SARA

Me encontraba de tal forma absorbida por mis oscuros pensamientos que no fui consciente de la presencia que se aproximaba acechándome con sigilo, como una pantera a su presa. Lo único que pude apreciar fue un torso sudoroso que me embestía, aprisionándome contra el banco, a la vez que me tapaba la boca con una garra de acero. Con pasmo reconocí los ojos centelleantes de Iván, que me contemplaban a un centímetro de la cara con una expresión cruel que no podía reconocer en mi amigo; él siempre se había comportado como un hombre sensible y encantador. Mientras mi cerebro pugnaba por encontrar una explicación plausible para lo que estaba sucediendo, el miedo comenzó a apoderarse de mí al sentir que algo tremendamente duro empujaba contra mi muslo y que sus dedos se internaban bajo el vestido tirando certeramente de mi ropa interior. Aunque nunca había intimado con un hombre, no tuve ninguna duda de qué significaba aquello y lo que probablemente iba a suceder. Mi mente luchaba contra aquel despropósito; ¿qué le estaba ocurriendo a Iván?, ¿por qué me estaba haciendo eso?, me repetía una y otra vez. La mano me oprimía la boca y la nariz con tanta fuerza que pensé que en cualquier instante iba a perder el conocimiento. Aunque, dadas las circunstancias, quizá fuera lo mejor para mí, reconocí asustada. Tal vez lo menos doloroso sería desaparecer de esa escena que no entendía y que me estaba aterrorizando cada vez más. ¿Y de dónde venía la música terrible que martilleaba mi cabeza, esa música extraña que no comprendía y que me helaba la sangre?, me pregunté con el último esfuerzo de mi razón.

De hecho ya no percibía las cosas con claridad: todo empezaba a oscurecerse alrededor mientras notabacómo se deslizaba la ropa por mis piernas.