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ASCENSO
«La cena de la paz», como sería llamada en adelante, le valió a Ángel un ascenso tan inesperado como celebrado por todos. Aprovechando que la jefa de recursos humanos tomaba la baja maternal, fue puesto en su lugar para velar por que siguiera reinando la armonía.
Tras su último despliegue de imaginación y sentido común, además, el gerente se había fijado en él y cada tarde le comentaba todos los temas que afectaban a la buena marcha de Aquasprit.
—Por allí por donde pasas —le dijo una tarde—, todo parece resolverse con facilidad y las cosas mejoran. ¿Cuál es tu secreto? Dicen que vienes de una aldea y que no tienes estudios, pero he llegado a pensar que dices eso solo por modestia, ya que no te gusta incomodar a los demás. Pienso que tienes un máster en alguna universidad norteamericana, pero que te disfrazas de chico sencillo para parecer normal.
—Soy normal —insistió Ángel aflojándose un poco el nudo de la corbata.
Como jefe de personal, ahora estaba obligado a ir con traje, pero le costaba sentirse a gusto con aquella incómoda indumentaria.
—En un mundo lleno de fanfarrones, eso te honra —dijo el gerente—, pero tienes un don que no sabría explicar.
—Llamo a las cosas por su nombre y me guío por el sentido común, como me enseñó mi abuelo. Es todo. Eso y no hacer daño a los demás. Y si, aparte de no dañar, puedes hacerle un favor a alguien, entonces la felicidad es completa.
El gerente miró con admiración al que se había convertido en su delfín. Luego su mirada fatigada se posó sobre unas hojas de cálculo. Murmuró algo para así antes de explicar:
—Necesito que me ayudes en un tema que está poniendo a nuestra empresa en desventaja frente a los competidores.
—Soy todo oídos.
—Por eso me gusta explicarte las cosas, Ángel, porque sé que primero escuchas y luego hablas. El tema es el siguiente: el negocio del agua mineral cada vez se complica más, porque han surgido competidores hasta de debajo de las piedras. Marcas líderes de refrescos que hasta ahora se dedicaban solo a lo suyo compran envasadoras de agua y obligan a las tiendas a venderla, si quieren mantener condiciones ventajosas con su producto estrella. ¿Sabes lo que eso significa?
—Significa que Aquasprit cada vez tiene más problemas para colocar sus productos.
—Bingo. Nuestros clientes minoristas son fieles, pero ante las presiones de estos usurpadores, nuestras aguas cada vez están más lejos de las cajas registradoras. Día a día nos ponen más atrás, con lo que las ventas caen y los comerciales tienen pedidos cada vez más pequeños. Algunos puntos de venta han empezado incluso a prescindir de nosotros.
Tras esta exposición de los hechos, se hizo un silencio entre el gerente y el joven jefe de personal, que finalmente preguntó:
—¿Cómo puedo ayudar?
—Los comerciales, que cobran parte de su sueldo a comisión, están muy desmotivados. Habría que encontrar la manera de devolverles la ilusión y el coraje.
—Bueno…, habría que empezar diciéndoles a los comerciales todo lo que hacen bien —apuntó Ángel—. Si primero ponemos de relieve sus fortalezas, estarán preparados para escuchar qué puede hacerse mejor.
—Me parece muy buen enfoque. ¿Podrías redactar una hoja de ruta inspiradora para orientarlos?