Energía para empezar el día
LA importancia de la primera comida del día es bien conocida, pero todavía hay un buen porcentaje de la población que desayuna poco, mal o nada. Si atendemos a los tres pilares que sustentan un buen desayuno (lácteos, frutas y cereales), apenas un 13 por ciento de la población española los tiene todos en cuenta, según datos de la Encuesta Nacional de Salud. Sea por falta de tiempo, sea porque no se tiene apetito a primera hora, muchos se lanzan a la calle con poco más que un café con leche en el estómago. Y, sin embargo, desayunar es fundamental porque así nos recargamos de glucosa, el combustible que necesita nuestro organismo para afrontar cualquier actividad física o mental. Empezar el día con el estómago vacío equivale a hacerlo sin fuerzas y de mal humor, y con el riesgo añadido de sufrir un vahído a media mañana.
La glucosa procede fundamentalmente de alimentos ricos en hidratos de carbono (también llamados glúcidos o carbohidratos), que pueden ser de rápida asimilación (azúcar, mermelada, miel...) o lenta (cereales, patatas, frutas, legumbres...). Estos últimos deberían ser nuestra principal fuente de energía, pues nuestro cuerpo los almacena para su posterior consumo. Además, necesitamos proteínas, vitaminas, minerales, fibra y ácidos grasos, entre otros nutrientes. Las proporciones varían en función de la actividad física que desarrollemos, nuestro estilo de vida, nuestro metabolismo y otros factores (edad, alergias, enfermedades...), pero todos están presentes en las recetas de este libro, desde las mediterráneas tostadas con tomate y jamón hasta las suculentas tortitas con toffee, ideales antes de practicar deporte, por ejemplo. Son fórmulas dulces y saladas en las que los cereales siempre están presentes y que dan suficientes pistas para evitar uno de los mayores enemigos del desayuno y, en general, de una alimentación sana: la monotonía. Además, son fáciles de preparar y se puede hacer más cantidad para varios días.
Para los que ponen la excusa de no tener hambre por la mañana, les animo a que recuperen el hábito, a que eduquen al cuerpo a salir del ayuno nocturno. Solo tienen que organizar su tiempo y disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida: un buen desayuno.