3 Se ha sostenido más de una vez que un sistema lógico o matemático no puede desarrollarse sino diciendo siempre las mismas cosas de manera diferente y hasta el infinito. Es evidente que el tiempo empleado para decir lo mismo y el sufrimiento (físico: dolor de cabeza; o moral: remordimiento por haber perdido el tiempo) pertenecen a esa esfera en cuyo interior se articula un lenguaje, y que, según el sentido común, es determinable históricamente (fecha de nacimiento y muerte). Pero el análisis del lenguaje descubre una serie de proposiciones que nada tienen que ver con las fechas de nacimiento (una fecha no tiene carácter...); es decir que descubre una implicación continua y una continua remisión. La remisión continua no alcanza nunca al discursante (el hablante) más que como proposición: "existe un hablante... existen hablantes, existieron, existirán". Dicho de otro modo, el análisis del lenguaje no puede llegar a la existencia del otro ni, aún menos, a la del analista, porque yo soy es una proposición, y nada más.<<