Capítulo 43
AHOGADA
Inary
Corrí hacia la tienda de Logan, con un aromático paquete de sándwiches y pasteles de chocolate de La Piazza debajo del anorak para que no se mojaran. Mi mente era un torbellino de pensamientos sobre Álex. El mensaje que me había enviado. Ahora era libre. Pero no había dicho nada más. Aun así, no veía la hora de contarle todo lo que estaba a punto de hacer. Entonces tal vez tuviera el coraje de entender mis propios sentimientos.
En ese momento caía una suave llovizna primaveral de lo más traidora, del tipo que te deja empapada sin que te des cuenta. Corrí a más velocidad, con el pelo ya chorreando. Tenía un plan en mente. Respondería a su llamada; haría lo que la niña del lago me pedía. La llevaría a casa.
Barajé las distintas opciones que tenía. Podía ir a la policía y decir que había un cuerpo en el lago. ¿Que cómo lo sabía? ¿Acaso importaba?
No, esa no era una idea muy buena. Además, ¿cómo podríamos encontrarla? Era un lago enorme. La única forma de saberlo era intentar averiguar en qué parte exacta estaba y luego buscar los medios para recuperarla. Un equipo de buceo. Taylor. Por supuesto que no podía contarle la verdad. Tendría que elaborar alguna complicada excusa que explicara cómo sabía que había un cuerpo bajo el agua. Pero antes de nada tenía que saber dónde estaba la niña, lo cual implicaba volver al lago para preguntárselo.
No podía ir sola. El efecto que tenía sobre mí —pánico puro, un terror tan intenso que me hacía perder la razón— era motivo suficiente para que quisiera salir como alma que lleva el diablo del lago y no volver a poner un pie en él en la vida. No creía que su intención fuera hacerme daño, pero estaba tan desespera y asustada como solo un niño en esas circunstancias podría estarlo. Si me arrastraba al lago en medio de un ataque de pánico que me impidiera nadar me ahogaría, con independencia de que quisiera lastimarme o no.
Se lo contaría todo a Logan y le pediría que viniera conmigo para ver si la niña podía darme algún indicio de dónde se encontraba su cuerpo. Era una apuesta muy arriesgada, pero tenía que intentarlo. Luego iríamos a ver a Taylor y… ya me inventaría algo.
Mientras repasaba de memoria todos los pasos en mi cabeza escuchaba el mismo estribillo una y otra vez. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿En qué lío iba a meterme? Sentí que mi corazón se aceleraba a medida que el pánico se iba apoderando de mí. Corrí más rápido en un intento por disipar la ansiedad. Estaba a punto de lanzarme a los brazos de aquello que más me aterraba en la vida. Era cierto que ahora sabía que solo era una niña pequeña, pero su espíritu era tan poderoso, estaba tan lleno de ira y desesperación, que seguía asustándome como al principio.
Entré en la tienda, jadeando.
—Hola. ¿Qué tal? —me saludó Logan—. ¿Has venido corriendo todo el camino?
Qué observador, pensé con los pulmones a punto de estallar. Le entregué el paquete de comida.
—¡Muchas gracias! ¿Es de La Piazza? Los pasteles de chocolate están deliciosos.
Me abalancé sobre el mostrador y me hice con un trozo de papel y un bolígrafo.
«Ha pasado algo», escribí.
—¿Qué? —Sus ojos se llenaron de preocupación.
Respiré hondo. Ahora o nunca.
«¿Hay alguien en la tienda?»
—No, ¿por qué?
«Porque tengo que contarte un asunto privado. Necesito que me acompañes al lago.»
—¿Por qué? —repitió.
Tomé una bocanada de aire y escribí lo más rápido que pude.
«Por lo mismo que me pasó hace trece años. He visto a una niña que se ahogó. La verdad es que pone los pelos de punta. Me ha pedido que la lleve a casa. Por favor, ven conmigo al lago. Necesito encontrarla.»
Logan me miró en silencio durante unos segundos. Aunque sabía que su hermana poseía el don de la videncia, igual que su abuela, todavía le costaba asimilarlo por completo. Supuse que aquello podría pasarle a cualquiera.
«Es realmente aterradora. Pero solo es una niña. ¿Recuerdas lo que te conté sobre el otro espíritu que se me había aparecido unas cuantas veces, Mary? Es su hermana», escribí y le mostré la fotografía que había metido en el bolso.
—Vaya… ¿Es ella? ¿Cómo terminó en el lago?
«No lo sé. Ni siquiera sé cómo se llama. Solo su apellido. Gibson.»
—¿Es lo mismo que viste aquel día, cuando fuiste con papá al lago?
«Sí.»
—¿Dónde has encontrado esta foto?
«Torcuil.»
Logan soltó un suspiro.
—Es como Samara.
Escribí un signo de interrogación, haciéndole entender que no sabía a lo que se refería.
—Samara. El espíritu maligno de la película The Ring. Esa en la que después de ver un vídeo los personajes reciben una llamada donde les dicen que van a morir.
«¡Ella no es mala!»
—Puede que no sea mala, pero terminaste dentro del lago. Dos veces. La primera casi te ahogas, ¿recuerdas? Mamá y papá estaban fuera de sí. Y la segunda vez… ¡menos mal que estaba Taylor!
«Eso es lo que le sucedió a ella. Se cayó al lago y se ahogó. No había nadie para ayudarla. Nadie.»
—Mmm…
«Me ha pedido que la lleve a casa.»
—Sí, ya me lo has dicho. Como en… Jesús, no me puedo creer que esté hablando de algo así. ¿Me estás pidiendo que vayamos a buscar a un espíritu que casi te ahoga? ¡Dos veces! ¿Te das cuenta?
«¡¡¡Sí!!!»
Lo había pensado mucho. No me lo estaba tomando a la ligera. Estaba empezando a enfadarme de verdad cuando dijo algo que me llegó al corazón.
—Acabo de perder a una hermana. Ni loco voy a perder a otra, Inary. —Al ver sus labios tan apretados supe que no iba a cambiar de opinión.
No me quedaba otra. Tendría que ir al lago yo sola.