CapItulo 48

Martes, por la noche.
Zona al oeste de Rock Creek Park D.C.

 

 

E

l hijo adolescente del senador Dunlop abrió la puerta de la casa y vio un hombre alto con la cartera abierta en la mano. En ella había una placa dorada en la que ponía: «Inspector del cuerpo federal de policía».

—He venido a ver al congresista, hijo, seguramente me está esperando —dijo el hombre. Zack se entretuvo en el pasillo, mientras el inspector hablaba con su padre.

—Por ahora no colabora. Dice que no hará una declaración ante los miembros de la subcomisión.

—No podemos retenerle por desacato al congreso, aunque no cumpla con la orden de comparecencia para declarar ante los miembros.

—Tal vez haya descubierto que eso es cierto.

—Supongo que tendré que apretarle más las tuercas, tomarle declaración en sesión ejecutiva. Las actas son confidenciales, no puede escurrir el bulto y no cumplir con la orden de comparecencia.

—Señor, no sé qué persigue usted —dijo el inspector —, pero cuando le cacheamos, encontré esto en el bolsillo de su chaqueta. Lo saqué, por si acaso. Él pensará que se le cayó en el aeropuerto.

—¿Un cuaderno? —dijo el padre del joven—. Gracias. Buen trabajo.

Zack salió disparado del distribuidor y se refugió en un armario. Oyó pasos, oyó cómo se abría la puerta de la casa. Luego escuchó las pisadas que regresaban al despacho. Salió a hurtadillas del armario y escuchó de nuevo.

Durante un largo rato no oyó nada. Después:

—¿Puedo hablar con el congresista James? Aquí el congresista Dunlop.

Una pausa.

—¿James? Aquí Dunlop. Bueno, parece que hay progresos.

Otra pausa.

—Encontraron un cuaderno. Él había escrito: «¿Hebras? ¿De dónde? ¿Sudario de Turín?».

Otra pausa.

—¿Conoces esa cosa, ese paño, se supone que tiene la imagen de Cristo? Sí, eso. Pues, quédate con esto. Luego el periodista lo rodeó con un círculo a lápiz y escribió encima la palabra «clon».

Otra pausa.

—¿Cómo demonios voy a saber yo que en eso hay algo que se pueda clonar, pero parece ser lo que buscamos. Se lo haré saber a nuestro hombre. Uno de los suyos lo comprobará.

Otra pausa.

—Bueno, dos cosas. Primero, de las otras anotaciones se desprende, al parecer, que corresponden al mes de enero. Ahora estamos en septiembre. Si esa mierda es auténtica, alguien podría estar embarazada de siete u ocho meses. Eso ayudará a Brown a encontrar al científico que busca. Mientras tanto, ponte con la orden de comparecencia para que ese periodista declare en sesión ejecutiva.

Una última pausa.

—No se lo digas a Evermeyer, todavía. Si se hace público que la fuente fue el sudario, esos fanáticos de Jesús se multiplicarán. Muchos ya creen que el maldito sudario es auténtico.

Zack Dunlop se alejó a hurtadillas del distribuidor que había fuera del despacho de su padre, y volvió al ordenador de su habitación.