CAPÍTULO VIII
Era una noche tranquila y bastante templada para no ser aún primavera. Acababa de decidir que me encantaba montar en moto. Era increíble sentir la velocidad en el cuerpo, el viento rozando mi piel y el latido del corazón de Robb fuerte y cálido junto al mío…
En el claro dejó la moto en el mismo lugar que ayer. Algo había cambiado, sin embargo, desde la víspera. En el claro, sobre la hierba, había un trazado de un pentagrama marcado con piedras alineadas de color blanco, que resplandecían a la luz de la luna.
–¿Has preparado un escenario?– pregunté señalando hacia el suelo.
–Sí, buena analogía– dijo con una sonrisa–,pero faltan algunos detalles. Ven, ayúdame–.
Le seguí y vi que sacaba cosas de una bolsa de deporte que habría dejado antes oculta en el claro. Me ofreció unas velas y un par de mecheros.
–Hay que poner una vela en cada vértice, necesitaremos encenderlas para el ritual–me explicó.
–¿Velas?, ¡qué romántico!–bromeé.
–Por ti, lo que sea– respondió con una sonrisa torcida.
Las fui colocando como me había dicho. Él continuó sacando otros objetos de la bolsa, pero a medida que lo hacía me empezaron a asaltar las dudas con el tema del ritual. Me había lanzado de cabeza a algo que realmente no conocía, pero ¿y si algo salía mal? ¿Y si Robb me había mentido y trabajaba para James intentando ganarse mi confianza para que accediera a unirme a él? James era astuto y quizás hubiera planeado todo para que Robb me encontrase y pareciese mi héroe y salvador ¿Sería capaz de traicionarme?
Me acerqué a Robb, que estaba preparando una mezcla en un pequeño cuenco. Parecía carboncillo o algo similar, pero un poco más untoso.
–Robb…– empecé.
Él se detuvo y levantó la vista hacia mí.
–Dime–murmuró.
No sabía cómo empezar y me quedé mirándole confusa. La duda de la traición volvió a pasar por mi mente. ¡Era tan guapo que dolía mirarle! ¡Ése era el problema!, la atracción que sentía por él había barrido cualquier vestigio de sensatez de mi cabeza y ahora estaba en sus manos. Suspiré y me senté en un tronco caído con la cabeza apoyada en las manos. Robb notó que algo no iba bien, dejó el cuenco en el suelo y se frotó las manos para quitarse los restos de pintura. Se acercó y se acuclilló a mi lado. Yo bajé la mirada, evitando mirarle a los ojos, no quería que viera que me estaba echando atrás, pero tampoco podía seguir adelante sin más. Puso su mano en mi barbilla y me levantó el rostro para leerme los ojos.
–Estás asustada–dijo.
No era una pregunta. Aparté su mano y volví a mirar al suelo.
–Sí, lo estoy–admití.
Me sujetó el rostro con ambas manos y volvió a hacer que le mirase.
–¡No temas! No permitiré que te ocurra nada malo. Eres muy valiosa para mí, Emma–dijo con dulzura.
Sus ojos eran sinceros e intensos. ¡Claro!, era valiosa en tanto que era su medio para conseguir la paz. Era útil para todos, sólo que de todos los candidatos yo prefería que me tuviera Robb… ¡Triste, pero cierto!
Volví a apartar sus manos de mi rostro y me levanté, andando nerviosa de un lado para otro.
–¿Por qué un pentagrama?–pregunté señalando el símbolo en el claro–Da mal rollo, ¿sabes? Quizás sólo tenga mala prensa, pero ¿no se usa para invocaciones demoníacas, sacrificios y cosas de ese tipo?–.
Pareció mosquearse con mi pregunta y se levantó dirigiéndose decidido hacia mí.
–Sólo sé hacer el ritual de este modo, ¿de acuerdo? Quizás los del otro bando dibujen un arco iris, si quieres los llamamos y les preguntamos. Esto es lo que hay, Emma, así es como lo hicieron conmigo–dijo cortante.
Su brusquedad me sobresaltó y me alejé de él, dolida. Me recosté sobre mis codos contra un árbol para ocultarle mi rostro. Notaba que iba a llorar, como siempre en el peor momento, y no quería que lo viera. Y en cuestión de segundos Robb estaba allí. Me apartó el pelo de la cara con suavidad y me giró hacia sí.
–Lo siento, no quería hablarte de ese modo–susurró.
Rodeó mi cintura con su brazo y volvió a sujetarme el rostro para encontrarse con mis ojos.
–Mira, sé que esto es un acto de fe para ti y no te imaginas lo agradecido que estoy de que deposites en mí esa confianza. Es fundamental que confiemos el uno en el otro, ésa es la esencia del ritual. El ritual creará un vínculo entre nosotros, nuestras almas estarán conectadas, lo mismo que nuestros pensamientos. Yo podré ver en ti y tú verás en mí–me explicó.
Esto me hizo abrir los ojos como platos, ¿vería todo lo que hacía, absolutamente todo?
–¡No pongas esa cara!, podrás cortarme el acceso siempre que quieras. Pero lo importante de esto es que cuando me necesites, estaré ahí. Seré parte de ti y tú de mí, compartirás mis aptitudes y yo las tuyas–dijo intenso.
Tuve que interrumpirle en este punto.
–¿Seré súper fuerte, súper veloz y todo eso?–pregunté entusiasmada.
Puso los ojos en blanco.
–Sí, lo serás mientras estemos vinculados. Y yo podré ayudarte a conocer tus aptitudes y a liberar tu potencial– respondió.
Hizo una pausa, mirándome esperanzado.
– Y bien, ¿estás más tranquila?–me preguntó.
Sonreí. Sí, sí lo estaba.
–Bueno, más bien estoy satisfecha, lo de tener súper fuerza es un alivio, al menos si algo va mal podré patearle el culo a James–dije.
Robb me miró frunciendo el ceño, visiblemente preocupado.
–Emma, tenemos que intentar ganar tiempo. James de momento no está forzando la situación, sabe que te tiene en su poder, oculta de los otros con una buena tapadera, y que es cuestión de tiempo que te unas a él, pero no sé cuánto tiempo tendremos por delante. Quizás una semana, a lo sumo dos. Necesita ganarse tu confianza para que te vincules con él, pero no sé hasta dónde llegará su paciencia. Tenemos que aprovechar al máximo este tiempo y liberar tu potencial y mientras tanto tendrás que mantener la fachada para que crean que nada ha cambiado. Tendrás que fingir que se está ganando tu confianza, tendrás que mentir, porque en caso contrario forzará la situación. Y sobre todo no tiene que saber que yo estoy en esto. Me envió a una misión, con lo que eso explica mi ausencia de nuestra base, pero si me viera contigo no tardaría en atar cabos y estaríamos perdidos. Sé que tienes miedo, que será difícil, pero es necesario que lo hagas Emma. Y recuerda, yo estaré vinculado a ti. Será como si estuviese contigo, te lo prometo–dijo intenso.
Suspiré, aliviada. Le creía y quería vincularme con él. Apoyé mi cabeza en su pecho, escuchando su corazón.
–Bien, confío en ti. ¡Vamos a por el ritual!–dije.
Robb me apretó contra él y besó suavemente mi cabeza, haciendo que mi corazón se desbocara.
–¡Vamos!–me animó.
Encendí las velas, una en cada punta del pentagrama, de modo que su contorno era visible en la oscuridad. Robb se quitó la chaqueta de cuero y la lanzó fuera del pentagrama, indicándome que hiciera lo mismo. Después me tomó de la mano y me llevó justo al centro, donde nos arrodillamos uno enfrente del otro. Cogió el recipiente con la sustancia que parecía pintura y me dibujo símbolos parecidos al pentagrama en las palmas de las manos y en la parte interior de los antebrazos. Después se los dibujó así mismo, las mismas formas en los mismos sitios.
–¿Para qué son?– pregunté.
–Simbolizan los puntos de unión de nuestros cuerpos a través de donde se intercambiarán nuestras energías vitales. Como te he dicho antes, parte de tu energía entrará en mí y parte de la mía en ti, en esto consiste el vínculo–me explicó.
–¡Entendido!– dije.
Y aunque no había pensado comentar este tema con Robb, en este momento me sorprendí sacándolo en la conversación.
–Robb, antes de que nos viéramos por primera vez el otro día en la biblioteca, ya te había visto en mis sueños. En realidad desde que me mudé aquí te he visto en mis sueños cada noche. Bueno, hasta que te conocí sólo soñaba con tus ojos, acechándome. ¿Lo has hecho tú?, es decir ¿has hecho de algún modo que sueñe contigo?– le pregunté.
Robb dejó el cuenco de pintura en el suelo y me miró divertido.
–No, no he sido yo. ¿Sabes?, creo que eres tú la que lo has hecho porque deseabas que estuviera allí, ¿me equivoco?– dijo partiéndose de risa.
Me abalancé sobre él, subiéndome a horcajadas sobre su cintura y descargando mis puños contra su pecho.
–¡Eres un capullo y un presuntuoso!–grité furiosa.
Él no paraba de reírse, hasta que al final me rendí y me aparté. Robb se calmó y se arrodilló de nuevo frente a mí.
–Perdona, ahora va en serio Emma. Creo que tus sueños tienen una explicación y es que eres capaz de ver el futuro. ¿Lo entiendes?, me viste antes de que llegara a ti–dijo.
Eso tenía sentido, había soñado que me vigilaba y así sucedió y después le había visto abrazarme en el bosque y también había ocurrido. ¡Veía el futuro!
–Sí–concluí–¡Tienes razón!
Iniciamos el ritual arrodillándonos de nuevo uno frente al otro.
–¿Estás preparada?– preguntó Robb.
Asentí, nerviosa.
–Bien, pues tenemos pronunciar juntos estas palabras: “Me vinculo a ti en cuerpo y alma”–me explicó.
–Me vinculo a ti en cuerpo y alma–pronunciamos al unísono.
–Perfecto– continuó Robb– Ahora sólo resta que sellemos el vínculo con sangre y que unamos nuestras manos por los puntos de trasvase de energía –.
–Espera–le interrumpí–¿Qué es eso de la sangre?–.
–Ya estoy llegando a esa parte– dijo sacando una navaja del bolsillo trasero de sus vaqueros–El juramento que acabamos de hacer debe sellarse intercambiando sangre entre nosotros. La sangre abrirá paso a través de las marcas que he dibujado en nuestra piel a la transmisión de energía–.
Y me tendió la navaja.
–¿Qué pretendes que haga con esto?–pregunté, alterada– ¿No me la tendré que clavar?–.
–Emma, basta con una gota, no es necesario que te desangres. Con un pinchazo en un dedo bastará, ¡vamos!–me animó.
–¡No! Mira, no puedo hacerlo, no soporto la sangre y menos aún la mía. Y no pienso autolesionarme, ¡no puedo!. ¿No podemos saltarnos esta parte?– pregunté.
–Si no hay intercambio de sangre el ritual no funcionará. Dame la mano, ya lo hago yo–dijo Robb impacientándose.
–¡Ni hablar! Tendrás que noquearme antes–dije.
Robb me miró furioso.
–Estoy planteándome hacerlo ¡No seas terca por favor!, es sólo un poco de sangre. Ayer mismo te partiste el labio peleando con esos tipos y ni te inmutaste y ahora…–paró en seco, pero vi que una idea se formaba en su mirada.
Soltó la navaja, lo cual me tranquilizó, pero me cogió por la cintura y me subió encima de él, haciendo que me sentara a horcajadas sobre sus piernas.
–¿Qué haces?– pregunté sorprendida y avergonzada.
Me apartó el cabello del rostro con una mano y la llevó hasta mi nuca mientras que con la otra me sujetó la cintura y me atrajo más a él. Entonces acercó mi rostro al suyo y me besó… Su boca presionaba con fuerza la mía y nuestras respiraciones se empezaron a acelerar. Mi corazón latía desbocado y, agarrándome a sus hombros, me apreté contra él con más fuerza. Él también trataba de acercarse más a mí, mientras exploraba mis labios, mis dientes, mi lengua… Y entonces noté un dolor punzante en el labio que se tornó de inmediato en puro placer. No comprendí de qué se trataba hasta que sentí el sabor metálico en mi boca.
–Ahora tú– susurró Robb contra mis labios.
Y entonces mordí sus labios del mismo modo que él lo había hecho con los míos y con mi lengua lamí su herida para aliviar el dolor. Y así nuestra sangre se mezcló mientras nos besábamos apasionadamente. Entrelazando nuestras manos sentimos un fuego abrasador al descubrir que nos estábamos adentrando el uno en el otro. El pentagrama se iluminó como si se hubiera prendido con pólvora, el cielo se encapotó y comenzó a llover. La lluvia cayó sobre nosotros apagando las velas, apagando el pentagrama, pero avivando nuestra pasión. ¡Estaba hecho!, se había establecido el vínculo.
Seguíamos abrazados en medio del pentagrama, pero ahora todo era oscuridad. Las nubes ocultaban la luna y el agua caía insistente, chorreando por nuestros cuerpos. Como asimilando lo que había pasado guardábamos silencio con nuestra cabeza apoyada en el hombro del otro. Me encontraba tan a gusto que no me apetecía moverme, a pesar de que la lluvia estaba helada y empezaba a tiritar.
–¡Es hora de levantarse!– susurró Robb en mi oído al percatarse.
–¡No!–protesté.
Pero él ya se había incorporado, levantándome con él y dejándome sobre mis pies.
–Creo que todo ha ido bien, a pesar de tu fobia a la sangre– dijo.
–¡Has improvisado muy bien!, ¿ya lo habías probado antes?–pregunté con curiosidad.
Robb lo negó, moviendo la cabeza con una expresión divertida.
–No, no hubiera sido una opción muy tentadora teniendo en cuenta que mis anteriores vínculos han sido siempre hombres. Además apostaría a que el ritual nunca se ha sellado de este modo antes– dijo.
–Bien, entonces lo nuestro es una primicia. ¡Podemos patentarlo!– respondí divertida.
Se acercó de nuevo a mí y me rodeó con sus brazos y mirándome a los ojos me habló en la mente.
“Sí, no ha estado nada mal. Esta noche estás tan hermosa que tenía que buscar un pretexto para besarte. Has hecho que pierda la cabeza, Emma Newmann” dijo.
Comencé a sonrojarme de pies a cabeza por sus palabras. Era la primera vez que me decía algo así. ¿De verdad le parecería hermosa?, ¿habría sentido algo tan intenso como lo había hecho yo cuando nos besamos?
Entonces caí en la cuenta que no había pronunciado las palabras, sino que las había metido en mi mente.
–¿Cómo lo has hecho?, ¿cómo me has hablado mentalmente?– pregunté.
“Bueno” repuso Robb de nuevo en mis pensamientos “mientras estemos vinculados, esto es posible“.
– Bien, pues enséñame a hacerlo, por favor–supliqué.
“Tú eres la psíquica, Emma. Para ti ya es fácil de por sí introducirte en la mente de los demás, es como respirar. Vamos, concéntrate, es fácil” respondió Robb.
Me puse las manos en las sienes y en mi habitual gesto las froté suavemente y empecé a pensar.
“¿Hasta cuándo estaremos vinculados?, ¿cómo funciona?, ¿cómo se rompe el vínculo?, ¿puedes vincularte con más de un individuo a la vez?...” pensé.
Robb se llevó las manos a la cabeza y puso cara de espanto.
–¿Siempre piensas así? Vas a conseguir que me estalle la cabeza, ¡no sé si podré soportarlo!– dijo.
Bien, me había oído.
“¿Es que no vas a responderme?” insistí alzando una ceja.
Me miró como haciéndose de rogar y finalmente se decidió.
–El vínculo se suele realizar por dos motivos: para liberar un potencial, como es nuestro caso, o para hacer una alianza temporal para alguna misión o batalla. Habrás oído lo de la unión hace la fuerza, ¿no? Cuando se jura el vínculo en el ritual, ambos actores deben unirse por libre elección, si alguno de ellos fuera coaccionado el ritual no funcionaría. Y, ¡créeme!, lo sé porque ambos bandos lo han intentado. Igual que el vínculo se establece libremente, también acaba como tal, a diferencia de que para romperlo basta con que uno de los miembros lo decida y se romperá– explicó.
–Es como una relación amorosa, ¿no? Ambas personas deben querer empezar y con una que quiera salir, ¡se acabó!–resumí.
–Sí, literalmente. Bueno, existe otra forma menos agradable de romper el vínculo. Si alguno de los miembros muere, el vínculo se rompe por sí solo y es más doloroso, con lo que intentemos que esto no sea una opción, ¿de acuerdo?– dijo Robb.
¡No pude evitarlo! Comunicarse por el pensamiento era mucho más rápido que hablando, por lo tanto antes de pensar en las circunstancias ya había puesto en la mente de Robb la pregunta.
“¿Te ha pasado a ti?” quise saber.
–Sí, era como un hermano para mí– dijo con voz apagada y desviando su mirada al suelo.
No quería presionarle más para que hablara de este tema, sólo me acerqué a él cogiéndole del brazo y besando con cariño su hombro en señal de condolencia. Me miró y vi cómo pesaba el sentimiento de pérdida en su mirada. No quise ni imaginar lo que sería perderle a él, ¡me volvería loca!, con lo cual había que descartar esta opción, como él había sugerido.
–Tenemos que limpiar todo esto– añadió finalmente señalando el claro–, no podemos dejar evidencia de que hemos realizado el ritual. ¡Ah!, por cierto, no puedes vincularte con más de una persona a la vez, con lo cual considérate mía por un tiempo– dijo volviendo a sonreír con descaro.
Desde luego no tenía ningún problema con ser suya y mucho menos con que él fuera mío. Un ramalazo de placer atravesó mi estómago y no pude evitar que se dibujara una sonrisa en mi rostro. Robb se acercó y dibujó el contorno de mis labios con su dedo índice.
–Me encanta esa sonrisa, te ilumina esos ojazos–susurró.
No pude evitar ruborizarme y Robb, inclinándose, me besó con un ligero roce en los labios. Después me miró arqueando una ceja.
–¿Te atreves a seguirme?– me desafió.
Y desapareció. Parecía un borrón en movimiento, desplazándose a toda velocidad a través del claro, destrozando a su paso el pentagrama y lanzando tierra y hierba húmeda en todas las direcciones. Y ¿cómo se suponía que tenía que hacer yo eso? Sin pensarlo, me lancé a correr, notando cómo las gotas de lluvia se ralentizaban. Todo iba más despacio y pude ver a Robb mirándome y sonriéndome con aprobación y aunque hacía unos instantes había sido incapaz de verle, ahora le veía perfectamente, porque ahora ambos nos movíamos a la misma velocidad.
Era bastante tarde y la lluvia no cesaba, con lo que Robb me llevó de vuelta a casa de Lily. ¡Ya había sido suficiente por hoy! Además quería que durmiera para recuperar fuerzas y para probar una cosa. Parecía que mi forma de prever el futuro era a través de mis sueños y quería intentar esta noche introducirse en mi cabeza y ayudarme a controlar esta aptitud.
Dejamos la moto a una manzana de la casa e hicimos el resto del camino corriendo a toda velocidad. Como sospechaba Robb, la casa estaba vigilada. Había un coche de policía semioculto en a la esquina de la calle. ¿Qué pensarían los ciudadanos si supieran que sus impuestos se usaban para misiones de acoso demoníaco?
Robb me tomó de la mano y me indicó que debíamos entrar por la parte trasera de la casa, a través del jardín. Afortunadamente en el llavero también tenía copia de la puerta de atrás, ¡no me hubiera gustado tener que despertar a Lily a esas horas de la madrugada! Me disponía a entrar cuando Robb me cogió de la mano.
–¡Que tengas dulces sueños! Intentaré reunirme contigo cuanto antes– me susurró.
Le sujeté por la manga de la cazadora y le acerqué un poco más a mí.
–Robb, lo de esta noche... ¡ha sido increíble!– admití.
–¡Y eso que aún no me he esforzado!– dijo dedicándome una sonrisa torcida.
Y guiñándome un ojo, desapareció.