor.

-La verdad es que nos aterrorizaba psicológicamente. Sobre todo a Jonathan. Cuando tenía cinco años le despertaba por la noche y le daba duchas de agua fría. Le reprendía por cualquier cosa, le llamaba inútil. Decía que nunca prosperaría, que era un cero a la izquierda.

-¿Y él cómo se lo tomaba?

-Mi hermano se pasaba el día llorando. Se volvió miedoso, acomplejado. En el colegio le llamaban mema.

-Entonces Jonathan se llevó la peor parte. ¿Qué piensas? ¿Siempre eres tan melancólica? ¿Y tú? ¿Cómo se portaba contigo… Mariano?

-A mí me trataba con más distancia, por ser mujer. No se atrevía a humillarme como a mi hermano, pero me chillaba cuando me ponía alguna prenda desenfadada o salía con un chico. Sus gritos se me han quedado grabados.

 

***

 

-Se cruzó de brazos, reclinándose en el asiento, y me dirigió una mirada esquiva.

-No te estarás enamorando de Valeria.

-¡Lo que me faltaba! Gabriela me mataría. ¡Me colgaría del palo mayor!

-Sigue, pedorro.

-Me pregunté si lamentaba sincerarse. Se ve que no está acostumbrada a compartir su intimidad. La tromba de confidencias le había desconcertado.

-Imagino que tú le sonreías, condescendiente, con ese encanto tuyo característico, mientras te encendías un cigarrillo.

-Es una mujer solitaria y frágil. Si encontrase al hombre adecuado perdería la cabeza. No te rías. Su penuria afectiva es evidente. Pero también late en su interior un carácter dominante.

-¡Le has hecho la radiografía completa!

-Tendrías que haberla visto. Sus ojos tristones por momentos se dulcificaban.

-A ver si resulta que es ella la que está coladita por ti.

-Me pregunto qué ansía esa muñeca.

-Las muñecas no ansían, Fredy.

-¿Quizá una nota de color en su vida?

-¡Amor, mentecato! Todas buscamos lo mismo. ¿Qué otra cosa queremos las mujeres?

-Algunas prefieren la pasta gansa.

-Nunca me han gustado los espaguetis.

-Pero, sí, probablemente sea una Dulcinea que aguarda a su Quijote. El amor es muy importante. ¡Y para las mujeres que lo tienen todo, como ella, más si cabe!

-¿Por qué presupones que lo tiene todo? La inteligencia, la sensibilidad y la pasión no se ven en el culo, las piernas o las tetas. ¡Ni siquiera en la cara!

-El caso es que la princesa triste necesitaba abrir su corazón, liberarse de todas esas emociones encerradas…

-¡Y quién mejor que tú para escucharla!

 

***

 

-Mariano era un perfeccionista, no admitía ningún error, le gustaba tenerlo todo controlado. Jonathan estaba aplastado. Era un buque a la deriva. Pero cambió de repente. ¿Me das un cigarrillo?

-Claro, no sabía que fumases.

-Sólo a veces. Creo que conoció a alguien.

-¿Una novia?

-No lo sé.

-No estáis muy unidos, ¿verdad?

-La vida de mi hermano siempre ha sido un misterio para mí.

-¿De niños no jugabais juntos?

-Más o menos. Pero luego cada uno se fue metiendo en su mundo.

-¿Cómo cambió?

-Se volvió muy seguro de sí mismo. Ya no tenía miedo. Era violento. Se ponía furioso. Un día estaba fuera de sí. Nunca le había visto tan alterado. Cogió un atril de hierro y se lo lanzó a la cabeza.

-¿A tu padre?

-Mamá le miraba ida. Quería que Jonathan matase a Mariano.

 

***

 

-Se le cayó el cigarrillo al suelo. Estaba sollozando. Llamé a una ambulancia y en el hospital dijeron que se había salvado de milagro, dijo, y luego alzó la mano para llamar al camarero y pidió un Johnnie Walker con hielo.

-No te creo. ¡Qué casualidad! Tu pimple preferido.

-Te lo juro, Bea.

-Esa niña pija es una caja de sorpresas. Y tú te pediste otro.

-Yo me había terminado hacía un rato el café doble. Sí, me tentó pedir un Johnnie para acompañarla, pero me abstuve de hacerlo. Si la cosa funciona, no cambies, es uno de mis lemas.

-No me lo recuerdes.

-Había aparecido ella en escena. La mujer del financiero. Valeria se refería a ella empleando el apelativo cariñoso de mamá. Se sorbió la nariz, adoptando un aire cómico. Se zambullía tanto en su mundo interior que descuidaba la coquetería.

 

***

 

-¿Cómo era tu madre?

-Estaba obsesionada con Lou Salomé, una escritora de San Petersburgo. No creo que la conozcas…

-¿Cómo que no? Nietzsche perdió la cabeza por ella. Entonces Lou le dio calabazas y el filósofo alemán superó el trauma creando su famoso Así habló Zaratustra.

-¿Cómo sabes todo eso?

-De adolescente me encantaba Nietzsche. Así que a tu madre le gustaba leer.

-Se pasaba el tiempo en la cama, leyendo a novelistas del siglo diecinueve. Tolstoi, Dostoievski, Gorki, Víctor Hugo, Balzac, Stendhal, Flaubert. Tenía el dormitorio repleto de libros.

-Esos autores han hecho vibrar muchas veces las cuerdas de mi laúd emocional. ¿Se llevaba bien contigo?

-Mamá era fría, indiferente. Para ella las demostraciones de afecto no tenían sentido.

 

***

 

-Luego Valeria contempló, absorta, la arboleda de la Casa de Campo que se divisa a través de la cristalera. A veces me parecía un espectro, dijo.

-Qué triste decir eso de una madre.

-Supongo que por eso sus ojos son tristes. Y añadió: Recuerdo su sombra paseándose por la casa…

-¿Sabes lo que te digo? Lo que tenía la madre de Valeria se llama neurastenia. Ya sabes, fatiga crónica. Agotamiento físico y mental. De modo que el financiero y su mujer eran tal para cual. Inquietante retrato de familia…

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