CAPÍTULO XVI

Volvimos al refugio, donde Rick y Tom nos aguardaban. Robb me presentó como su novia y los chicos aunque miraron a Robb sonriendo burlones, no hicieron ningún comentario. Rick era alto, castaño y tenía el pelo rizado. Sus ojos también eran castaños, pero lo más impresionante de él era que era fuerte, ancho y musculoso, como si se pasara todo el día levantando pesas. No era guapo, pero sí tenía algo que le hacía interesante y por los pocos comentarios que le oí pronunciar, parecía el gracioso del grupo. Tom sin embargo parecía más callado y racional. Era de mi estatura y sin duda más joven que los otros dos, quizás de mi edad. Rick sin embargo posiblemente también tuviera diecinueve, como Robb. Tom era pálido y rubio y llevaba el pelo largo, a la altura de los hombros. Sus ojos eran de color miel, lo mismo que su piel y aunque era musculoso, de los tres sin duda era el más delgado. Físicamente eran completamente diferentes y sin embargo muchos de sus gestos y movimientos eran idénticos, estaba claro que habían crecido juntos y que se comportaban como hermanos.

–Haré el turno siguiente con Snake, quiero que Emma le conozca. Podéis descansar mientras tanto, pero no descuidéis la periferia, no me gustaría que nos cogieran desprevenidos– dijo Robb.

–De acuerdo– respondió Rick– Tom, duerme un poco, te doy el relevo en dos horas– y salió hacia el bosque.

Robb me cogió de la mano y me llevó hacia una trampilla que había en el suelo.

“No te dejes impresionar por Snake” dijo “Su aspecto es un tanto inquietante, pero no tiene aptitudes. Tienes que hacerte con él igual que con Susan, es la clave para descifrar los planes de James” me aconsejó.

Y me apretó la mano como señal de apoyo.

Bajamos por una escalera de mano estrecha hasta llegar a un sótano de unos dos metros de alto. Estaba iluminado con unas lámparas de aceite que daban un aspecto lúgubre al lugar. Snake estaba encadenado de pies y manos a unas argollas empotradas en la pared de piedra que hacía de cimientos de la casa. Tenía una colchoneta en el suelo sobre la que podía echarse y una botella de plástico con agua al lado, pero no era el entorno lo particular de la escena, sino Snake en sí. Estaba completamente calvo y tenía una cabeza en forma triangular, muy poco común. Sus ojos eran de un color gris piedra y extrañas rayas oscuras salteaban sus irises. Estaba claro de dónde venía su apodo, Sólo le faltaba tener una lengua bífida, para hacer todavía el parecido a una serpiente algo más grotesco.

Nos siguió con la mirada, primero a Robb y luego se centró en mí. En cuanto puso sus ojos en mí, decidí que no me gustaba y no sólo por su aspecto, sino por la sensación de desprecio que sentí instantáneamente hacia él. No era una sensación racional, sino más bien instintiva, pero confiaba en mi instinto. Por su expresión estaba claro que sabía quién era yo, pero eso no me había extrañado, teniendo en cuenta que era él quién me había localizado en Nueva York y había dado el chivatazo a James.

–Snake, tienes visita. Intenta comportarte–anunció Robb.

Pero Snake no respondió y siguió mirándome atentamente. No hacían falta preámbulos, así que me preparé focalizando mi energía en mi aptitud mental y me lancé al ataque. Empecé a tantear su psique, buscando mi punto de acceso.  No iba a ser fácil, estaba claro, pero eso ya me lo había dicho Robb. Él me sonreía mostrando unos dientes largos y puntiagudos. Sin duda creía que iba a poder resistir, pero él no me conocía, si en algunas facetas de mi vida tenía ciertas inseguridades, en otras mi seguridad era extrema y siempre me estaba poniendo retos con afán de superarme. Esto me satisfacía gratamente y ahora mi reto era hacerme con la mente de Snake. Barrí la habitación con la mirada, buscando, y Snake comenzó a relajarse creyendo que me rendía, pero entonces me moví rápido, cogí una silla que había apoyada contra una de las paredes y levantándola se la arrojé a Snake, golpeándole con ella de lleno. Éste se tambaleó y cayó al suelo sorprendido.

–Es para que te pongas cómodo. Lo vas a necesitar– le amenacé.

Noté cómo Robb ocultaba una sonrisa y se aproximaba, ofreciéndome a mí otra silla.

“¿Sabes cómo me pone eso de que te hagas la dura?” deslizó en mi mente.

Yo no quería perder la concentración, pero no pude evitar responderle.

“Lo tendré en cuenta” dije.

Cogí la silla y me senté en ella a horcajadas, apoyando mis codos sobre su respaldo para encajar mi barbilla en mis manos y me concentré de nuevo en él.

Snake no se había molestado en levantarse del suelo y mucho menos en sentarse en la silla. Seguía allí mirándome desafiante y muy seguro de sí mismo. Cada vez que me acercaba encontraba un obstáculo, sin duda tendría que ser una aptitud, nadie podría tener una fortaleza mental tan blindada de no serlo. Quizás era la única aptitud que los jueces le dejaron para que pudiera tener privacidad… Seguí merodeando a través de su cabeza, viendo de vez en cuando a Robb cambiar de postura sobre la escalera o sobre alguna de las paredes. No conseguía nada, no había dado aún con un acceso, pero Robb no se atrevía a interrumpirme aunque debía llevar un par de horas delante de Snake. Éste tampoco me interrumpió y seguía mirándome provocador. Entonces pensé en variar mi modus operandi y decidí hablar con él.

–Snake, ¿qué ocurrió?, ¿qué es lo que hiciste tan grave para que te expulsaran y te repudiaran los dos bandos?–le pregunté.

Y aguardé su respuesta explorando su psique de nuevo. Noté como interferencias en su mente, como si la secuencia continua que me había estado ofreciendo hasta ahora empezara a desmoronarse. Bien, ¡ése era el camino!

–¿No me lo vas a contar? ¿De qué se trata?, ¿rompiste una promesa, asesinaste a alguien, o tal vez realizaste ritos profanos?– finalicé.

Entonces su barrera cayó y encontré el acceso a su mente. Presenciaba una escena desgarradora donde Snake acuchillaba una y otra vez a una joven niña que descansaba atada sobre un suelo de piedra, encima de un pentagrama. La niña gritaba y gritaba hasta que acabó todo y murió. Snake, cubierto de sangre, alzaba una daga y estaba en trance, como poseído. De pronto surgieron hombres en la escena y le derribaron, apresándole y encadenándole.

O sea que había asesinado a sangre fría a una niña, aparentemente indefensa, por medio de un ritual y por ello había recibido un castigo ejemplar. Quise ver su condena y llevé mi petición a su mente, consiguiendo que dirigiera hasta allí sus pensamientos. Había sido condenado a expiar la pena eternamente. Había matado a la hija de un primero de su propio bando para realizar el ritual y viviría en la Tierra sin sus aptitudes, sin el respaldo de su raza por toda la eternidad. Ya no sería un primero, sería simplemente un hombre inmortal y jamás podría ganarse el retorno a su condición. Noté que Robb me pedía permiso para ver mi progreso y le permití que se uniera a mí, mostrándole lo que había visto. Seguí trabajando con Snake.

– ¿Por qué sacrificaste a la niña?– pregunté.

Snake se resistía, pero ya era inútil porque yo estaba dentro. Le envié una sensación de dolor desgarrador como muestra de que no jugara conmigo. Gritó y se retorció y luego se dejó caer jadeando al suelo.

–¿Por qué sacrificaste a la niña, Snake?– repetí.

– Porque creí que era el Equilibrio– gritó jadeante.

De acuerdo, íbamos avanzando, o sea que no es que James hubiera tenido la idea de sacrificarme, sino que Snake ya había intentado hacer ese ritual antes. Presioné más su mente.

–¿Y no era el Equilibrio?– continué.

–¡Noooo!–rugió.

 –Y ¿qué hubiera pasado de haberlo sido?, ¿qué buscabas con el ritual?–le pregunté.

 –Quería su poder. El sacrificio me daría su poder– bramó.

Y cayó inconsciente. Noté que le había perdido y no sabía si estaba muerto o no, pero su mente se había desconectado. Robb se lanzó hacia él y le tomó el pulso.

– ¿Está muerto?– pregunté.

Robb se levantó y arrastró a Snake hacia el camastro.

– Tiene pulso, creo que sólo está inconsciente–dijo.

Después se aproximó a mí y me ayudó a levantarme. Estaba agotada, exhausta y él lo sabía, porque me pasó su brazo por la cintura e hizo que me apoyara en él.

–¡Lo has hecho muy bien!–me dijo besándome en la frente– Ahora comeremos algo y descansarás–añadió.

–Pero no lo hemos averiguado todo aún, es necesario despertarle y  presionarle más. Hay que saber qué es lo que necesita James para realizar el ritual–protesté.

 Robb se puso frente a mí.

–Todo a su tiempo, amor. Ya hemos progresado bastante y no creo que Snake esté en condiciones de despertarse muy pronto. Ten en cuenta que al fin y al cabo es humano y no me extrañaría que le hubieras frito el cerebro, pero si no es así, en cuanto despierte le visitaremos de nuevo. Ya tienes acceso a su mente, ahora sólo tienes que estar descansada para hacerlo bien, ¿de acuerdo?–dijo.

Asentí. Tenía toda la razón, tenía que recuperar energía para mi siguiente ataque. Tendríamos que hacernos con toda la información que Snake tenía sobre el tema y después sí que le fundiría el cerebro para que no volviera a hacer mal a nadie.

Subimos y los chicos habían improvisado en la pequeña mesa que había en la cabaña una comida tardía, con un montón de latas de conserva y pan tostado. Parecía que todos estábamos hambrientos, eran casi las tres de la tarde y no habíamos probado bocado desde el desayuno. Nos sentamos y empezamos a comer.

–¿Qué tal con Snake?–preguntó Rick.

Robb antes de responder me aclaró mentalmente “saben quién eres. Respaldan la paz. Entiéndelo, son como hermanos para mí y tenía que decírselo”. Yo asentí, mirándole con una sonrisa. Lo entendía, entendía que confiara en ellos y que se lo hubiera dicho. Además me sentía cómoda con ellos, si eran la familia de Robb, también debía considerarlos como mi familia. Robb relató lo que había pasado con Snake y que en realidad el sacrificio que quería llevar a cabo James era para arrebatarme mis aptitudes y en definitiva para acabar con la posibilidad de una tregua indefinida.

–Tendríamos que buscar cómo acabar con Snake– intervino Tom– Muerto el perro se acabó la rabia–.

 Y Rick dándole con el puño en el brazo se burló de él.

 –¡Brillante!, y ¿cómo diablos se puede matar a un inmortal?–preguntó.

–Los primeros lo han hecho, ellos son capaces de matarse entre sí, por lo que tiene que existir la forma– aclaró Tom.

–No conocemos ningún caso probado de que se haya hecho, pero sí que hay historias de castigos y ejecuciones de primeros. Quizás necesiten algún tipo de arma especial o algo por el estilo porque está claro que  si fuera simple ya se habrían exterminado entre ellos– dijo Robb.

–¿Los primeros no pueden procrear entre ellos, sólo con los humanos?– pregunté.

Los tres me miraron a la vez, con lo que me sonrojé, no me gustaba ser el centro de atención.

–Sexo, mi tema preferido. ¡Buena elección!–saltó Rick consiguiendo ponerme aún más colorada.

 Robb me cogió la mano por debajo de la mesa.

–Rick, compórtate–intervino Robb– Emma no sabe mucho de nuestra gente, ha crecido con los humanos, aislada de nuestra especie. Es normal que le surjan preguntas sobre el tema. Y, no, los primeros no han llegado a procrear entre ellos, sólo funcionó con humanos, engendrando a los híbridos–explicó.

–¿Y los híbridos pueden engendrar entre sí o con humanos?–dije sin poder contenerme.

Rick se volvió a adelantar.

–Podemos dibujar un esquema con todos los cruces posibles si quieres la explicación técnica o bien podemos ir a lo mórbido y contarte con todo detalle las relaciones sexuales más escandalosas de los últimos tiempos. Yo optaría por la segunda opción, es más entretenida–dijo.

 Robb le metió una colleja.

–No te molestes con él. Es un bocazas de nacimiento, no puede evitarlo–dijo Robb.

 Esto me hizo sonreír, me gustaba su ambiente de camaradería.

–Los híbridos sí que pueden procrear entre ellos y también con humanos, pero normalmente los hijos de los híbridos no son híbridos, es decir, que no desarrollan aptitudes. Sin embargo sí que se han documentado casos en los que la descendencia de una pareja de híbridos sí que llega a desarrollar aptitudes, aunque atenuadas–siguió explicando Robb.

 Robb me miró con dulzura.

–¿Alguna curiosidad más?–añadió.

–No, es sólo que me preguntaba quiénes serían mis padres. Está claro que uno de ellos era un primero, con más preocupaciones que atender que a un hijo, pero ¿qué pasó con el otro?, ¿por qué desapareció de mi vida dejándome al cuidado de una anciana?– pregunté.

Fue Tom quien respondió.

–¡Es lo normal!, ninguno de nosotros tres sabemos quiénes fueron nuestros padres. Normalmente los primeros recogen a sus hijos, quitándoselos a la madre por las buenas o por las malas y los entregan en las comunidades donde saben que liberarán su potencial y engrosarán su ejército. Pero también hay casos en que las madres no quieren ese destino para sus hijos y los dejan a cuidado de otros humanos o los dan en adopción esperando que se libren de este destino. Si no son localizados es posible que nunca lleguen a liberar su potencial. En definitiva todos somos un poco huérfanos–dijo.

Pensé en ello y sentí un poco de tristeza. Niños sin infancia, tan sólo engendrados para formar parte de un ejército y luchar durante toda su vida, sin cariño ni afecto paternal. Bueno todos menos …

–¿Y Miguel? Él parece tener muy claro que es hijo del arcángel–dije.

 Los tres pusieron los ojos en blanco sólo con oírme pronunciar su nombre.

 –Acabáramos– dijo Rick– Prefería lo del sexo de los ángeles. Miguel me crispa. Bastante es que tengamos que aceptar que esté en esto con nosotros, cosa que no acabo de entender…–dijo mirando fijamente a Robb.

–Ese tío es como un grano en el culo. No sé cómo sus hombres no se revelan todos contra él, si se amotinaran seguro que se le bajaban los humos– añadió Tom.

Yo les miraba, divertida, deduciendo que ellos tampoco simpatizaban con el rubiales y Robb me miraba a mí, también sonriendo y finalmente interviniendo para que sus colegas no despotricaran en exceso sobre el tema.

–Chicos, calma. En esta misión trabajaremos con Miguel. Nosotros sólo somos tres– le interrumpí levantando la mano con cuatro dedos extendidos– Perdón, cuatro, y Miguel se ha comprometido a ayudarnos y traer a sus hombres con él. Creo que nos ha restregado más de una docena de veces que tiene a su mando más de cien hombres. ¡Nos va a hacer falta su apoyo!–dijo.

–Tú también tenías a tu cargo a cientos de hombres Robb, hasta que le pediste a James que te relevara para trabajar sólo para él. No tenemos nada que envidiarle– dijo Rick.

–No le envidio Rick, ni por asomo– repuso Robb–, pero le necesitamos, ¿de acuerdo? Aunque nuestros fines sean distintos, estamos juntos en esto–.

Y dio por zanjado el tema.

 

Después de comprobar que Snake seguía fuera de servicio, los chicos salieron a preparar la furgoneta con la que habían escapado y el resto de cosas para la evacuación de esta noche. La furgoneta estaba camuflada con maleza y hojas cerca del lago. Miguel había prometido venir a nuestro encuentro al anochecer y teníamos que dejar el refugio lo más limpio posible por si los hombres de James llegaban hasta allí. Tenían que pensar que sólo se trataba de un refugio de cazadores. Robb insistió en que probara a dormir un poco y yo sólo accedí si el venía conmigo, con lo que nos acostamos en la estrecha litera, abrazados, disfrutando de un poco de tiempo a solas. Robb me tenía rodeada con su brazo derecho y con su mano acariciaba suavemente mechones de mi pelo.  

–Pensarás que estoy loca, pero a pesar de la situación en la que nos encontramos, nunca había sido tan feliz– le dije con mi cabeza apoyada en su pecho.

Bajó sus labios hasta mi frente y me besó con ternura.

–Yo también me siento así, pero imagínate cómo sería poder estar juntos todo el tiempo, sin peligros y sin amenazas, simplemente tú y yo. Recuerda que por eso es por lo que estamos luchando, para poder estar definitivamente a salvo viviendo una vida normal–dijo.

Por un momento se me pasó por la cabeza la imagen, Robb y yo como una pareja de enamorados normal, viéndonos en el instituto y saliendo por ahí con nuestros amigos, pensando en que me llevaría al baile de fin de curso y elegiríamos juntos universidad. Pero algo no encajaba, porque nada de lo que había vivido desde que le conocía era en absoluto normal.  Finalmente el sueño se fue apoderando de mí y me dejé vencer.

Debí de dormir mucho rato porque cuando me desperté vi por la ventana que había caído el crepúsculo. Robb y Tom hablaban en susurros junto a la mesa y supongo que Rick mientras montaba la guardia. Deslicé mis piernas por el borde de la litera y bajé acercándome a Robb, que me besó en la frente.

 –¿Has dormido bien?–preguntó.

–Sí. Sigo perdiendo mucha energía, ¿verdad? Después de lo de Snake me he quedado exhausta–respondí.

–Cada vez lo haces mejor, no te preocupes–dijo Robb.

–¿Ya está todo listo?– pregunté mientras observaba a Tom meter armas y algún trasto más en una bolsa de deportes.

–Sí, Snake sigue inconsciente, de modo que al final nos vendrá bien, será más fácil transportarle y pasar desapercibidos. Miguel tiene que estar al caer, vete preparando–me pidió.

Asentí y preparé mi mochila. Si bien la siesta me había venido bien para el cansancio, mi cabeza estaba embotada, necesitaba un poco de aire para despejarme.

–Robb, voy a salir a la puerta a tomar un poco de aire fresco–dije.

 Robb asintió.

–Voy contigo– dijo.

E hizo ademán de levantarse, pero veía que estaba ultimando asuntos con Tom y le detuve.

–No te preocupes, voy justo aquí fuera, no me alejaré de la cabaña–le dije.

Robb pareció dudar.

–De acuerdo, pero quédate justo en la puerta, me reuniré contigo en unos minutos–accedió finalmente.

Salí y noté cómo el aire fresco me revitalizaba. Estaba oscureciendo rápidamente y comenzaban a oírse los ruidos nocturnos del bosque. No me alejé mucho, simplemente me recosté en un árbol a unos metros de la cabaña y me froté con fuerza las sienes para desentumecer el aletargamiento de mi cabeza.

De pronto alguien me atrapó por la cintura, me tapó la boca y me desplazó al interior de la arboleda. Me puse tensa al momento y pegué un cabezazo hacia atrás para intentar liberarme, golpeando a mi atacante, que soltó un gruñido. Me disponía a girarme y atacar, pero él fue más rápido y girándome, me acorraló contra el tronco de un árbol. ¡Era Miguel!

–¿Qué se supone que estás haciendo?– dije furiosa.

–Mostrándote cómo cualquiera podría haberte secuestrado por no estar alerta. ¿Cómo puedes ser tan descuidada?–dijo también furioso.

–Suéltame, no eres quién para echarme sermones–dije empujando su pecho con mis manos.

 Él se pegó más a mí bloqueando mis movimientos.

–Resulta que comencé a ser alguien cuando juré dar mi vida por ti. Y aprecio mi vida, con lo que intenta que no tenga que ponerla en peligro más de la cuenta–añadió cortante.

Por más que me fastidiara llevaba razón y tuve que admitirlo.

–De acuerdo, he aprendido la lección. Suéltame–dije fastidiada.

Entonces sonrió con un brillo malvado en los ojos.

–Segunda parte de la lección, apártame tú–me desafió.

¡Se estaba pasando de la raya! Levanté la rodilla dispuesta a alcanzarle en la entrepierna, pero su pierna atrapó a la mía inmovilizándola contra el árbol.

–¿No te han dicho nunca que no es noble atacar con golpes bajos?–soltó burlándose de mí.

Estaba colmando mi paciencia y parecía estarse divirtiendo bastante a mi costa. Estaba demasiado furiosa. Levanté la otra rodilla esperando pillarle desprevenido con el mismo ataque, pero me aprisionó con su otra pierna del mismo modo.

Empezó a chasquear la lengua.

–Vaya, ¿qué será lo siguiente?, ¿me besarás apasionadamente a ver si me apiado y te suelto? Emma, no estás cubriendo mis expectativas–dijo.

O sea que era eso, había pronunciado mis mismas palabras, con mi mismo tono de desdén. ¡Estaba cabreado por cómo le traté el otro día y se estaba vengando! ¡Cómo podía ser tan estúpido! Le empujé con todas mis fuerzas para quitármele de encima, pero me sujetaba con fuerza y decidí hacer lo más práctico y avisar a Robb.

”Robb, ven afuera. El idiota de Miguel ha llegado” pensé.

Y dejé de oponer resistencia a Miguel.

–Bien, veo que te rindes, ¿vas a suplicarme para que te suelte?– dijo triunfante.

–No será necesario, acabo de avisar a Robb y cuando venga y nos vea así le vas a explicar lo de la lección a ver qué le parece a él. Espero que suene convincente porque sé que si cree que vas detrás de mí, te romperá la cara y después te pedirá que te largues. ¡Tú decides!–le amenacé.

Su rostro se tornó serio y se apartó de mí justo en el momento en que Robb entraba en escena. Se nos quedó mirando, suspicaz, y me acerqué a él cogiéndole de la mano.

–¿Pasa algo?–preguntó mosqueado.

–No–respondí– Miguel me decía que no hay que bajar la guardia ni un momento y tiene razón, a partir de ahora no me cogerán desprevenida–.

Y lanzándole una mirada de advertencia me dirigí hacia la cabaña.

 

Tom y Rick cargaron las cosas en la furgoneta y subieron a Snake a rastras desde el sótano, volviéndole a encadenar en la parte de atrás del vehículo. No parecía que fuera a recuperarse en breve, pero más valía no correr riesgos.

–¿Qué le ha pasado?, ¿está drogado?–dijo Miguel al ver en qué estado estaba Snake.

–Ha sido ella– se chivó Rick.

Miguel me miró con curiosidad.

–Es lo que hago cuando algún tipo se pone cargante, le desconecto–le advertí para que se diera por aludido.

Rick y Tom se rieron por lo bajo y Robb me dedicó su sonrisa torcida.

El plan era que Miguel, Robb y yo atravesáramos a pie el bosque hasta la carretera general donde Miguel había dejado un coche aparcado para nuestra evacuación. Mientras tanto, Tom y Rick irían con Snake en la furgoneta y seguirían por la carretera hasta que les llamáramos dándoles el destino definitivo. Miguel pasó un móvil a Rick y otro a Robb.

–Estaremos en contacto con estos terminales, son seguros–informó.

Yo levanté una ceja como dando a entender que no me había ofrecido uno a mí.

–No te hace falta, nena, a ti no te perderé de vista–dijo Miguel.