Obras principales

La vasta e incompleta obra de Max Weber cubre, en las cinco fases clásicas de periodización, toda la carrera académica del autor desde sus primeros pasos en el estudio y en el interés por los asuntos sociales, culturales y económicos de la historia universal y occidental, es decir, desde la década de 1880 a 1919-1920, año de su muerte.

Sus estudios propiamente históricos son: Sobre las sociedades comerciales en la Edad Media (1889); La historia agraria romana y su significado para el derecho público y privado (1891); La situación de los trabajadores agrícolas en la Alemania del Este del Elba (1892); Las relaciones agrarias en la Antigüedad (1909).

Los estudios de metodología de las ciencias histórico-sociales que atañen a las condiciones de elección y las características de estudio del objeto analizado: Roscher y Knies y los problemas lógicos de la escuela histórica de economía política (1903); La «objetividad» del conocimiento en la ciencia social y en la política social (1904); Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura (1906); Sobre algunas categorías de la sociología comprensiva (1913); El sentido de la «neutralidad valorativa» de las ciencias sociológicas y económicas (1917).

Los estudios de sociología de las religiones, en los que desarrolla el análisis comparado de las religiones, basándolo, por un lado, en la reciprocidad de las condiciones económicas y sociales, y por otro, en la reciprocidad de las creencias religiosas: La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1906); Sociología de la religión (póstumo, 1920-1921).

Los estudios de sociología general están recopilados en la obra póstuma Economía y sociedad (1922).

Los estudios sobre la función de la ciencia y de la política en la realidad contingente, de donde surgen con mayor claridad las tensiones entre la experiencia personal y la «vocación» profesional del científico Weber frente a los desafíos de la modernidad, son: La ciencia como profesión (1919); La política como profesión (1919).

Publicadas en la mayoría de casos por Weber en forma de ensayos y artículos, también por entregas, o como reflexiones en curso en las principales revistas de sociología y ciencias sociales de su época, cuando no en las que él mismo fundó o dirigió —como el Archivo para ciencias sociales y política social—, sufren tras su muerte un proceso constante de reordenación y reedición por parte de un grupo de colaboradores y alumnos cercanos, en el que también hay que considerar la intervención crucial de su mujer. Marianne Weber. A ella, como se ha dicho en repetidas ocasiones, se le debe la primera e imprescindible tutela de la obra compilatoria, Economía y sociedad, publicación póstuma de la sistematización de toda la producción científica del autor, comenzada por él mismo en 1909, pero que quedó inconclusa en el momento de su muerte.

Dentro del extenso conjunto de las obras de Weber, gran parte de los estudiosos —en particular de la recepción italiana y europea— corrobora la importancia de al menos cinco obras-recopilaciones útiles y esenciales para la comprensión, incluso en curso, del trabajo y de las consideraciones del sociólogo de Érfurt.

El método de las ciencias histórico-sociales: publicados entre 1904 y 1917, los cuatro ensayos metodológicos de Max Weber reunidos en esta recopilación representan la síntesis y el punto de referencia del debate que en aquellos años atraviesa el mundo cultural alemán sobre la definición de las misiones de las ciencias históricas y sociales. Según Weber, la objetividad de las ciencias sociales está garantizada por el método. Gracias a la determinación que cada fenómeno histórico-social recibe de una serie de causas simultáneas, y acentuando una de estas, se puede llegar a construir un modelo que sirva como interpretación de la realidad, que una vez aceptado conduce a determinadas conclusiones y garantiza la objetividad de la investigación científica. Pero no existe ningún análisis científico puramente objetivo. Ello implica que la ciencia social no puede dar ninguna indicación práctica sobre las elecciones que hay que efectuar en el marco político. Sin embargo, puede darle a quien actúa la conciencia de que toda acción tiene consecuencias, y permitirle evaluar la eficiencia de las elecciones respecto a las metas deseadas.

La ética protestante y el espíritu del capitalismo: criticado en miles de ocasiones, este libro cambió el curso de las ciencias humanas del siglo pasado. El lugar central de la obra lo ocupa la pregunta básica que se hacen todos los hombres de su época: ¿cuáles fueron las circunstancias que dieron vida en Occidente y solo aquí a fenómenos de civilización convertidos en vigencia universal? La gran intuición de Weber consiste en localizar, entre las motivaciones, no solo los incentivos económicos, sino sobre todo la Reforma protestante y la ética económica que deriva de esta como educación para la acumulación de la riqueza, no como puro beneficio, sino como deber del individuo. Precisamente por esta intuición, el texto del ensayo abre la recopilación dedicada más ampliamente a los estudios de Sociología de la religión (cfr.), los cuales intentan, a la vez, definir las diferentes éticas religiosas que han determinado —y cómo— las formaciones sociopolíticas mundiales, e introducir la particular historia del Occidente moderno en el transcurso de la historia universal.

Sociología de la religión: esta colección de ensayos-investigaciones constituye la construcción y exposición más articulada de la teoría weberiana sobre las interconexiones causales entre determinados sistemas de creencias y/o religiones y el comportamiento ético que, influenciado así, produce sistemas económicos específicos y formas de gestión y ordenamiento de la acción social. La obra se compone de cuatro volúmenes: el primero recoge los ensayos entre 1904 y 1906, La ética protestante y el espíritu del capitalismo; Las sectas protestantes y el espíritu del capitalismo, así como parte de los artículos de réplica a las críticas publicadas en las revistas de la época. Del segundo al cuarto volumen, Weber se ocupa de La ética económica de las religiones universales; en el segundo se encuentran: Introducción; 1. Confucionismo y Taoísmo; en el tercero: 2. Hinduismo y Budismo; y en el cuarto Judaísmo antiguo. En el cuerpo monumental de esta obra, Weber analiza fuentes de literatura secundaria que compara con los resultados de sus propias investigaciones para reconstruir las peculiaridades de cada ética económica surgida del sistema de creencias religiosas. Además de diferenciar las religiones por su carácter; en estos estudios Weber identifica la teoría sociológica según la cual los movimientos y las corrientes religiosas son una causa y un factor económico entre los demás, aunque, en su origen y su funcionamiento inicial, no se identifican por objetivos meramente económicos u orientados económicamente. Más bien, es el progresivo fenómeno de secularización de la ética religiosa el que transforma las antiguas lógicas religiosas en compartimentos económicos y en actividades «intramundanas».

El trabajo intelectual como profesión: este volumen recoge, en realidad, los textos de dos conferencias que Max Weber dio en 1917 y 1919 en Múnich: La ciencia como profesión y La política como profesión. Estas dos charlas se publicaron juntas más tarde porque, en la vida del autor, el concepto de «profesión como vocación» (ais Zeruf) es una fuente permanente de discusión de su obra científica y de su inspiración en la acción política. En La ciencia como profesión, Weber aborda en síntesis el problema del «significado de la ciencia social» como una entre las formas de «intelectualización» de la experiencia. Esta no pretende dar un «juicio de valor» de la acción humana ni respuestas definitivas a la existencia. El objetivo de la ciencia es ayudar al individuo a «comprender el significado de sus acciones» basándose en la valoración técnico-empírica de la adecuación de los medios para alcanzar los objetivos a partir del cálculo de las consecuencias. En La política como profesión, en cambio, Weber se concentra especialmente en la acción social del hombre y en la relación entre ética de la acción y praxis de la política. El núcleo de su razonamiento —siendo la política el campo de aplicación de la fuerza de uno o más sujetos sobre otros— consiste en la descripción del perfil del «político de profesión», aquel que, guiado por la «pasión», por la «responsabilidad» y por la «amplitud de miras», logra llevar a cabo en la praxis dos modelos de comportamiento ideales antinómicos. Por un lado, debería comportarse de acuerdo a una «ética de la responsabilidad», o de acuerdo a una acción orientada racionalmente hacia el cálculo de los medios más apropiados para alcanzar el objetivo en base a la previsión de todos los costes derivados de la acción para la comunidad. Por el otro, debería saber integrar una «ética de la convicción», es decir, un sistema de valores, de convencimientos y de preceptos que no tienen ningún fundamento empírico pero que, si son positivos, garantizan la bondad de las intenciones que mueven la acción política a priori.

Economía y sociedad: considerada la summa weberiana, esta descomunal recopilación de ensayos representa el intento, inacabado, del autor de sistematizar toda la investigación científica. Publicada en 1922, primero con la tutela de su mujer Marianne y luego en sucesivas ediciones con la intervención de su alumno Johannes Winckelmann, la obra influyó en la evolución sociológica del siglo, en particular en lo que respecta a los estudios sobre el nacimiento del Estado moderno y a las peculiaridades occidentales y europeas de su estructura burocrática. La obra se divide en dos partes (variables según las ediciones): una primera dedicada a la Teoría de las categorías sociológicas, predominantemente metodológica, que toma los conceptos de «tipo ideal» y «acción social» más tarde aplicados al resto de la tesis. Una segunda parte, bastante más extensa y dividida en secciones, hace referencia a La economía en relación con las ordenaciones y a las fuerzas sociales, es decir, analiza las relaciones de los factores sociales, religiosos, jurídicos y políticos con los económicos. Retomando sus amplios conocimientos en el ámbito de la historia europea y universal, de la sociología y de las doctrinas religiosas, Weber reconstruye en su totalidad las interconexiones que establecieron históricamente —y determinaron en paralelo a su producción— la formación del Estado occidental moderno capitalista.