CAPÍTULO V
La alarma de mi móvil sonó un par de veces antes de que me espabilara lo suficiente para conseguir apagarla… Eran las siete de la mañana, hora de levantarse para ir al instituto. No podía creerlo, había dormido toda la noche de un tirón por primera vez desde que llegué aquí…
Había dejado de llover por fin en algún momento de la noche, pero el cielo permanecía bastante nublado. Me puse unos vaqueros, unas botas altas y una blusa azul turquesa, a juego con mis ojos. Hoy me sentía más optimista de lo normal y tenía ganas de ir a clase. Quizás averiguaba algo más sobre el chico de mis sueños o al menos podría investigar de qué iba todo eso del cielo y el infierno. ¿Me habría dado él ese libro a propósito? Tenía que averiguar todo sobre él. Quería encontrarle y preguntarle de qué iba todo eso. Necesitaba saber si me estaba siguiendo y si era así, que me explicara el porqué. ¿Por qué estaría en mis sueños cada noche?, ¿y por qué me hacía sentir así si ni siquiera le conocía?
Mi tía me esperaba en la cocina, con un bol de cereales y un zumo de naranja listo sobre la mesa.
–Buenos días, Emma. Aún no sé muy bien lo que te gusta, espero que esto sea de tu agrado –dijo señalándome el desayuno.
–Gracias, tía Susan, pero no tienes que molestarte, puedo prepararme el desayuno yo misma. Y sí, ¡está genial!, suelo desayunar cereales o tostadas–le aclaré.
Me acerqué a la isla que usábamos como mesa y me aupé en uno de los taburetes con los cereales y el zumo. Mi tía se acercó con un plato de fruta que ya estaba acabando y se sentó a mi lado.
–Emma, quería disculparme por el interrogatorio de ayer en la cena. Sé que James no fue muy delicado y por tu expresión vi que te sentiste un poco mal con todo esto. Ya le he dicho que todo está muy reciente y que no te gusta hablar del pasado, pero quiero que sepas que no lo hizo con mala intención. Tan sólo quiere ayudarte y cree que conociéndote mejor y hablando sobre tus recuerdos te será más fácil seguir adelante–me explicó.
Guardé silencio un instante antes de contestar. Se me había quitado el apetito, la verdad.
–Sí, claro. No te preocupes, sé que no lo hizo con mala intención. Tan sólo es que es duro,… aún–dije.
Mi tía sonrió condescendiente.
–Pues claro, ya lo sabemos. De todos modos podrías pensar en su oferta para acudir a terapia. Quizás sea buena idea después de todo. Sé que tienes pesadillas y que tienes problemas de integración. Podrías probar–me sugirió.
O sea, que se trataba de eso… Pensaban que estaba deprimida o mal de la cabeza y estaban decididos a mandarme al psicólogo. Dejé el desayuno sin empezar y bajé del taburete.
–Tía, no te preocupes tanto. Estoy bien, creo que no necesito ayuda, ¿vale? Agradezco mucho que James y tú estéis preocupados por mí, en serio, pero todo está bien. Debo irme. He quedado para repasar con Lily antes del examen–dije.
Mi tía se quedó mirándome mientras me dirigía hacia el garaje. Cuando estaba preparando la bicicleta la oí acercarse.
–Emma, llévate hoy mi coche, todo está embarrado y en bicicleta te pondrás perdida. Yo hoy no lo necesito porque trabajaré desde casa–me dijo.
Cogí las llaves del coche que me tendía y le besé la mejilla.
–Gracias, tía. ¡Hasta la tarde!–me despedí.
¡No estaba nada mal! Hoy iría en coche al instituto.
El parking del instituto estaba aún despejado. Como salí sin desayunar había llegado media hora antes de que comenzaran las clases. La gente solía apurar el tiempo al máximo, sobre todo los alumnos afortunados que tenían ya coche y que podían desplazarse evitando las inclemencias del tiempo. Faltaban sólo una par de semanas para la primavera y el clima seguía frío y húmedo, con lo cual no quería ni imaginarme cómo sería desplazarme en bicicleta por estos caminos el próximo invierno.
Eché un vistazo al aparcamiento de motos, sólo para asegurarme de que la Harley no estaba allí. Quizás él era alumno del instituto y en ese caso estaría en último curso porque parecía mayor que yo,… pero de ser así Lily lo habría sabido. No era probable que se le hubiera escapado de su radar un chico como ése. De hecho, de conocerlo, supongo que tendría un dossier completo sobre él. Pero tampoco podía ser un profesor, ni siquiera en prácticas, porque para eso era muy joven.
Subí a clase y me dediqué a repasar mentalmente los temas de Biología. Teníamos el examen a tercera hora, pero no lograba concentrarme, ¿de qué iba todo ese tema de ángeles y demonios? Tenía que encontrar un hueco después del almuerzo para pasar por la sala de ordenadores y hacer un buen barrido por internet. Eché mano a la mochila para sacar el libro, tenía que leerlo con atención por si contenía alguna pista. Entonces un chico pronunció mi nombre. Levanté la vista y me encontré con Zack apoyado sobre mi pupitre, sonriente.
–¡Hey Zack!– dije.
Instintivamente cerré el libro y me dispuse a meterlo en la mochila. Zack extendió su brazo y me detuvo, tomando mi muñeca entre sus dedos con suavidad.
–¿Qué lees?– preguntó.
–E… ¡nada interesante!–respondí esquiva.
Me alegré de haber colocado de nuevo la encuadernación negra en el libro de forma que no daba pistas sobre su contenido. Zack sonrió de nuevo y liberó mi muñeca.
–Saber qué tipo de libros te apasiona me ayudaría a conocerte un poco mejor. Sólo es curiosidad mórbida, ya sabes–dijo flirteando conmigo.
Me hizo sonreír. En realidad Zack era bastante simpático. Era el tipo de chico encantador que se relacionaba con todos los grupos en el instituto, justo al contrario que yo, que me costaba relacionarme con gente que no conocía. Me esforcé un poco por continuar la conversación.
–¿Qué tal ayer en Chancey´s?, ¿lo pasasteis bien?–me interesé.
Zack se recostó más en mi pupitre y puso los ojos en blanco.
–Ya sabes, la misma rutina de siempre. Tenías que haber venido de todos modos, seguro que tampoco lo pasaste bomba en la biblioteca, ¿no?–insinuó.
Mi tarde realmente no había sido nada rutinaria, pero eso mejor me lo guardaba para mí, preferí responderle encogiéndome de hombros y dejándolo correr.
Sonó el timbre, anunciando el comienzo de las clases, y el señor Smith atravesó la puerta del aula en ese mismo instante. Zack puso un gesto de fastidio y guiñándome un ojo se dirigió hacia su sitio, dos filas más atrás. Le sonreí, despidiéndome con un gesto de mi mano.
Me incliné para sacar de la mochila el libro de matemáticas y vi a Lily entrar atropelladamente en clase. Había llegado bastante justa a las clases por tercera vez consecutiva esta semana, si seguía así iba a recibir una amonestación. El señor Smith, que se disponía a cerrar la puerta en ese momento, le llamó la atención.
– Señorita Walter, por favor, intente respetar los horarios de entrada–le sermoneó el profesor.
Lily le dedicó una sonrisa angelical, asintiendo y sentándose rápidamente a mi lado. Inmediatamente se inclinó hacia mí y me susurró a toda velocidad.
–¡Por fin viernes! y tengo muy buenas noticias. Hoy toca un grupo de rock bastante potable en un club que conozco a las afueras de la ciudad. Es un sitio guay donde van tíos de verdad. Y ¿sabes qué?– dijo sin esperar a que respondiera– ¡Nosotras vamos a ir!–.
Empecé a abrir la boca para protestar, pero no me dio la oportunidad y siguió hablando acelerada.
–¡Tenemos coartada! Mis padres van a pasar el fin de semana a las islas por su aniversario y les ha parecido genial que pasaras el fin de semana conmigo en casa. ¿No es perfecto? Tenemos casa, coche, plan... ¿no es genial?–dijo emocionada.
Miré hacia la pizarra, donde el señor Smith estaba desarrollando la demostración de un teorema que ambas nos estábamos perdiendo. No sabía qué decir. Si me hubiera propuesto esto anteriormente me hubiera parecido algo emocionante y genial, pero desde lo ocurrido el día de mi cumpleaños se me habían quitado las ganas de salir por ahí. Me sentía responsable especialmente de la desaparición de Christine, por empeñarme en ir de marcha en contra de su voluntad sin pensar en las consecuencias. No obstante me esforcé por explicarme y no desanimarla.
– Lily, no sé… No soy muy asidua de las fiestas, no suelo encajar bien–me excusé.
Esto le hizo abrir los ojos como platos y volver al contrataque.
–¡Vamos, Emma! ¡Por una vez que surge un plan interesante por aquí no podemos simplemente no ir!… Además se trata de un buen grupo. Te gusta la música, ¿no? Podemos pasarnos por allí, escuchar al grupo, bailar un poco y soltarnos la melena por una noche –me sugirió.
Me recordaba exactamente a cómo me había comportado yo con Christine, intentándola arrastrar conmigo aunque ella no quería. Seguía sin sentirme muy convencida, pero ella sin lugar a dudas estaba entusiasmada y me dolía contrariarla. Se había esforzado tanto en congeniar conmigo desde que llegué aquí que se lo debía.
–Bueno, luego lo hablamos con más calma, ¿vale? Nos estamos perdiendo la clase–dije.
Lily sonrió triunfante.
–¡No te arrepentiráaaas!– canturreó.
–Todavía no he dicho que sí– dije.
–Ya, ¡pero lo harás!– concluyó.
El resto de la mañana transcurrió rápidamente. El examen de biología no fue complicado, aunque Zack y Lily salieron despotricando, acusando a la señora Johnson de haber metido preguntas que no aparecían en el temario… Yo preferí no hacer comentarios y me limité a escucharles y a darles la razón en todo lo que decían.
Después de Literatura, Zack pasó a recogernos para ir a almorzar juntos. Con él venían un par de chicos de su grupo, a los que me presentó, pero no llegué a memorizar sus nombres, no era buena en recordarlos a la primera. Nos dirigimos juntos a una mesa de la cafetería y yo elegí un sitio contra la pared, donde era más fácil no estar en el centro de la conversación. Zack se adelantó para sentarse a mi lado, pero Lily fue más rápida y le quitó el sitio.
–Lo siento, tenemos que hablar. ¡Cosas de chicas!–dijo dirigiéndose a Zack.
Zack me miró un poco desilusionado y yo me encogí de hombros, excusándome. Sentí un poco de lástima por él y es que Lily no tenía ningún tacto, ¡arrasaba con todo! Pero al menos Zack tenía a sus amigos y no le faltaría conversación.
Lily se volvió hacia mí, excluyendo al resto del grupo de la conversación.
–Bueno, ¿me vas a acompañar esta noche o no?–preguntó impaciente.
Suspiré antes de responder.
–Bueno, llamaré a mi tía y le pediré permiso, ¿de acuerdo? Espero que me deje ir, pero tendré que darle algunos detalles. A ver, ¿dónde está ese club? Supongo que permitirán acceso a menores, ¿no? Y ¿no habrá movidas extrañas? No quiero meterme en problemas y que mi tía se disguste–dije.
–¡Vamos, Emma!– dijo Lily poniendo los ojos en blanco –Arriésgate un poco. ¡Es un sitio genial! Ya he estado más veces y... ¡aquí estoy!, sana y salva–.
Bajó un poco más la voz y continuó.
–Mira, después de clase te acompaño a casa de tu tía. Déjame hablar a mí, puedo ser muy convincente–propuso satisfecha.
–Sí, ya veo– afirmé pensando en el lío en que seguramente Lily me estaba metiendo.
Ahora que ya veía que me tenía, continuó más tranquila.
–Pasamos después por tu casa y preparas una bolsa con tus cosas para el fin de semana. Puedes traerte los apuntes si quieres porque supongo que también querrás estudiar, ¿no? ¡Lo pasaremos genial!–dijo.
La verdad es que el plan no tenía mala pinta. Me gustaba estar con Lily. Era alocada y muy diferente a mí, pero me divertía con ella y me permitía olvidar todo lo demás. Y estaría bien ir a un concierto de rock, era una de mis asignaturas pendientes.
–¡Vale!–me rendí– ¿No vamos a ofrecerles a Zack y a los demás que se unan a nosotras?–.
Lily me miró con cara de incredulidad.
–¡Ni hablar, Emma! ¿Estás loca? Seguro que Zack aceptaría. ¡Mírale!, no puede dejar de mirarte. Se apuntaría seguro, traería consigo a sus amigos y se nos fastidiaría el plan. Definitivamente tenemos que estar disponibles para conocer a tíos de verdad. Ya hay bastantes niñatos en el instituto, no hay que rodearse de ellos también el fin de semana –protestó.
O sea que ése era el plan de Lily, conocer chicos… Esto me echó un poco para atrás, quizás me había precipitado un poco siguiéndole la corriente. No me apetecía mucho ir por ahí en plan loba, este tipo de caza no era lo mío…
–No sé, Lily–dije–Quizás deberías pedírselo a otra chica un poco más atrevida que yo. Conmigo seguro que no te sale bien–.
Mi comentario hizo que Lily se contrariase y empezó a hacer aspavientos con las manos.
–¡No me lo puedo creer Emma! Te propongo un plan estupendo para el fin de semana y te rajas–protestó.
No la respondí. Preferí bajar la cabeza hacia mi bandeja y comencé a picotear mi ensalada de pasta. Ella estuvo callada un instante y luego continuó.
–Además ¿no te iban las motos?–me preguntó.
E hizo una pausa esperando ganarse mi atención. Y lo consiguió inmediatamente. La miré con curiosidad y entonces continuó.
–Pues si es así, ese club es el sitio idóneo. Es el lugar de parada de los moteros de esta zona. Quizás encuentres al propietario de la Harley–me insinuó.
Lily había tocado la tecla correcta y ella lo sabía. ¡Ya me tenía! Me invadió una curiosidad extrema por el famoso club y sus asiduos moteros. Bueno, Lily podría ir de caza si era lo que quería, eso no implicaba que yo tuviera que hacerlo. Yo podía acompañarla y echar un vistazo. Parecía que aquel club era el sitio más indicado para iniciar la búsqueda de mi misterioso motorista.
–Vale, estoy dentro. Ya puedes ir pensando en cómo convencer a mi tía porque ahora realmente quiero ir–admití.
Lily levantó el puño en señal de triunfo.
–¡Sí!– gritó.
Los chicos, que estaban enfrascados en su conversación, se giraron a mirarnos y Zack dirigiéndose a mí, movió los labios pronunciando un silencioso “What´s up?”. Yo me encogí de hombros al mismo tiempo que Lily se volvía hacia ellos.
–¡Increíble!, se nos ha sincronizado el período– dijo tan fresca.
¡Dios mío! Noté como me sonrojaba de pies a cabeza mientras Lily se volvía hacia mí.
–Cosas de chicas, ¿no?–añadió guiñando un ojo.
Esto era lo que cabía esperar cuando te juntabas con Lily, situaciones embarazosas a cada momento.
Tras las clases le dije a Lily que necesitaba pasar por el aula de ordenadores para consultar unas cosas en internet y quedamos en que me esperaría en el parking del instituto a las cinco para acompañarme a casa de mi tía y así desplegar su poder de convicción. Además no se notaría demasiado que lo teníamos preparado porque yo tenía que devolver el coche a mi tía y con la excusa de preparar la bolsa y luego volverme a la ciudad con Lily, le permitía explicarle a ella misma todo el plan. Me tranquilizaba saber que sería ella la que mentiría y no yo, porque a mí mentir se me daba fatal.
Me instalé en uno de los ordenadores de la sala de informática y aproveché la conexión de red para mi portátil. Bien, ¡a investigar! Abrí Google y tecleé: “batalla celestial: ángeles y demonios”. Aparecieron una gran cantidad de enlaces, muchos de ellos relativos a citas bíblicas, especialmente del libro del Apocalipsis. Según la biblia los ángeles eran seres hermosos y poderosos que fueron creados por Dios y que vivían en el cielo, junto a él. Dios situó a un ángel, al más hermoso, al que más apreciaba y amaba, al mando de su ejército celestial. Pero este ángel desafió a su creador porque quería ser el más poderoso. Quería ser como Dios. Evidentemente se trataba de Lucifer y en su levantamiento fue respaldado por una parte de sus compañeros. Debía de tener un fuerte poder de convicción, ya que convertirse en adversario de Dios no era una decisión que se tomaba a la ligera. El segundo al mando, Miguel, se adelantó para defender a Dios de los traidores y se desencadenó la primera gran batalla celestial, con fuertes enfrentamientos entre los dos bandos y que acabó con la expulsión del cielo de Lucifer y sus secuaces. Aparentemente sólo un tercio de los ángeles se fue con Lucifer, pero en otros escritos se decía que los bandos estaban igualados, de forma que existía un equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal. No obstante los enfrentamientos entre los bandos perdurarían por toda la eternidad, dejando a los humanos en medio de la contienda que libraban el cielo y el infierno.
Me dirigí a mi taquilla dando vueltas a lo que acababa de leer en internet. Siempre había pensado que la temática de ángeles y demonios era exclusiva de la religión católica y aunque era impresionante lo bien documentada que estaba, no podía pensar en ello más que como una buena historia, con unos personajes hermosos y míticos que habían dado pie a leyendas, historias y montones de películas. Pero aparentemente había muchas religiones que creían que existía un enfrentamiento eterno entre el bien y el mal, o la virtud y el pecado, o el yin y el yang… Se trataba de un tema interesante, sin lugar a dudas, pero ¿qué tenía que ver esto conmigo? Me había convencido de que fue el chico misterioso quien quiso que me llevara ese libro por alguna razón, pero no encontraba ninguna pista sobre lo que quería decirme con él. Incluso examiné el libro a fondo por si me había dejado algún mensaje oculto entre las páginas, en los bordes o debajo de las tapas, pero no encontré nada fuera de lo normal. A excepción de la temática, que no era nada normal. Comencé a vaciar mi mochila en la taquilla, tomando la decisión de dejar allí el libro durante el fin de semana. No me interesaba en absoluto que mi tía lo encontrara por casa, no quería darle razones para que pensara que no estaba en mi sano juicio, si es que no lo pensaba ya.
En ese momento alguien me tocó el hombro y, sorprendida, no pude evitar dar un bote y soltar un chillido de pánico. Mi estuche con todo su contenido se desperdigó por el suelo, alrededor de mis pies. Levanté la mirada y se trataba de Zack, que se había acercado sin que me diera cuenta por el pasillo.
–Emma, lo siento. No quería asustarte–se excusó.
Estaba aliviada al ver que era sólo él, tanto pensar en demonios me había puesto de los nervios. Me apresuré a recoger mis bolis y él se agachó de inmediato para ayudarme.
–Estaba pensando en otras cosas y no te oí llegar–me justifiqué.
Guardé todo de nuevo en el estuche y lo cargué en la mochila. Cerré la taquilla y me volví, encontrándomele justo frente a mí, mirándome fijamente. Le devolví la mirada, intrigada ¿Qué quería exactamente? Ahora que me fijaba, me di cuenta de que Zack no estaba nada mal. Además de simpático, tenía unos ojos grandes y expresivos de color castaño, que quedaban muy bien en contraste con su piel dorada y su cabello rubio oscuro. Era guapo y estaba empezando a intimidarme mirándome con esa intensidad…
–E… Lily me está esperando fuera–me excusé.
Zack asintió y me acompañó hasta el parking.
–¿Tienes planes para el fin de semana?– preguntó– Si quieres podríamos hacer algo juntos…–.
O sea que quería que saliéramos por ahí. Lily tenía razón, estaba interesado en mí. Pero yo no pensaba en él de ese modo, menos aún después de lo que pasó ayer en la biblioteca. Intenté darle largas.
–La verdad es que sí que tengo planes. Lily y yo tendremos un fin de semana de sólo chicas, con pelis ñoñas, maquillaje, fiesta de pijamas y cosas de esas, ¡ya sabes!–comenté.
Me miró con una expresión un poco decepcionada.
–Sí, ya lo capto. ¡Períodos sincronizados!–dijo con una mueca muy cómica.
No pude evitar soltar una carcajada, a la que él también se unió. Este chico tenía química, era difícil no querer estar con él. Ya en el parking vimos a Lily esperando junto a mi coche en su todoterreno. La saludé para que viera que ya iba y me respondió del mismo modo. Me volví para despedirme de Zack.
–¡Que pases buen fin de semana!–le deseé con una sonrisa.
–Vosotras también– respondió–¡Sed buenas!–.
Lily me siguió hasta casa de mi tía y aparcó cerca de la entrada. Dejé el coche de mi tía en el garaje y volví a recoger a Lily, que estaba admirando la propiedad con expresión de incredulidad.
–¡Vaya Emma!, vives prácticamente en el bosque. Si ése árbol de ahí estuviese un poco más cerca, podrías usarlo de armario ropero–se burló.
La miré con reprobación.
–¡Si así es como esperas ganarte a mi tía estamos listas!–le advertí.
Lily sonrió y se defendió.
–Éste era mi comentario para ti, cuando me dirija a tu tía elogiaré su gusto por la naturaleza y por la exquisitez de la decoración, ¿vale? Soy una chica con recursos–dijo.
Puse los ojos en blanco y avancé por el sendero de la entrada.
–Lily, ¿qué tal prensa tiene mi tía en la ciudad?–pregunté.
Lily se encogió de hombros.
–No lleva mucho tiempo viviendo aquí, por lo que no sé decirte. Y viviendo tan apartada tampoco hace mucha vida social. La verdad es que no la conocía hasta que viniste a vivir con ella–dijo.
–Lily, si mi tía lleva aquí tan poco tiempo ¿cuándo conoció a James?–pregunté.
Lily parecía confusa.
–Ellos vinieron juntos hace no más de un mes. Como había un puesto vacante en la comisaría él comenzó a trabajar allí de inmediato–dijo.
– ¿Y sabes si vivían juntos antes de trasladarme yo aquí? Me da la sensación que se han separado por mí, ya sabes… Y la verdad es que no me gustaría entrometerme en su relación–dije.
Lily no sabía si antes habían vivido juntos o no. Yo en el fondo me alegraba de que no lo hicieran, James me incomodaba bastante y eso que coincidía poco con él. ¡No podía ni imaginarme cómo sería convivir con él!
Entramos en el hall y avisé de nuestra llegada.
–Tía Susan, ya estoy aquí. Traigo a una amiga–anuncié.
Mi tía bajó las escaleras y se acercó sonriente.
–¡Hola chicas!, ¡qué bien que hayas traído a tu amiga Emma! Acabo de hacer galletas, ¿queréis merendar?–nos ofreció.
Lily se acercó a mi tía estrechando su mano.
–Hola, soy Lily Walter. Muchas gracias, sería genial tomar algo para merendar, estamos hambrientas. Hoy la comida de la cafetería ha sido una bazofia. No se puede imaginar qué recortes estamos sufriendo últimamente en el instituto–comentó.
Lily cogió a mi tía por el brazo y se dirigió con ella hacia la cocina. Yo las seguía justo detrás, admirando la labia de mi amiga. Ella se giró y me guiñó un ojo.
–Emma, ¿por qué no vas preparando las cosas para el fin de semana? Yo ayudaré a tu tía con la merienda–sugirió.
Yo asentí y escalé a mi habitación, dejándole vía libre con mi tía.
Nada más entrar en la habitación noté que alguien había estado allí. Todo estaba en su sitio y yo, si bien era ordenada, solía romper un poco el orden total con algún desequilibrio: algunos libros sobre la mesa, cd’s en el suelo,... pero todo estaba perfecto. Suponía que mi tía había estado de limpieza en mi habitación. Como era un poco maniática con mis cosas tendría que venderle que eran mis tareas y que ya me ocuparía yo de hacerlas…
Saqué una bolsa de deporte del armario y comencé a preparar lo que necesitaba para el fin de semana fuera: la bolsa de aseo, un camisón y los libros. Había dejado la puerta de mi habitación abierta y oía a Lily explicando a mi tía lo bien que me vendría estar con alguien de mi edad el fin de semana, que estudiaríamos juntas para los finales, que veríamos películas, etc… Parecía una chica responsable y sensata.
Estaba acabando el equipaje cuando Lily entró en mi habitación con una bandeja con dos tazas de café y un platito de galletas.
–¡Ha dicho que síiii! Ya podemos brindar–dijo y me ofreció una taza de café.
–¿Brindamos con café?– pregunté extrañada.
–Mejor con café que con nada–dijo, sonriendo satisfecha.
Se suponía que mi tía se había quedado hablando con la señora Walter para confirmar que podía quedarme en su casa, pero ambas sospechábamos que lo que haría sería verificar la coartada, cosa que Lily ya había previsto. Después de tomarnos el café, Lily abrió mi armario de par en par y comenzó a revisar cada uno de los modelos. Me acerqué divertida.
–Sírvete tú misma, lo mío es tuyo–ofrecí con un gesto teatral.
Lily me sacó la lengua y se metió literalmente en el ropero.
–Estoy eligiendo tu modelito para esta noche, boba–dijo.
–Ya he preparado la bolsa. He metido una falda corta y una blusa que creo que irán bien– aclaré.
Lily asomó la cabeza entre la ropa.
–¡Bah! Eso no nos sirve. Necesitas algo provocativo y sexy, si es posible que sea negro y ajustado–sugirió.
– No creo que encuentres algo así en mi armario, pero sí que tengo una cazadora de cuero que creo que servirá. Déjame ver–dije resignada.
Encontré la cazadora y Lily se hizo con mis famosas botas de tacón que había enterrado en su caja en el fondo del armario.
Dejé a Lily acabando mi maleta y me acerqué al ropero de la escalera donde había colgado el día anterior mi chubasquero. Mi tía hablaba por teléfono en susurros, lo que picó mi curiosidad y me esforcé por escuchar la conversación. Parecía preocupada y hablaba con James acerca de que iba a pasar el fin de semana fuera.
– Sería sospechoso que no la dejáramos salir de casa, James y además sabremos dónde está en todo momento–decía.
¿Pero qué le importaba a James lo que mi tía me permitía o no hacer? Me daba la sensación de que era un manipulador. En ese instante Lily salió de mi habitación cargando con mi bolsa y dejé pasar el tema. Ya lo hablaría con Susan en otro momento.
Salimos a toda prisa hacia casa de Lily para evitar que mi tía hiciera demasiadas preguntas sobre nuestros planes para el fin de semana. Una vez en casa de Lily, me instalé en su habitación y nos preparamos para arreglarnos para la noche. Pasado el trago de mentir a mi tía, me sentía emocionada mientras nos preparábamos para nuestra salida de chicas. Lily se encargó de arreglarme y yo me dejé hacer, se veía que sabía de esto mucho más que Christine y yo.
Me alisó el pelo con mucha paciencia y luego me lo dio volumen, haciendo que quedara brillante y en ondas sobre mi espalda. También me maquilló, ahumando mis ojos en tonos ceniza que destacaban mucho mis irises azules y los definió aún más enmarcándolos con delineador y con máscara. Finalmente me hizo ponerme uno de sus vestidos. Era de tirantes, negro y con brillos por la parte delantera y se me pegaba demasiado a la piel, a la vez que no llegaba a taparme ni la mitad de los muslos. Intentó que me pusiera medias de rejilla, pero me negué. Ya era bastante escandaloso el conjunto de minivestido y botas de tacón. La chaqueta entallada de cuero encajaba perfectamente con el conjunto y al verme en el espejo no podía reconocerme. Parecía mucho mayor y además me daba aspecto de tía dura,… ¡lo contrario de lo que en realidad era!
Lily se puso un top muy ceñido y unos pantalones cortos de cuero que dejaban muy poco trabajo a la imaginación. No tuvo ningún reparo en ponerse las medias de rejilla y unas botas con unos tacones de aguja de al menos quince centímetros, que podrían haberse usado perfectamente como armas en un combate de esgrima. ¡Estaba impactante!, ¡ambas lo estábamos! No me quité la cruz de mi padre porque le daba un toque gótico al conjunto y además me hacía sentir más segura.
Si una semana antes había estado emocionada por ir por primera vez a un club con Christine, ahora me moría de ganas de ir a ese otro club con Lily. Y no por las mismas razones de mi primera salida, que eran romper la monotonía e ir por fin a un sitio de moda, ahora mi principal objetivo era encontrar al motorista de ojos verdes.