Una vida para la «ciencia como profesión»

Para repasar la vida de Max Weber, resulta natural aplicar su misma metodología de investigación, como sugiere gran parte de la crítica y de la literatura secundaria. Así pues, pasamos del objeto al contexto donde se encuentra, atravesando la complicada red de costumbres sociales, creencias y usos económicos que interactúan en ese contexto. Entre estos y el objeto-Max Weber no existen relaciones unilaterales ni pautas unidireccionales, sino que más bien están en estrecha y heterogénea relación de causalidad, tal y como se presentan en la complejidad de lo real.

Max Weber es, en este sentido, un hombre de su tiempo: un alemán de la burguesía privilegiada surgida a finales del siglo XIX bismarckiano y que vive la efervescencia de la realidad histórica de principios del siglo XX, perfectamente consciente de los procesos de modernización y de las grandes transformaciones culturales y sociales que los acontecimientos históricos mundiales están preparando en la transición entre estos dos siglos.

Nació en Érfurt, Turingia, el 21 de abril de 1864, en el seno de una familia burguesa nacional-liberal profundamente culta, y fue el primero de siete hijos. Max Weber comenzó enseguida un camino educativo bastante clásico para el contexto social al que pertenecía. El joven Weber no tardó en demostrar su naturaleza de estudioso y de crítico de la historia social y económica; desde los trece años[2], la oportunidad de entrar en contacto directo con pensadores, eruditos y figuras políticas que visitan la casa de sus padres refuerza esta tendencia a una precoz yuxtaposición entre biografía e investigación. Bajo la permanente égida educativa de su padre jurista, se matricula en 1882 en la facultad de Jurisprudencia de Heidelberg, aunque al mismo tiempo empieza a cultivar su gran interés en distintas disciplinas: historia, economía, filosofía y teología. En un principio, el contacto en el hogar paterno con la cultura histórica liberal alemana y con sus mejores exponentes y maestros de la adolescencia, como Wilhelm Dilthey, Heinrich von Treitschke y Theodor Mommsen, y más tarde, las clases universitarias de Immanuel Bekker, Karl Knies y Kuno Fischer, pero también de Otto Brunner y Levin Goldschmidt entre 1882 y 1889 (año en que se licencia), amplían la perspectiva meramente jurídica de los estudios de Weber, que, al mismo tiempo, empieza a aprender inglés, francés, italiano, español y, por último, ruso —para acceder a la literatura científica directamente desde las obras originales—. Sin embargo, no esquiva ni la tradición corporativa estudiantil basada en ceremonias y duelos goliardescos, ni la llamada militar que atiende en 1883 en Estrasburgo como soldado raso y luego como oficial del ejército imperial, cargo que entre 1887 y 1888 lo llevará a participar en las maniobras militares de campo en Alsacia y Prusia oriental. De vuelta en Berlín en 1884, retoma sus estudios de derecho, y en 1889 obtiene el doctorado con su tesis Sobre las sociedades comerciales en la Edad Media.

El año 1890 es muy importante en la carrera de Weber. Influenciado desde edad muy temprana por la orientación política de su padre, diputado nacional-liberal, y por el «espíritu religioso» cristiano-evangélico de su madre, Weber se aproxima al partido liberal-conservador y participa directamente en la vida del movimiento cristiano-social a través del trabajo de la Verein für Sozialpolitik, la «Asociación de Política Social», como también en las investigaciones sociales y en las publicaciones científicas propuestas por la revista de propaganda Die christliche Welt[3].

Por tanto, el debate entre Weber y su tiempo es, desde el primer momento, intenso, lo que le empuja a un conflicto permanente con los personajes políticos de su entorno y de la clase social de la que procede; pero, sobre todo, lo lleva a cuestionar tanto el dogmatismo cultural del capitalismo monopolista vigente por entonces en la Alemania liberal como el del historicismo ideológico de la socialdemocracia que se le opone. Es la época de las primeras «pruebas sobre el terreno» en las que aplica las teorías de las ciencias sociales que aprendió a lo largo de su formación. A partir de estas indagaciones experimentales, elabora las tesis que le procurarán la acreditación universitaria y un puesto como docente de derecho en Berlín: La historia agraria romana y su significado para el derecho público y privado (1891) y La situación de los trabajadores agrícolas en la Alemania del Este del Elba. En estas investigaciones y estudios, el análisis científico se inspira en el método de las ciencias naturales y se vinculan las líneas teóricas de los maestros más importantes en su educación: el historiador, jurista y premio Nobel por el estudio de la historia romana, Theodor Mommsen, y Leopold von Ranke, padre de la Weltgeschichte, la investigación histórica de carácter universal. En concreto, Weber aplica ambas teorías a la realidad histórico-social de dos contextos determinados de desarrollo agrario, analizados desde el punto de vista de las conexiones causales entre los aspectos jurídico-institucionales y los aspectos socioeconómicos.

Si los estudios sobre el comercio medieval y el desarrollo agrario romano demuestran la eficacia del método experimental en las ciencias histórico-sociales, la investigación de primera mano sobre los problemas socioeconómicos de los campesinos de la Alemania oriental sugiere un recorrido metodológico que, por medio de los resultados de la investigación científica pura, sirva de guía a la administración política del Estado. Es, de hecho, la primera vez que, de manera explícita, ciencia y política, investigación y «vida», entran en contacto directo. Durante estos años de trabajo agotador, Weber ejerce como profesor universitario a tiempo completo, consejero de organismos gubernamentales que lidian con las transformaciones económicas de la modernización industrial y, evidentemente, investigador-filósofo y sociólogo de la realidad.