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HAY MUCHO POR LO QUE SONREÍR
De nuevo en la redacción de la revista, aquella tarde Laura se había decidido a cerrar de una vez por todas el artículo sobre el «triunfador humilde». Gracias a haber compartido con Ángel la revolución que había tenido lugar en Aquasprit, ahora podía ahondar en el liderazgo que se necesitaba en tiempos de crisis.
Mientras deseaba que en el mundo hubiera más líderes como su jefe para dar motivación y autoestima a sus empleados, cerró el artículo con los cuatro atributos de esa nueva especie que aún no aparecía en ningún manual de management:
El triunfador humilde se distingue por tener bien claro adónde va, cuáles son sus objetivos, y por eso los repasa, organiza y centra toda su atención en ellos cada día.
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Atención e intención, es decir, pensamiento y voluntad se dan cita en primer lugar para conocer en profundidad la meta que se propone.
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Pasión, corazón y tiempo forman el segundo bloque, ya que son ingredientes necesarios que deben acompañar a la acción.
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Evaluación y medición; hay que comprobar a qué ritmo avanzas y progresas para tener claro dónde puedes y debes mejorar.
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Autorrealización, gratificación interior: debes ver en qué medida los objetivos te enriquecen en todos los aspectos.
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Mirada al futuro: no dejes de ver qué nuevos proyectos se te presentan.
Aquel último punto era el que más le gustaba, se dijo Laura. Estaba a punto de tomar una dolorosa decisión: dejaría su trabajo en Aquasprit. Mañana mismo informaría al jefe con todo el dolor de su corazón.
No era que no le apeteciera trabajar con Ángel. El problema era que le gustaba demasiado. A medida que iba conociéndolo, se enamoraba cada vez más de su forma de hablar y actuar. Le gustaba la calidez con la que la miraba, aunque sabía que no tenía ninguna posibilidad con él.
Lo hacía solo por amabilidad, de eso estaba convencida.
Antes o después, una de las telefonistas —acababa de entrar una que parecía una modelo de pasarela— le echaría el lazo y a Laura se le rompería el corazón.
Era mejor salir ahora que aún estaba a tiempo. Huir.
Necesitaba alejarse de Ángel para poder olvidarle. Si seguía viéndolo ocho horas al día, iba a volverse loca. Loca de amor.
Tras enviar el artículo terminado al correo del administrativo, dejó una nota cariñosa en su mesa y fue hacia la parada de autobús para volver a casa. Su trabajo en la revista también había concluido. Una fina lluvia empezaba a caer sobre aquel barrio gris y desangelado.
Una vez sentada en el vehículo, descubrió que un pasajero había olvidado su libro en el asiento de al lado. Era una antología de 365 inspiraciones de autores muy diversos. Fascinada con aquel hallazgo, hojeó los breves capítulos, en los que se citaba a maestros antiguos y modernos.
Le sorprendió que en medio de tantos sabios hubiera una reflexión de Marilyn Monroe. A ella le encantaba como actriz de comedias, pero nunca habría imaginado que pudiera aportar reflexiones profundas para un libro como aquel.
Al empezar a leer, descubrió que estaba equivocada. Fuera por la decisión que había tomado esa misma tarde o por la humilde ternura de aquellas palabras, sintió cómo las lágrimas empezaban a escapar de sus ojos:
Esta vida es lo que hacemos. No importa el qué, a veces erraremos, es una verdad universal. Pero el lado bueno es que somos nosotros quienes decidimos cómo errar. Los niños son nuestros amigos, que actúan de todos modos. Pero recuerda que algunos (amigos) vienen y otros se van. Los que se queden con nosotros a pesar de todo, esos son nuestros amigos de verdad. No hay que dejarlos ir. Recuerda también que los hermanos son los mejores amigos del mundo. En cuanto a los amantes, ellos vienen y se van. Y cariño, me duele decir esto, pero la mayoría de ellos —en realidad casi todos— te van a romper el corazón. Pero no podemos renunciar, porque si nos damos por vencidos, nunca encontraremos nuestra alma gemela. Nunca encontraremos la mitad que hace que todo valga la pena. Solo porque nos equivoquemos no significa que vayamos a fracasar en todo. Sigue intentándolo, espera, y siempre, siempre, siempre, cree en ti mismo, porque si no, ¿quién lo hará, cariño? Así que mantén tu cabeza en alto, y lo más importante, mantén la sonrisa, porque la vida es hermosa y hay mucho por lo que sonreír…