CAPÍTULO XIII

Fui directa a casa después del entrenamiento y tras una ducha me fui a dormir. Estaba exhausta. Ya dominaba mejor el flujo de energía, pero el ejercicio físico me había dejado agotada.  Susan no parecía sospechar nada respecto al día anterior y me alivió comprobar que James aparentemente tampoco tenía previsto aparecer por allí esa noche. Una vez en mi habitación, avisé a Robb para que entrara por mi ventana. No tardó mucho en aparecer y se tumbó a mi lado. Él también parecía cansado. Olía muy bien, una combinación de lluvia y madera húmeda. Se había duchado en el instituto, en los vestuarios, y aún tenía el pelo húmedo. Pasé mi mano por sus mechones, acariciándolos y luego la bajé hacia su rostro, recorriendo su mandíbula y sus labios carnosos. Me atrapó el dedo índice con sus dientes y después me besó suavemente la yema antes de soltarlo. Yo me apreté más contra él.

–Emma, ¡me vuelves loco!–suspiró.

–Y tú a mí. No te creas que voy por ahí abalanzándome encima de cualquiera. ¡Es tu culpa!, cuando estoy contigo soy irracional y salvaje–dije.

–No, te equivocas, tú eres la racional. Yo dejé de serlo cuando te encontré… Ahora eres todo para mí–me susurró con voz grave y áspera.

Noté como me recorría un hormigueo por el estómago y la sangre vino rápido a mi rostro.

–¡Estás preciosa cuando te sonrojas! ¡Me encanta provocarte para verte así!– añadió.

Y nos acurrucamos el uno en el otro esperando a que Susan se durmiese. Hoy el plan era sonsacarle información. Robb había estado consultando todos los documentos que había guardado en la memoria USB y aunque no había nada crucial para desvelar las intenciones de James, sí que había descubierto que los planos de instalaciones que habíamos encontrado eran bases militares y refugios tanto de un bando como del otro. Quizás James había conseguido esta información con algún infiltrado o algún traidor tipo Snake. Tenía pinta de que quería atacar en directo al otro bando y con una alta probabilidad el arma que quería utilizar sería yo.

De pronto el móvil de Robb comenzó a vibrar. Nos pusimos alerta y Robb revisó rápido el origen, haciéndome un gesto para que me tranquilizara.

“Es uno de los míos” me aclaró.

–Rick, dime– dijo susurrando.

Y se encerró en el baño para hacer el menor ruido posible.

Yo entre tanto seguí alerta por si oía a Susan. Intenté buscarla con la mente y comprobé que aún estaba en el piso de abajo, ocupada con el ordenador. Robb salió del cuarto de baño y comenzó a ponerse la chaqueta.

“¿Qué ocurre?” pregunté.

“Mis hombres han localizado a Snake. Los tipos que se lo llevaron lo han traído aquí, parece que lo querían usar para negociar con James. ¡Estúpidos!, se lo ponen a su alcance” dijo.

“Y ¿qué vamos a hacer?” pregunté de nuevo.

Robb se acercó y me sujetó por los hombros, mirándome serio.

“Tú te quedarás aquí, ¿de acuerdo? Me reuniré con los míos para intentar recuperar a Snake antes de que lo encuentre James. No nos conviene que le dé lo que busca, tenemos que enterarnos antes de qué se trata” me explicó.

Parecía un buen plan, salvo por la parte que me excluía a mí.

“Voy contigo” dije escapando de sus brazos y buscando mi chaqueta.

“¡Oh, no!, ¡ni hablar! Esto es peligroso” me advirtió.

“Vale, pues para eso me has estado entrenando, ¿no? Puedo ayudar” insistí.

 Robb me miró con determinación.

“Emma, no vas a venir. No hay más qué hablar” concluyó.

Vi que no me iba a dejar salir de allí, al menos con él, con lo que decidí no insistir más. Estaba pensando en escabullirme en cuanto se fuera y seguirle la pista.

“De acuerdo, sólo pretendía ayudarte…” dije con una expresión entre fastidio y preocupación.

Al oír que me venía a razones se tranquilizó.

“Volveré en cuanto pueda. Ten cuidado con Susan, ¿de acuerdo?” dijo.

Se acercó y me abrazó. Me puse de puntillas para llegar a sus labios y me dio un largo beso. Y de pronto, saltó por la ventana y le sentí alejarse corriendo.

“Robb, no me has dicho a dónde vas” le pregunté lo más inocentemente que pude.

No pareció intuir mis segundas intenciones.

“A Crossroad Lane.  No te preocupes, todo irá bien” respondió.

Sí, como si él pudiera garantizarme eso. Iba a una zona industrial a las afueras de la ciudad, compuesta prácticamente de  naves industriales de pequeño tamaño, pero también se encontraba allí cerca Armageddon, el club al que habíamos ido Lily y yo el anterior fin de semana. Quizás tenían a Snake prisionero en una de las naves y pensaban citar a James allí para hacer el trato.

Comencé a cambiarme para salir. Me puse ropa oscura, unos vaqueros negros, una camiseta negra escotada,  las botas altas y la cazadora de cuero. Me arranqué el colgante de la cruz y mirándolo detenidamente tomé una resolución, lo apreté hasta pulverizarlo con mi mano, tirando los restos por la ventana. En su lugar me puse el colgante de corazón que había pertenecido a mi madre, me protegería.

Lo siguiente era quitarme de en medio a Susan. Instintivamente guie mi mente hacia ella y la induje al sueño, como lo había hecho la noche anterior. Me resultó mucho más fácil, cómo si ya conociera el camino de acceso. Bajé y la encontré derrumbada sobre el escritorio. La eché sobre mi hombro y la llevé hasta el sofá y le dije: ”Recuerda dónde te dijo James que estaría esta noche” y esperé a que ella lo pensara, pero no había nada, de modo que intuí que no lo sabía. Sinceramente no creía que Susan fuera a revelarme mucha información sobre los planes de James, parecía tenerla bastante al margen del tema. Posiblemente sólo se encargaba de vigilarme y de ofrecer una tapadera para que yo no sospechara. La dejé tumbada allí y bajé corriendo al sótano para acceder a  la habitación secreta. Necesitaba armas. Cogí una daga que me escondí en el interior de la bota, pero no me atreví con la pistola, porque abultaba demasiado y ni siquiera sabía cargarla. Y aprovechando la ocasión tomé también prestado un carnet de identidad con mi foto y con otro nombre, por si me pillaban que no sospecharan quién era. Según salía de casa, mi móvil comenzó a vibrar. Era Lily. Lo descolgué

–¿Lily?– respondí.

Se oía un ruido estruendoso de fondo y Lily me habló a gritos.

–Emma, estoy con Jason en Armageddon. Les ha fallado el grupo que tocaba esta noche y les han llamado para que su grupo los sustituyese, ¿no es genial? Tienes que venir a verlos–me dijo.

¡No me lo podía creer, precisamente esta noche!

–Lily, es martes, ¿cómo has conseguido que te dejen tus padres salir por ahí entre semana?– pregunté nerviosa.

–No me han dejado, me escapé por la ventana. Vamos, tienes que venir. Puedes coger un taxi–me pidió.

–Lily, vete a casa ahora mismo. Ése sitio es peligroso, ya viste lo que nos pasó la última vez. Te vas a meter en un lío–le advertí.

–Emma, eres una aguafiestas. Bueno, si no vienes, tú te lo pierdes. Mañana te cuento, ¡muac!–dijo y me colgó.

No me hacía ninguna gracia que Lily estuviera justo esa noche en el club con unos híbridos rondando por allí., sólo esperaba que no se metiera en ningún lío.

Salí disparada hacia la zona industrial. Había una niebla ligera por la zona, que se levantaba fantasmagórica desde el suelo. No percibía ningún movimiento, pero aun así me puse un escudo para no anunciar mi presencia. No quería llamar a Robb, si supiera que me acercaba me mandaría para casa. Era mejor encontrarle y luego ya vería cómo se lo explicaba.

De pronto oí cómo se acercaba un vehículo por la vía de servicio y se detenía frente a una de las naves. Bajaron dos tipos, que miraron en todas las direcciones antes de entrar en la nave. Era curioso, pero me había parecido reconocer a uno de ellos. Podría tratarse de alguno de los hombres de James y quizás le había visto en la comisaría, pero no estaba segura al cien por cien.

Me acerqué sigilosamente y forcé el portón del vehículo, quería ver si habían dejado algo allí que me diera una pista. En la parte trasera había unas mantas y unas esposas que estaban aún enganchadas al bastidor del vehículo. Era muy probable que hubieran trasladado así a Snake, con lo cual me encontraba en el sitio correcto, tenía que estar en esa nave. Me acerqué a la pared e intenté vislumbrar algo por las ventanas, pero sólo veía oscuridad. Rodeé la nave buscando alguna otra forma de acceso y entonces oí algo sobre mí, como un crujido sobre el tejado. Me acerqué al lateral de la nave y me quedé allí quieta, escuchando en silencio. Parecía que había sido falsa alarma porque no había nadie a la vista. Me disponía a continuar la inspección cuando alguien saltó desde el tejado y aterrizó frente a mí.

Se trataba de un chico, híbrido sin lugar a dudas, pues su energía irradiaba entorno a él. Tenía un aspecto imponente, era alto, fuerte y sobre todo hostil. Su cabello era rubio dorado y se le rizaba detrás de las orejas. Tenía unos enormes ojos azules y su rostro era hermoso, pero quizás demasiado perfecto. Sin embargo, a pesar de su belleza, desprendía un aura inquietante que me hizo temerle de inmediato. Era peligroso, se veía y se sentía. Me miraba atentamente, evaluándome. Yo mantuve mi escudo, no podía dejar que me descubriera, tenía que salir de allí sin que supiera que no era humana. Inclinó su cabeza un lado, como esperando mi reacción.

–Hola, preciosa, ¿qué haces sola por aquí tan tarde? ¿No sabes que por la noche salen los lobos? –dijo sonriendo como si el lobo fuera él.

 Tenía una voz penetrante, profunda y sin duda sabía utilizarla, trataba de flirtear conmigo.

–¡Uhm!,… hola. Estaba buscando ayuda, se me ha averiado el coche en la carretera general. No tendrás unas pinzas para la batería, ¿verdad?– dije improvisando.

Señalé hacia donde se suponía que estaría mi coche. Me sonrió, acercándose un poco a mí y negó con la cabeza sin dejar de mirarme. Su avance me hizo retroceder.

–No temas– dijo deteniéndose y volviendo a penetrarme con su mirada.

–Voy a continuar hasta el club, seguro que alguien me puede echar una mano o podré llamar por teléfono a la grúa–le dije.

Y sin quitarle la vista de encima comencé a alejarme. Él me seguía y me volví decidida a hacerle frente. Me miraba divertido, sabiendo que le temía y regodeándose en ello.

–Si te atreves a tocarme te voy a partir la cara para que no puedas poner esa estúpida sonrisa durante un tiempo–le amenacé.

Me miró, sorprendido, y de pronto se dobló en una carcajada. Ahora sí que tenía ganas de atizarle. Le miré con furia, notando cómo me iba encendiendo, pero no podía permitirme perder el control, tenía que contenerme, si no lo tendría muy difícil con él. Si descubría que era como él, entonces sabría lo que había ido a buscar allí y no podría escapar. Sin duda sería más fuerte y experimentado que yo. Era casi tan alto como Robb, de espaldas anchas como él, pero donde Robb me había inspirado siempre seguridad y confort, él me inspiraba hostilidad y peligro. Dejó de reír y me miró aún más complacido.

–¡Vaya, vaya!, ¡qué carácter! ¡Créeme!, si te tocase te gustaría, te lo aseguro, pero sólo quería ofrecerme a acercarte al club. Y ya que vamos allí, podría invitarte a tomar una copa, ¿qué me dices? Tengo la moto justo ahí–dijo.

Señaló una BMW que estaba aparcada detrás de la nave. Entonces pensé que si Robb estaba de camino al almacén para recuperar a Snake, quizás le vendría bien que yo entretuviera a uno de los tipos. No sabía cuántos habría en la nave, pero al menos estarían los dos que habían entrado antes, el rubiales que tenía delante y quizás alguno más, aparte de Snake. Si Robb venía con sus dos amigos tendrían más posibilidades de éxito si yo entretenía al rubiales un rato por ahí. Hice como si me lo pensara.

–Acepto. Me gusta tu moto–dije intentando flirtear con él.

Esto le hizo de nuevo reír.

–Aún no me conoces nena, si no te aseguro que no pensarías que lo mejor de mí es mi moto– dijo provocador.

Le miré levantando una ceja y le seguí hasta la moto. Me pasó su casco y me indicó que me montase detrás de él. Y lo hice, pegándome a él. Mientras, él se volvió con una expresión de autosuficiencia en su rostro y me guiñó un ojo.

Si le quería hacer pensar que estaba ligeramente interesada tenía que actuar un poco, con lo cual sonreí, flirteando. Eso sí, tenía claro que cuando esto acabase me aseguraría de premiarle con una patada en la entrepierna como recuerdo.

Llegamos al club y bajamos de la moto. Le tendí el casco, asegurándome de rozarle la mano según lo cogía. Miró nuestras manos y luego alzó la mirada lentamente hasta mí, deteniéndose descaradamente en mi escote antes de llegar a mi rostro. Su mirada era depredadora. Sin duda era muy atractivo, pero daba miedo, este tío era peligroso de verdad. Pero yo ahora podía manejarle, no sabía qué aptitudes tendría él, pero yo era el Equilibrio y eso tendría que valer de algo.

–¿No ibas a tomar un copa conmigo?–le pregunté.

Y sin esperar su respuesta, me giré y me dirigí hacia el club sacando caderas. No tenía muy claro si tendría éxito, no iba muy sexy esa noche y ligar se me daba fatal, pero como esto no iba en serio, resultó más fácil seguirle el juego. Me abrí del todo la chaqueta y me bajé un poco la camiseta para lucir más escote, ¡tendría que valer! Noté que me seguía y se adelantaba para abrirme la puerta del club.

Se notaba que era un día entre semana porque había menos jaleo que el viernes pasado. El grupo que tocaba debía ser el de Jason y creí reconocer que tocaban algo de Aerosmith. El rubiales me cogió la mano, deteniéndose  a enlazar sus dedos con los míos y después me llevó hacia la barra. Una vez allí me cogió por la cintura y me levantó, aupándome en un taburete alto, de forma que quedamos a la misma altura.

–¿Y bien?–dijo–¿Vas a decirme ahora que hacías sola merodeando por esta zona? No pensarás que voy a tragarme lo del coche–.

O sea que no le había convencido mi versión… o quizás se estaba tirando un farol para ver si me destapaba yo misma. Intenté ganar tiempo.

–¿Cómo te llamas?–dije mordiéndome el labio.

 Sonrió, desviando la mirada a mi boca.

–¿Importa?– dijo.

–En realidad, no. No creo que mañana lo recuerde de todos modos–le provoqué.

Su sonrisa se hizo más amplia. Se acercó el camarero, el mismo tipo calvo del otro día.

–¿Qué vais a tomar?–preguntó.

Él no apartó sus ojos de mí. ¿Me estaba poniendo a prueba?

–Una cerveza–dije.

–Que sean dos–añadió él.

–Identificación–pidió el calvo al sospechar que yo era menor.

–Mejor tráeme una coca cola light–dije con cara de pocos amigos.

Entonces él se volvió hacia el camarero.

–Mi chica quiere una cerveza, ¿no podríamos hacer hoy una excepción?– dijo persuasivo.

Y el tipo calvo se fue asintiendo y nos trajo dos botellines de cerveza. ¡Él lo había hecho!, le había sugestionado para que se saltara lo de la identificación. Era consciente de que apenas se había esforzado, lo había notado. Sabía lo que se hacía y yo tenía que mantener mi escudo fuera como fuera, ahora más que nunca.

Me acercó una botella y levantó la suya para que brindásemos. Las hicimos chocar y bebí un trago, que me supo amargo y asqueroso, pero que tuve que tragar. Y entonces vi a Lily acercándose a la barra. ¡Dios mío!, se iba a destapar todo si me veía aquí. ¿Qué podía hacer? Y sin pensarlo dos veces, le cogí de la camiseta y le atraje hacia mí, plantándole un beso en los labios. Él no perdió el tiempo, me cogió por la cintura y levantándome en volandas me llevó hasta una pared y se incrustó contra mí. De pronto le tenía por todas partes, sus labios sobre los míos, sus manos recorriendo mi cuerpo y sus caderas reteniéndome contra la pared. Yo con el rabillo del ojo veía cómo Lily cogía su coca cola y pagaba y comenzaba a alejarse de la barra. Tenía que pararle antes de que llegara más lejos. Pero en ese momento noté que Robb me llamaba y le corté el acceso. Ahora no era el momento de que entrase en mi cabeza, pero ¿y si me necesitaba?, ¿y si algo iba mal? Él me seguía besando, apasionado, con más delicadeza de la que yo habría jurado que sería capaz por su aspecto. La verdad es que no lo hacía mal, claro que yo no era tampoco una experta para opinar porque en mis diecisiete años sólo me había besado con Robb. Sin embargo sus manos recorrían ávidas  mi cuerpo, mi cintura y comenzaban a bajar hacia los muslos y entonces puse mis manos en su pecho y le aparté. Me miró con los ojos dilatados.

–¿Qué ocurre?, ¿quieres que vayamos a un sitio más íntimo?– dijo respirando con dificultad.

–Perdona, pero no. Mira, la verdad es que no cubres mis expectativas–dije simulando decepción.

Se me quedó mirando, pero ya no sonreía. ¡Touché!, no había nada como tocar el ego a un ególatra. Esto me satisfizo incluso más que la patada en la entrepierna que había deseado darle.

–Y ahora disculpa, tengo que recuperar mi coche– rematé.

Y apartándole, me largué apresurada, mezclándome con la gente.

Me escabullí hasta el baño de chicas y llamé a Robb, pero no le dejé que viera donde estaba, ¡se pondría furioso! Sólo me comuniqué con él.

”Robb, ¿sigues ahí?” pregunté.

“Emma, ¿dónde estabas? preguntó.

“¿Dónde estás tú?, ¿va todo bien?” dije angustiada.

“Sí, todo está bien. Hemos encontrado a Snake, lo tenían en una nave, prisionero. Ya te contaré cuando nos veamos. ¿Y tú?, ¿has tenido problemas con Susan?” dijo.

“No, todo está bien. ¿Cuándo te veré?” insistí.

“No creo que me dé tiempo a volver esta noche, tengo que arreglar unos cuantos temas con Rick y Tom sobre dónde esconder a  Snake. Y ciertamente, me gustaría intentar sonsacarle a mí mismo. Si no me necesitas nos veremos mañana, ¿de acuerdo?” explicó.

“Sí, perfecto. Ten cuidado” dije.

“Y tú. Te quiero” añadió como despedida.

“Te quiero” respondí.

Y aun así le había mentido unas cuantas veces esta noche: escapándome de casa, liándome con un rubio peligroso y haciéndole creer que seguía en casa tan tranquila. ¡Qué horror! tendría que explicárselo muy muy bien, para que viera que había sido todo sólo por ayudarle. Pero iba a estar de difícil que se mostrara comprensivo con el tema.

Me salí del baño por la ventana, observando que la BMW ya no estaba en el aparcamiento y eché a correr a toda velocidad en dirección a casa. Cuando el rubiales descubriera lo que había pasado en la nave, no quería estar en unos cuántos kilómetros a la redonda.

 

A la mañana siguiente Susan parecía un poco desconcertada, a pesar de que antes de despertarla le había hecho pensar que había estado toda la noche vigilándome y que como siempre no había ocurrido nada.

–No llevas tu colgante–mencionó.

–Ya. Me di cuenta anoche de que no lo llevaba, pero debe de estar por algún lado en la habitación, ya lo buscaré después– dije sin darle importancia.

Y aunque no le hizo mucha gracia estaba claro que no sospechaba nada, porque yo le había sugestionado que todo estaba bien.

Llegué al instituto media hora antes de comenzar las clases, y subí a la azotea por si estaba Robb. Según cerré la verja, Robb me tomó en sus brazos.

“Te he echado de menos. ¡Demasiado!” dijo.

Me besó con un beso fuerte y prolongado, que me ayudó a relajarme ahora que veía por mis propios ojos que estaba bien. Le miré con ansiedad por si estaba herido o golpeado, pero salvo por algunos rasguños en su cara, parecía estar ileso y muy cansado.

”He estado muy preocupada por ti. No sabía si estabas realmente bien o si lo decías sólo para tranquilizarme. Pero se te ve agotado, necesitas descansar” dije.

“Estoy bien. Dormiré un rato mientras estás en clase” respondió.

“Cuéntame qué paso ayer” pedí.

 Robb me cogió de la mano y me llevó con él hacia unas colchonetas que empleamos a modo de sofá.

–Mi equipo había localizado a Snake. Estaba en una nave industrial, encadenado y vigilado por los tipos que se lo llevaron. Creo que no les había dado tiempo a ponerse en contacto con James para advertirle de que querían hacer un trato con él. James no estuvo ayer en la ciudad, lo cual fue una suerte porque podríamos no haber llegado a tiempo. No obstante antes de dirigirnos a la nave dimos un rodeo por los alrededores para asegurarnos que no era una emboscada y caíamos como ratones en una trampa– explicó.

 Seguro que por eso yo había llegado antes que ellos.

–No había nadie vigilando fuera de la nave, sin duda un descuido por su parte, y esto nos permitió cogerles desprevenidos. Eran tres y como contábamos con el factor sorpresa no nos costó mucho hacernos con ellos, pero no tuvimos mucho tiempo para andar interrogándolos. ¡Fíjate qué casualidad!, se trataba de los tres tipos que nos cruzamos aquél día en el bosque, con lo cual ya estaban merodeando antes por la zona. Los dejamos inconscientes y nos llevamos en su coche a Snake, encadenado– terminó.

Por eso me había parecido familiar uno de los tipos, ahora recordaba que era el que había ido de avanzadilla el otro día en el bosque.

–Y ¿dónde está ahora Snake?–pregunté.

–Lo tenemos en un refugio en el bosque. Conocía ese lugar, he pasado alguna noche allí antes de decidirme a instalarme en el instituto. Está bastante oculto y no creo que puedan encontrarlo, aun así no le tendremos ahí durante mucho tiempo, es sólo hasta que saquemos de él lo que queremos saber, si es que decide cooperar, porque no está por la labor–respondió.

–¿Le has interrogado y nada?– pregunté.

–¡Eso es! Y te puedo asegurar que no he sido nada amable con él. Incluso he usado tu sugestión, pero no consigo acceder a él. Sigue manteniendo que lo que tiene es gordo y que primero se lo ofrecerá a James y dependiendo de lo que ofrezcamos los demás, quizás esté abierto a negociaciones– me explicó.

Noté que estaba tenso y agotado, necesitaba descansar. Le cogí de los hombros y le incliné para que apoyara su espalda sobre mí, comenzando a masajear suavemente sus hombros y los músculos de su cuello.  Gimió y se dejó hacer, mientras que le sugestionaba para que durmiera.

–Si quieres dormirme para aprovecharte de mí, no es necesario, no ofreceré resistencia– murmuró medio inconsciente.

“Cuando me aproveche de ti “le dije en sus pensamientos “quiero que estés bien despierto y sobre todo descansado, ¿de acuerdo?”.

Pero no obtuve ya respuesta porque se había dormido sobre mi regazo. Llegaba tarde a clase, por lo que le dejé allí, le arropé con una manta y le besé suavemente en los labios.

 

Lily estaba emocionada con su escapada de anoche. Me estuvo contando que el grupo de Jason tocaba genial y que era una pena que me lo hubiera perdido.

–¡Fíjate!, Jason asegura que te vio por allí pegándote el lote con un tío rubio–soltó.

Yo palidecí y la dejé continuar.

–¡Y yo le dije que había bebido demasiado!, ¿Emma Newmann saliendo un día entre semana y engañando a su novio? ¡Imposible!– aseguró divertida.

 –Sí, claro, debió de confundirme con otra persona– contesté cambiando de tema.