Fábula de un obrero intimidado por la mirada de un recién nombrado Jefe de Taller
Hay un organigrama que destaca
tu feo nombre y tu cara de perro.
Yo, para ti, soy un tierno becerro.
Tú, para mí, una atolondrada vaca,
buena vaca que mueve su cencerro
cuando se acerca el asno que destaca
por saber cabalgar mejor la jaca
sin cometer jamás ni un flaco yerro.
Así has ganado esa admirable placa
que parece de plata y es de hierro
y que al tocar la luz se torna opaca.
Me miras desde lo alto de tu cerro
como si me clavaras una estaca
o asistieras, riéndote, a mi entierro.