SE HA MARCHADO EL LUPO
H. B. Hickey, un veterano de la ciencia-ficción, ha retornado a ella después de casi veinte años de ausencia. En este relato nos demuestra que ha sabido adaptarse a los cambios de estilos y de formas que ha experimentado el género; después de leer Se ha marchado el lupo, es posible que el lector, como nos ocurrió a nosotros, se encuentre con los cantos de Moomie en su cerebro y un extraño deseo de bailar la danza de la mañana.
—Baila —dijo el Amo—. Baila, Moomie.
Yo bailo. Yo bailo la danza de la mañana. En casa hay dos Amos nuevos, que acaban de llegar. Este día una gran nave de fuego y llegan muchos Amos nuevos y dos Amos llegan a esta casa y todo el día hablan de lo que es novedad en la Tierra con el Amo viejo.
Yo bailo ahora la danza de la tarde. Todo el día comer y beber y ahora el Amo dice baila.
Amos nuevos miran y abren bocas de par en par y dicen ¡oh ho ho ho! Yo bailo la danza de la noche y Amos nuevos y Amo viejo dicen ¡oh ho ho ho ho! Y mucho agitarse y mucha humedad sale de sus ojos.
—¡Oh, no! —dice un Amo nuevo y rueda por el suelo—. ¡Oh! Me estás matando. ¡Para eso, Jack!
—Baila —dice el Amo—. Baila, Moomie.
Yo bailo la danza del viento. Arriba y abajo y arriba y abajo y suave y duro y sopla y suspira y arriba y abajo. Amos nuevos ruedan por el suelo y dicen ¡oh ho ho ho ho! Jack tú bastardo para eso.
—De acuerdo, Moomie. Es suficiente —dice el Amo.
Yo paro. Yo voy a buscar más bebida y Amos nuevos se secan mucha humedad de sus ojos y se sientan y miran y beben.
—¿Cómo diablos se las arreglan? —dice un Amo nuevo—. Jack, tienes que haberte pasado todo el tiempo enseñándole a hacer eso.
—Lamento no poder atribuirme el mérito —dice el Amo viejo—. Desde luego, cuando descubrimos que nuestros Moomies podían bailar no los desalentamos.
—Apuesto a que tú no lo hiciste —dice un Amo nuevo, y dice ¡oh ho ho ho ho! Y rueda por el suelo y derrama la bebida—. Tendrás que perdonarme, Jack, pero cada vez que pienso en esa larga pata saltando arriba y abajo no puedo contenerme.
—¿Cómo diablos conservan el equilibrio? —dice el otro Amo nuevo.
—No lo sé. Del mismo modo que nosotros nos mantenemos en equilibrio sobre dos cortas piernas, supongo. Del mismo modo que pueden ver con un solo ojo tan bien como nosotros con dos.
El Amo viejo dice:
—No quiero que penséis que todo fue coser y cantar. Fue un verdadero problema, por ejemplo, enseñar a los Moomies a servir bebidas sin verterlas.
—Desde luego, desde luego —El Amo nuevo da una palmada en la espalda al Amo viejo—. Y nosotros compadeciendo al viejo Jack, desterrado en algún asqueroso planeta de Aldebarán.
El otro Amo nuevo dice ¡oh ho ho!
—El pobre Jack y su pobre esposa y los otros pobres pioneros. En las lejanas inmensidades del espacio, sufriendo por la gloria de la buena Tierra.
—Sí. Pobrecitos. Viviendo en la abundancia. Y con criados nativos.
El Amo viejo dice:
—No creáis que fue tan fácil. Los Moomies no se limitaron a saltar y a decir «Hola, Amo». Costó un poco enseñarlos. Y si se trata de trabajos domésticos... Bueno, Myra pasó lo suyo educando a éste, os lo aseguro.
—Pobre Myra. A propósito, ¿dónde está la pobre Myra? ¿Dónde se ha metido?
—No lo sé. Jaqueca, supongo. En su cuarto —El Amo viejo dice—: Más bebida, Moomie.
Voy a buscarla.
—Bueno, perdonamos tu reticencia, Jack. Y aplaudimos tu habilidad en el adiestramiento de Moomie. Espero que podremos tener uno para nosotros.
—No sé si podrá ser. No quedan ya muchos por aquí.
—¡Jack! No irás a decirnos que vas a dejar en la estacada a unos viejos compañeros. El viejo Jack no haría eso.
Traigo más bebida. Traigo trapo y seco bebida del suelo. Ojos pálidos contemplan muchas manos verdes secando bebida, contemplan Moomie ir y venir.
—Habla en serio. Hay muchos menos Moomies ahora que cuando nosotros llegamos, hace dos años.
—¡Ah! Suicidio de raza. No hay crías, ¿eh?
—Uh-uh. Nunca he visto crías. Todos los Moomies que he visto eran adultos.
—¿Qué pasa, Jack? ¿Se mueren? ¿Plaga terrestre? ¿Humantaminación?
El Amo viejo dice:
—No lo sé. No parecen morir, tampoco. Hacen como los elefantes. Se marchan a las marismas y desaparecen. Hemos tratado de seguir a algunos, pero se desvanecen sin dejar rastro.
—¡Ah! Misterio. Un caso para Espacelock Holmes. Permíteme, Jack.
El Amo nuevo dice:
—¡Eh, Moomie! ¿Adonde van los Moomies?
Lluvia es negra y mucha y noche es negra y una. Y noche dice ahora y negra dice ahora y mucho dice moomie moomie moomie. Y mucho dice arriba y abajo y arriba y abajo y ven ven ven.
Moomie baila la danza de la lluvia. Y llega la mañana y la mañana es azul. Moomie baila la danza de la mañana.
La tarde es amarilla y Moomie baila la danza de la tarde.
El viento es rojo y arriba y abajo y sopla y suspira. Moomie baila la danza del viento. Arriba y abajo y arriba y abajo y sopla y suspira la danza del viento. El viento es rojo y el viento dice moomie moomie moomie. El viento dice ven ven ven.
La noche es negra y una y la lluvia es negra y mucha. Y mucha y una dicen arriba y abajo y arriba y abajo dicen ven ven ven.
Y ello es tiempo.
Moomie viene. Arriba y abajo y anda mucho. Anda mucho y anda mucho. Arriba y abajo y arriba y abajo.
Y ahora marisma. Arriba y abajo y arriba y abajo y pie es ancho y lluvia dice ven ven ven. Moomie viene.
Y ahora marisma es blanda y blanda y profunda y profunda. Y lluvia dice baja baja baja.
Pie es abajo y mano es abajo. Lluvia dice baja baja baja y Moomie baja y baja en marisma. Pie se sujeta y mano se sujeta y muchas manos están muchas raíces.
Luego lluvia no hay y noche no hay y marisma es todo. Llega la mañana y la mañana no es azul. Sólo calor. Día es calor. Profundo debajo marisma mañana y día es calor. Raíz crece fuerte. Moomie se extiende.
Muchas mañanas y muchos días. Mucho calor. Luego viento sopla y suspira. Viento dice moomie moomie, crece crece crece.
Moomie crece. Moomie es verde y día es azul y caliente. Moomie crece.
Amo dice Moomie trae. Dice Moomie salta. Moomie salta y trae. Arriba y abajo y arriba y abajo y trae y coge.
Amo dice:
—Podría ser peor, compañeros. No voy a negarlo. Nunca seremos ricos, pero siempre tendremos lo suficiente. Las cosechas crecen por sí mismas. Es una vida plácida.
—¿Sin altibajos?
—Sin altibajos. Excepto el problema que nos plantearon los Lupos.
—¿Los Lupos?
—Sí. Ése es el nombre que les dan los Moomies.
El Amo viejo se levanta y anda de prisa. Adelante y atrás y adelante y atrás.
—Fue algo digno de verse, desde luego. ¿Recordáis cuando íbamos a cazar antílopes en la Tierra?
—¿Quieres decir que lo de aquí fue también una caza?
—¡Algo grande! Cinco pies de relámpago verde y grasiento. Ocho patas que podían cambiar de dirección con más rapidez que una mujer puede cambiar de pensamiento.
—¿Carnívoros?
—No. Aquí no hay nada carnívoro. Los Moomies comen hierba, y los Lupos comen fruta de los árboles. Un disparo era suficiente. O tocabas al Lupo, o desaparecía.
—Bueno, ¿a qué esperamos, Jack? Prepara los rifles.
—No te precipites, muchacho. Ya no quedan Lupos.
—¿Qué estás diciendo, Jack? ¿Ni siquiera un pequeño y viejo Lupo? ¿Quieres decir que los malditos colonos no han dejado ni siquiera un Lupo para nosotros?
—No lo sé. Supongo que tuvimos nuestra parte, de acuerdo. Pero, diablos, cuando llegamos parecía haber millones de ellos. Pequeños, grandes, familias enteras por todas partes, No es posible que los matáramos a todos.
—Entonces, Jack. ¿Más suicidio de raza?
—No lo sé. Los Lupos tienen crías. Y no parecen morir, tampoco. Excepto los que matábamos. Nunca vi un Lupo viejo ni un Lupo muerto. De muerte natural, quiero decir.
—De modo que se desvanecieron. Como los Moomies, ¿eh?
—Similarmente, pero más aprisa. Nos divertimos un par de meses. Luego, los Lupos desaparecieron. Del todo.
—¿Y los Moomies?
—Al principio, se limitaron a observar cómo nos instalábamos. Cuando liquidamos los primeros Lupos, parecieron intranquilizarse.
»Al menos, aquello era alguna, señal de vida. No nos habían ofrecido ninguna ayuda. Se limitaban a vegetar. No trabajaban, no jugaban, no hacían nada. No tenían herramientas, no tenían ninguna cultura. Primitivos y perezosos.
»Luego, de repente, se enfrentaron con nosotros. Querían que dejásemos en paz a los Lupos. Fue algo realmente divertido, todos los Moomies saltando arriba y abajo. Ni siquiera se les ocurrió agarrar unas cuantas estacas para amenazarnos.
»Bueno, decidimos que había llegado el momento de prescindir de la ley. De hacerles saber que los tiempos habían cambiado y que ahora éramos nosotros los que dirigíamos el espectáculo.
»No nos costó demasiado convencerlos. Unas cuantas explosiones y se rindieron. Después de aquello no hemos tenido más problemas, ni con los Lupos ni con nadie. En realidad, la siguiente vez que vimos a los Lupos fue cuando se presentaron a ofrecernos regalos, frutos del planeta, etcétera, mostrándose dispuestos a ayudarnos.
El Amo nuevo dice:
—Toda una saga espacial. Pero insisto en que podíais haber dejado un par de Lupos para Ed y para mí.
El otro Amo nuevo dice:
—Tengo hambre. ¿Qué se puede comer aquí?
—Vamos a esperar un poco más. Tal vez Myra mejore de su jaqueca y se una a nosotros. ¿Un trago más para engañar al estómago?
—De acuerdo.
Se ha marchado Lupo.
La lluvia es negra y mucha. El día es mucho y caliente. Moomie crece en la marisma.
El viento es rojo. Ruidoso y suave, arriba y abajo y arriba y abajo. Sopla y suspira. Crece, crece, crece.
Moomie crece. Extiende brazo, extiende miembro. Hoja es mucha y verde. Fruto empieza.
Lluvia y día y viento. El fruto es verde. El fruto crece. El tiempo es ahora.
El tiempo es ahora para Lupo.
Lupo ha nacido. Lupo corre en día, en calor, en azul. Lupo crece. Lupo se une con Lupo.
Ahora hay más Lupo. Ahora Lupo pequeño, ahora Lupo nuevo nacido. Ahora es tiempo para viejo Lupo.
Ahora es tiempo para Moomie. Ahora fruto maduro. Ahora fruto cae.
Fruto es mucho. Lupo es mucho.
Ahora Lupo come fruto de Moomie. Fruto es verde. Lupo es verde. Fruto tiene mucha semilla.
Lupo es comido. Viento sopla y suspira, arriba y abajo y arriba y abajo.
Lupo es comido. Viento sopla y suspira.
Lupo es comido. Viento es arriba y abajo.
Ahora es tiempo para Lupo. Ahora es tiempo para Moomie.
Viento sopla y Lupo baila. Arriba y abajo y arriba y abajo. Lupo gira gira gira.
Lupo cae. Lupo se levanta. Se levanta y gira y cae y cae y cae. Lupo está quieto.
Lupo se estira. Lupo se estira y cambia. Cambia y cambia. Lupo se convierte en Moomie.
Moomie se levanta. Moomie baila la danza nueva.
La noche es una y negra y la lluvia es negra y mucha. El día es azul y el día es caliente. El viento es rojo y el viento sopla y suspira. El fruto es mucho y el fruto cae.
Amo levanta vaso en alto. Amo mira a la luz. Amo lleva a labios.
—¡Una bebida excelente! Tendrás que damos la fórmula, viejo Jack.
Amo distiende boca. Amo dice oh ho ho.
—Creo que ya es hora de que comamos algo.
—Bien dicho.
—Sí. Me ha parecido oír a Myra. Probablemente tiene más hambre que un lobo. Siempre suele tenerla, después de una de esas jaquecas.
—Pobre Myra.
—Pon la mesa, Moomie. Y dile al Ama que vamos a comer.
Moomie pone mesa. Moomie pone un plato aquí y un plato aquí y un plato aquí y un plato aquí. Moomie trae y coge. Moomie trae y coge. Moomie trae fruta.
Moomie sube a llamar a Ama. Arriba y abajo y arriba y abajo.
Puerta está cerrada. Ama está quieta. Moomie llama y Ama está quieta.
Moomie abre la puerta.
Ama está quieta y ama se estira. Ama se estira y Ama cambia.
El viento es rojo y el viento sopla y suspira y arriba y abajo.
Ama se estira y cambia. Se estira y cambia.
Ama es Moomie.
Ama se levanta. Ama baila la danza nueva.
Amo llama.
—¡Eh! Date prisa. ¡Dile que los huéspedes están muertos de hambre!
Moomie más aprisa. Moomie salta y coge y trae. Moomie ofrece fruta, ofrece fruta, ofrece fruta.
—¿Qué os parece la fruta de este planeta? Muy buena, ¿verdad?
—Excelente.
—Eh, Moomie. Baila un poco más. Baila un poco más para nuestros huéspedes.
Moomie baila la danza de la mañana. Arriba y abajo y arriba y abajo.
Pronto llegarán Moomies nuevos. Pronto habrá danza Moomie nueva.
Se ha marchado el Lupo. Ha llegado el Hombre.