Fábula del hombre eternamente triste

Siempre me encuentro mal —¡no es por mi gusto!—,

que si me encuentro bien algún instante

no es un tiempo, digamos, importante

para mutar mi rostro siempre adusto.

Debo decir que gusto no, es regusto,

pues lo padezco desde que era infante

y que no es eficaz ningún sedante

para mermar este eterno disgusto.

No es que haya recibido mortal susto

o noticia de índole inquietante:

por las que he recibido no me asusto.

Quizás siga una estética elegante,

consistente en mostrar sufrido busto

en réplica a esta vida denigrante.