Fábula del hombre que asusta a las mujeres

Tiene miedo de mí —¡no me lo explico!—

cualquier mujer aunque jamás me vea.

Si tomo el sol, desnudo, en la azotea,

ellas no ven a un hombre, ven a un mico.

Cuando intento besarlas ven un pico

y no una dulce boca que desea.

Las actrices, al verme en la platea,

su rostro ocultan tras un abanico.

Nunca les pido amor, más bien suplico,

pero, aún así, no venzo en tal pelea:

sí, soy el perdedor, lo ratifico.

Un hombre soy, mas no evito que sea

al perseguirlas un vulgar borrico

que hace de un imposible panacea.