Argumento del Critias[1]
por Patricio de Azcárate
El Critias comienza ex abrupto. Puede decirse que el Timeo continúa en él sin interrupción. El preámbulo, de que ningún diálogo de Platón carece, falta en éste. ¿Será porque el Critias apenas está comenzado y bosquejado? ¿Será, porque no es realmente otra cosa que la misma conversación continuada por los mismos interlocutores, sin intervalo y sin reposo?
Las pocas páginas escritas por Platón pueden resumirse en muy pocas palabras. Critias, que sucede en el uso de la palabra a Timeo, se excusa, como éste, haciendo notar la dificultad que ofrece la materia. Después de este preliminar, comienza a referir la guerra que se suscitó en otro tiempo entre los pueblos situados más acá de las columnas de Hércules y los situados más allá de las mismas. Pero para despertar interés por este suceso, es preciso conocer los adversarios, es decir, los atenienses de aquellos tiempos y los habitantes de la Atlántida. Por lo pronto, describe los antiguos atenienses, su gobierno, su país, su ciudad. Enseguida, describe los habitantes de la Atlántida, su origen, que se remonta hasta Neptuno, su isla y sus productos, sus reyes y sus gigantescos trabajos, su estado político, su organización y su poder militar; cómo fueron intachables en sus principios y cómo degeneraron después, de tal manera, que Júpiter, irritado con sus crímenes, resolvió castigarlos, y para ello reunió los dioses en el santuario del cielo, en el centro del mundo, para darles a conocer sus irrevocables decretos. A este discurso está reducido el diálogo.
Este pequeño fragmento no bastaría para adivinar el objeto del Critias. Pero Platón lo ha indicado claramente en las primeras páginas del Timeo. En efecto, allí se dice: «Los ciudadanos y la ciudad que nos has presentado ayer como una ficción, nosotros los trasportaremos a la realidad; colocaremos tu ciudad en esta antigua ciudad ateniense; y declararemos que esos ciudadanos, que tú has concebido, son verdaderamente nuestros antepasados, aquellos de que hablaba el sacerdote. Habrá un perfecto acuerdo entre los unos y los otros; y no nos separaremos de la verdad, si decimos que los ciudadanos de tu república son los atenienses de los antiguos tiempos».
Estas palabras, sobre todo, si se tiene en cuenta el lugar en que se hallan, son perfectamente claras. Es evidente que Platón se proponía, al escribir el Critias, dar realidad al ideal de la República, y hacer así más sensibles con un ejemplo sus consideraciones teóricas, presentando a los antiguos atenienses como vencedores de los habitantes de la Atlántida.
Lo que Platón ha podido escribir de este diálogo en proyecto, ¿es muy interesante, al menos bajo el punto de vista filosófico? No nos atrevemos a decirlo. Pero bien que sea difícil darse cuenta de lo que hubiera debido seguir y de los desarrollos de un diálogo, cuyo objeto y detalles son de todo punto imaginarios, se puede, sin embargo, afirmar, bajo la fe del genio de Platón, que él habría podido ejecutar una obra de gran valor, quizá una obra maestra.