Agradecimientos

Rita Morrone fue más difícil de perfilar que la mayoría de las chicas italianas, de modo que necesité mucho asesoramiento para escribir este libro. Utilicé intensa y descaradamente al teniente Jerry Gregory del Departamento de Policía de Radnor, quien me brindó su tiempo y experiencia. No se lo puedo agradecer lo suficiente y espero que sepa disculpar las libertades que me he tomado aquí con su hermosa comisaría, que es mucho más limpia que mi propia casa. Gracias especiales también al detective John Moroney, que no es pariente de la protagonista, sino un simple karma excelente, y al detective Lennie Azzaroni, de la policía de Filadelfia, quienes contestaron todas mis preguntas con paciencia y sentido del humor. Gracias a Maureen Rowley, de la estupenda oficina federal de defensores públicos en Filadelfia. Cualquier error u omisión son de mi propia cosecha.

Ésta es la primera vez que leéis algo mío encuadernado y por ello quiero dar las gracias a Geoff Hannell, mi maravilloso editor. Gracias a Gene Mydlowski, editor asociado y director de arte, por las mejores portadas de novelas judiciales de suspense y por las mejoras que introdujo en el manuscrito. Especial agradecimiento a Carolyn Marino, mi correctora, que me ha apoyado desde el inicio de mi carrera. Carolyn es la máxima responsable del texto, cuando es bueno; sus sugerencias para mejorar el manuscrito fueron siempre las correctas e indicadas. Simplemente, es inestimable.

Permitidme una palabra de cariño para el personal de Harper Collins, que trabajaron duro apoyándome, incluyendo a Laura Baker, una promotora extraordinaria, a Marshall Trow, su asistente, y al director comercial. Ningún autor agradece al departamento comercial su apoyo, pero debieran hacerlo porque sus esfuerzos, aunque invisibles, son la razón por la que este libro llega a vosotros. Gracias, muchas gracias a todos. Y por las galletas, a Bruce Unck.

Gracias sinceras a mi agente, Linda Hayes, de Columbia Literary Associates, quien hizo que esto pudiera suceder y quien cuida de mi trabajo cada día, y a Maggie Field, de la agencia Maggie Field.

Gracias a los Giuntas del Market, y a Gene y Arlene Grossblatt, quienes me enseñaron cosas sobre colecciones de fichas de juego. Muchas gracias a Eileen Dreyer, escritora, enfermera y amiga, así como a Pat Isenberg y Helene Tulsky, por los consejos médicos dados en el momento menos propicio. El libro de ajedrez favorito del juez Hamilton, y también el mío, es Chess in Literature, de Marcello Truzzi.

Todo mi cariño a mi padre y a Fayne, y a mi madre. A Rachel Kull, Franca Palumbo y Sandy Steingard. A Kiki, una joya. Y a Peter Tobey, que lo cambió todo.

Finalmente, a la memoria de mis tíos Mikey, Domenic y Rocky. Todos ellos están conmigo y todos se merecen un libro. Algún día lo tendrán.