32 "Si Dios urgiera el mal a los humanos como les urge el bien, pronto les llegaría su destino" (Cor. 10: 11). "El hombre, tanto impreca por el mal como suplica por el bien; porque el hombre es impaciente" (Cor. 17: 11). "Mas cuando agraciamos al hombre, desdeña y se envanece; en cambio, cuando le azota la adversidad, hele ahí desesperado" (Cor. 17: 83). "El hombre no se aborrece de deprecar el bien; mas, cuando el mal le azota, hele aquí desesperado, desalentado" (Cor. 41: 49). "Y cuando agraciamos al hombre, se hace ingrato y jactancioso; ¡En cambio, cuando el infortunio le azota; he aquí, que no cesa de suplicarnos!" (Cor. 41: 51). "Por cierto que el hombre fue creado avidísimo; cuando le azota el mal, se impacienta; en cambio, cuando el bien lo acaricia se torna tacaño" (Cor. 70: 19 a 21).<<