13
Cómo se encuentra? —preguntó Jack, poniendo una mano sobre la frente de Jonathan. Era un gesto instintivo que no servía para nada. Pero a él le hacía sentir mejor.
—No lo sé —respondió Sue observando con ojos tristes a su hijo—. No reacciona.
Se habían ocultado en una pequeña habitación que debía ser el almacén de las limpiadoras a juzgar por las escobas y fregonas que había apoyadas en la pared. A través de la puerta cerrada les llegaban los sonidos apagados del exterior. Escuchaban ráfagas de disparos y alguna que otra explosión.
Jack se apoyó contra la pared y miró el arma que tenía en las manos.
—Se pondrá bien —tranquilizó a Sue—. Si Ryan y Julia tienen éxito se pondrá bien.
—¿Quiénes son? —preguntó la mujer.
—Es una larga historia. Ryan es… —se interrumpió cuando escuchó algo en el pasillo—. No hagas ruido.
Cuando se asomó por la puerta vio tres hombres vestidos con el uniforme verde militar. Sabía que la base aérea de Lakeside había mandado hombres para ayudar en la retirada de escombros, así que no era descabellado pensar que ahora estuvieran ayudando a detener a los soldados de la base de Riverside. El problema era diferenciarlos. Los uniformes eran condenadamente iguales.
Decidió que lo mejor que podían hacer era guardar silencio y pasar desapercibidos. Volvió a cerrar la puerta con mucho cuidado y se arrastró hasta colocarse junto a Sue. Se puso el dedo en los labios para indicarle que no hablara. Ella apretó a su hijo entre sus brazos.
Y entonces, Jonathan gimió, hablando tan alto que Jack sintió un escalofrío.