Max Weber, un buen padre para todas las ciencias sociales
La primera aproximación de todo lector a la obra de Max Weber no puede llevarse a cabo «de forma pacífica», pasando tan solo por una de las puertas de acceso a las ciencias humanas elaboradas en el siglo XX. Por la misma razón, ante el objetivo de introducir la figura y el perfil de este estudioso del mundo moderno hay que hacer frente a la extensa lista de definiciones que se le han atribuido, unas más acertadas que otras.
Si bien el verdadero interés de esta breve guía para el mundo de Weber reside en el volumen de sus obras y en la originalidad de su contribución científica, para escribir sobre todo ello es indispensable comenzar por el desarrollo de la crítica que a lo largo del siglo XX intentó responder a la vieja pregunta: ¿quién es Max Weber?
Si se lee deprisa incluso la más generalista de las biografías sobre la literatura crítica, las respuestas a esta pregunta se suceden en gran número y variedad. Max Weber es, en este orden, jurista, metodólogo, historiador, economista e historiador de la economía; un «político científico filósofo»[1], sin duda un sociólogo, pero también administrador y teórico de la racionalización capitalista de la sociedad industrial alemana de principios del siglo pasado. Weber, de hecho, a lo largo de su vida de estudioso y de crítico de la sociedad de su época, supo mantener al mismo tiempo el papel que cada una de estas definiciones le atribuye. Antes de repasar los aspectos críticos de su trabajo y las páginas más importantes de su obra científica, antes incluso de entrar en el mérito teórico de las definiciones concretas, sirve de ayuda, para comprender las razones de esta consideración, volver sobre el recorrido temático más comúnmente utilizado para reunir la cantidad de escritos, ensayos y reflexiones que Weber dedicó a las ciencias sociales durante toda su vida.
- Los estudios propiamente históricos; Sobre las sociedades comerciales en la Edad Media (1889); La historia agraria romana y su significado para el derecho público y privado (1891); La situación de los trabajadores agrícolas en la Alemania del Este del Elba (1892); Las relaciones agrarias en la antigüedad (1909).
- Los estudios de metodología de las ciencias histórico-sociales relativos a las condiciones de elección y los caracteres de estudio del objeto analizado : Roscher y Knies y los problemas lógicos de la escuela histórica de economía política (1903); La «objetividad» del conocimiento en la ciencia social y en la política social (1904); Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura (1906); Sobre algunas categorías de la sociología comprensiva (1913); El sentido de la «neutralidad valorativa» de las ciencias sociológicas y económicas (1917).
- Los estudios de sociología de las religiones en los que elabora el análisis comparado de las religiones basándolo en la reciprocidad de las condiciones económicas y sociales y, de hecho, de las creencias religiosas: La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1906); Sociología de la religión (póstumo, 1920-1921).
- Los estudios de sociología general, reunidos en la summa póstuma Economía y sociedad (1922).
- Los estudios sobre el papel de la ciencia y de la política en la realidad contingente, de donde surgen con mayor claridad las tensiones entre la experiencia personal y la «vocación» profesional del científico Weber frente a los desafíos de la modernidad: La ciencia como profesión (1919): La política como profesión (1919).

Max Weber en una fotografía de 1911.
Tanto la extensión temática como la profundidad analítica de toda la obra de Weber demuestran por qué fue considerado desde su prematura muerte una de las personalidades más influyentes del pensamiento contemporáneo y uno de los estudiosos que, a las puertas del siglo XX, mejor supo captar los rasgos y la complejidad del mundo moderno a través de los instrumentos «comprensivos» de las ciencias histórico-sociales de la cultura.