CAPÍTULO XII

Volví a casa en una de las bicicletas de alquiler del ayuntamiento, mientras que Robb me seguía a la carrera oculto por el bosque. Susan salió a recibirme en cuanto me oyó dejar la bici en el garaje.

–¡Qué bien que hayas vuelto, Emma! La casa parecía vacía sin ti–dijo.

–Yo también te he echado de menos–mentí.

 Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla. También podía sentir ahora a Susan. Era un híbrido, sin lugar a dudas, pero no me intimidaba. Me creía capaz de vencerla e incluso de sugestionarla. Podría probar.

–¿Está James en casa?– dije.

–No, ¿por qué?– dijo mirándome perspicaz.

–No es nada importante, es que le dejé mi bolsa para que me la trajera porque no me cabía en la bici y quería saber si ya la había traído–le expliqué.

–No te preocupes, la trajo antes, pero tuvo que irse porque tenía guardia esta noche–dijo.

Esto me alegró, seguro que era mentira y que estaba metido en otras historias, pero al menos no estaría aquí, y yo estaría a salvo.

Cenamos y mi tía se sentó frente a su ordenador, aparentemente retocando un reportaje de fotos para un cliente. Robb estaba fuera de la casa, en el bosque, esperando la señal para colarse por mi ventana. En general los híbridos sabían cómo ocultar sus emisiones de energía para no ser descubiertos creando un escudo y eso precisamente era lo que iba a hacer Robb para que no le descubriesen. Me disculpé enseguida con la excusa de estudiar y me fui a mi habitación.

“Robb” le llamé.

En un momento le vi encaramado en mi ventana. Corrí hacia él y le abracé inmediatamente. Cerré la ventana y las cortinas, por si alguien merodeaba por los alrededores y él, mientras tanto, creó su escudo y me mostró cómo hacerlo y mantenerlo gastando lo mínimo de energía.

“Creo que James está viniendo menos a la casa para que no te localicen“ dijo “Sabe que le están vigilando y si le vieran cerca de ti sería muy sospechoso. Así es cómo te encontré yo”.

“Pues es un alivio que no esté. No podría pegar ojo si él estuviera aquí, pensando en que podría descubrirnos en cualquier momento. Sin embargo creo que podría sugestionar a Susan e intentar sonsacarle información, ¿crees que sería una opción?” sugerí.

 Robb frunció el ceño y se sentó en mi cama.

“Podemos probar esta noche. Intentaremos que se duerma para que no vea venir que es una sugestión mental y además al mismo tiempo comprobaremos cómo de fuerte es tu aptitud. Si avanzamos bien con el tema del sueño, mañana podemos sugestionarla para que hable” propuso.

Me pareció una idea estupenda y nos tumbamos en mi cama a esperar que Susan se acostara.

“Robb, cuando huyamos, ¿dónde iremos?” le pregunté.

“Estoy barajando varias opciones, conozco sitios donde no nos encontrarían. Lo más importante es salir de aquí. Te llevaré lo más lejos posible de James en un primer momento y luego ya veremos” contestó.

Me acerqué más a él y apoyé mi cabeza sobre su pecho. Él me rodeó con sus brazos y me besó con ternura en la frente.

“La verdad es que estoy impaciente por salir de aquí. No importa dónde vayamos si estamos juntos” añadí.

“Lo estaremos, pase lo que pase no van a separarnos” susurró apretándome contra él.

“Y ahora, intenta dormir un poco. Yo te avisaré cuando se acueste Susan” añadió acariciando mi costado con su mano.

Me sentía tan segura en los brazos de Robb que debí de dormirme con sus caricias. Y de pronto estaba en el bosque, con mi vestido blanco flotando al viento. Estaba preparada y sabía que iba a tener una visión por lo que busqué a Robb en mi mente. De pronto sentí cómo él me cogía de la mano.

“¿Me has llamado?” dijo sonriendo.

Asentí y le señalé el vestido.

“Creo que voy a tener uno de mis sueños y quería que estuvieras conmigo” dije.

Él me acercó más a él y esperamos. Y entonces ocurrió como la otra vez, un destello nos cegó y de pronto estábamos en una habitación oscura. Parecía un sótano porque no había luz natural y se veían humedades en las paredes y el techo. En la escena se veía a  Robb encadenado del techo, sin camisa y James le estaba torturando con un látigo. Grité para que parara e intenté llegar a él, pero no podía intervenir, era sólo una mera espectadora. Finalmente James dejó de azotarle y Robb se desplomó, pero ni gritó ni suplicó que le soltara. Su hermosa espalda estaba destrozada, atravesada en todas las direcciones por los surcos que habían dejado los latigazos, quemándola y cubriéndola de sangre… James habló.

–¿Crees que merece la pena todo esto por protegerla? Has osado a traicionarme a mí, cuando yo te he tratado como a un hijo. ¿Cómo puedes querer salvarla?, es un ser antinatural que no debería haber nacido, que se engendró con la traición a nuestra comunidad… Ella se apoderó de tu mente y te hizo volverte contra los tuyos, ¿lo vas a permitir o vas a decirme dónde la tienes escondida para poder acabar de una vez por todas con esto?– exigió.

Robb guardó silencio y ni siquiera se inmutó cuando James le asestó otro latigazo.

–¿Crees que te ama?, ¿crees que ella haría lo mismo por ti? ¡Créeme!, sólo te está utilizando. Te usará, acabará contigo y luego acabará con nosotros, ¿es que no lo ves? Entrégamela y olvidaré tu traición. Entenderé que te ha poseído con sus poderes mentales y no has tenido elección.  La sacrificaré tal y como se profetizó y la erradicaré del mundo y volverás a ser libre– dijo.

 Entonces Robb levantó su rostro, dolorido, pero orgulloso.

–Puedes tomar mi vida, pero no te entregaré la suya. Ella te derrotará y te enviará al verdadero infierno y una vez allí cuando nos encontramos, ¡créeme!, te lo haré pagar–dijo y su sonrisa me dijo que estaba preparado para morir.

De pronto parpadeé y todo había acabado. Estaba en mi cama, junto a Robb. Él respiraba lento, tranquilo, como si lo que acabara de ver no le hubiera afectado. Busqué su mirada, muerta de miedo.

 “¿Sabes Emma? Esta versión me va gustando más, parece que vamos cambiando el futuro” dijo.

 Le miré con cara de horror.

“Esto cada vez va a peor, no veo qué es lo que mejora en que ahora te mate a ti primero” protesté.

“¿No te das cuenta de lo que ha ocurrido?, cuando hemos decidido escapar para esconderte, hemos dado esquinazo a la anterior visión. ¡Ya no caes en manos de James y no morirás! Ahora la idea es que yo evite que me coja, pero es más fácil evitarlo ahora que sabemos lo que busca” dijo.

“Eso ya lo sabíamos, quiere matarme y por lo visto a ti también” dije contrariada.

“No es eso exactamente. Quiere sacrificarte, no matarte” aclaró.

Le miré como dando a entender que al fin y al cabo el resultado era él mismo.

“No es lo mismo, supone una gran diferencia, porque sacrificio significa entregarte a cambio de otra cosa, es decir, que con tu muerte busca conseguir algo y conociendo a James, será algo de lo que saque provecho” dijo.

Se me quedó mirando, pensativo, mientras que yo me estrujaba la cabeza preguntándome por qué me sacrificaría y sobre todo qué quería obtener a cambio.

Entonces oímos ruido en la escalera y nos incorporamos los dos a la vez. Se trataba de Susan. Sus pasos se acercaron a mi puerta y Robb se deslizó justo detrás de la misma para cogerla por sorpresa si se decidía a entrar, pero pareció detenerse allí un instante, como para cerciorarse de que todo estaba bien, y después continuó hasta su habitación. Robb se acercó a mí y me indicó que me sentara con él al borde de la cama.

“Ahora concéntrate en ella, intenta acercarte a su mente, pero no la fuerces. Entra poco a poco para que no se dé cuenta y no te bloquee” me pidió.

Asentí y me concentré en Susan. Era como si mi mente saliera de mi cuerpo y vagara hacia la habitación de enfrente en su busca. Robb estaba allí conmigo, guiándome, mostrándome cómo localizarla. No la veía con mis ojos y ni siquiera en mis pensamientos, pero pronto comprendí que no era necesario, porque localicé su psique y  empecé a evaluarla. No pareció ofrecer resistencia, pero aun así Robb no me dejó invadirla directamente.

“Nunca infravalores a tu adversario. Comienza tanteando, con prudencia. Los cementerios están llenos de temerarios” me aconsejó.

Entonces empecé a sugestionarla, lanzándola una sensación de fatiga extrema. Susan no pareció advertir nada extraño, sólo se acomodó en la cama con el ordenador. Seguí enviando mensajes para que se durmiera, igual que había hecho con Lily, y de pronto noté que intentaba resistirse y me puse alerta. Pero entonces encontré un punto débil, vi que la voluntad de Susan había flaqueado por un momento y que me había dado acceso y con contundencia le ordené que sucumbiera al sueño. Inmediatamente se derrumbó, dejando deslizarse el ordenador por sus piernas  hasta caer en la cama. Me incorporé de un salto y me dirigí a la puerta, seguida por Robb.

“Lo primero que tengo que mirar es lo que guarda en el portátil, antes de que se bloquee y nos pida la contraseña”–dije.

“De acuerdo, yo mientras tanto registraré la casa. No bajes la guardia, podría despertarse” me aconsejó.

Y dándome un beso bajó por las escaleras a toda velocidad mientras yo me colaba en la habitación de Susan. La encontré en una postura incómoda, medio retorcida, encima de su cama. El portátil aún estaba encendido y volé a por él. Desde luego no estaba trabajando en ningún reportaje de fotos, sino que trabajaba con unos documentos. Me largué con él a mi habitación y comencé a explorarlo. Tenía conectado un modem, con lo cual podría estar incluso comunicándose con alguien. El documento que tenía abierto era como un parte donde documentaba lo que habíamos hecho con todo detalle: horarios, conversaciones, etc… Por lo que vi debía rellenar uno cada día. Seguro que se lo enviaba a James. Después ojeé en sus directorios descubriendo cosas inquietantes, como documentación sobre mí: copias de mi pasaporte, mi carnet de identidad, el expediente del instituto… y también había documentos falsos en los que aparecía mi foto, pero con otro nombre. Sin duda estarían preparados por si surgía algún contratiempo y teníamos que salir de allí clandestinamente. Seguí revisando todas las carpetas, esperando encontrar una con el nombre James o con alguna referencia al equilibrio, pero no había nada. Descarté que tuviera nada archivado que me fuera a interesar, pero luego pensé que era posible que hubiera algo en el correo electrónico.

Abrí el enlace y afortunadamente tenía la contraseña memorizada, con lo que accedí de inmediato. ¡Et voilà!, había correos para James. Era extraño que los demonios tuvieran una dirección de correo electrónico normal, sería más indicado otorgarles una extensión tipo “.hell” en lugar de “.com”. Efectivamente le remitía los partes por correo electrónico, uno a diario, pero no veía respuestas de James, quizás borrara los mensajes según los recibía. Esto me dio la pista para abrir la papelera de reciclaje y cerciorarme, pero también estaba vacía.

Finalmente vi algo que me llamó la atención, tenía un mensaje en favoritos que sólo incluía un link. Abrí el link y me pidió contraseña. Vaya, ahora que me estaba acercando… No creía que tuviera muchos intentos para acceder, y aunque tenía visiones en sueños, yo no era una adivina. Y de pronto pensé “Susan, escribe la contraseña” y noté cómo pensaba “apocalipsis”. Tecleé a toda velocidad y ¡bingo!, estaba dentro. Y entonces vi que había dado con algo. Estaba en un portal donde había información clasificada. Había planos con ubicaciones de distintas bases militares, su distribución, sus vías de acceso. No sabía muy bien de qué se trataba, pero conecté una llave de memoria USB y empecé a descargarme información. También había documentos, algunos de ellos pedían contraseña para su visualización y probé con la misma, pero no tenía acceso. La sondeé de nuevo, mostrándole la página con mi mente y pidiendo que escribiera la contraseña, pero no respondía, era como si estuviera bloqueada. Quizás estaba tentando mucho a la suerte y si la estaba forzando podría despertarse, de modo que no la presioné más. Me dediqué rápidamente a descargar todo lo que pude a mi memoria, enviando de nuevo sensación de calma a la mente de Susan. Cuando acabé, borré del ordenador todos los últimos accesos por si le daba por chequear el historial. No quería que sospechara. Dejé todo tal y como estaba en la habitación de Susan, incluido el ordenador y bajé en busca de Robb.

Le encontré en el sótano. Yo no había bajado allí hasta entonces. Aparentemente era un sótano normal utilizado como trastero, pero Robb había encontrado una habitación oculta por un falso murete. Dentro había armas, cadenas y esposas, quizás por si me resistía y tuvieran que encerrarme. Robb estaba ojeando un maletín, donde había documentos falsos: míos, de Susan y de James y unos pasajes de avión para dentro de dos semanas. Volábamos a Canadá aparentemente y con nombres falsos. Robb sacó mi pasaporte falso y se lo guardó en el bolsillo de atrás de los vaqueros.

”Me parece que esto nos va a ser muy útil. Siento que te pierdas el viaje a Canadá” bromeó.

 “¡Lástima! Siempre quise ir a Quebec” suspiré siguiéndole el juego.

“No te apures, cuando acabe todo esto podremos trasladarnos allí o a cualquier otra parte del mundo” dijo sonriendo.

Su comentario me llenó de felicidad, significaba que su único propósito no era establecer el equilibrio, sino después disfrutarlo en mi compañía. Esto me pareció de lo más apropiado porque también era mi máximo deseo.

Dejamos todo como lo habíamos encontrado y volvimos a mi habitación y nos tumbamos a dormir un poco, sintiéndonos seguros y aliviados porque finalmente estábamos avanzando en algo. Dormí más de lo que había esperado porque sobre las seis de la mañana Robb me despertó para que relajara la sugestión sobre Susan porque en caso de no poder despertarse a su hora habitual, podría sospechar. Se despidió de mí con un beso que me supo a poco, pero quería rastrear a James antes de que empezara el turno de mañana en la comisaría y me dejó con la promesa de compensarme cuando nos encontráramos en el instituto después de clase.

La mañana transcurrió con normalidad. Lily me estaba contando que el día anterior había quedado con Jason y que habían pensado que el fin de semana podíamos salir Robb y yo con ellos por ahí, que seguro que lo pasábamos genial. Yo le dije que era una buena idea, hasta que me di cuenta de que posiblemente para el fin de semana ya no estaríamos allí, sino huyendo como fugitivos.

Sentí un gran pesar en el corazón porque Lily había sido una amiga estupenda desde que llegué aquí. Era leal, divertida y muy intuitiva. Si se hubieran dado otras circunstancias seguramente hubiéramos sido amigas íntimas, eso si yo pudiera permitirme llevar la vida de una chica normal. Esto me hizo acordarme de mi amiga Christine. Había sido como una hermana para mí y no había vuelto a saber de ella. ¡Tan sólo esperaba que no hubiera tenido un final tan trágico como mi abuela! Quizás cuando huyera, Robb podría ayudarme a buscarla. Se lo debía, si estaba viva la encontraría.

Después de clase Lily insistió en ir a Chancey´s a tomar algo, pero la convencí de que teníamos que estudiar, especialmente ella, y al final me dio la razón y se fue refunfuñando a casa. Esperé a que no hubiera nadie a la vista y escalé al piso de arriba. Llevaba la bolsa de deporte porque Robb me había prometido que hoy íbamos a sudar y venía preparada: mallas y zapatillas de fitness. Era lo más adecuado que había encontrado. La verja que cortaba el acceso al pie del último tramo de escaleras estaba cerrada con el candado. Saqué la copia de la llave que me había dado Robb y entré, cerrando el candado a mi paso. No vi a Robb, con lo que probé a llamarle mentalmente y cuando no respondió pensé que quizás aún no había llegado y aproveché para cambiarme. No aparecía, con lo que fui a buscarle con la mente y le encontré.

“¿Dónde andas?” pregunté.

 “Disfrutando de la vista” respondió y soltó una carcajada mental.

 –¿No me digas que estás aquí?– pregunté en voz alta notando cómo me ardían las mejillas.

 “Sí. Había previsto que la lección fuera de localización y ataque sorpresa, con lo que te esperaba escondido. En serio, pensaba avisarte, pero sinceramente, ¡me has dejado sin palabras!” dijo divertido.

“Vale, ¡te has pasado! Cuando te encuentre te vas a enterar” le amenacé furiosa.

“Entonces estoy impaciente por que lo hagas” me susurró provocador.

No se le veía por ninguna parte, pero la azotea era grande y estaba llena de trastos, con lo que podía estar en cualquier sitio. No le sentía tampoco, debía estar ocultándose con un escudo. Intenté hacer trampa y colarme en su cabeza para desbloquear el escudo desde dentro, pero me tenía el paso cortado.

“No, no, amor. Nada de trucos, tienes que aprender a destapar a tus enemigos. Quítame el escudo, pero atención, puedo atacarte en cualquier momento” me avisó.

Tenía razón, yo estaba desprotegida, con lo cual lo primero que hice fue escudarme yo también y buscar refugio tras unas estanterías. Intenté agudizar el oído, pero reinaba un silencio absoluto en el lugar. Tendría que pensar en preparar algún tipo de defensa por si atacaba. Quizás podría preparar un campo de fuerza, pero me daba miedo de que fuera demasiado contundente para usarlo dentro del instituto y por la misma razón lo del fuego tampoco lo veía como una opción. No iba a poder sugestionar a Robb porque estábamos vinculados y era inmune a mis manipulaciones psíquicas, con lo que la opción de decir “Sal de tu escondite, te lo ordeno” tampoco era viable.

Finalmente se me ocurrió algo que me daría tiempo y a él no, la opción era buena. ¡Tenía que parar el tiempo y buscarle! Me concentré y noté cómo circulaba la energía por mi cuerpo y la obligué a ir hacia mis manos. Entonces las lancé fuerte hacia adelante batiendo mis palmas contra el aire, como para detenerlo. Y sucedió de nuevo… Notaba todo inmóvil alrededor, incluso el aire parecía más denso e irrespirable. Me moví con rapidez buscando por todas partes. Estuviera donde estuviera Robb ahora estaría inmóvil y desprotegido y no me vería venir. Ya estaba oliendo la victoria, pero tenía que moverme rápido porque no sabía cuánto podría tener el tiempo congelado. No le encontraba, se había ocultado bien. Traté desesperadamente de desbloquear su escudo, instigando con mi mente, pero no podía tener el tiempo parado y lanzar una localización a la vez, ¡me agotaba! Y noté que la situación se me escapaba de las manos y que de pronto el aire volvía a moverse y yo respiraba con dificultad por el esfuerzo.

Entonces lo sentí. Liberó su energía tan rápido que no le vi venir. Me dio tiempo a alzar la mirada y le vi caer en picado sobre mí. ¡Había estado en el techo, oculto y desafiando a la gravedad todo el tiempo! Traté de esquivarle, pero no pude. Impactó de frente contra mí y con el impulso salimos despedidos hacia la pared, donde yo golpeé primero y él lo hizo contra mí. En un instante había conseguido pillarme por sorpresa, desarmarme y me tenía inmóvil incrustada contra la pared. Con sus manos me sujetaba ambos brazos, abiertos en cruz contra la pared y con sus piernas y caderas me inmovilizaba el cuerpo entero. ¡Había ganado! Y yo me sentía humillada. Había tenido todo a mi favor y por precipitarme se me había ido de las manos. A pesar de que me sentía furiosa con él, no podía evitar admirarle. Era realmente bueno y estaba condenadamente sexy, sin camiseta y con unos pantalones de deporte que le quedaban bajos en la cintura y que mostraban a la perfección sus estupendos abdominales. Se inclinó hacia mí.

–No has sido cautelosa, amor– me susurró al oído– No vale de nada tener grandes armas si luego no sabes usarlas–.

Sus labios acariciaron mi oreja y descendieron hasta atrapar el lóbulo y morderlo. Noté que me estremecía de placer, pero me tenía inmóvil y era frustrante. Después descendió por mi cuello, acariciándome con su nariz a la vez que aspiraba mi aroma. Siguió besándome hasta la clavícula y mordió provocativamente mi barbilla, pero no me besó… Me seguía sujetando con su cuerpo, duro y fuerte y su mirada me derretía. Me estaba torturando como castigo por haber perdido y no podía soportarlo más, ¡le quería tocar!

Y entonces, exploté. Noté que me abalanzaba con fuerza contra él, liberando mis brazos y empujándole. Esta vez fue él el sorprendido, no esperaba que pudiera soltarme y menos con ese ímpetu. Me lancé contra él, haciéndole caer sentado en el suelo y subiéndome encima de él. Me agarré a sus hombros, con fuerza, hundiendo mis dedos en su piel y me pegué a su cuerpo y le besé acaloradamente. Él me acogió con entusiasmo y me atrajo más hacia sí, quedando completamente encajados. Sus manos recorrieron mi cuerpo, mi espalda, mi pecho, y bajaron hasta mis muslos y me apretó aún más. Su lengua se acariciaba con la mía y mis manos también empezaron a deslizarse por su pecho hasta su cintura. Y empecé a darme cuenta de que la situación se nos estaba yendo de las manos. No quería parar, pero si no lo hacía ahora, ya no podría…. Y entonces me aparté de él, en parte furiosa conmigo misma por hacerlo. Robb estaba aún en el suelo, también jadeante y alzó la vista hacia mí, confuso. Antes de que dijera nada comencé yo.

–¡Lo siento!, me ha dado miedo. Yo nunca…– dije, avergonzada.

Y no pude seguir. Él se levantó lentamente, como para no asustarme, y se acercó despacio. Me cogió el rostro con sus manos y buscó mi mirada.

–No debes tenerme miedo, nunca te forzaría a hacer algo que no quisieras hacer–me susurró.

–Pero sí que quiero, quiero todo contigo, Robb. Es sólo que no estoy preparada–le confesé.

–No te preocupes, todo vendrá a su tiempo–dijo, con una sonrisa tierna en su hermoso rostro.

– Y por cierto–añadió– Yo también quiero todo contigo, Emma–.