Fábula del hombre que ve el mar por primera vez

Ocioso paseaba por la playa.

Vi que hombres y mujeres se tendían

e intrigado por lo que pretendían

me apoyé, cauteloso, en una valla.

En la arena extendieron la toalla

casi en cueros, casi como nacían.

Por alguna razón ennegrecían.

De mi boca salía un «¡vaya, vaya!».

Una joven se fue tras de una malla

—allí a ella ellos no veían—.

Lo que yo vi se dice, no se calla:

desató aquellas prendas que cubrían

su cuerpo que, desnudo, era una raya

blanca entre negras que se sonreían.