Fábula de la mujer de rostro compungido

Yo no lloré al nacer, por eso peno,

por eso tengo el rostro compungido.

Esta explicación dio, tan sin sentido,

el sabio ineficaz que es mi galeno.

El dolor hago mío. Me enajeno,

me entrego al sufrimiento sin gemido.

Por sentir el Vacío no he comido

y para conocer a Dios tampoco ceno.

Ni siquiera el Demonio me es ajeno

ya que el alma y el cuerpo le he vendido

porque me da a inhalar acetileno

sobre ascuas de un fuego no extinguido.

Si me parece poco me encadeno,

mas sigo sin llorar… ¿Por qué he nacido?