NACHO SIGUIÓ A SU HERMANA DESDE LEJOS
y así llegaron hasta la calle Cabildo y Echeverría. Allí Agustina cruzó Cabildo, siguió por Echeverría y al llegar a la plaza comenzó a caminar lentamente, con sus grandes pasos característicos, pero ahora como si el terreno estuviera minado. Pero lo que más lo entristecía es que cada cierto tiempo se detenía y miraba a su alrededor, como si se le hubiese perdido alguien. Luego se sentó frente a la Iglesia: podía verla a la luz del farol, concentrada, mirando ya al suelo ya a sus costados.
Fue entonces cuando lo vio acercarse a S. Ella se levantó rápidamente y él la tomó del brazo con decisión, y se fueron hacia el lado de la calle Arcos, por Echeverría.
Apoyado contra un árbol, en la oscuridad, Nacho quedó largo tiempo con los ojos cerrados. Cuando recobró las fuerzas, sin mirar hacia atrás, se fue hacia su casa.