CAPÍTULO XXI

Era muy tarde cuando volví a mi dormitorio, pero me encontraba más tranquila que cuando había salido de allí. A pesar de que el comienzo de mi velada con Miguel había sido incómodo, después habíamos tenido una conversación interesante. Habíamos hablado largo y tendido de nuestra situación y de nuestros siguientes movimientos para recuperar a Robb y a los chicos. Su apoyo incondicional me había devuelto la esperanza y además había conseguido que comiera algo, lo que me hizo sentir rápidamente mejor, con más fuerzas. Y justo lo que ahora más necesitaba era fuerza… y dormir.  Llevaba casi dos días sin dormir y notaba flaquear mi energía, al fin y al cabo era una simple mortal. Me tumbé en la cama, haciendo un último intento de contactar con Robb y casi sin darme cuenta me sumergí en un sueño profundo.

Me desperté de madrugada bastante agitada. No estaba soñando, pero me sentía mal físicamente, como mareada. La habitación comenzó a darme vueltas y tuve que incorporarme agarrándome al mobiliario. No recordaba haberme sentido así nunca. Había sido una niña sana, sin catarros ni enfermedades propias de la edad y esto me pillaba fuera de juego. ¡Estaba como drogada! Y entonces supe lo que ocurría, estaba sintiendo a Robb, ¡por fin!

“Robb, ¿puedes oírme?” pensé.

“¿Emma?” respondió, débil.

Me invadió una sensación de alivio inmensa ¡Estaba vivo! Nunca me había alegrado tanto de oír su voz.

“Robb, ¿cómo estás?” pregunté ansiosa por volver a escucharle.

“Como si me hubieran metido en una centrifugadora” dijo “Y tú, ¿estás bien?”.

“Sí, sigo en la base. ¿Sabes dónde estás? Necesito información para localizar el lugar al que os ha llevado James” dije nerviosa.

“Me acabo de despertar, no sé dónde estoy. Se trata de un tipo de celda.  Efectivamente estoy prisionero y vigilado… Hay una cámara en el techo, de modo que pronto James sabrá que he despertado. ¿Cuánto tiempo llevo fuera de juego?” preguntó.

“Más de un día, es viernes de madrugada” confirmé.

“Vale, ¿qué sabemos de Rick y Tom?” dijo.

“Fueron capturados contigo. Miguel peinó toda la zona, pero sólo encontró vuestro vehículo abandonado, ni rastro de James y sus hombres. Y está claro que os quitaron los rastreadores porque no recibimos ninguna señal vuestra” expliqué “James se enteró de que estabas conmigo, debió sacárselo a Lily. Te preparó una emboscada”.

“¿Cómo has sabido lo de Lily?” preguntó.

 Robb se sentó porque la cabeza le daba vueltas.

“James me dejó una nota, si me entrego promete no matarte” dije temiendo incluso pronunciarlo.

“¡Ya!, me matará de todos modos ¿Lo entiendes Emma?, no se te ocurra ni pensar en la posibilidad de entregarte, ¿de acuerdo?” insistió.

“Robb, tienes que averiguar vuestra localización. Iremos a buscaros. Miguel está de acuerdo, sólo necesitamos saber dónde estáis para planear la incursión. Tienes que intentar averiguar las coordenadas, ¿de acuerdo?” le pedí.

“Emma, no quiero que te metas en esto, tienes que permanecer en la base, a salvo. Yo puedo apañármelas solo. Intentaré escapar y recuperar la daga. En serio, no te preocupes por mí” dijo.

“No puedo dejar de hacerlo, Robb. Todo lo que hago es pensar en ti, en cómo sacarte de ese infierno, en cómo recuperarte. No me voy a rendir hasta que te tenga de nuevo a mi lado, sólo te pido que hagas lo posible por decirme dónde estás, por favor” supliqué.

“Tranquila, estoy bien. Averiguaré todo lo que pueda sobre este lugar. Un momento,… alguien se acerca” dijo Robb.

Estuve en silencio esperando a su visitante, pero sólo se trataba de un dispositivo que permitió la entrada en la sala de una bandeja con alimentos.

“Bueno, al menos la intención de James no es matarme de hambre” murmuró Robb, acercándose a beber agua.

“Come algo, estarás hambriento y débil. Voy a avisar a Miguel de que te he contactado. Avísame si hay algún cambio” dije “Y Robb, ¡te quiero!”.

“Te quiero” susurró.

 

Hicimos una reunión de emergencia en la sala principal. Había sacado de la cama a Miguel y él debió de avisar a Dave e inexplicablemente también se nos unió Cloe. Dave se había movilizado buscando información sobre las bases enemigas en la región de Canadá, a su vez Cloe buscaba información sobre ritos y sacrificios en antiguos escritos por si encontraba algo de interés y yo seguía conectada con Robb, que permanecía solo en su celda. Miguel nos coordinaba a todos, incluyendo al resto de la base.

Robb había intentado cargarse a golpes la celda sin ningún éxito. Incluso había probado con mis aptitudes, pero suponíamos que él no las podía explotar con la misma intensidad que lo hacía yo, porque no le pertenecían. Quizás uno de mis ataques de energía sí que habría podido derrumbar aquella sala.

A media mañana volví a mi habitación y  me dediqué a acompañar a Robb. Quería apoyarle, estar con él aunque fuese a la distancia, porque de algún modo esto era mejor que no tenerle. Si yo le sentía conmigo y me reconfortaba, esperaba que yo también le pudiera reconfortar a él. Para Robb estar enjaulado era ya de por sí un calvario porque él era como el viento y no estaba acostumbrado a estar retenido entre cuatro paredes y yo me sentía impotente, sintiendo su abatimiento, pero no pudiendo ayudarle de ningún modo.

Robb de pronto se tensó. Alguien se acercaba, se trataba de James. Robb le había sentido antes de que entrase en la sala y yo también pude hacerlo. Robb le esperó sentado sobre la cama, mostrando en el exterior una calma imperturbable, pero yo que estaba en su interior sabía que lo que sentía era un odio inmenso hacia aquel ser que pretendía destruir nuestras vidas.

–James, ¿me vas a explicar de qué va todo esto?– preguntó Robb, fingiendo ignorancia.

–Robert, ¿qué esperabas que hiciera después de lo que has hecho?– respondió apoyándose contra la pared de la celda.

–¿De qué se me acusa exactamente?– preguntó Robb, expectante.

–Traición–dijo James–Y sería más honesto por tu parte si lo admitieses y acabaras con tu representación–.

Robb le miró fijamente antes de volver a hablar.

–¿Están bien mis hombres?–preguntó al fin.

–¿Tus hombres? Tú no tienes hombres, no posees nada, todo lo que tienes, todo lo que eres, te lo he dado yo. He confiado en ti y ¿así me pagas? Sabes de sobra cuál es la pena por traición y también la recibirán los que te han seguido–sentenció.

–En ese caso solicito un juicio ante el consejo–pidió Robb.

–¿Ante el consejo?–dijo–Esto es un tema interno, puedo aplacar yo mismo las rebeliones en mis tropas–.

–Es evidente–provocó Robb.

–¿Dónde está la chica?– preguntó James directo al grano.

–Conozco a muchas, ¿cuál en particular?– respondió, provocador.

James entrecerró los ojos, fríos como el hielo, y Robb salió despedido colisionando con la pared de la celda.

“Robb, ¿estás bien?” pregunté asustada.

“Tranquila”, me susurró mientras se incorporaba.

–Robb, Robb, sabes que no soy muy paciente. Me has traído a Snake con un bloqueo en la mente, me has quitado a la chica, ¿crees que voy a permitir que te burles más de mí? Si no me dices donde está me cargaré a tus amigos antes de medianoche. ¿Por cuál quieres que empiece? Te concedo el privilegio de elegir el orden–dijo dejando bien claro que no estaba jugando.

Noté cómo el dolor atravesaba a Robb. Sabía que no era un farol porque conocía a James, pero no había conflicto en él, ni siquiera la idea de entregarme había pasado por su mente. Los sacrificaría por mí.

“Robb, ¡no!” le pedí.

“Ha sido nuestra elección” dijo sereno.

–¿Y bien?– apremió James.

–Mis hombres me son leales, lo entenderán– dijo, rugiendo por dentro.

La mandíbula de James irradiaba tensión. Parecía haber confiado bastante en esa baza, sin duda sabiendo que para Robb eran como hermanos y ahora la había perdido. Sólo esperaba que realmente hubiera sido un farol y no acabara con Tom y Rick. Entonces James cambió de discurso.

–Aequilibrium es un ser antinatural. Puede tener el aspecto de un ángel, hermoso y frágil, pero al igual que los ángeles es frío y despiadado. Las profecías que predijeron su nacimiento también auguran que destruirá el mundo, ¿es eso lo que quieres proteger? ¿Crees que merece la pena perder tu vida por ella?–rugió James.

–Si no recuerdo mal las profecías, la idea era más bien que buscaría un equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal, una paz duradera entre nuestros bandos. ¿Es que no leíste esta versión?– desafió Robb.

–¿Paz?, ¿qué sabrás tú de la paz? Llevo viviendo miles de años, Robb y mientras haya dos bandos la paz será una quimera. La única solución es exterminar al enemigo, conseguir la hegemonía sobre el cielo y el infierno, y por consiguiente sobre la Tierra. Eso es lo que querrá Aequilibrium. Si dejamos que libere su potencial se sentirá poderosa y retará a ambos bandos. Hay que actuar rápido, antes de que esto suceda–dijo James.

–¿Y qué piensas hacer para detenerla, James?– preguntó Robb, haciéndose el interesado.

–La única solución posible es eliminarla–respondió James.

Noté cómo Robb se tensaba, había recordado las imágenes que vimos en la cabeza de Snake. La pequeña niña gritando y retorciéndose al ser atacada por ese ser despreciable. Robb intentó apartar las imágenes de su mente.

–¿Le has pedido ayuda a Miguel?–preguntó de repente Robb.

–¿Bromeas?, Miguel pensaba utilizarla para su propio beneficio. Cuando Snake la localizó estaba en su poder y tenía dos escudos con ella. La tenía oculta, esperando para liberarla en un futuro. No podía permitir que pusiera en peligro nuestra causa, nuestro pueblo. ¿Es que no lo entiendes? He hecho lo correcto. Soy el responsable de preservar a nuestra gente, soy la mano derecha del infierno. Y tú, tú más que nadie tienes que entenderlo y respaldarme, porque también es tu gente y es tu causa. Me juraste lealtad con la mano en el pecho, ¿qué dice eso de tu honor ahora?– lanzó vehemente James.

–Ya me lo has dicho tú antes, James, soy un traidor, mis juramentos se los lleva el viento–dijo de nuevo provocador.

–Reflexiona sobre el tema, hijo. Mañana quizás estés más receptivo, la pérdida de dos hermanos puede que te abra los ojos y te plantees lo que sería perder a toda tu gente–dijo James, amenazador.

Robb no se pudo contener e intentó abalanzarse sobre él, pero James le detuvo con un movimiento de su mano y le lanzó contra el techo. Robb cayó al suelo, más herido psicológicamente que por el golpe en sí. Se incorporó a tiempo para ver salir a James de la celda con una sonrisa en los labios.

“Robb, ¿estás bien?” pregunté nerviosa.

“Tranquila, no estoy herido” dijo.

“Lo siento Robb, no sabes cuánto lo siento. Todo esto es por mi culpa” sollocé.

“Emma, amor, que James sea un cabrón despreciable no tiene nada que ver contigo. Él es un villano al que no le importa en realidad ni su gente ni los humanos, sólo ambiciona tu poder, aunque pretenda vender sus ideales como los más nobles y correctos. Y lo que sé de primera mano es que eres el ser más sublime que existe y tus verdaderas cualidades son la bondad y la equidad. No dejaré que James prive al mundo de alguien como tú, ¿lo entiendes? Y no lo hago sólo porque te amo por encima de todas las cosas, sino porque el mundo te necesita para que le protejas de alguien como James. Confía en mí, esto saldrá bien” me dijo Robb, intenso.

“Robb, no quiero perderte. Te hará daño por mi culpa. Por favor, no quiero verte sufrir, no podré soportarlo. Tienes que averiguar dónde te tiene encerrado cuanto antes, por favor” le supliqué.

“Emma, tendrás que ser fuerte. Aguantaré bien la tortura, soy duro y lo sabes, de modo que no tienes que preocuparte, saldré bien de ésta. Y sí, te prometo que intentaré averiguar dónde estoy, mientras tanto prepárate, entrénate, no desaproveches el tiempo. Yo te contactaré si hay alguna novedad” me aseguró.

“Te amo. Recuérdalo” suspiré.

“Es lo único que no estoy dispuesto a olvidar” dijo él antes de dejarme.

 

Salí en busca de Cloe, necesitaba seguir trabajando con ella el tema de la energía. No sólo quería tener un perfecto autocontrol de la misma, quería aprender sus técnicas de curación y transporte extra corporal. Si realmente como ella intuía podía adquirirlas, tenía que hacerlo ya, me serían muy útiles para ayudar a Robb.

La encontré en la sala zen, entrenando. Me miró e intuyó por mi aura que estaba agitada porque su mirada se tornó inquisitiva, pero no hizo preguntas. Yo dudé si contarle lo del ultimátum de James, pero no tuve el valor suficiente, no sabía hasta qué punto le importaba Rick y de momento pensé en evitarle el dolor. Le dije que necesitaba que me ayudara a aprender sus técnicas y nos pusimos a ello sin dilación.

–Tanto la curación como el transporte extracorpóreo son a la vez aptitudes psíquicas y físicas porque precisan de un flujo de energía y de tu empuje psicológico para canalizarlas y darles salida. Ya controlas mejor tu flujo de energía, ahora simplemente te falta convencerte a ti misma de que puedes darle forma y que puedes utilizarla para curar, por ejemplo– me explicó.

–Y en el transporte extracorpóreo, ¿puedes ir dónde desees?, ¿a cualquier distancia?– pregunté.

–Yo no he conseguido transportarme muy lejos de mi cuerpo, a lo sumo a unos dos o tres kilómetros y sólo a sitios en los que he estado antes. Es como si visualizara en mis recuerdos a dónde quiero ir y luego consiguiera que mi esencia sea catapultada hacia allí, pero sé que hay híbridos que logran hacerlo a mayores distancias. Todo depende de lo que se practique y del nivel de energía de cada individuo, quizás tú consigas mejores resultados– explicó.

Esto me dio ánimos y decidí esforzarme más. Estaba empezando a idear mi estrategia, si Robb era torturado  tendría que transportarme hacia él y sanarle. Yo había estado con él en esa sala y la tenía en mi mente. Ahora sólo tenía que aprender las técnicas y conseguir transportarme quizás a miles de Kilómetros para poder ayudarle, para salvarle, pero en definitiva era lo único que de momento podría hacer para ayudarle y aunque me llevase horas de entrenamiento, lo conseguiría.

Estaba anocheciendo cuando Miguel entró en la sala. Se recostó en el tatami sin interrumpir nuestro entrenamiento y se limitó a observar cómo practicaba con mis esferas curativas.

–Tenemos un voluntario–dijo Cloe–Ven, Emma, mi hermano está agotado. Tienes que revitalizarle un poco–.

Miguel frunció el ceño y se incorporó sobre sus codos. No parecía muy contento con la idea de hacer de conejillo de indias, pero como tampoco protestó, Cloe me arrastró hacia él antes de que lo hiciera. Me acuclillé a su lado, dudando cómo proceder. No las tenía todas conmigo, pero lo intentaría…

–De acuerdo–dije – ¿En serio que no te importa? –

–En realidad podría sugerirte otras opciones más efectivas para relajarme– dijo Miguel con su sonrisa torcida.

Noté que me acaloraba, siempre conseguía hacerme sentir incómoda con sus comentarios.

–Concéntrate–dijo Cloe–No le hagas caso, sólo quiere ponerte nerviosa–.

Obedecí a Cloe y empecé a canalizar la energía hacia mis manos, pensando en Miguel. Le observé con detenimiento. Me miraba provocador, como de costumbre, pero era cierto que se le veía fatigado, seguro que él también había tenido un día duro. En realidad era el pilar de aquella operación, a pesar de que era muy joven para soportar tanta responsabilidad sobre sus hombros. Todos y cada uno de los habitantes de aquella base confiaban en él para que les dirigieran acertadamente y los mantuvieran a salvo y desde mi llegada se lo había puesto bastante más difícil porque ahora también tenía que cargar conmigo y con todo el lastre que yo acarreaba.

Pensando en esto creé una esfera especial para Miguel, para aliviar su tensión. Moví mis manos, acunando la esfera y la acerqué a su rostro. Él me miraba, confiado, y ni siquiera parpadeó cuando se la acerqué a la frente y la presioné suavemente hacia su rostro. La energía le invadió, atravesando su cuerpo, deteniéndose en su cuello, sus hombros, su espalda y aliviando la tensión a su paso. Yo sentía lo que hacía la energía en su cuerpo. Supongo que tendría que ser así porque se trataba de mi energía y que Cloe también lo sentiría cuando lo aplicaba en otra persona. Miguel cerró los ojos y se volvió a recostar sobre el tatami, perdiéndose en la sensación. Parecía que le había gustado, al menos se le apreciaba mucho más relajado.

–Es hora de cenar, si te has dormido nos vamos sin ti–dijo Cloe.

–¡Shhh!, déjame disfrutar del único momento de calma que he tenido en el día–gruñó Miguel mientras abría los ojos.

–Yo me voy a duchar, os veo en la cena– dijo Cloe saliendo de la sala.

–¿Quieres que lo haga otra vez?–me ofrecí mientras generaba otra esfera de energía.

–Sí, por favor–me suplicó.

Pero se incorporó tan bruscamente que chocó conmigo e hizo que la esfera de energía que acababa de formar se perdiera entre los dos, reventando en mis manos. Noté quemazón en las manos y las retiré asustada, pero Miguel ya las había cogido entre las suyas y las examinaba.

–¿Estás bien?– preguntó, acariciando con suavidad cada uno de mis dedos.

–¡Eh!, sí, sólo me ha pillado desprevenida– dije y aparté las manos evitando su contacto.

Estábamos muy próximos y Miguel me miraba intensamente, visiblemente más relajado, pero yo me sentía incómoda, con lo que decidí que era el momento de cambiar de tema y de hablarle del encuentro con James.

–Miguel–dije– James ha interrogado a Robb esta mañana–.

Miguel abrió mucho los ojos y se incorporó en un nanosegundo, esperando que continuara.

–El tema se pone feo, le ha pedido que me entregue antes de esta noche o matará a su equipo– expliqué.

–¡Será cabrón!–siseó.

–¿Crees que lo dice en serio o será un farol?– pregunté nerviosa.

–Emma, estamos hablando de James, será capaz de llevarle sus cabezas para que sepa que iba en serio–dijo.

–¡Dios mío! Y no podemos hacer nada para evitarlo, estamos en punto muerto. Si pudiera transportarme como hace Cloe hacia la celda de Robb podría saber dónde está, pero aún estoy muy verde–dije.

–Es difícil que consigas hacerlo. No sabemos a qué distancia estará, pero tú nunca has estado allí, no creo que algo así sea posible–dijo poco convencido.

–Pero  quizás al estar vinculados pueda hacerlo, gracias a la unión que tengo con Robb es como si hubiera estado ya allí– insistí.

–Sigue practicando, pero no confío demasiado en que funcione– dijo.

–Miguel, existe otra opción…–comencé–, podría entregarme–.

–¿Estás loca?–gritó mirándome enfadado– Eso es justo lo que espera. Te matará y también a Robb–.

–Pero él no te espera a ti, no sabe que estás de nuestro lado. Puedo llamarle y decir que estoy dispuesta a entregarme a cambio de Robb y cuando hagamos el intercambio, atacamos y liberamos a Robb– propuse, no muy convencida yo tampoco del argumento.

–No–dijo Miguel–, si tenemos alguna probabilidad es contando con el factor sorpresa.  James es astuto y no se dejará coger en una emboscada y al final te perderé también a ti. Hay que seguir buscando opciones–dijo decidido.

–De acuerdo–accedí finalmente– Por cierto, no le cuentes a Cloe nada de lo que hemos hablado, ¿vale? Bueno, al menos no la parte de Tom y Rick–le pedí.

–¿Y hay alguna razón en particular para no hacerlo?– preguntó intrigado.

–Creo que a Cloe le gusta Rick–le confesé.

–Vale, otro inconveniente– resopló– Me hubiera gustado mantenerla al margen de todo esto–.

–A mí también–dije, comprendiendo perfectamente su instinto protector.

 

Pasé la noche con Robb, unidos en pensamiento. Notaba que se encontraba abatido. No había sabido nada de James en todo el día y aunque no lo había mencionado, supe que no se quitaba de la cabeza a sus amigos. Intenté distraerle, contándole mis avances con el control de energía y mis intentos de transportarme fuera de mi cuerpo. Como siempre me animó y me pidió que siguiera practicando, pero hoy no le notaba tan optimista como el día anterior, suponía que era lo que tenía estar encerrado, te minaba el ánimo.

“Emma” dijo de pronto “Escúchame, si algo saliera mal le he pedido a Miguel que me releve  y que se encargue de ti. Y ha aceptado, lo ha jurado, te cuidará y debes confiar en él”.

“Robb, ¿por qué me dices eso? Tú me protegerás, estamos juntos en esto” dije asustada por su intensidad.

“Amor, es sólo hasta que vuelva a estar contigo, ¿de acuerdo?” me explicó.

“De acuerdo” accedí.

“Y si nos desvinculásemos,… quiero que te vincules con él” añadió tras una pausa.

“Robb, ¿qué dices?, ¿por qué íbamos a desvincularnos? Me estás preocupando, ¿es que ha pasado algo que yo no haya visto?” pregunté asustada.

“No, tranquila, sólo estoy intentando tener cubiertas todas las posibilidades. No tiene por qué llegar pasar” dijo para tranquilizarme.

Y entonces lo entendí, Robb no iba a permitir que le viera sufrir o incluso morir, antes de que eso ocurriera se desvincularía de mí para evitarme el sufrimiento y lo afrontaría solo.

“Robb, quiero estar contigo, por siempre. ¡No me dejes! Me prometiste que volverías conmigo, ¿no te acuerdas?” imploré.

“Y volveré, antes o después lo conseguiré. Tenlo presente, amor” me susurró.

 

De madrugada me desperté sobresaltada. Seguía conectada con Robb y alguien entraba en la celda. Se trataba de dos oficiales vestidos de negro. Iban armados y estaba claro que venían a por Robb. Él se incorporó del camastro, mirándoles con atención. Uno de ellos se sonreía, mientras sacaba unas esposas del cinturón.

–¿Quién habría dicho que te veríamos así, Robert?–dijo el tipo–¿Se te han bajado un poco los humos de niño mimado?–continuó burlándose.

Robb no respondió, se limitó a mirarles evaluando la situación, tensándose. Los tipos se acercaron con una especie de barras eléctricas que empuñaban como armas.

–¡No te muevas! Ahora te vamos a llevar con el jefe, bien atadito, para que no des problemas– continuó el oficial.

Mientras uno guardaba la puerta, el otro se acercó con las esposas preparadas y la porra hacia Robb. El tipo le enganchó una muñeca en el primer agujero y esto le bastó a Robb para mover la mano y golpear con las esposas al oficial en la cara. Con la otra mano ya le había quitado el arma y le había inmovilizado con ella. El otro oficial se lanzó contra él, pero Robb había sido mucho más rápido. Le había pateado desde el aire, quitándole el arma de la mano, y le metió una descarga eléctrica en el cuello. Afortunadamente la puerta no estaba cerrada.

“Escapa” grité.

“Voy a cambiarme primero” me explicó con calma, desnudando a uno de los tipos “Así llamaré menos la atención”.

Salió de la celda en silencio, bajándose la gorra del uniforme para cubrirse los ojos y cerrando la puerta tras de sí. Estaba en un pasillo con celdas como la suya a ambos lados y vigilado por un circuito de cámaras.

“¡Mierda, las cámaras!” murmuró Robb “Alguien habrá visto que he escapado, no tengo mucho tiempo”.

Llegó a una puerta de acceso y pasó una de las tarjetas que había quitado al tipo del uniforme. La puerta se abrió dando paso a un corredor más largo.

“¿Conoces el lugar?” pregunté nerviosa.

“No he estado nunca aquí, pero apuesto a que estamos bajo tierra, mira las humedades” dijo mientras avanzaba por el corredor en busca de una salida.

“¡Un refugio subterráneo!, había varios en los documentos que encontramos. Busca la salida Robb” le apremié.

Al fondo del corredor había un ascensor.

“Demasiado arriesgado” pensó Robb mientras probaba con una puerta que apareció a su derecha.

Estaba cerrada y el ascensor bajaba. Robb pasó de nuevo la tarjeta y la puerta se abrió y se coló dentro. Había unas escaleras que ascendían y voló hacia arriba. Subió un único piso y eso era todo, sólo había una puerta de salida. Se asomó y daba a un espacio amplio, una especie de conector del que salían varios pasillos… y había oficiales por todas partes. Estaba pensando si aventurarse a salir cuando oímos movimiento en las escaleras. ¡Venían tras él! Robb se bajó de nuevo la visera de la gorra y salió por la puerta dirigiéndose al conector. Continuó unos pocos metros mezclándose entre un grupo de oficiales hasta que divisó una sala elevada, la torre de control.

“Si accedo a la central de vigilancia podré ver el plano de la estación y buscar la salida” pensó Robb.

“Sí, pero ten cuidado” dije.

Localizó las escaleras que accedían a la sala y comenzó a subirlas, fingiendo normalidad.  Y justo cuando llegaba arriba sonó una sirena en las instalaciones poniendo a todo el mundo en alerta.

“Alarma de seguridad. Oficiales a sus puestos. Cierre automático de todas las salidas” se oyó por megafonía.

Robb maldijo por lo bajo y observó que había oficiales que salían de la sala de control, seguramente para ocupar sus posiciones. Oteó a su alrededor y descubrió un pasillo que salía hacia el frente y se escabulló rápido hacia allí. La puerta de acceso comenzaba a cerrarse y aceleró colándose justo a tiempo por la abertura. Avanzó por el pasillo intentando ocultar su rostro de las cámaras.

“¿Sabes dónde vas?” le pregunté.

“Más o menos” dijo Robb.

Continuó a paso rápido hasta que encontró otra puerta también codificada. Intentó pasar la tarjeta de acceso que tenía, pero no funcionó. Y entonces cogiendo impulso intentó derribarla. Después de varios intentos consiguió que se abriera, pero nada más atravesarla fue localizado por una banda de sensores y otra alarma comenzó a sonar por las instalaciones. Estaba en una habitación enorme y Robb se lanzó a registrar todo a su paso.

“¿Qué haces Robb? Estarán ahí en cuestión de minutos, tienes que escapar” grité.

“Es la habitación de James. Tengo que echar un vistazo, la daga podría estar por aquí” dijo.

“¡Huye!, no pienses ahora en la daga. Tienes muy poco tiempo” insistí.

Robb siguió registrando la habitación hasta que se oyó cómo se abría la puerta de acceso del corredor. Ya había localizado su vía de escape, un conducto de ventilación, pero me temí que Robb no cabría por ahí, estaba bastante justo. Se subió a un mueble y retiró la rejilla, colándose al interior. Efectivamente le venía muy justo. Al ser ancho de espaldas quedaba casi encajado en el conducto, pero pudo avanzar reptando por el túnel de ventilación unos cuantos metros hasta que divisó una nueva rejilla. No había otras opciones porque el túnel hacía un doblez a la derecha con un estrechamiento que no le permitiría el paso. Dio un manotazo a la rejilla y salió de un salto a otra sala. Echó un vistazo alrededor y noté cómo se me helaba la sangre. Ambos conocíamos esa sala, la habíamos visto en mi sueño cuando James torturaba a Robb.

“Sal de ahí” grité.

Barrió la sala con la mirada, buscando una salida y entonces su mirada se detuvo en James, que le contemplaba con un látigo en la mano.

–Robb, ¿tanto jaleo para acabar viniendo tú mismo a reunirte conmigo?–dijo.

De pronto movió la mano y enroscó el látigo en la garganta de Robb, atrapándole y tirando de él. Cayó de rodillas, asfixiándose. Noté que el látigo no sólo le ahogaba, sino que le producía un dolor terrible como si le quemasen con ácido. Se llevó las manos al cuello para intentar aflojar el látigo, pero era imposible. James le observaba impasible, tensando más el látigo ¡Le iba a asfixiar!

Entonces supe que tenía que intervenir antes de que Robb perdiera el conocimiento y me echara de su cabeza. Me centré en James y pasando mi energía a través del cuerpo de Robb le lancé por los aires haciéndole colisionar con un golpe sordo contra la pared. No había conseguido toda la fuerza que pretendía, no serviría para retenerle mucho tiempo, pero fue suficiente para que Robb se desenroscara el látigo del cuello. Comenzó a toser violentamente, como consecuencia de la falta de aire.

“Emma, no intervengas, por favor” me pidió.

Pero no podía dejarlo así. Cuando James comenzaba a incorporarse a través de Robb intenté paralizarle y parece que funcionó momentáneamente.

“Corre Robb, no creo que funcione por mucho tiempo” grité.

Robb se levantó y se lanzó como un rayo hacia la puerta de la sala, abriéndola de par en par. Salió de allí a la carrea, siguiendo la única vía de salida posible hasta que miró al frente y comenzó a frenar. Estaba perdido, la única salida estaba bloqueada. Se volvió y vio a James acercarse con el látigo en la mano y una sonrisa diabólica en el rostro.

–Bueno, Robb, esto empieza a animarse. ¿Por qué no me dijiste que Emma era nuestra invitada?–dijo–En ese caso tendremos que ofrecerle un buen entretenimiento–.

–¡Maldito cabrón!–maldijo Robb.

James le encadenó en la sala, tensando sus cadenas para que quedase con los brazos en alto y rozando ligeramente el suelo. Le arrancó la chaqueta del uniforme dejando su espalda al descubierto y antes de que pudiera hacerme a la idea ya le había atravesado su hermosa espalda con un latigazo. Sentí su dolor y cómo la carne se abría en una sensación mezcla de dolor y quemazón. Robb aguantó el golpe sin soltar ni un solo gemido.

–Bien, veo que no puedo razonar contigo, Robb. Estás decidido a perder tu vida por Emma, ¿no es así? Por eso ahora voy a centrar mi atención en ella. ¿Sigues ahí, ángel?– preguntó.

–Emma no está conmigo James– dijo Robb– No sé por qué crees que es así. Estás perdiendo el tiempo–.

Entonces comprendí que  esto era lo que había querido evitar Robb, que James se enterara de nuestro vínculo y lo usara para torturarle mientras yo era una espectadora en primicia. Y yo sabía que no lo soportaría, no le dejaría matar a Robb.

–Robb, conozco tus aptitudes a la perfección. Lo que me has enseñado hace un momento no te pertenecía. Lo que me hace ver con más claridad hasta dónde ha llegado tu traición. No sólo te has llevado a Emma, sino que te has vinculado con ella y la has liberado. No sabes lo que has hecho, has abierto la caja de pandora. ¿Con cuántos latigazos vamos a castigarle Emma? Di un número, cielo y lo multiplicaré por diez– rugió comenzando a atravesar la espalda de Robb de nuevo.

Él intentaba aguantar el dolor sin moverse y sin hacer el más mínimo ruido, pero yo ya gritaba por él. Enloquecía, sintiendo su dolor, impotente, sabiendo que no podría alcanzarle ni apartar a James de él. Cuando James paró, el cuerpo de Robb colgaba de las cadenas. Estaba empezando a perder el conocimiento.

–¿Sabes, Emma?–dijo James– Este látigo está impregnado con un veneno letal. Ahora está circulando por la sangre de Robb, envenenándole, y aunque es fuerte no creo que le quede mucho tiempo, a lo sumo uno o dos días. ¿Todavía quieres salvarle?– me explicó, satisfecho.

“Emma, te amo”–dijo Robb–“Y justo por eso voy a hacer lo que tengo que hacer. ¡Entiéndelo amor!, lo eres todo para mí”.

“No, Robb, ¡no lo hagas”–sollocé.

Porque sabía a lo que se estaba refiriendo, me quería ahorrar el resto del sufrimiento, quería impedir que me entregase por él y la mejor forma era rompiendo nuestra conexión.

–Emma, me desvinculo de ti desde este momento– pronunció Robb.

Es lo último que oí, a la vez que de fondo James rugía, impotente. Y de pronto una sensación me desgarró el cuerpo, como si me hubieran partido en dos y me hubieran quitado una parte de mí dejándome deshecha, desmadejada, sin mi alma. Había perdido mi esencia, mi amor. ¡Me había desvinculado de Robb!