Fábula del hombre y de la lluvia

Nos sorprende la lluvia, su insistencia,

su sin por qué y buscamos otro cielo

como queriendo hallarlo tras el velo

que nos muestra, desnuda, la conciencia.

Queremos transformar nuestra existencia

—poniendo en ello todo nuestro celo—,

dejar lo terrenal, alzar el vuelo,

conservar, siendo impuros, la inocencia.

Queremos nuestra vida redimida.

Que la redima nuestra propia vida

y no que la redima nuestra muerte.

Mas vemos que la lluvia nunca cesa

y, aunque nos resistamos, nos apresa:

nuestro espíritu es débil, ella es fuerte.