CAPÍTULO VII
Llamé a Lily para avisarle de que estaba bien, que iba camino de su casa. Ella ya estaba allí. Había escapado de la redada y después había vuelto al club para buscarme porque no había conseguido contactarme y estaba preocupada. Robb me llevó de vuelta a casa de Lily y quedamos en que nos encontraríamos la próxima noche. Teníamos que realizar una especie de ritual para unirnos como mentor y potencial y Robb necesitaba tiempo para prepararlo. No me dio ni su móvil ni forma alguna de localizarlo, me dijo que él me encontraría a mí, que era mucho más seguro. Además había que evitar que James me relacionase con Robb. No podían vernos juntos ni saber que nos habíamos conocido o se destaparía nuestro plan. Tendría que actuar con normalidad, como si nada hubiese cambiado en mi vida y esto era lo que yo más temía porque era una pésima actriz. Me alegré de poder quedarme en casa de Lily hasta el domingo, eso me daría tiempo de prepararme mentalmente para enfrentarme a James.
Robb me pidió que volviera a ponerme la cruz por la mañana, porque sin duda ellos habrían notado que me la había quitado. Se me ocurrió insinuar que me molestaba para dormir para que no sospecharan. Con que la cruz era de mi padre,… ¿cómo podían caer tan bajo? Estaba claro que esta gente no tenía escrúpulos. Robb tenía razón, ¡ambos bandos apestaban!
Nos levantamos pasadas las once de la mañana exhaustas después de los acontecimientos de la noche anterior. Lily me contó que había conocido a un chico en el club, aquel con el que la vi bailar antes de ir a por las bebidas. Había saltado la chispa entre ellos y se habían ido juntos al todoterreno a pasar el rato. Robb había estado en lo cierto. Lily se excusó literalmente cien veces por no avisarme de que salía del club, pero le dije que no se preocupara, que lo entendía. En realidad la primera que había desertado había sido yo. Le conté lo menos que pude de mi escapada con Robb porque no quería involucrarla demasiado en el tema por su seguridad, aunque me habría encantado poder contarle todo y desahogarme con ella. Tan sólo le dije que cuando llegó la policía un chico me ayudó a escapar y que habíamos permanecido ocultos en el bosque esperando a que pasara todo y que allí no había tenido cobertura para llamarla. Le agradecí un montón que no hubiera llamado a mi tía, preocupándola sin motivo, pero me dijo que eso no se lo hacía a una amiga.
Estábamos recogiendo los platos de nuestro tardío desayuno cuando alguien llamó a la puerta. Quizás sería su abuela que pasaba a echar un vistazo a ver cómo nos apañábamos. Un instante después Lily entró en la cocina seguida de James. ¡Casi se me cayeron los platos al suelo! Había venido a comprobar que todo estaba bien, por supuesto, pero yo no había previsto enfrentarme a él tan pronto y sabiendo lo que ahora sabía de él no pude evitar estremecerme. Aun así, intenté disimular como me había pedido Robb.
–James, ¿ocurre algo? ¿Está bien tía Susan?– pregunté.
–Sí, Emma, no te preocupes, sólo le prometí a tu tía que pasaría por aquí para ver qué tal estabais. Ya sabes que se preocupa mucho por ti–dijo dirigiendo la mirada a mi garganta, donde afortunadamente había recordado poner de nuevo el rastreador.
–Estamos bien. Ahora la pensaba telefonear, es que nos quedamos viendo pelis hasta tarde y nos acabamos de levantar, pero gracias por pasarte– comenté intentando ser lo más amable posible.
Lily me ayudó, indicándole de nuevo el camino a la puerta. James pareció convencido y se despidió.
–Pasadlo bien y no salgáis por ahí hasta tarde. Ayer hubo un incidente con heridos en un club de carretera, no me gustaría que os vieseis involucradas en un altercado–concluyó sin dejar de mirar nuestra reacción en todo momento.
–Sí, por supuesto, agente James– dijo Lily condescendiente.
Y afortunadamente se largó. Estaba claro que sabía que habíamos estado en el club, sólo deseaba que creyera que únicamente habíamos ido a divertirnos. Lo que nos había soltado era una advertencia, estaba claro. No sé si me tendría incluso vigilada. A lo mejor aún confiaba en el rastreador, pero también sabía que el día anterior me lo había quitado y había desaparecido del club. No tenía claro cómo iba a poder eludirle, quizás no podría verme con Robb esta noche.
Lily volvió y me encontró desplomada en la barra de la cocina.
–¡No soporto a este tío! Seguro que fue cosa suya la redada de anoche en el club, sólo por reventarnos la fiesta–dijo.
Yo asentí. ¡Esta chica era muy aguda!, ¡seríamos buenas amigas! Lo que me recordó a Christine y su extraña desaparición. Tras lo que me había confesado Robb no había dejado de darle vueltas al tema. Estaba claro que mi abuela había sido eliminada para sacarme discretamente de su protección. Me dolía profundamente pensar que yo había sido la causa de su muerte, fuera o no mi abuela siempre me había tratado con ternura y yo la quería por eso. Pero ahora pensaba que la desaparición de Christine seguramente también había sido por mi culpa. Pensé en el tipo de la discoteca, en cómo me pareció verle cerca de nuestro apartamento y cómo Christine se había ido esa noche a pie a casa. Cada vez veía más claro que la habían hecho desaparecer para que no se entrometiera en mi vida y así poder llevarme fuera de Nueva York sin que nadie lo impidiera. De nuevo quedó patente que esta gente no bromeaba. Si habían eliminado a una anciana y a una adolescente sólo para hacerse conmigo, no podría esperar nada bueno de ellos.
Lily y yo pasamos la tarde dando un paseo, mirando tiendas y eligiendo ropa que al final no nos compramos. Y por supuesto hablando de chicos. Fuimos a tomar un helado a Chancey´s y Lily me contó que el chico que había conocido en el club se llamaba Jason y que era bajista en un grupo de rock. Él le había escrito un mensaje para verse esta noche y Lily estaba muy emocionada. Habían quedado en Scratching, una discoteca que estaba en la zona de marcha de la ciudad.
–No te importa, ¿verdad?–gimoteó–Ya sé que era un fin de semana de sólo chicas, pero ¡es que es tan mono!–.
–Pero bueno, ¿no íbamos a buscar tipos duros, hombres de verdad?–dije burlándome un poco de ella.
Me puso cara de pocos amigos.
–Estaba bromeando, boba– me excusé–Claro que no me importa. Te acompañaré y me esfumaré en cuanto aparezca para dejaros solos–.
Me dio un abrazo y de pronto, sin que lo viera venir, Lily centró el interrogatorio en mí.
–Bueno y ¿quién era el chico con el que estuviste anoche? Apenas me has contado nada–preguntó ávida de información.
–Pues como te dije, al oír las sirenas de la poli salí al parking y un chico que se largaba en su moto se ofreció a sacarme de allí. Como la carretera de acceso estaba cortada por la policía salimos hacia el bosque y estuvimos allí ocultos hasta que pasó todo–expliqué lo más brevemente que pude.
Lily no parecía muy convencida.
–Vale y estuvisteis ahí esperando más de dos horas y no cruzasteis palabra, ¿no? ¿Y esperas que me lo crea?–preguntó descontenta con la explicación.
–Pues más o menos es lo que pasó, Lily. Sí que hablamos, pero de cosas normales, del instituto, de música y poco más. Ya sabes que no soy muy extrovertida y además estaba un poco asustada, la verdad es que no ofrecí mucha conversación– mentí, intentando parecer despreocupada del tema.
Lily me miraba recelosa con sus ojos azul claro escrutando mi rostro.
–¿Y cómo era él?– preguntó, intentando buscar algo de información sabrosa.
–Pues no sé, parecía majo. Tampoco estuve mucho tiempo con él–respondí apurada.
–No boba, me refiero a cómo era físicamente– dijo haciendo aspavientos con las manos.
No pude evitar sonrojarme porque recordé cómo era: alto, fuerte y musculoso, con una piel suave y bronceada, su pelo negro brillante y alborotado y esos ojos verdes que me convertían los huesos en gelatina.
–Muy normal, en realidad nada del otro mundo–contesté mintiendo.
Lily pareció desilusionada y no insistió más, con lo que cambió rápido de tema. Sin embargo yo me pasé toda la tarde pensando en Robb. No sabía en qué momento intentaría reunirse conmigo y miraba a todas partes por si le veía aparecer. No paraba de preguntarme qué estaría haciendo, cómo sería el ritual y si sería peligroso o dolería. Quería saber si me transformaría de algún modo, si me haría distinta, menos vulnerable de lo que me sentía ahora.
No dejaba de pensar en que yo era el Equilibrio, algo aparentemente bueno para el mundo, siempre que no me utilizaran malas manos. Pero Robb también quería utilizarme…, aunque su causa pareciera la más justa, sólo me quería para lidiar su propia batalla. ¡Sólo por eso! Sin embargo yo había accedido a aliarme con él no sólo porque fuera la opción más honesta en mi situación, sino porque quería estar con él. Él había sido el principal motivo de que aceptase. Nunca había sentido algo así por nadie y ahora todo lo que quería era que no acabara. Sabía que era medio demonio o algo así, pero no se comportaba como tal. Era un tipo duro, pero también había visto dulzura en su rostro y sus ideales eran nobles. ¡Un caballero oscuro en busca de la luz o… de la paz! Me gustaba un poquito demasiado y a lo mejor me estaba dejando arrastrar un poco precipitadamente a una causa que no acababa de compartir y comprender sólo por este motivo. Desde que nos encontramos en la biblioteca no había podido quitármelo de la cabeza. Cuando estaba con él me sentía plena, mi corazón se aceleraba y no podía apartar mi vista de él. Me fascinaba sobremanera y me sentía atraída enormemente por él, como un mosquito hacia la luz. Cuando me besó la noche anterior casi había perdido el sentido. Nunca había sentido una emoción tan fuerte dentro de mí y ahora que lo había probado aún le deseaba con más fuerza. Pero él no sentía lo mismo por mí, eso era obvio. Me había besado con pasión y aparentemente también la experiencia le había afectado, porque su corazón había latido a mil igual que el mío y había notado la tensión en sus hombros y en su cuerpo, pero después no le había dado ninguna importancia a lo sucedido, diciendo que lo había hecho por mí y nada más. Y esto me mataba, porque yo me moría por él. Estaba impaciente por verle de nuevo esta noche.
Después de cenar una pizza en casa de Lily, empezamos a arreglarnos para ir a la disco. Lily extendió todo su armario encima de su cama y se probó mil modelitos hasta que optó por un vestido rojo entallado que le quedaba muy sexy. Se plantó de nuevo sus botas de tacón de aguja, con las que increíblemente podía hasta correr sin hacerse rozaduras y se puso a trabajar conmigo. La única condición que le puse fue que nada de tacones, ya había tenido bastante con mis geniales botas el día anterior, tenía los pies machacados y llenos de ampollas. Lily me prestó un vestido sin mangas color safari que imitada las escamas de un cocodrilo. Era bastante escotado y muy corto, pero es que todo lo que tenía Lily quedaba a más de un palmo por encima de la rodilla y como yo era más alta que ella, en mi caso era palmo y medio. Me prestó unas botas de estilo militar altas, con cordones hasta la rodilla, y la combinación quedaba genial. Tenía un look étnico con un toque heavy que impactaba. Me maquilló los ojos en tonos verdosos y me recogió unos mechones de pelo en la coronilla dejando el resto suelto, con un toque salvaje. ¡Dios mío!, nunca me había sentido tan sexy. Tenía que aprender de esta chica.
Cuando llegamos a Scratching dimos una vuelta por todo el local, pero el Romeo de Lily aún no había llegado… y el mío tampoco, si es que podía llamarlo así.
–¡Vaya!–exclamó Lily–¡Empezamos mal! Siempre intento llegar la última a las citas. Va a pensar que estoy desesperada–.
No pude más que reírme de ella y la arrastré a la pista de baile para que se relajara un poco. La música estaba bastante bien y nos divertimos bailando y cantando a pleno pulmón.
De pronto alguien me cogió por la cintura y me giré esperanzada, pero me encontré con Zack. Me sonrió y se inclinó para decirme al oído que estaba increíble. Él iba bastante arreglado, con el pelo engominado, unos vaqueros oscuros y una camisa blanca. Me atrajo un poco hacia él.
–¿Bailamos?– me preguntó al oído.
No quería intimar mucho con Zack, sabía que él buscaba algo más que simple amistad, pero yo no y no quería darle esperanzas. Pero entonces vi a Robb apoyado en la barra, mirándome fijamente y todas mis buenas intenciones se esfumaron. ¡Quería ponerle celoso con Zack! Parecía un comportamiento muy cruel por mi parte, pero estaba dolida por lo del beso del día anterior y no me importó aprovecharme de Zack en ese momento. Le hice a Lily una señal para que viera que estaba con Zack y ella se alejó a bailar con otro grupo.
Zack me atrajo contra él, rodeándome la cintura con sus brazos, y yo puse los míos alrededor de su cuello. Miré hacia la barra y vi que los ojos de Robb ardían y seguían posados en mí. Esto me provocó una intensa satisfacción. Entonces no sé qué se apoderó de mí pero empecé a contornearme en los brazos de Zack con movimientos sensuales y provocativos. Le rocé con mis caderas y giré entorno a él pegándome a él. Nunca me había comportado así antes con un chico, pero hoy lo estaba haciendo. Las pupilas de Zack se dilataron y se pegó más a mí. Miré hacia Robb y éste golpeaba impaciente la barra con los dedos sin quitarme la vista de encima. Su mirada era letal. En realidad era con él con quién yo deseaba bailar de este modo y no con Zack. ¡No estaba siendo justa!
Me aparté de Zack, indicándole que me iba de la pista. Salí un poco precipitadamente, sintiéndome muy culpable por lo que acababa de hacer. Cuando llegaba al borde de la pista me alcanzó, cogiéndome de la mano y apartándome con él a un lugar tranquilo. Me apoyó de espaldas contra la pared y se puso frente a mí con ambos brazos apoyados en la pared, uno a cada lado de mi cabeza.
–¿Qué pasa Emma?, ¿he hecho algo que te ha molestado?–me susurró.
Me lo estaba poniendo difícil.
–No, es culpa mía–me excusé–Lo siento, no me he comportado muy bien en la pista–.
Sonrió y se acercó más a mí.
–Por favor, sigue comportándote así–insinuó.
Iba a aclararle todo, pero no tuve tiempo porque se inclinó sobre mí y me besó. En un instante sus labios estaban sobre los míos y al momento siguiente su contacto había desaparecido. Abrí los ojos y vi a Robb a mi lado y a Zack en el suelo a dos metros de distancia. Me quedé mirando a Robb con la boca abierta, pero él no me miraba a mí, ¡no!, miraba a Zack con cara de asesino. Mi amigo se levantó bastante cabreado y vino con los puños por delante contra Robb.
–Tío, ¿de qué vas?–gritó.
Se lanzó contra él, intentando empujarle, pero Robb se giró a toda velocidad y volvió a derribarle. Zack se volvió a levantar aún más enfadado. Bueno, ¡ya era suficiente! Robb jugaba con ventaja y al final Zack se haría daño. Me interpuse entre los dos dando la espalda a Robb y sujetando el pecho de Zack con mis manos. Éste me miró enfadado.
–Apártate, Emma, voy a matar a ese tío–amenazó.
Yo intenté sujetarle, pero me estaba costando porque era más fuerte que yo.
–Zack, ¡para! ¡Vas a hacerte daño!– grité.
–Sí, déjalo Zack, no te vayas a romper–se burló Robb, que estaba detrás de mí.
Me giré enfadada hacia él.
–¿Puedes parar? Has empezado tú y deberías disculparte–le dije furiosa.
Ahora ambos estaban perplejos y hablaron a la vez.
–¿Conoces a este tío?– preguntó Zack.
–¡Ni lo sueñes!–dijo Robb.
Me giré de nuevo, sujetando a ambos para mantener las distancias.
–Sí, le conozco– respondí mirando a Zack.
Y entonces Robb añadió.
–Y ahora es cuándo me explicas por qué estabas besando a mi novia–dijo cortante.
Zack y yo nos quedamos mudos y nos volvimos al mismo tiempo hacia Robb. O sea que se ponía en plan macho alfa… Robb seguía mirando a Zack, pero ahora lucía una sonrisa de vencedor en la cara. Sabía que le había humillado y estaba recreándose en ello. Zack, perplejo, me miró para que negara lo que Robb acababa de decir y sentí lástima por él porque todo esto había ocurrido por mi culpa.
–Lo siento Zack, antes no debí comportarme así. Era eso lo que intentaba decirte–me excusé.
Zack me miró dolido por un instante y acto seguido se largó, chocando a propósito contra Robb al pasar a su lado. ¡Bien!, acababa de ganarme un enemigo y todo se lo debía a él. Me giré y Robb seguía con esa sonrisa ridícula en la cara.
–Pero ¿por qué te has comportado así?–dije descargando las palmas de mis manos contra su pecho.
Robb bajó los ojos hacia mí lentamente.
–Se nos hacía tarde, no iba a estar esperando toda la noche a que acabarais con vuestro rollo–siseó.
–No me estaba enrollando con él, sólo somos amigos. La verdad es que no esperaba lo del beso, pero no iba a pasar nada entre nosotros–dije, excusándome.
No sabía por qué le daba explicaciones, ¡no era asunto suyo!
Robb asintió, incrédulo, lo que me puso más furiosa.
–¿No estarás insinuando que fue cosa mía que me besara? Aunque te resulte difícil creerlo, no voy por ahí torturando mentalmente a la gente para que se haga mi voluntad. Zack quería besarme, yo no–dije indignada.
–No creo que le sugestionases mentalmente, Emma, en realidad ya le dejaste bastante claro tu falta de interés cuando te contorneaste a su alrededor. Me cuesta entender cómo no lo ha captado– respondió cortante.
¡Touch down! Tenía razón, había sido mi culpa. Suspiré.
–¿No llegábamos tarde?– dije finalmente.
–¡Vámonos!–dijo cogiéndome de la mano y tirando de mí.
¡Lily!
–Espera–dije–Voy a decirle a mi amiga que nos vamos. Ven conmigo, estaba por allí–.
Robb se dejó arrastrar con resignación de mi mano hasta que localizamos a Lily junto a un grupo de chicos que parecían de nuestro instituto. Alcé una mano para llamar su atención y me respondió del mismo modo. Me miró e inmediatamente desvió su atención a Robb y se le pusieron los ojos como platos. ¡Sí!, entendía esa expresión… Nos acercamos.
–¿Qué tal?, ¿todavía no ha llegado Jason?–pregunté.
–Me ha mandado un mensaje hace unos minutos, ha tenido un contratiempo pero está a punto de llegar–dijo y volvió a desviar su mirada hacia Robb y carraspeó.
Tiré de la mano de Robb para acercarle a nosotras y le miré, sugiriendo que colaborara. Me puso los ojos en blanco y se acercó con una sonrisa deslumbrante que nos dejó aturdidas a las dos.
–Lily, éste es Robb. Es el chico que me salvó ayer en el club ayudándome a escapar–dije, pensando en los cuatro tipos que me quitó de encima.
Lily abrió la boca mirándome con incredulidad. Robb levantó la mano que tenía libre.
–¡Hola Lily!–saludó.
Lily sonrió como boba y me agarró del brazo. Le pedí a Robb que me excusara un momento y dejé que Lily me arrastrara un poco más allá. Mi amiga se volvió contra mí.
–Con que nada del otro mundo, ¿no? Eres una embustera Emma Newmann, ¿cómo –dijo antes de que le tapara la boca con la mano para que no despotricara más.
–Lily, no sabía si le volvería a ver, ¿vale? Pero me ha estado buscando y quiere que nos vayamos por ahí solos y necesito que me cubras las espaldas, ¿lo harás? Por favor, te juro que te devolveré el favor–le supliqué.
Lily sonrió satisfecha.
–¡Esta es mi chica! Carpe Diem. Tienes la copia de las llaves de mi casa, ¿no? Pues luego nos vemos allí y ¡me lo cuentas todo! ¡Menos mal que he quedado con Jason!, porque si no me moriría de envidia, de hecho tendría ganas de matarte… ¡Está buenísimo! Y mira, no deja de mirarte– dijo agitada.
–Ya, Lily, para– la frené.
Le di un beso en la mejilla y ya me iba cuando me acordé del rastreador.
–¡Lily! Vas a ir desde aquí a casa, ¿verdad?–pregunté.
Ella asintió, perpleja.
–¿Puedes hacerme otro favor?– le pedí.
Me quité el colgante y se lo abroché en su cuello.
–¿Me puedes cuidar esto? Era de mi padre y no querría perderlo por ahí–dije.
Lily puso cara de escandalizada y se despidió con un “Pásalo bien”.
Me giré y vi que Robb venía a mi encuentro. Me cogió de la mano y me arrastró fuera de la disco. Él salió primero para ver si había alguien vigilando y luego volvió a por mí.
–Bien pensado lo del rastreador–dijo, guiñándome un ojo–Ven, he dejado la moto en la calle de atrás para no llamar demasiado la atención–.
Había cubierto la moto con una lona que recogió y plegó en el maletero. Me ofreció un casco, esta vez traía dos.
–¿Dónde vamos?– pregunté encaramándome a la moto.
–Al claro. Llámame sentimental, pero me trae buenos recuerdos–dijo irónicamente.
Noté cómo me sonrojaba y Robb estalló a reír, de modo que le encajé un puñetazo entre las costillas, destrozando mis nudillos…
–¡Pura roca!–dijo soltando una carcajada.
Y salimos disparados de allí.