CAPÍTULO XIV

Hoy no teníamos clase después del almuerzo, con lo que pensé en comprar algo de comida en la cafetería y comer con Robb. Debí despertarle al abrir la verja, porque cuando me acerqué se estaba desperezando.

–¿Has dormido bien?– le pregunté arrodillándome en las colchonetas para darle un beso.

–Hubiera dormido mejor si te hubieras quedado– respondió somnoliento.

–¡Ya!, pero entonces habrían llamado a Susan por faltar a clase y tendríamos problemas–dije.

–Bueno, a veces hay que correr algún riesgo ¿no?–dijo bromeando.

–Sí, ya lo veo, como cuando hay que hacer algo peligroso y no me dejas acompañarte– añadí en un tono más brusco del que hubiera querido.

Robb se incorporó y se puso más serio.

–Sólo estaba bromeando, Emma. No quiero que corras ningún riesgo, ni que te pongas en peligro por mí. Yo sé defenderme sólo y tú aún no– dijo.

–Ayer fui a la nave–le confesé– Tenía que ayudar–.

Se me había escapado, pero la verdad era que se lo tenía que contar, al menos la parte fundamental… Me miró a los ojos, sorprendido.

–¿Qué has dicho?– preguntó en un susurro.

Y su tono sí que me intimidó. Bajé la vista y solté aire antes de responder.

–He dicho que ayer estuve en la nave, pero debí de llegar antes que vosotros y por eso no nos encontramos. Sólo vi a unos tipos entrar en la nave, y bueno, también al otro tipo…– dije.

Y paré al recordar que esta parte era más difícil de explicar. Robb estaba demasiado quieto y demasiado furioso.

–¿A quién más, Emma?– peguntó.

–Había uno de ellos en el tejado vigilando y me sorprendió espiando–continué.

La cara de Robb iba tornándose cada vez más pálida a pesar de que su tez era morena.

–Era un híbrido, por supuesto, pero yo iba escudada y no me descubrió. Me inventé que se me había averiado el coche en la carretera y que necesitaba un teléfono y se ofreció a acercarme a Armageddon. Y entonces pensé que si le entretenía, el lugar quedaría sin vigilancia y tendríais más oportunidades de recuperar a Snake. Y… ¡le entretuve!– le expliqué.

Ya lo creía que le entretuve, pero no pensaba darle más detalles, con eso valía por el momento. No había mentido ni nada por el estilo y contarle lo demás era innecesario y desagradable, puesto que no había significado nada. Sólo había sido una actuación y era preferible omitir ciertas cosas, al menos yo no querría conocer esos detalles de haber sido él el que hubiera estado en mi lugar.

Robb no dejaba de mirarme, pero seguía furioso y en silencio. Al fin decidí acercarme a él  y me recosté contra su pecho.

–Lo siento, pero no me arrepiento, tenía que hacerlo. Sigo pensando que es lo menos que podía hacer para ayudar. Y además salió bien, despejé la zona y los pillasteis por sorpresa–dije.

 Robb soltó el aire que había estado conteniendo emitiendo un rugido que me sobresaltó.

–Pero ¿tú sabes el riesgo que has corrido?, ¿cómo se te ha ocurrido hacer tal cosa? Te podrían haber identificado, o herido o ¡Dios sabe qué!...–dijo llevándose las manos a la cabeza.

Estaba realmente enfadado. Nunca le había visto así.

–También a ti–le recordé.

Me miró desesperado.

–Pero yo sé defenderme, como te he dicho... y en el peor de los casos, yo no soy importante y tú sí–dijo.

Y ahora fui yo la que me enfurecí y no pude evitar gritarle.

–¿Cómo puedes decir eso?, ¿crees que puedo estar esperándote mientras tú vas a luchar por mí, pensando en lo que te podría pasar y que encima te da igual? No será que ya te has hecho a la idea de que tienes que ser el mártir y que tienes que entregarte para salvarme a mí, ¿verdad? Porque no te lo permitiré. No vas a morir por mí,... porque si tú mueres, yo muero también, ¿es que no lo ves?– dije.

Y me dejé caer al suelo de rodillas, destrozada. Él se arrodilló también y me abrazó, ya fuera todo su enfado. Yo estaba temblando, agitada, y él me besaba la frente y el pelo.   

–¡Tienes razón! Vamos a intentar ser razonables. Lo que hiciste ayer no fue nada prudente y lo sabes. Puede que no te gustara quedarte atrás, pero en ese caso lo discutimos y tomamos juntos la decisión, ¿de acuerdo? Prefiero que vengas conmigo a que te lances tú sola a la acción–dijo.

–Sí, claro, ¡cómo que me dejaste abierta una posibilidad de negociación! –reprendí.

–¡Prométeme que no volverás a hacer algo así nunca!– pidió.

–No, no te lo prometo ni te lo prometeré. De hecho volvería a hacerlo y si intuyera que estás en peligro, por poco que yo pudiera hacer, iría también. ¡Hazte a la idea!–respondí.

Robb me cogió el rostro con las manos y me miró con desesperación e intensidad.

–En este momento me gustaría atarte y amordazarte y dejarte encerrada hasta que acabase todo, así me podría asegurar de que estás a salvo, ya que no me dejas hacer mi trabajo, que es protegerte. Eres la persona más terca, imposible e indomable que conozco– y siguió mirándome mientras yo le devolvía la mirada inflexible –,pero quizás es por eso también por lo que te amo tanto– terminó.

Sus ojos verdes se habían ido suavizando y tenían un brillo intenso, como si fueran esmeraldas. ¡Había sido nuestra primera pelea! Y había sido tenso, pero ahora notaba cómo los dos nos relajábamos, intentando buscar la paz. Me solté de sus manos y con la mía le cogí de la nuca y le atraje a mí. Necesitaba besarle, quería que viera que no estaba enfadada con él, que seguíamos en el mismo barco. Y nos besamos. Él también estaba conciliador y me abrazaba fuerte, protector y esperaba que lo hubiera comprendido, que no podía dejarme aparte porque yo también formaba parte de esto.

–Ahora somos un equipo. No me dejes de lado, quiero estar contigo– le dije entre besos.

Él parecía dudar. Me besaba, pero veía cómo debatía su respuesta en su fuero interno.

–¡Por favor!– suspiré sobre sus labios.

–¡Arggg! ¡Está bien!–murmuró al final.

Y yo sintiendo el triunfo le besé aún más fuerte.

 

Comimos algo y tras descansar un poco volvimos al entrenamiento. Siguió instruyéndome en técnicas de combate, en lucha cuerpo a cuerpo y con cualquier tipo de objeto que pudiera usar como arma. También seguimos probando mis aptitudes y cómo controlarlas.

–Quiero que me enseñes a usar un arma– le pedí.

–Creo que montaríamos mucho escándalo en el instituto, ¿no crees?– dijo burlándose.

–Bueno, podríamos practicar en el bosque– dije.

–El bosque no es seguro– señaló.

–Ningún sitio es seguro, Robb– apunté.

 Él me miró, parecía dudar.

–Y quiero también que me lleves contigo esta noche a ver a Snake. Quiero probar yo misma a sugestionarle, quizás obtengamos algo–dije.

Robb empezó a sacudir la cabeza, como si estuviera pidiendo demasiado.

–¡Hoy estás caprichosa! Que te haya  concedido no dejarte de lado no significa que ahora te lleve a todos los frentes, ¿entiendes? Snake es peligroso, cuanto menos te acerques a él, mejor– gruñó.

–Pero me dijiste que no tenía aptitudes– respondí.

–Y no las tiene, pero lleva vivo mucho tiempo. Es listo y tiene recursos y no quiero que sepa nada sobre ti– continuó Robb.

–¡Pero si ya lo sabe todo! Me localizó para James y por lo tanto sabe quién soy y seguramente sepa cómo hacer para acabar conmigo y se lo quiere vender a James…–divagué.

Robb en ese momento levantó la cabeza, mirándome atentamente.

–¿Qué has dicho?– preguntó.

No sabía a qué se refería, luego hilé de nuevo mis pensamientos para retomar la reflexión que había formulado.

–Decía que si Snake tiene algo importante que ofrecerle a James y que está convencido de que pagará lo que sea por ello, pues tiene que estar relacionado conmigo. Y está claro por lo que hemos visto en mis sueños que lo que James planea es matarme y ahí es dónde me pierdo, porque si quisiera hacerlo podría haberlo hecho ya, no soy rival para él… Ahí es donde no encaja lo de Snake– concluí.

Pero Robb asentía, excitado, moviéndose de un lado a otro.

–¡Eso es!, ¿cómo no me he dado cuenta antes? Snake tiene la forma de acabar contigo, pero no consiste únicamente en matarte sin más, Emma, él sabe lo que hay que hacer para sacrificarte. Y eso es justamente lo que busca James porque de esta forma obtendrá algo a cambio, algo que debe ser extremadamente valioso para montar toda esta farsa–dijo.

– Sí, parece tener sentido, pero ¿qué es?–pregunté.

–No lo sé, Emma, pero esto es peor de lo que pensaba. Por eso James estaba esperando, por eso no forzaba la situación. Nunca pretendió que te unieras a él, ni liberar tu potencial, sino todo lo contrario. Pretendía mantenerte escondida e indefensa hasta que Snake le trajera la información necesaria para eliminarte de una forma sencilla y perfectamente beneficiosa para él. ¡Qué estúpido he sido!, ¿cómo he podido estar tan ciego?– dijo con una expresión torturada.

–Robb, tranquilo, ahora lo sabemos, lo que nos sitúa en una mejor posición que antes. Además James no sospecha nada, Ni siquiera sabe que me has liberado, ni que me estás instruyendo y sobre todo tenemos a Snake en nuestro poder ¡Llevamos ventaja! –dije.

 Robb se acercó a mí y me apretó contra él.

–De acuerdo–dijo– Esta noche vendrás conmigo a ver a Snake, pero si no conseguimos averiguar nada de provecho tengo claro cuál será el siguiente paso, matarle. Si acabamos con él no podrá pasarle la información a James y ¡problema resuelto!–dijo.

–Sólo hay un problema–comenté–y es que Snake es inmortal, ¿no? –.

–Hay cosas peores que la muerte Emma y suplicará por morir– dijo con una mirada asesina en su rostro.

 

Quedamos en que Robb me recogería más tarde en casa y nos iríamos de una vez por todas de allí, ya no había ninguna razón para esperar. Él se ocuparía mientras tanto de averiguar si James andaba de vuelta en la ciudad porque no quería correr riesgos. Sus hombres custodiaban a Snake y no podían permitirse relajar la vigilancia para no tener un nuevo contratiempo, por lo tanto Robb se ocuparía de llevar provisiones al refugio y rastrearía toda la zona antes de llevarme a mí allí y así evitar que nos siguieran.

No podría llevarme muchas cosas conmigo, sólo lo básico, algo de ropa, el portátil, el móvil y poco más, pero no me importaba, tenía tantas ganas de salir de allí que me podría ir sólo con lo puesto. Tampoco tenía tanto apego a mis cosas, lo sentía más por Lily. Me hubiera gustado verla y decirle que tenía que irme, pero no podía. La echaría muchísimo de menos, había sido una verdadera amiga. Quizás la pudiera llamar un día, cuando estuviera lejos de allí y decírselo.

Cuando salí del instituto hubo algo que me dejó de piedra.  La moto, la BMW del tipo rubio, estaba en el parking. Avisé a Robb de que tuviera cuidado y se escudase, que había visto la moto de uno de los tipos del otro bando en el instituto y me dijo que no me preocupara, que se andaría con cuidado. Me escudé yo misma y tomé muchas precauciones en ocultarme el rostro con la capucha y salir disparada de allí.

Cuando llegué a casa, Susan me esperaba, como de costumbre.

–Vengo muy cansada tía Susan–dije simulando cariño– Hoy hemos tenido examen y mañana tengo otros dos, ¡es agotador!–.

 Ella me dedicó una mirada comprensiva. No parecía sospechar nada.

–Lo siento cariño, pero ya te queda sólo una semana y luego estarás de vacaciones. ¿Sabes qué? James y yo estamos planeando una escapada para que te relajes– dijo.

 O sea que me iba a  contar lo de Canadá. ¡A ver qué excusa me ponía!

–Y ¿a dónde iremos?– pregunté.

–¡Es sorpresa!, pero te encantará, ya verás–me aseguró.

Puse cara de expectación e intenté sonsacarle durante la cena, como para que pareciera que estaba impaciente en ver dónde íbamos. Le pregunté que dónde estaba James, que llevaba un par de días sin verle, a lo que respondió que había ido a una misión a Seattle y que estaría de vuelta para el fin de semana. Lo dejé pasar y me retiré pronto a acostar, pero esa noche lo primero que hice fue sugestionar a Susan. La dejé en una situación como de coma inducido, no podía permitirme que se despertara y que lo descubriese todo. Después la llevé a la habitación del sótano y la encadené allí. Sin duda James la encontraría, no iba a correr peligro. No sabía cuánto tiempo le aguantaría el letargo inducido que le había aplicado, pero quizás fueran pocas horas y después podría liberarse ella misma, con sus aptitudes.

Cogí el arma y unos cargadores de repuesto. Nunca estaría de más llevarla, ya aprendería a usarla si era necesario. Subí a toda velocidad a mi habitación y preparé una mochila con las pocas cosas que me iba a llevar e incluí el álbum de recortes de Christine, era todo lo que tenía como recuerdo de mi vida anterior. Después avisé a Robb de que estaba preparada y quedó en pasar a por mí en media hora.

Al poco tiempo le sentí próximo. Lo que había sentido el primer día que me crucé con Robb había sido su aura, me había sentido cómoda y segura en sus brazos y cuando se separó de mí había notado la pérdida. Así me sentía con Robb, era la forma en la que percibía su energía. Después de vincularnos, la sensación se hizo mucho más fuerte y podía percibirle a mayores distancias, salvo que se escudase contra mí.  Pero podía escudarse contra el resto del mundo y permitirme a mí el acceso, porque yo era su vínculo, su compañera y mientras estuviéramos vinculados esto era posible. En ese momento apareció por la ventana y me acerqué a él, preparada. Me dio un beso rápido y cogió mi mochila.

”¿Susan?” preguntó.

“Me he ocupado de ella y la he encadenado en el sótano. Me ha dicho que James estaba fuera de la ciudad, no sé si será cierto” le expliqué.

“Sí, no está en la ciudad aunque me inquieta no saber dónde anda. Emma, siento que tengas que irte así y que tengas que dejar todas tus cosas” dijo.

“No te preocupes, no me importa mientras esté contigo” dije.

 Robb me besó en la frente, infundiéndome ánimo, y escapamos por la ventana hacia el bosque.

 

Fuimos por una ruta larga, de vez en cuando desandando nuestros pasos para comprobar que nadie nos seguía. Sería bastante arriesgado dejar alguna evidencia de nuestra huida. Sin duda los hombres de James saldrían en nuestra búsqueda en cuanto Susan diera la alerta, tenía la esperanza de que nos diera tiempo a llegar hasta el refugio. Según Robb estaba a unos cincuenta kilómetros de la ciudad, bien oculto en el bosque, pero no era conveniente quedarnos mucho tiempo allí, como mucho hasta que volviera a oscurecer para aprovechar la noche y seguir el viaje. Quizás incluso fuera muy tarde por entonces, teniendo en cuenta que James peinaría el bosque. Tendríamos que pensar qué hacer.

Y entonces noté que Robb se paraba de pronto y se ponía tenso. Con la velocidad de un rayo me cogió y me ocultó tras unos matorrales.

“Espera aquí” dijo pasándome la mochila.

Y salió por dónde habíamos venido. La luz de la luna no era suficiente esa noche para ver con claridad, pero por otro lado, pasar inadvertidos nos era favorable.

“¿Qué ocurre?” pregunté.

Y entonces yo también lo noté.  Una ola de energía me llegó. Era un híbrido y no iba escudado, lo que significaba que no quería pasar desapercibido. ¡Nos habían localizado! El único consuelo era que no había sido en el refugio. De pronto alguien saltó de entre los árboles plantándose a pocos metros de Robb. Yo seguía oculta y sólo vislumbraba las dos siluetas, una frente a la otra, ambas rodeadas de sombras. Entonces oí una carcajada que me resultó familiar.

–Tendría que haber imaginado que eras tú– dijo Robb.

–¡Robert, Robert!, ¡cuánto tiempo!– respondió el extraño.

Su voz era penetrante, profunda…

–¡Nunca el suficiente!– dijo Robb.

–Creo que tienes algo que me pertenece–continuó el otro.

–Con sólo una salvedad, que era mío primero– dijo Robb con sarcasmo.

–Técnicamente lo cogí prestado, pero pensaba devolvértelo algún día– le respondió.

Notaba a Robb tenso, como siempre que se preparaba para luchar, pero no nervioso. Tenía un gran aplomo, mientras que yo estaba temblando de pies a cabeza.

–Pues ya me lo has devuelto. Ahora lárgate–dijo Robb.

–¡Ni por asomo! Vas a contarme en lo que está metido tu jefe y por qué necesita a esa escoria de Snake– amenazó.

–Ya entiendo te ha mandado papá a hacer el trabajo sucio, ¿no? Veo que vas ganando galones, Miguel. ¿Te ha prometido esta vez darte el mando de los querubines?–se burló Robb.

¡Miguel! Así era como se llamaba y por el tono de su conversación parecía que se conocían bastante bien, pero… ¿de qué? Y a mí me resultaba tan familiar… Esa voz, ese tono de superioridad y esa risa burlona me eran conocidas. Y entonces supe de quién se trataba. Era él, el chico rubio y peligroso que se había cruzado en mi camino la noche anterior y de pronto sentí pánico porque le creía capaz de atacar a Robb.

–Creo que no eres el más indicado para hablar de galones, Robert, sabiendo que no eres más que el perrito faldero de James. Pero he de reconocer que últimamente me tienes intrigado. No habrás sido un chico malo, ¿verdad?–preguntó Miguel.

–¡Que no te quepa duda! Tengo una reputación que mantener–respondió Robb divertido.

–Dime dónde tienes a Snake– dijo Miguel, ahora en serio.

–Ven, que te lo susurro al oído–dijo Robb indicándole que se acercará con un gesto obsceno de su dedo.

Y Miguel se lanzó sobre Robb. Los vi moverse a la velocidad del rayo, danzando uno alrededor del otro, buscando un punto débil para atacar. De pronto el cielo se abrió y la luz de la luna llegó hasta nosotros, iluminando la escena. Robb cogió impulso contra un árbol y chocó contra Miguel, que salió despedido y se golpeó contra el suelo. Pero inmediatamente estaba de nuevo en pie y cortó la llegada de Robb con un manotazo, lanzándolo hacia el tronco de un abeto que crujió con el golpe. Robb se puso en  pie y lanzó un campo de fuerza hacia Miguel, que lo esquivó y arremetió de nuevo contra él, que saltó justo a tiempo de evitarlo. Las ondas impactaron en un árbol que se partió y cayó, haciendo un ruido sordo y estrepitoso contra el suelo.

A continuación vi un brillo metálico, se trataba de Miguel, que empuñaba una especie de espada. Robb no iba armado, estaba en desventaja, pero recordé que yo tenía un arma y la saqué a toda velocidad de la mochila. Encajé como pude el cargador y salí de mi escondite a toda velocidad, empuñándola. Robb estaba esquivando los golpes que le intentaba asestar Miguel y le atacaba lanzando campos de fuerza con fuego. Miguel los desviaba con la espada, manejándola como si se tratara de un bate de béisbol. De pronto Robb advirtió mi presencia y se envaró, poniéndose delante de mí para protegerme.

“¿Qué haces? Vuelve a tu escondite, yo me ocupo de esto” me dijo.

 “Sólo quería proporcionarte un arma” expliqué.

“Emma, un arma de fuego no vale  para nada con un híbrido como Miguel. ¡Escóndete, por favor!” me ordenó.

Pero Miguel ya me había visto y de un salto había aterrizado junto a nosotros. Robb me ocultó detrás de su cuerpo y se colocó en posición de ataque.

 –Robb, no andarás metido en líos de faldas, ¿verdad?– insinuó Miguel.

–Creo que ésa es más bien tu especialidad–replicó Robb.

 Miguel comenzó a reírse a carcajadas.

–Es cierto. Yo también tengo una reputación que mantener–admitió.

 Y comenzó a rodearnos, sin duda intentando verme a través del hueco que dejaba el cuerpo de Robb.

–Robert, ¿es que no vas a presentarnos?– preguntó intrigado.

–¡No!–contestó Robb, ahora tenso.

Sabía lo que Robb estaba pensando aún sin leer su mente. Estaba pensando que no tendría que haber salido de mi escondite, que él no me necesitaba y que ahora lo había empeorado todo. Miguel alzó una ceja y avanzó.

–Entonces tendré que presentarme yo mismo– advirtió.

Intentó acercarse más, pero Robb le detuvo en seco.

–Sobre mi cadáver–le amenazó Robb.

–Pensaba que nunca ibas a decir eso– dijo Miguel con una sonrisa diabólica.

Y se agazapó para atacar, pero en ese instante yo salí de detrás de Robb y ambos se quedaron paralizados, mirándome. 

–No hacen falta presentaciones, ya nos conocemos– dije mirando a Robb y vigilando por el rabillo del ojo a Miguel.

Miguel se había quedado descolocado al reconocerme, pero comenzaba a volver en sí, poniendo de nuevo su expresión de superioridad. Robb se adelantó, mirándome con una interrogación implícita en el rostro y me cogió del brazo, ocultando de nuevo parte de mi cuerpo con el suyo.

–Desde luego. No olvidaría esos ojazos– dijo Miguel y dirigiéndose a Robb añadió– ¿Te has fijado Robb que si los miras muy de cerca tienen motas de color ámbar alrededor del iris?–.

Y puso su sonrisa de capullo entrometido que me hubiera gustado borrar de un tortazo.

Noté que Robb se tensaba más, gracias a su comentario, pero no dijo nada. Siguió mirando a Miguel con cara de pocos amigos.

–Pero lo más excitante es la ligera separación que hay entre sus incisivos–continuó Miguel–  Es cierto que no se nota a simple vista, pero ¡créeme!, cuando la besas con lengua se aprecia muy bien–.

Y entonces Robb explotó, lanzándose como una bala e impactando contra él.  Cayeron ambos al suelo, pegándose como dos humanos, a puñetazo limpio. ¡No podía creerlo!, ¡cómo podía ser Miguel tan vil, ruin y despreciable! Había dicho todas esas cosas sobre mí para provocar a Robb, buscando definitivamente una pelea. Me dio la impresión de que esta enemistad entre ellos venía de lejos.

Se levantaron, agarrándose de las solapas de las cazadoras e intentaron voltearse el uno al otro, hasta que corrí hacia ellos y me planté en medio de los dos.

–¡Basta!–dije–¿De qué va esto?, ¿no os dais cuenta de que os estáis comportando como idiotas?–.

Robb bajó la mirada hacia mí lentamente sin soltar a Miguel.

–¿Te ha besado? Si es así le partiré la mandíbula y se la arrancaré a cuajo para que no vuelva a ocurrírsele hacerlo de nuevo–amenazó con un tono asesino.

–En realidad fue ella la que se abalanzó sobre mí, cosa fácil de entender porque entre tú y yo es obvio a quién elegir ¡Yo beso mucho mejor! –apuntó Miguel provocador.

Robb se puso mucho más furioso y me miró y esta vez me habló mentalmente.

“¿Es cierto?, ¿fuiste tú quien le besó?” me preguntó.

Eché una mirada llena de odio a Miguel, me había metido en un aprieto y él lo sabía. Por su expresión de satisfacción se estaba regodeando en ello.

“Sí, le besé, pero no porque quisiera hacerlo. Estaba intentando entretenerle para que no volviera a la nave y apareció Lily e iba a descubrir el engaño… y fue lo único que se me ocurrió para distraerle. Pero no fue nada serio, te lo prometo” me excusé.

Robb pareció relajarse un poco y soltó a Miguel. Éste pareció decepcionado y volvió a la carga.

– ¿Y tampoco le has contado lo que hicimos después en el aseo? ¡Ésa fue la mejor parte! –provocó.

Y en ese momento ya no esperé la reacción de Robb  porque noté cómo me llenaba de energía que no podía canalizar más que a un sitio, a hacer polvo al capullo de Miguel. Le icé sólo moviendo una mano mientras él, sorprendido primero y después provocador, me miraba con su sonrisa burlona. Y no pude evitarlo, comencé a lanzarle de un lado a otro golpeándole contra el suelo y contra cada árbol que tenía al alcance, cada vez con más rabia y más fuerza hasta que vino Robb y rodeándome con sus brazos, me tranquilizó y me hizo obligó a parar el ataque. Miguel cayó a plomo hacia el suelo, aterrizando sobre la hierba mojada y empecé a sentirme realmente mal por lo que acababa de hacer.

Me encontraba un tanto conmocionada. Había sentido un instinto asesino contra Miguel. Era cierto que era un estúpido, un engreído y un capullo que me ponía de los nervios, pero esa no era razón para intentar matar a alguien. Miguel se había levantado sin mucho esfuerzo y estaba recostado contra un tronco limpiándose las manchas de sangre de la cara con el borde de su camiseta. Robb estaba junto a mí y levantó mi rostro.

–¿Estás bien?–me preguntó.

 Asentí.

–¿Y él?– pregunté inclinando la barbilla hacia donde se encontraba Miguel.

–Sí, por desgracia se recuperará. No tendría que haberte detenido–respondió Robb con resignación.

Miré a Robb, arrepentida.

“Por favor, perdóname, se me ocurrió flirtear con él  para apartarle de la nave, pero no pensaba llegar a más. ¡Créeme!, le di calabazas y me le quité de encima en cuanto pude” dije.

Me miró y me besó en la frente.

“Te creo, pero eso no quita que él disfrutara besándote y sobre todo restregándomelo en la cara ahora que sabe que me importas. Entenderás que ahora tengo ganas de matarle” añadió y se volvió hacia Miguel.

–Miguel, nos largamos. No intentes seguirnos o tendrás que enfrentarte a los dos– amenazó Robb.

Entonces Miguel se acercó y me miró.

–No os vais a mover de aquí hasta que no me contéis de qué va todo esto. ¿Qué eres?–me preguntó.

Yo miré a Robb sin saber qué decir y él me devolvió la mirada. Estaba claro que cuando le ataqué descuidé mi escudo y Miguel me había sentido. Había visto que era más que un híbrido, un ser distinto, y sentía curiosidad, ahora teníamos que pensar qué es lo que podríamos contarle. Miguel no me quitaba la vista de encima. Sus ojos azul cielo, claros y fríos me evaluaban y sentí que intentaba sacar la información directamente de mi mente, sugestionándome. Noté cómo intentaba entrar en mí, pero era fácil combatirle, él no suponía mayor esfuerzo para mi mente. Robb notó que lo tenía controlado y se relajó.

–Me estás bloqueando. ¿Cómo lo haces? No sé cómo no me di cuenta ayer de que eras un híbrido– dijo.

–Creo que ayer no te concentraste demasiado en mi mente en particular– me burlé.

Y me arrepentí justo nada más decirlo por si había molestado a Robb, pero él seguía en silencio, preparando su próximo movimiento y evaluando la situación. Miguel se volvió hacia nosotros, desafiante.

–Vamos, Robb, o ¿quieres que le cuente esto a mi padre? ¿Quieres que estalle la guerra? Pensé que ése no era tu objetivo. ¿No querías que se restableciera la paz?–dijo.

–¿Me estás diciendo que el arcángel no sabe nada de lo que trama James? Entonces, ¿qué estás haciendo tú aquí?– preguntó Robb confundido.

En este punto estaba un poco perdida, ¿qué tenía que ver el padre de Miguel en todo esto? Estaba claro que sería un primero, como el de cualquier híbrido, pero ¿se trataba de un arcángel? Y entonces tuve una corazonada, pero ¡no podía ser! Tenía que salir de dudas.

– ¿Tu padre es el arcángel Miguel?– pregunté atónita.

Miguel me guiñó un ojo, indicando que eso era obvio. ¿Realmente podría ser así? Y entonces me vino a la mente una pintura del arcángel que había visto en internet. Era un cuadro de Guido Reni y representaba a Miguel como un fuerte guerrero, rubio y hermoso que se proclamaba vencedor sobre Satanás. Recordaba que Satanás en esta pintura no tenía nada remarcable, en definitiva no era hermoso. Intuía que el pintor había querido mostrar el contraste entre la belleza del vencedor y lo ordinario del mal, del derrotado. Sin embargo según el Apocalipsis, Lucifer era el más bello de los ángeles, más bello incluso que Miguel, aunque fuera malvado. Y bueno, la prueba de que los del otro bando no eran del todo ordinarios era Robb, que al menos para mí era el hombre más hermoso que había visto jamás. Si bien Miguel era como una réplica del David de Miguel Ángel, Robb era el éxtasis absoluto personificado.

Entonces Robb soltó una carcajada.

–Al menos eso es lo que tú vas diciendo por ahí. Claro que puede que haya tenido otros cientos de hijos a lo largo de los tiempos, así que no te creas tan especial, Junior. Y ahora responde a mi pregunta, ¿en serio que no sabéis en qué anda metido James?–preguntó.

Miguel devolvió la mirada a Robb, receloso, pensando bien su respuesta.

–Ni siquiera se sospecha que esté tramando algo, pero yo no me trago eso de la tregua y demás. No te lo tomes a mal, pero vuestro bando no puede vivir sin la guerra, ¡está en vuestra naturaleza!– afirmó.

Y sin contenerme tuve que intervenir.

–¡Ja!, ¿quién fue a hablar? Acabo de ver cómo provocabas a Robb a propósito sólo por una buena pelea. De todos los tíos que conozco no he visto a nadie con más ganas de problemas que tú–dije.

Robb me miró divertido y Miguel se sonrió.

–Sí, nena, pero yo soy la excepción que confirma la regla. En estos períodos de tranquilidad me aburro enormemente y tengo que buscarme mis propias distracciones. ¿Qué sería si no la vida, sin un poco de chispa?– dijo.

–Pensaba que las chicas eran tu antídoto para el aburrimiento–señaló Robb.

–Más bien un pasatiempo agradable, pero francamente, prefiero la acción. Y tengo mis propios objetivos, no sigo a pies juntillas los encargos de mi padre…–dijo mirando a Robb– por lo que hace un tiempo que tengo vigilado a James y a Snake. Esa comadreja siempre anda de tratos con demonios e intuyo que no están tramando nada bueno. Seguimos a James hasta aquí, pero no acabo de ver la relación con este lugar de mala muerte… y ahí es donde entras tú y me lo explicas. No te preocupes, en esto voy por libre y no voy a pasar más arriba la información por ahora. Busco mi momento de gloria–dijo.

 Robb le siguió mirando, serio.

 –Y ¿qué te hace pensar que voy a traicionar a James y a contarte a ti sus planes?–dijo finalmente.

 Miguel hizo un amago de reírse.

–Robert, te he estado vigilando, ¿sabes? Sé que has estado trabajando por libre, como yo, detrás de James. Sé que sospechabas algo y le seguiste y que le has traicionado, quieres que Snake te dé la información a ti y no a tu jefe. El mismo Snake me lo dijo y ahora tú vas a decirme por qué–dijo.

Yo miré a Robb, preocupada, y él me devolvió la mirada intenso y como siempre infundiéndome seguridad. Me acerqué a él y me rodeó con su brazo. Miguel nos miraba confuso.

–Por ella–respondió Robb, mirándome con fervor.

Miguel sumó dos más dos. Había sentido mi aura, que según me había comentado ya Robb era muy diferente a la de un híbrido, más potente, y eso le habría dado una pista sobre mi origen. Pero lo que creo que le convenció fue que vio cómo nos mirábamos Robb y yo. Dedujo que Robb había traicionado a James y a su propio bando por mí. Cuando me miró de nuevo no vi rastro de su habitual arrogancia en sus ojos, simplemente había una intensa curiosidad. Se acercó aún más, mirándome profundamente a los ojos.

–¿Es que no lo notas?, ¿no lo sientes estando cerca de ella?– señaló Robb.

Miguel asintió y abriendo ligeramente sus labios pronunció: –Aequilibrium–.