Ensayo de una teoría coránica de la falta
HASSAN HANAFI
EL pensamiento teológico que proviene sea de la Revelación Abrahámica al pueblo de Israel, sea de las religiones históricas, opta generalmente por un mito del castigo visto en la historia de la caída de Adán y el mito del pecado original. Sobre estos dos mitos se funda el dogma paulino de la redención. Pero hay otro pensamiento teológico —a saber, el pensamiento islámico— que también desciende de la Revelación Abrahámica y que confirma el símbolo de la caída de Adán. Sin embargo, afirma la realidad de la inocencia. En el presente trabajo, me ocuparé en una primera parte de analizar todos los términos coránicos que indiquen el castigo, la falta, el error, la pena, el pecado, el mal, la caída de Adán, etc., para esbozar una teoría coránica de la falta. En una segunda parte, la confrontaré con los conceptos cristianos del mito del castigo, mostrando la génesis del mito y la formación del dogma del pecado original. Finalmente, en una tercera parte, haré un análisis fenomenológico de la experiencia del fracaso, del remordimiento, de la inquietud... etc., que son las experiencias humanas de la pena.
I. Diferentes términos coránicos que indican la falta
El castigo no es un dato originario (Urgegebenheit). Constituye un acto segundo con relación a un acto primero, el de la falta o del error, a menos que se sea un masoquista que se castiga como acto primero. En derecho penal, el castigo es una consecuencia del crimen. Según este método regresivo, parece que el Corán plantea así el problema: Una teoría del castigo no es, en el fondo, más que una teoría de la falta o aun del error. En este contexto positivo y humano se plantea el problema, lejos del mito y lejos del dogma.
1) En primer lugar, el análisis semántico de los diferentes términos coránicos que indican la falta, nos muestra que el pecado (Hati'a) y la falta (Hata) provienen de la misma raíz verbal (Hati'a) que simplemente quiere decir: errar, equivocar de camino, no cumplir un propósito o simplemente fracasar. Es decir que el término Hati'a que debía expresar exclusivamente el concepto religioso de pecado, proviene simplemente de la terminología corriente de la vida cotidiana, no del vocabulario técnico de la religión o del dogma. Además, indica el objetivo de la acción, su telos. Dicho de otro modo, una teoría de la falta (en sentido religioso) o del error (en sentido profano) se halla ligada a una teleología de la acción. Se halla ligada a un proyecto a realizar, en todas sus dimensiones: esfuerzo, progreso, éxito o fracaso... etc.
2) El análisis semántico del mismo término nos ofrece también una distinción entre dos verbos: Hati'a, que quiere decir "equivocarse en forma intencional", y Ahta'a, que quiere decir "cometer una falta en forma no intencional".9 El pecado en sentido religioso es entonces una falta cometida de manera intencional. Una teoría de la falta, en el sentido religioso del término, es al mismo tiempo una teoría del acto intencional. Por eso la responsabilidad se desliga del acto involuntario, que es de la misma especie que el olvido o el simple error.10 Todo acto hecho por obligación externa, por necesidad o por fuerza es considerado como si fuera un acto involuntario. La voluntad es, entonces, esa libertad interior de obrar.
3) La falta involuntaria tiene un contexto social antes que religioso. Es objeto del derecho penal y no objeto del dogma. Por ejemplo, una muerte involuntaria es reparada devolviendo a un esclavo su libertad, es decir, su vida. Es igualmente reparada por medio de una indemnización material para mejorar la situación de la familia del muerto. Aquí el mejoramiento significa la vida. En estos casos, el pecado es un pecado contra lo humano y es reparado por una compensación humana.11 La falta voluntaria que provoca la culpabilidad es también un objeto del derecho penal, es decir que es una situación social. El culpable es un ser humano que existe obrando.
4) La falta misma es una teoría del acto libre que se gana en la vida temporal y que se encuentra en la base de la responsabilidad. El hombre se gana sus propias faltas y es responsable de ellas. Las carga sobre sus espaldas. Ningún otro puede hacerlo en su lugar. Es la famosa teoría de la "adquisición de los actos" durante la vida temporal, que constituye la mayor prueba de la libertad en acción. La vida es una creación de sí por sí mismo. Cada uno hace su vida y le da su sentido, el sentido que quiere, y es completamente responsable de él.12
5) El término Hit expresa también la falta en sentido religioso, pero suscita imágenes relativas al juicio final. Aquellos actos que constituyen una falta son representados por imágenes para dar el sentimiento de repugnancia que acompañaría a la culpabilidad.13 Las imágenes tienen por finalidad descubrir a la falta como un objeto artificial y exterior con relación a la naturaleza humana. Cumplen su papel en la convicción interna del agente y en la toma de conciencia de sus actos.
6) El término Danb indica la culpabilidad. Raras veces es empleado como sustantivo definido o indefinido, pero con frecuencia aparece como un sustantivo anexado a los adjetivos posesivos.14 Esto demuestra que no existe un sustantivo de la cosa indicada. Simplemente existe un acto personal vinculado con la presencia humana. La Culpabilidad no existe, pero existe mi culpabilidad. No pertenece al Ser, sino al Hacer. No es general ni se atribuye a un grupo, sino que es personal y se atribuye a individuos.
7) El término Itm indica la falta como sentimiento interior, antes de actualizarse y convertirse en una mala acción (Sayye'a).15 Este sentimiento aumenta y disminuye de intensidad, amplifica y minimiza su importancia.16 En el pensamiento, la conjetura es una falta, y en la Palabra, el embuste, la charlatanería y el falso testimonio son igualmente faltas.17 En cuanto a la fe, el sentimiento de la pluralidad del mundo (politeísmo) es una falta.18 En las cosas, la usura, la tutela deshonesta, la traición, son faltas.19 También el término Itm indica lo que se denomina "vicio" en los sentimientos de la vida moral.
8) La falta puede acompañarse de una confesión que la afirma como tal. En este momento la falta es abolida como si no existiera. Es, entonces, una situación pasajera con relación a una posición normal y natural.20 Por lo tanto, la falta es lo provisorio de la Inocencia. La intercepta momentáneamente y es borrada al instante por la confesión. El término Danb señala también la posibilidad de confesión del culpable, como si la culpabilidad fuera una situación anormal que la conciencia no tolera. Lo tácito es tácito desde el punto de vista del hombre. La presencia de Dios es entonces una presencia funcional en el saber.
9) Si la confesión no se efectúa, el arrepentimiento puede reemplazarla sin hacer una confesión manifiesta por la Palabra; el arrepentimiento puede corregir la situación anormal de la falta, en la cual la conciencia se halla concentrada por el Obrar en la nueva determinación. El arrepentimiento borra el acto que originó la falta y corrige la situación. La falta es un agujero, un sentimiento de perdición y de nada. El arrepentimiento es entonces un acto diferente, que anula al que originó la falta y lo sublima. El término Danb indica que la culpabilidad no es sino un momento pasajero que cambia en el curso de la vida temporal, como si el prolongamiento y la duración de la vida no tuvieran otra razón de ser que proporcionar al acto humano el tiempo necesario para actualizarse perpetuamente.
10) Si ni el arrepentimiento ni la confesión logran borrar el acto que originó la falta, el perdón se presenta para hacerlo. El perdón es una suerte de confesión tácita de la falta. Torna al acto que originó la falta en acto accidental que no pertenece a la esencia de la vocación humana. El Perdón es Divino, lo que confirma una vez más la existencia de Dios como una función del Obrar humano y de su progresión hacia lo mejor.21
11) Si ni la confesión, ni el arrepentimiento, ni el perdón pueden corregir la situación de la conciencia que ha cometido la falta, el agujero del acto que la originó persiste y la situación anormal se establece durante la vida temporal. El error pasa a constituirse en una estructura de vida.22 En tal caso uno habría perdido su vida, la vida entera sería una ilusión.
12) El término Sayye'a quiere decir mala acción. Es pariente del término Hati'a- que significa falta en sentido religioso. Si la falta se mueve en un contexto religioso, la mala acción afirma por demás el contexto humano, individual y social. La mala acción contra los humanos repercute y produce la falta en sentido religioso.23 Además, la buena acción no tiene el mismo rango humano que la mala acción.24 Tiene una cierta prioridad o preeminencia con respecto a la mala acción. Es más natural y más espontánea.25
13) La mala acción se define con relación a la buena acción (Hasana). Entonces, el bien y el mal son dos modalidades del Obrar, no una constitución obligatoria o necesaria de la naturaleza humana. La buena acción es más activa que la mala acción. La sobrepasa, la supera y la anula.26 La mala acción es estéril, no se multiplica, mientras que la buena acción es productiva. Se multiplica.27
14) La buena y la mala acción muestran además que el bien y el mal son dos categorías del acto humano, no una constitución real del mundo. El mal es un acto personal que proviene del trasfondo del alma humana.28 Es subjetivo; cambia de un momento a otro; se convierte en bien con la madurez del tiempo. El mal es por sobre todo una desgracia que se revela en una situación humana y que, al mismo tiempo, es felicidad para el envidioso. Así, el bien y el mal son dos experiencias de la vida cotidiana que estimulan a la conciencia a mantenerse activa.
15) El análisis de los diferentes empleos del término Sarr, que significa el mal, confirma el análisis precedente. El mal no se halla en el Ser, sino en el Conocer. No forma parte de la Ontología, sino de la Epistemología. Está ligado a la percepción y a la estimación expresada en forma conjetural por los verbos "creer" y "pensar". Mediante el acto, el mal se hace conducta, siempre liberada por el subjetivismo de la visión. La avaricia parece ser un bien (aumento de riqueza) pero es un mal. La falsa acusación es un comportamiento malo, pero permite desenmascarar al hipócrita y comprobar la inocencia del inocente. Así, la situación del hombre en el mundo es más amplia que la visión que el hombre tiene de ella. El hombre está, por decir así, sometido a una visión divina de las cosas, lo que posibilita una visión objetiva, representada por el juicio final, cuando el destino último de cada uno sea objetivamente considerado.29
El mal tiene grados, sobre todo grados comparativos expresados por "más o menos mal que...". Dicho de otro modo, el mal es una escala de valores en el Ser, cosa, persona o situación humana.30 El mal es, en consecuencia, una situación humana que expresa una experiencia de desgracia.31 En ocasiones deriva también de la vanidad humana que pretende el bien perpetuo sin tardanza y que se lamenta en una situación crítica. El hombre se molesta si el bien tarda y se queja si llega el mal. Sin embargo, la vida se mantiene, porque lo positivo es más preponderante que lo negativo. Optimismo cuantitativo, podría decirse.32 El mal es también una consecuencia del acto humano.33 Finalmente, si el mal llega como desgracia, el hombre puede evitarlo por su situación ideal en el mundo; lo sublime cuesta menos caro que lo frívolo.34
16) La falta en sentido religioso, el así llamado pecado, está ligado a la Ley que le otorga su criterio. Los actos son correctos o incorrectos, no en sí mismos, sino con relación a la Ley. Los actos humanos previos a la Ley son actos neutros, es decir, actos naturales que poseen su legalidad por el hecho de ser hechos. La conciencia humana previa a la Ley se encontraba en estado de inocencia primitiva. Ciertamente, con anterioridad a la Ley, algunos individuos privilegiados podían no cometer pecado gracias a la luz natural de la razón. Los que cometieron actos incorrectos previos a la Ley, se vuelven inocentes luego de ella. La ignorancia anula los actos que de ella emanan. La vida recomienza con la Ley y los actos se renuevan con ella.35 Es el objeto primordial de la revelación, que llega para salvaguardarla.
17) ¿Y el mito del pecado original? El nombre de Adán está citado veinticuatro veces y el término pecado (la falta en sentido religioso) no lo está ni siquiera una vez. La historia de Adán no es, en absoluto, la historia de un pecado original cualquiera. La historia de Adán —Adán es el padre de todos los hombres —simboliza al hombre como valor absoluto, con los mismos títulos que Dios. En el comienzo había Dios. Dios estaba con Adán, dos conciencias recíprocas. Dios otorga exclusivamente a Adán, su otro, una ciencia universal de los nombres36 para reconocer las cosas y para llegar a ser un Señor absoluto en el mundo, ¡un sucesor de Dios! Esta ciencia no la poseen los Ángeles ni ningún otro. Por ser Adán el Señor del mundo, el Rey de los seres, los Ángeles han recibido la orden de arrodillarse ante él en su honor. Uno de los Ángeles rechaza someterse al Orden Divino y adorar a Adán.37 Por este mismo hecho, el fíat absoluto lo torna en Satán. La existencia de Satán sigue entonces a la existencia del hombre. Satán es la negación del hombre como valor absoluto y señor del mundo.
Adán es un elegido, como Noé, Abraham e Imrán, Jefe de la Sagrada Familia. Por lo tanto se encuentra en la línea de los Profetas. Es también el compañero de Jesús en la creación y en el nacimiento. Jesús nace sin padre y Adán sin padre ni madre. Dios se manifiesta en él. Es un fenómeno divino.38
Adán obtuvo su existencia carnal por la tentación. El Paraíso no convenía al ser humano. La tierra es su hogar.39 Adán fue, entonces, un ser en el mundo, una realidad humana, un Dasein, y una historicidad. Su naturaleza y su Obrar escapan a la ley, aunque sea divina. Su esencia reside en su ser y su ser en su voluntad, aunque desfalleciente.40 La temporalidad le ha sido dada para recrear su vida, para realizar su vocación y para resistir. La muerte fue retardada para dar a la temporalidad la ocasión de eternizarse por la acción y por la realización de la vocación. La Revelación le ha sido dada como ayuda y guía en este proceso vital. El Pensamiento Divino fue comunicado a Adán para que lo asimilara y recibiera su eternidad abandonada. La vocación es entonces la contra-partida de la tentación. Por la tentación Adán Ángel fue Adán hombre y por la vocación Adán hombre llegará a ser Adán Dios.41
Así Adán no cometió una falta sino que siguió la inclinación natural de su existencia. Dios le ha perdonado esta conversión que sobrevino a su destino y lo ha bendecido al otorgarle su pensamiento, la Revelación.42 Yo, descendiente de Adán, me siento feliz por él, pues la alegría de realizar mi vocación me ha sido dada gracias a él, porque es él quien me hizo nacer. El pecado original es entonces un mito, es decir, algo contrario a la realidad. Yo soy inocente como él, responsable de mis actos como él lo es de los suyos. Nadie obra por mí y nadie me salva sino soy yo.
18) Una teoría coránica de la falta, lejos de ser un dogma en torno al pecado original, afirma la realidad de la inocencia; el término "inocente" con sus derivados es empleado una decena de veces, indicando siempre la realidad de la inocencia: pecado es hacer a un inocente pecador o culpable.43 El hombre es inocente de los pensamientos y los actos de los otros.44 La inocencia es una situación con relación a otra. Dios es inocente de los actos incorrectos. Los Profetas son igualmente inocentes de los creyentes incorrectos.
19) Si el hombre es inocente por naturaleza y creación, ¿para qué el castigo? El término castigar (Aqaha) es empleado veintiséis veces, cinco con relación a Dios (lo que significa que el castigo es un acto divino expresado en imagen),45 seis con relación al acto humano, y que expresan la Ley del talión. El acto humano de castigo se expresa en condicional: "si castigarais", lo que indica al castigo como pura posibilidad.
20) Si el castigo es una imagen y quizá un recurso pedagógico y un llamado a la acción, el término Adab indica el tormento del juicio final, es decir el suplicio. Expresa también una imagen de los terribles resultados que puede comportar el acto humano. El suplicio es una característica de diferente imagen. Los objetos representados por imágenes difieren según el grado de suplicio.46
21) La pena es una característica del suplicio en una expresión siempre empleada: "un suplicio penoso". El penoso o el doloroso Alim describe una imagen de juicio final.47 El término Alam, es decir, pena, se emplea una sola vez con el sentido de pena humana, de dolor físico, como consolación y estímulo. El acto no se efectúa sin pena. La pena es común al acto sublime y al acto inferior. Acompaña al esfuerzo de realizar la persona humana. Es el dolor de la concepción de la obra de arte, o del acto de asumir uh destino, es decir la Vocación.
II. ¿Existe en el Evangelio la idea de pecado original?
1) Si el término "Biblia" designa tanto la Torá como el Evangelio, la denominación "Nuevo Testamento" caracteriza solamente al Evangelio, y además lo opone al Antiguo Testamento. Esta distinción, a veces olvidada en la tradición, y sobre todo en la tradición carismática, se halla en la base del problema del mal, del castigo, del pecado o de la pena. En efecto, el Viejo Testamento menciona la caída de Adán en el relato del Génesis, como formando parte del problema de la creación del mundo. En el Evangelio, este problema, que se supone ya resuelto, deja de serlo. El hombre está allí; poco importa su historia. La historia sólo juega un papel para los judíos. Sus profetas lo han repetido muchas veces: luego del advenimiento del Mesías, la historia de la salvación habrá terminado para siempre. De este modo, el Viejo Testamento nos trasmite el desarrollo, y el Nuevo nos enfrenta a la estructura. Esto para decir que si el problema del mal era un problema real en la historia de la profecía, perdió su prioridad, y aun su legalidad o legitimidad, en el Nuevo Testamento. El mal era un objeto real, en pensamiento y en acto, para la conciencia de Israel; estaba la idolatría permanente que impedía la liberación, de una vez por todas, de la conciencia de Israel, mediante la adopción del concepto de Dios único. La desobediencia a los profetas culminó en la maldición pronunciada por Moisés sobre el Sinaí. Dios rompió la alianza que había sido rota muchas veces por Israel. Toda esta historia se refiere al desarrollo de las ideas en Israel, no al cumplimiento de la Revelación de Jesús. El problema del mal y sus derivados, el problema de la creación del mundo, aun el problema de Dios, son los problemas típicos del Antiguo Testamento, proyectados sobre el Nuevo Testamento a partir de la tradición carismática en los apóstoles y en toda la tradición eclesiástica. El Nuevo Testamento tiene sus problemas tipo, que corren el riesgo de ser ocultos por otros problemas que le son completamente extraños. Los problemas del mal, del pecado, del pecado original, del castigo, de la pena, no son problemas tipo del Nuevo Testamento. Y ésta es nuestra primera comprobación.
2) Averigüemos ahora la frecuencia con que aparece el término pecado en el Nuevo Testamento para captar en qué medida repercute en el mensaje de la Buena Nueva. ¿Pero en qué dirección lo haremos? Siguiendo criterios puramente metodológicos y críticos, no tendremos en cuenta la pura y simple narración, es decir, las palabras indirectas del evangelista que, al construir su relato, a veces expresa sus intenciones, y manifiesta sus propósitos apologéticos, dialécticos y dogmáticos. La narración no contiene las palabras directas de Jesús, que se supone son la esencia y el centro de la Revelación, es decir de la Palabra de Dios. Dejemos de lado también las palabras directas de voces desconocidas, de individuos humanos, y consideremos solamente las palabras directas de Jesús. ¿Qué es lo que hallamos, sobre todo en las palabras sinópticas, que tienen más posibilidades desde el punto de vista crítico que las del cuarto relato?
3) En las palabras directas de Jesús, pronunciadas durante su vida temporal, el término pecado aparece alrededor de seis veces: tres veces en los tres sinópticos, una vez en el primer relato y dos veces en el tercero. Su sentido es casi siempre el mismo: la anulación del pecado. Dicho de otro modo, la Buena Nueva tiene por misión devolver al hombre su inocencia, purificar la conciencia de sus remordimientos, de sus angustias y sus desesperaciones. Jesús es el amigo de los pecadores.48
4) También el término pecador es empleado seis veces: una vez en los tres sinópticos, dos veces en dos sinópticos y tres veces en uno solo. Si pecador es un sustantivo que indica una característica de la persona humana, es de inmediato abolido por el perdón y el arrepentimiento. Es una situación humana que se torna en otra. El término pecador no ha sido empleado como adjetivo porque no indica una característica permanente del hombre en acción. También el verbo es empleado, para dar oportunidad al acto de perdón de revelarse como una realidad humana.49
5) La culpabilidad frente a la ley es atemperada por la protección de la vida humana. Se puede curar el día del Sabbat. El hombre es dueño del Sabbat. La pena que el otro debe soportar es igualmente inexistente a causa del perdón. El castigo es un mal imposible de hacer si no se lo transforma en martirio.50
6) El mal no se encuentra en la naturaleza, ni en la acción, sino en el interior, en las intenciones y pensamientos secretos que se encuentran en el fondo del alma de todo hombre. Por ello la hipocresía es el mal tipo. Con razón los grandes discursos de Jesús contra los Fariseos comienzan por: "Desgraciados de vosotros..." El Evangelio es un llamado a la purificación interior contra el mal, es decir contra lo "malo".51
7) La moral práctica profesada en el Evangelio niega la existencia radical del mal. El mal es el comportamiento del otro frente a mí, y yo lo torno en bien mediante el perdón.52 La esencia del mensaje evangélico reside entonces en este comportarse bien frente al otro. El mal viene del otro, no de la naturaleza. Este es el sentido de las Bienaventuranzas al comienzo del Sermón de la Montaña: el mal se transforma en bien.
8) La Buena Nueva ha llegado entonces para anunciar la inocencia del mundo y del hombre. El Reino de los Cielos se halla próximo. La esperanza mesiánica, la esperanza durante la espera se halla más próxima a la realidad de la inocencia que al mito del castigo o del pecado. Cuando Jesús cura, purifica y persigue a demonios y espíritus impuros, lo hace a título de la inocencia del hombre, como si la infelicidad humana fuera sólo una gran falla de la naturaleza; como si la Buena Nueva tuviera conciencia del mal de la época, llega para liberar a la situación humana de las condiciones en las que la civilización la ha puesto. La inocencia es entonces la estructura normal de la conciencia.53
9) La buena nueva es el grito de alegría de la inocencia de la gente simple, sobre todo de los infelices, de los enfermos, de los desgraciados, etc.54 Su liberación se cumplirá el día en que serán efectivamente consolados, curados, el día en que alcanzarán la paz.
10) La realidad de la inocencia se manifiesta en la representación de los niños en el Evangelio. El niño es la imagen de la inocencia.55
11) La inocencia es la condición de la responsabilidad individual.56 Deja a la naturaleza humana libre de toda esencia predestinada. El acto se atribuye a quien lo ejecuta. Se es responsable de todo, del propio cuerpo, de su constitución física, de sus capacidades, de su formación. Porque el día en que el hombre tome conciencia de sí, asumirá todo en sí mismo.
12) La vida es una vocación que determina la línea de la vida activa. La creación misma es una vocación, la vocación que efectúa el proceso inverso de la conversión. Pero es una conversión lenta que se elabora en el curso del destino humano.57
13) ¿De dónde proviene entonces la idea de pecado o de pecado original, si el Evangelio está exento de ellas? En Pablo, la idea proviene de la Tradición, por su formación rabínica. Emplea toda su educación y toda su antigua cultura —que ciertamente profesaba la idea de pecado original— para predicar su nueva fe. Es él quien formuló el dogma de la Redención. La historia del hombre comienza con el pecado de Adán y termina con la muerte redentora de Jesús. De este modo el hombre se encuentra encerrado entre dos cosas: una falta que no cometió y una salvación que no ha operado. La tradición apostólica fue seguida así en toda la tradición eclesiástica, al punto que el pecado pasó a ser un constituyente de la esencia del hombre, y el mal se hizo necesario y casi radical en el mundo. La frecuencia del término pecado en Pablo supera en una decena de veces a la de los sinópticos. Es semejante a la frecuencia con que aparece en el Viejo Testamento. Pablo continúa la tradición judía, por el tema que elige y por el dogma que funda.
14) Fue necesario esperar la aparición de ciertas corrientes en la tradición eclesiástica, que no tuvo la posibilidad de incluir a la mayoría de los Padres, para encontrar la esencia del Evangelio sin pasar por las fórmulas y dogmas de la tradición. Estas corrientes fueron conocidas como las herejías de los libre-pensadores, en la filosofía de las luces, y de los modernistas. Nuevamente el hombre se salva por sí mismo. Es libre e inefablemente responsable. También es bueno por naturaleza e inocente de los errores de la civilización. El mal ya no es algo radical en el mundo, es una simple visión subjetiva. El mal no existe en el mejor de los mundos posibles.
Tracemos el proceso de formación del dogma en las epístolas paulinas, ordenadas cronológicamente para seguir el propio desarrollo del pensamiento de Pablo.
1) En la primera Epístola a los Tesalonicenses, el término pecado está ausente. El propósito de la Epístola era esclarecer el Advenimiento del Señor y exhortar a la moral práctica. Pero es en la segunda epístola a los Tesalonicenses donde el término pecado aparece como un fin de los tiempos, en las representaciones del hombre de iniquidad, el Adversario, el Apóstata.58
2) En la primera parte de la Epístola a los Corintios el pecado aparece constituyendo un argumento contra los Saduceos para afirmar la resurrección de los muertos, visto el ejemplo de Cristo resucitado.59 Negar la resurrección en este caso sería una falta o un pecado. Negar este acontecimiento significa que el hombre persistirá en sus pecados. Creer en Cristo resucitado nos libra del pecado de la negación de su resurrección y de la resurrección de los muertos. Aquí la idea de la liberación del pecado por Cristo se vincula con la idea de la negación de la resurrección como un pecado, y el dogma de la redención nace. Luego, a propósito de una cita de la Escritura, "La muerte ha sido sorbida por la victoria", el pecado es considerado como el aguijón de la muerte, y su fuerza como la Ley. Pero la victoria es obtenida por Jesucristo. Así, en medio de la Escritura, con vistas a predicar la persona de Cristo, el Cristo interviene en la imagen y reemplaza a la Ley, lo que de inmediato se hace dogma en la Epístola a los romanos.60
3) En la segunda Epístola a los Corintios, Pablo identifica jurídicamente a Jesús con el pecado; si el pecado era un medio de reconciliarse con Dios, Jesús pasa a ser este medio nuevo. Luego de la identificación viene la sustitución.61
4) En la Epístola a los Gálatas, la liberación del pecado se encuentra en la salutación, una forma de decirlo sin querer formular un dogma determinado.62
5) Pero es en la Epístola a los Romanos donde aparece el dogma del pecado original. Se hace consciente la sustitución de la Ley por Cristo. Esta recibe fórmulas y se convierte en dogma. Todas las características de la Ley le son atribuidas a Cristo. La liberación ya no se realizará por la práctica de la Ley, sino por la fe en Cristo. La práctica es retirada de la Ley y otorgada a la persona de Cristo.63 Los viejos pecados son anulados también por la adopción de la nueva fe.64 Adán ha pecado y el Cristo llega para liberar de pecado.65 Aun aquellos que no han pecado, han pecado por la liberación de Cristo, como si la redención tuviera un efecto retroactivo sobre los actos de los hombres. El Cristo libera, y a veces es la Gracia la que libera.66 Lo importante es que el destino humano se halla ligado a algo distinto de la Ley. Luego Pablo continúa utilizando en imágenes este tema para exhortar y convencer. El pecado es la muerte, la liberación es la vida; el pecado es el hombre antiguo, la nueva fe es el hombre nuevo. El pecado es el cuerpo, la liberación es el espíritu.67 El término pecado se acopla a otros para formar imágenes: esclavo del pecado, libre de pecado, el saldo del pecado. Pablo exhorta a la liberación del pecado del cuerpo, aun tras la sustracción al reino de la Ley y la sumisión al reino de la Fe.68 Además, es la Ley la que hizo conocer el pecado, y luego fue sobrepasada y superada por el pecado. Es el pecado que se ha vuelto pecador.69 La Ley es del espíritu, pero el pecado es de la carne. El Cristo viene a liberarnos del pecado; viene en carne semejante a la del pecado.70 Por otra parte, Pablo utiliza también el término pecado en su sentido habitual, o sea en el sentido de la falta moral.71
6) En la Epístola a los Efesios, el término redención aparece para proporcionarle a la manera de hablar y de dialogar un término técnico que la cristalice, y se convierte en el primer núcleo concreto del dogma.72
7) El término pecado está ausente en las otras Epístolas, y aparece solamente en la Epístola a los Hebreos. Se lo encuentra en el prefacio de la Epístola, que contiene las típicas frases introductorias.73 El Cristo está exento de pecado.74 La sangre de los toros no lava el pecado.75 El castigo aguarda a los que pecan luego de haber recibido la verdad,76 porque es necesario preservarse del pecado durante la vida.77
8) En cuanto al resto de la literatura epistolar, el término pecado aparece aún menos, no constituye un dogma. En la primera Epístola de Pedro, el Cristo es sin pecado.78 Él ha cargado con nuestros pecados, según una forma de expresión que aparece sobre todo al final de una Epístola.79 Luego el término es empleado en un contexto moral que incita a romper con el pecado del cuerpo.80 Aquel que no pone en práctica las virtudes, persiste en sus pecados.81 Tal el sentido con el que el término es empleado en la Epístola de Santiago.82
III. La inocencia y la pena de la vocación
1) El término pena es ambivalente: puede significar tanto la pena que se me impone como castigo cuanto la pena que experimento como dolor y como sufrimiento. En el primer caso se fundamenta la acusación de culpabilidad, en el segundo la rebeldía de la inocencia.
2) La única acusación que el hombre soporta es la de la complicidad de los otros. El hombre es acusado sin saber por qué. Todo hombre es el "Señor K" del que nos habla Kafka; acusado por los otros, debía aguardar toda su vida sin saber por qué. Nunca llega a saberlo, y cae en las manos de sus verdugos. Como si la civilización entera fuera cómplice de la condena del hombre, el hombre está obligado a seguir sin conocer el porqué del destino que se le indica, que se elige para él y que no se olvida de recompensar su fidelidad. La civilización es un castillo en el que el hombre está obligado a vivir. Allí está la acusación. No es un mito, sino una realidad, aun más: una evidencia de la conciencia de la época. Rousseau probablemente tenía razón cuando lo decía en el siglo de las luces. También Jesús en el huerto de Getsemaní habla de la tristeza del alma. "Triste está mi alma hasta la muerte". Un grito de la inocencia frente a la acusación y al castigo que se le hace soportar.
3) Pero cuando se rebela contra la presión exterior, contra la acusación de todos, castiga, suprime la vida de los otros, pero para salvar la inocencia de la masa. Raskolnikoff es un ejemplo. Mata al usurero para salvar a la comunidad de la explotación. Pero el crimen pesa gravemente sobre él. Lo confiesa y se libera; vuelve a su inocencia primitiva, y Sonia se sacrifica con él, inocente en lo profundo, pecadora en apariencia. Cuando Sonia lee un pasaje del Evangelio a Raskolnikoff, éste recibe un golpe, golpe que confirma su inocencia interior; es decir, la pureza de su alma.
4) El revolucionario, el reformador social, el libre pensador, el modernista, el hereje, el ateo, todos, condenados u honrados, exilados o glorificados, han sufrido la pena. La pena, el dolor, el sufrimiento, son la trama de sus vidas. Conservan su libertad de conciencia, que es la señal de su inocencia, contra los otros. Si se la embriaga de justicia, de pensamiento, de libertad, de humanidad o de Dios, no se es culpable por ello. La culpabilidad es a veces una auto-defensa que el culpable aplica al inocente rebelado.
5) La inocencia tiene su pena. Es la pena de realizar su vocación. En el fondo de la vocación reside la inocencia. Contra el mundo y contra los otros se realiza la propia vocación, con pena, con dolor, con sufrimiento. La vida, desde la enfermedad a la muerte, es sufrimiento. El artista —poeta, músico, novelista— concibe su obra. Es la pena de la concepción de la obra de arte. Beethoven sufrió otras: sacrificó su amor por su obra. Sintió pena y también nos la causa. Es la pena que se siente a sí misma, no la impuesta por la ley social. Por el contrario, cuando se sufre la pena de la ley social, se siente pena por la propia inocencia; la pena del fracaso, del remordimiento, de la preocupación, de la angustia, es experimentada por cada uno de nosotros en su vida cotidiana, y señala también la bondad natural del alma.
6) El dolor consiste entonces en seguir la propia vocación, escuchando la voz interior que llama a la acción. Se origina de haberse elegido la propia vida mediante la propia libertad, a pesar del mundo y contra la voluntad de los otros. Es probablemente la senda estrecha de la que habla Jesús. Es el camino de la cruz, no sobre el escenario de un teatro, en el cuadro del artista, ni siquiera en la plegaria del templo, sino en la vida de todos los días. La pena es correlativa del esfuerzo.
7) El mal físico o la pena moral no constituyen dolor ni sufrimiento. El sufrimiento de Jesús era menos el mal físico que el sufrimiento de los hombres. El sufrimiento es propio de una toma de conciencia del destino humano en su totalidad, del principio al fin, una temporalidad, y por lo tanto se la quiere eternizar mediante la vocación. Es el sufrimiento frente a los obstáculos que han sido colocados para entorpecer la ruta hacia el cumplimiento de la vocación. Dicho de otro modo, se toma conciencia simultáneamente de la vocación eterna y de la vida temporal. El absurdo de Kierkegaard —cómo Dios se hace hombre, cómo la eternidad se hace temporalidad— nos hace sufrir. La escisión entre lo ideal y lo real, el salto que debe efectuarse del pensamiento a la acción, nos pone frente a frente con el dolor.
8) La pena está ligada a una escala de valores determinados por su objeto. El padre siente pena de ver a su hijo en el campo de batalla, y el hijo siente pena de ver su patria invadida. Lo que Scheler llama escala de valores en la cima de la cual se encuentra la persona. Dicho de otro modo, la situación del hombre en el mundo es el lugar de todas las manifestaciones de la pena.
9) Pero el dolor está compensado por la alegría de vivir, por la esperanza de realizar la vocación, y por la eternidad que se recibe. Se halla sublimada en la totalidad del destino humano. Zadig en su destino era igual que Cándido en su optimismo caricaturesco.
Se es al mismo tiempo kierkegaardiano por el sufrimiento y leibniziano por el optimismo.
10) Pese a todo, algunos instantes privilegiados en la vida humana valen la pena de todas las penas. Algunos momentos de beatitud, poco importa la causa, bastan para tomar conciencia de sí mismo como ser humano que no pertenece al mundo por el mero hecho de habitarlo. Un sentimiento absolutamente sincero, un gesto absolutamente bueno, redimen todo el dolor de los siglos. En lo profundo de nosotros reside "aún la esperanza. Utilizando una imagen, diría: cuando la sangre del mártir fluye, la rosa se abre.